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El poder de mi mente

Mi nombre es Gabriel, y deseo contarles cómo ha sido mi vida desde los 14 años. Y es porque a esa edad descubrí que tenía el don de dominar a otros con mi mente. Nunca supe bien cómo adquirí esta facultad, pero puedo leer mentes y emociones, puedo dar órdenes mentales y hacer que otros hagan lo que yo quiera, y hasta que sientan lo que yo deseo. Como se imaginarán, todo un universo de posibilidades se abría ante mí, pero a esa edad las hormonas nos empujan en una sola dirección: el sexo.

Y es que a esa edad yo aún no había debutado. Sí habá tenido alguna que otra noviecita, pero nada mas allá de unos besos y caricias. Pero ahora no importaba. Con mis nuevos poderes podía elegir para mi debut a la mujer que se me antojara. Y no tardé mucho en elejir quién sería: mi profesora de Inglés, Rosana. Se trataba de una morena espectacular, dueña de unos pechos descomunales, un culo encantador, y las piernas mejor formadas del colegio. Lógico, yo ya la había hecho protagonista de varias de mis pajas, pero ahora, tendría la oportunidad de hacerla gozar. Pero antes, necesitaba hacer una prueba. No quería arruinar mi debut por no tomar precauciones. Era necesario saber si realmente podía dominar otras mentes, hacer gozar a una mujer con solo concentrarme en ello, y decidí hacer una prueba con una compañera de clase llamada Karen. Era una muchacha morena, de buenos pechos, y un buen culo también. El día del experimento precisamente estábamos en clase de inglés, con mi profesora favorita. En un determinado momento de la clase, mientras todos estábamos en silencio escuchando, comencé mi prueba.

Karen llevaba una camiseta blanca, que marcaba sus pechos, y una falda larga de algodón, además de sandalias blancas. Sin saber muy bien cómo empezar, con mucha suavidad, "acaricié", con mi mente, su mejilla. De reojo pude ver como ella se llevaba la mano a donde yo la había tocado. Sin duda lo había sentido. Entoncs, suavemente, "presioné" el contorno de sus pechos. Pude ver que lo había sentido, ya que reaccionó con un pequeño movimiento de su cuerpo. Mi erección estaba al tope, así que traté de disimular al máximo. Animado por los resultados, aumenté la presión, moviendo "mis dedos" alrededor de sus pezones. Karen no entendía por qué experimentaba esas sensaciones, pero era evidente que le gustaban. Su boca, antes cerrada, estaba ahora entreabierta, y en sus ojos había una mirada especial.

Durante un rato, seguí dedicándome a sus pechos, mientras yo hacía como si prestara atención a la clase, como todos los demás. Al presionar más sus pehcos, noté como a Karen se le había acelerado la respiración. Entonces me atreví, y bajé hasta su sexo. Casi podía sentir su calentura y humedad. Ella lanzó un gemido contenido, que intentó disimular con una falsa tos, y yo me dediqué a masajearla en ese punto, sin descuidar sus pechos. Así, masajeando, pude sentir su clítoris, hinchadito, y me dediqué a acariciarlo repetidamente. Karen estaba ya muy exitada, empezaba a sudar, y su sexo chorreaba. De forma lenta, disimulando, empezó a mover las caderas al ritmo de mis caricias. Ví cómo cerraba los ojos y apretaba los puños, y entonces todo su cuerpo se tensionó y una ráfaga de placer la recorrió mientras experimentaba un orgasmo terrible. Cuando se recuperó, miraba a toods lados, para ver si alguien había notado lo que le pasaba. Yo me hice el distraído, por supuesto, y pidió permiso para ir al baño. Supongo que intentaba refrescarse después de tanto calor.

La experiencia hbía sido bestial. Había manejado a mi antojo a esa chica, y le había hecho alcanzar un orgasmo alucinante. Ahoa era yo el que estaba exitadísimo. Necesitaba follar de forma urgente, así que me concentré en la mente de mi profesora. Así, "leí" en su mente que sus padres estarían fuera de casa hasta muy tarde, y que su novia recién la visitaría al día siguiente. Sin perder tiempo, hurgué en su mente hasta encontrar su dirección. Resultó que vivía a solo 3 calles del colegio. No lo dudé un instante: la visitaría ese mismo día.

Esa tarde, a las tres, me dirigí a su casa. Con los nervios de punta, toqué el timbre, y esperé. Cuando salió a atenderme, el corazón casi me da un vuelco de solo verla. Vestía una blusa blanca, ajustadísima, de modo que permitía notar bien la forma de sus hermosos senos, y una pollera celesta amplia, que le llegaba a las rodillas. Al verme, se sorprendió.

-Hola, Gabriel, ¿qué haces aquí? ¿Cómo conseguiste mi dirección?

Sin más preámbulo, le ordené:

-Llévame a tu habitación.

Ella me obedeció. Se dió la vuelta, me tomó de la mano, y me llevó caminando directamente a su cuarto. En el camino, yo me fuí quitando la camisa, el pantalón, las medias, las zapatillas, el slip... todo. Al llegar, ya estaba totalmente desnudo. Al entrar, me dediqué a contemplarla un rato. ¡Qué hermoso cuerpo tenía! A sus 29 años, era toda una diosa. Entonces, y mientras mi poya se ponía duro como un palo, le ordené:

-Desabróchate la blusa.

Me obedeció al instante. Quedó a la vista un corpiño blanco que ocultaba sus enormes tetas. "Quíate el sujetador", le dije, y ella pasó sus manos por su espalda, y quitó el broche, y puede ver en directo sus hermosos pechos. Los miré fijo... los acaricié... podía sentir toda su suavidad. Las tomé con mis manos, y levantándolas al mismo tiempo me las llevé a la boca, primero una, luego la otra, y luego metía los dos pezones al mismo tiempo y se los mordisqueaba. Se los pellizcaba, los chupaba, los amasaba, mientras que con la otra mano me iba masturbando. Entonces decidí ir mas lejos, y le ordené pararse frente a mí.

-Súbete la falda, lentamene.

Entonces pude ver una tanguita blanca, y... ¡estába húmeda! ¡Mi profe estaba cachonda con todo el toqueteo! Muy despacio le bajé la tanguita, y de a poco ví sus pelillos negros, su raja... sin más, pensé: "ábrete el coño", y sin de dejar caer la falda que tenía en la otra mano a la altura de la cintura, con la otra mano separó sus labios vaginales, y me mostró el interior de su conejo rosado. Yo me humedecí el dedo índice con saliva y se lo hundí en el coño. La masturbé un rato, y luego le terminé de quitar la ropa yo mismo.

-Acuéstate en la cama, boca arriba, y separa las piernas.

Ella obedeció. Yo me acosté sobre ella, y muy lentamente, temblando como una hoja, la penetré...

¡Qué placer! Empujé de golpe, y sentí por primera vez mi poya envuelta en carne. Llegué hasta el fondo, la retiré un poco, y la volví a enterrar hasta el tope. Seguí embistiéndo cada vez con más furia, toda la furia contenida por tanto tiempo esperando debutar, y ahora estaba debutando con mi profesora favorita.

-Ahora gózalo, tén un orgasmo, y grítalo.

-¡¡Ahhh...!! ¡¡Mmmmmmmm...!! ¡¡Ahhhhhhh...!!

La tomé de las caderas con las dos manos, presionándola aún más contra mi pene, y entonces sentí que me iba a correr. Empujé con fuerza, y y entonces exploté. Sentí una cantidad inmensa de leche hirviendo saliendo de mi poya, poniéndose dura hasta extremos increíbles, llenándola de chorros y chorros. Entonces sus ojos se abrieron como platos, y su cuerpo se retorcía debido a las oleadas de placer que recorrían su cuerpo, alcanzando el orgasmo más largo y profundo de toda su vida.

Acabamos los dos al mismo tiempo. Quedé agotado. Estaba recostado sobre su cuerpo desnudo, sobre ese hermoso cuerpo al que había hecho mío. Me vestí rápidamente, y por las dudas, borré todo recuerdo de su mente. Me dió algo de pena hacerlo, pero no importaba. Esa tarde la pasé con mis amigos, pero en mente tenía muchos planes para mi nuevo "juguete sexual".

Pero ya estaba pensando en el modo de conseguir más "juguetes".
Datos del Relato
  • Categoría: No Consentido
  • Media: 5.12
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
lobo_caliente
lobo_caliente 07-08-2013 04:41:12

muy buen aporte, me gusto tu relato

shadia
invitado-shadia 02-06-2006 00:00:00

Buena historia esta linda pero bajate un poco de las nubes,exageraste un poco o mejor dicho demasiado.

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