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Escuela de Maduras(Maria y 4)

Escuela de Maduras (María-4)



Miguel avanzaba por el despacho aproximándose a María, despacio, hasta acercarse lo suficiente como para sus manos alcanzaran el cuerpo de su profesora. Se detuvo tras ella, agarrando sus caderas. María, inmóvil cerró los ojos sintiendo como aquellas manos agarraban con fuerza sus nalgas. Las costuras se clavaban en sus caderas. Podía sentir su respiración sobre su nuca mientras la apretaba contra él y notaba su erección en sus nalgas. Se inclinó sobre la mesa, echándose hacia atrás, sintiendo como se clavaba en su culo, notándola cada vez más fuerte, más dura… Las manos del muchacho avanzaban sobre la ropa, sobando sus pechos y pellizcando sus pezones. Los estiró, retorciéndolos con suavidad, mientras ella se movía restregándose contra su polla. Sus labios se abrían, humedeciendo su sexo. Notaba como él se restregaba contra ella, mientras sus manos subían poco a poco su falda, levantándola hasta su cintura, dejándola desnuda frente a él. Comenzó a pasar sus dedos entre sus labios, separándolos, subiendo hasta su clítoris, duro por la excitación. El roce, la hizo dar un respingo de placer y apretar más su cuerpo contra el de Miguel. Deseaba sentirla. Sin mediar palabra se dio la vuelta, arrodillándose, a la vez que soltaba sus pantalones. Ante ella apareció el tremendo bulto que ocultaba el bóxer.



-¿la deseas? -Preguntó Miguel con descaro.



María había metido la mano y la agarraba, intentando sacarla. Pero el muchacho, dueño completo de la situación la frenó y volvió a preguntar.



-¿la deseas?



-Sí. ¡Claro que la deseo cabrón! Replicó intentando mantener la poca dignidad que le quedaba



-Pues…hazlo. Pero solo con la boca.



Su dignidad estaba por los suelos pero el deseo la había borrado completamente.



Acercó su boca y agarro suavemente con sus dientes estirando el bóxer, separándolo. Estaba tan cerca que notaba su olor, a la vez que sentía la humedad en su rostro. Bajo su cabeza, como si de una reverencia se tratara, mientras deslizaba la prenda. Ante si apareció firme ante ella el miembro de su acompañante apuntándola. La cogió, llevándosela a la boca, pasándola por sus labios. Abrió la boca completamente y comenzó a devorarla. La metía y la sacaba de su boca. La chupaba con ansia.



-Ummmm. Sigue!!!!- Ordenó el muchacho.



La apretaba con sus labios, retirando su prepucio al meterla en su boca. La apretaba con la lengua contra su paladar y la saboreaba recogiendo cada gota, mientras la masajeaba con sus manos. La deseaba sentir dentro de ella.



-Follame!!!. Quiero que me folles. –Pidió mientras la saboreaba.



Miguel agarró su cabeza, metiéndola en su boca hasta el fondo.



-¿mas? ¿quieres más? -Inquirió.



-Sí. –Sonó la voz de María ahogada



Se puso de pies, al tiempo que Miguel, agarraba su blusa y la abría de un tirón, haciendo saltar los botones y liberando sus pechos desnudos. Sus pezones estaban erectos y contraídos haciendo casi desaparecer su aureola. Estaban como piedras. Estirando de uno, lo llevo hasta su boca, mordisqueándolo, saboreándolo, sintiendo la dureza de los pliegues en su lengua. Apoyada contra la mesa, sentía como las manos subían por sus muslos, levantando su falda, mientras ella separaba las piernas facilitando el acceso a su sexo. Deseaba que Miguel la penetrara sin miramientos, con fuerza, con la firmeza y el vigor juvenil que su cuerpo maduro hacia tanto que no sentía. Apoyada sobre la mesa, esperaba el siguiente movimiento. Las manos del muchacho agarraron con fuerza sus nalgas, apretándola contra él. Sentía, su polla contra su cuerpo. Miguel la levantó, sentándola sobre la mesa, a la vez que separaba sus muslos dejando su coño completamente desnudo y entregado, mientras el deslizaba su miembro entre sus labios, mojándolos más aún. Subía desde el comienzo de sus muslos, dejando un rastro húmedo entre ellos, avanzando entre sus labios hasta rozar su clítoris con la punta de su polla, apretándolo.



-Métemela ya!!! ¿A qué esperas?.



Suplicó con un hilo de voz entre 2 gemidos.



La excitación era tal que solo deseaba que la penetrara, la empalara. Quería sentirse follada con fuerza, sentir cada embestida. De su coño cada vez manaba mas y mas flujo, haciéndolo más resbaladizo, mientras Miguel continuaba deslizándose. Agarro los labios abriéndolos, al tiempo que María quedaba completamente a su merced. Agarró su clítoris, retorciéndolo mientras se resbalaba entre sus dedos, estirándolo levemente, haciéndole soltar un gemido de placer, mientras María intentaba ahogarlo mordiendo su labio inferior, en el momento en que Miguel empujaba penetrándola de una sola embestida hasta el fondo. Cogiéndola por sus nalgas, sacaba su polla y la atraía contra él, empujándola y penetrándola hasta el fondo de su coño. Quedándose dentro y moviéndose, recorriendo todos sus pliegues, para sacarla y volver a penetrarla de golpe. Miguel cada vez la penetraba más rápidamente, hasta el fondo, mientras sus manos, acariciaban las aureolas de sus pezones, y masturbaba su clítoris a un tiempo. Continuó penetrándola, empujando con fuerza hasta el fondo, mientras ella sentía como llegaba hasta el fondo. Miguel entró de nuevo hasta el fondo, gimiendo, sintiendo como su polla convulsionaba, mientras se corría llenando a su profesora que le empujaba contra ella, rodeándolo con sus piernas para evitar que se saliera, y poder sentirlo más adentro.



Miguel se separó sacándola, mientras agarraba de las manos a su profesora ayudándole a incorporarse. Ella, le abrazó, sintiendo el roce de sus pechos contra la piel sudorosa del joven, notando como las gotas se deslizaban.



-Quiero que la chupes. –Susurró al oído Miguel.



María, sin mediar palabra, se puso en cuclillas llevándosela a la boca, al tiempo que notaba como un líquido viscoso se deslizaba por sus muslos. El sabor en su boca la excitaba cada vez más. Le era imposible evitar desear tocarse. La chupaba cada vez con más ansia, mientras pasaba su mano por sus labios mojándolos con la reciente eyaculación.



El impertinente sonido de su móvil, la despertó del estado de excitación en la que se encontraba. Se giró, hacia su mesa, alargando su mano y descolgó .



-¿Diga?- Respondió fastidiada a modo de saludo.- De acuerdo Carmen, quedamos mañana para comer.



Se dio la vuelta y vio desaparecer tras la puerta a ese alumno que le había despertado de nuevo como mujer. Recorrió el despacho hasta la silla de su escritorio y se dejo caer pesadamente.



Carmen era una antigua amiga, la conoció siendo compañera de estudios de su hermana menor y pronto coincidieron hasta el punto de ser cómplices la una de la otra de la otra.



Es una suerte, su llamada. Desde que el affaire con Miguel comenzara sentía la gran excitación por el muchacho y la situación era casi tan grande como su sentimiento de culpabilidad. Hablarlo me vendrá bien pensó al tiempo que se colocaba la ropa intentando recuperar la compostura perdida. Salió en dirección a su casa, donde esperaba encontrar en la soledad la paz que le había faltado. Daba gracias por el congreso al que Carlos había asistido y que le permitiría estar esa noche sola.



-Carmen. ¿Qué te parece si quedamos para cenar hoy en vez de comer mañana? Me gustaría charlar contigo…



-Entonces te espero a las 9 en mi casa.



A las 9:10, sonó el timbre. La puntualidad no era el fuerte de Carmen.



¿Qué te pasa? -Preguntó Carmen a modo de saludo. – Por tu tono de voz y el brillo de tus ojos creo que algo bueno pero…



Carmen la conocía demasiado bien como para que se le escapara un detalle.


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