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Experiencia en Panajachel

Panajachel es un pueblo a orillas del lago de Atitlán, en el depto, de Sololá en el occidente de Guatemala. Un amigo mío fué nombrado como médico en el Hospital de Sololá, y siempre que hablabamos me invitaba a ir cualquier fín de semana, ya que había hecho amistades con mucha gente del lugar, especialmente con mujeres. Decidí ir un día jueves por la tarde con la intención de regresar pasado el mediodía del domingo. Me presentó con tres chicas del lugar, y salimos a dar paseos por los pueblos que están a orillas del lago, estos pueblecitos pintorescos tienen los nombres de los apóstoles, y aún a estos pueblos se llega por lancha. por las noches íbamos a bailar y a tomar unos tragos, pero no había pasado nada extraordinario, David mi amigo si ya tenía sexo con su novia a la que ya tenía seis ó siete meses de relación. El día sábado como a las cinco de la tarde, me comentó que en un lugar de la playa del lago, alejado del pueblo había un campamento nudista, poblado por canadienses, estadounidenses y de países europeos, y que precisamente él conocía una pareja de suecos y una pareja canandiense, y como nos habíamos decidido por morbo asistir esa tarde, logró comunicación con sus amigos, y nos llevaron al lugar. La verdd es que había de todo tipo de gente, abundaban los drogadictos, que estaban sobre un extremo del campamento, y gente que medio le entraba a las drogass, en forma más calmada, pero al fín y al cabo adictos, y gente que nada que ver, entre estos estaban los amigos de David. No acostumbrados a ver gente desnuda por todos lados, David y yo sentados en la arena disimulando la erección, pues habían mujeres muy hermosas y de cuerpos espectaculares. Ya acostumbrados al espéctaculo, nos adherimos al grupo, ya como a las ocho de la noche, entablé conversación con Dana, una preciosa rubia de ojos verdes, y de cuerpo precioso, ella tenía 17 años, originaria de Toronto. Empezamos a caminar por la orilla del lago, y nos alejamos un poco más de un kilometro, en el trayecto ella me dijo que por el rubio de mi pelo y el azul de mis ojos nunca se imaginó que fuera Guatemalteco, continuó diciendo que le llamó poderosamente la atención el tamaño y grosor de mi pene, y que fué un comentario generalizado entre las mujeres de su grupo, y si me había pedido caminar junto a ella era para hacer el amor, y que había sido elegida por sus compañeras, para que a su edad gozara una polla grande, ya que había tenido experiencia con dos chicos pero de pene pequeño. Llegamos a una caseta, afuera había una regadera, dos duchamos, y colocamos la manta que llevaba en el suelo, y empezamos a besarnos, besé su hermosos rostro, su cuello y y sus duras chiches, eran medianas, y su pezón chico y liso, tocaba sus muslos duros, bronceados y lisos, su vagina chica, deliciosa cubierta de vellos rubios, lamí toda su ranura, chupeteaba su clítoris, gemía de placer, me empujaba con su manos mi cabeza hundiendomela en su entrepierna, mi lengua trabajaba suavemente sobre su sexo, gimió más fuerte y se vino en un orgasmo grandioso, coloqué mi pene en su boca, se metió el glande pero no sabía que hacer con la verga en su boca, la dirijí para que me empezara a mamar a mi gusto, ella me pedía que la penetrara, abrí sus piernas, y empezé a meterla despacito, estaba muy apretada, y a pesar de la humedad que tenía, no entraba se deslizaba sobre su clítoris o bién buscando su ano, lo tomó con una de sus manos, lo dirijió a su entrada, allí lo sostuvo, y entró la cabeza, ella me prensó la cintura con sus talones, y entraron unas dos pulgadas más, se quejó, y paré, después la saque un poquito y volví a entrar, en ese ritmo sin meter más, poco a poco sus paredes fueron ensanchando y ya entraba más, ella empezó a mover sus caderas, empezaba a gozar, al cabo de unos minutos, tenía las ocho pulgadas a fondo, me besaba freneticamente, gemía de placer, le dí vuelta para que se sentara sobre mí, se la colocó en la entrada se empujó y se la metió toda de un solo, cabalgaba como loca, yo, no aguantaba las ganas de correrme, ella aceleró su ritmo, yo me vine dentro y cuando sintió los latigazos de semen en su interior, se excito más y se corrió entre gritos y gemidos. Más tarde sufrió horrores, cuando le perforé su culito, pero lo quería todo adentro, me hizo gozar con su ano estrechito y calientito, no recuerdo cuantas veces lo hicimos, cuando regresamos al campamento todos dormían, envases vacios de cerveza y de ron, indicaban lo sucedido, eran casi las cinco de la mañana, se recostó y se quedó profundamente dormida. Sólo Linda se dió cuenta de que habíamos llegado, Linda era la Canadiense amiga de David, llegó hasta mí se recostó a mi lado, y me pregunta si había quedado satisfecho con Dana, porque en ese momento ella quería tener mi pene a fondo, y empezó a darme una chupada de pronostico reservado, pero esa ya es otra historia.
Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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