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El pacto de Le Putier

~~1644. Gran convulsión en Europa. Se avecina una gran guerra tras la aparición del canciller von Brackwürst, el cual, tras tomar el mando de los estados de Grückstedheim, trata de sellar un tratado con la emperatriz de Francia, Magdalena I de Putiér con objeto de atacar la Península Ibérica. El rey de España, Paco IV, es a su vez aliado de la corona francesa, y al enterarse del intento de complot decide enviar a la corte de Le Putiér a su valido, el conde de Churratiesa, astuto como pocos.
 Mi canciller, sólo veo una forma de sellar nuestra alianza, y es tomando como esposa a mi sobrina, la princesa Hoyo Hondo de las lejanas tierras del Japón.
 De acuerdo, pues su majestad tiene unas tetas que harían sombra al mayor de los imperios, y de tal palo (dijo el canciller mientras se sobaba la polla sobre el jubón)
 Sellemos el pacto pues, llamaré a mi sobrina a mi presencia y haré las presentaciones.
 El conde de Churratiesa, escondido tras las cortinas de la sala privada de la reina, no pierde pie de la conversación.
 Majestad, vengo muy cachondo de mis campañas en Holanda, esas campesinas herejes la maman como el mismísimo diablo, y ya va siendo hora de cristianizar mi católica polla alemana (al tiempo que se saca un pollote de 25 cm)
 Oh Dios Mío!. ¡Por la gloria de Francia que no habrá su reina de ser menos que esas putas plebeyas holandesas! (a lo que se tiró de cabeza a mamarle la polla al teutón).
 Von Brackwürst se desnudaba y tras arrancar el vestido de la reina de un tirón, ella le empezó a dar una soberana mamada, desde los huevos hasta la punta del capullo. Entonces, cuando la verga del teutón estuvo tan dura como el carbón de la Renania, la puso a cuatro patas y hundiósela en el coño.
 Ahhhhhh¡ Canciller! Folladme viva, reventadme, ahhhhh. Eso es follar y no lo que hacen los españoles.
 El conde de Churratiesa, más cachondo que ofendido, torna a salir con la verga enhiesta de detrás de la cortina y a hundírsela a la reina en la garganta.
 Sois una perra Margarita. No decíais lo mismo cuando mi señor os enculaba hace meses, pero ahora vais a sentir la furia del acero español.
 Dicho esto se sale y se la hunde en el culo a la francesa. Así se movieron ambos, a cual embestía más fuerte, cuando la reina sufrió su tercer orgasmo. El canciller fue a correrse en su boca, mientras que nuestro valiente conde aguantaba, dando a la reina su cuarto, quinto y sexto orgasmo antes de correrse en el culo de la soberana.
 Visto que a la reina la perdía el chumino, y viéndose acorralada entre dos potencias mundiales, su sistema de alianzas y sus convicciones pendían de un hilo de lefa. Así pues, ordenó a los dos varones, lamerle el coño y el culo mientras encontraba una salida. Tras media hora de lameteos, se le ocurrió la solución:
 La corona de Francia se alineará con el país más potente. Así pues, el representante que más orgasmos provoque a dos damas de mi elección será el vencedor absoluto, y su nación, la aliada del imperio galo, pudiendo ambos contendientes ser auxiliados por dos miembros de su séquito. Y para que no surjan dudas en cuanto a la equidad, seleccionaré ahora mismo a las doncellas. Para vos, von Brackwürst, elijo a la duquesa de Vagine Profound, terror de las caballerizas de palacio, y para el conde de Churratiesa, será la joven baronesa du Mamoneu, famosa entre los tercios de mi ejército. Ambas son expertas folladoras y mamadoras de mi corte, por cuyas camas pasaron miembros de la corte, el ejército y el vulgo en número no inferior a mil. Como última condición impongo que el vencedor ha de desposar a mi sobrina, la heredera al trono japonés Hoyo Hondo iniciada en la más alta alcurnia del ejercicio sexual.
 Así, de acuerdo ambos contendientes, se fijó el duelo para el 14 de octubre, día de San Cabezón de la Verga, en el salón Empuntant, en el ala norte de palacio. Los días pasaron, mientras ambos, con objeto de mantenerse en forma para el duelo que decidiría el futuro de Europa, se fueron tirando a todo lo que pasara y tuviese agujeros: damas de compañía, bufones, caballería real, etc.
 Llegó el día clave, y en el salón, dispuesto con dos enormes camas de dorados biseles, hicieron acto de presencia por los estados de Glückstedheim, el canciller von Brackwürst, el alférez Oscar Maier y el mariscal Pijotonen, de ascendencia finesa. Por el bando español, flanqueando al conde de Churratiesa, aparecían el duque Lamechuminos, de fama mundial al poner el flujo vaginal a punto de nieve, y el joven y vigoroso teniente Revientatxotxos, de ascendencia vascuence y afamada polla.
 Las damas desnudas, tumbadas en las camas, y la reina deja caer el condón de esparto común a estas lides, que marcaba el inicio de la fenomenal follada. El bando español, con las armas bien dispuestas, inició el asedio a la baronesa Mamoneu, de grandes pechos, trasero respingón y enormes labios capaces de mamar al mismísimo equino de Atila. El conde se lanzó a su entrepierna, dando bravos lengüetazos al clítoris de la baronesa. Encima de la misma se situó el insigne Revientatxotxos, poniendo su enorme polla, de la que se decía no veía ponerse el sol, en la boca de la dama, mientras Lamechuminos no hizo honor a su nombre y empezó por lamerle el ano y meterle poco a poco un dedo tras otro por el oscuro hoyo del placer. Tras el ataque inicial, pasaron a la formación clásica, es decir, Churratiesa recibía una monumental mamada, Revientatxotxos embestía el coño con potencia, y la polla de Lamechuminos, dura cual acero toledano, reventaba el culo de tan perra dama.
 Por el otro bando, los tres insignes teutones se entretenían lamiendo toda la geografía de la duquesa, repasando bien las vecinas cuevas bien peluditas para la ocasión, las enormes tetas que pajearon a tan insignes personajes así como otros parajes no por más recónditos, menos explorados de la geografía de la Vagine Profound. Tras el primer asalto, pasaron a copiar la táctica de nuestros compatriotas, y se montaron el canciller por el coño, el mariscal por el culo y el joven alférez llenando la boca de la dama de gruesa salchicha.
 Cuando todo parecía destinado al empate, y las damas habían perdido la cuenta de los orgasmos, vino en auxilio de los nuestros el recuerdo de las más guarras plebeyas de la piel de toro, y, desfallecidos los centroeuropeos, Revientatxotxos, gran putero de la corona, dispuso el ataque definitvo. Llamó a Churratiesa y ambos ocuparon e chocho de la francesa, mientras Lamechuminos pasó a la puerta trasera, pero, perro viejo este teniente, pasaba intermitentemente del culo al coño de la baronesa, alternando así dobles penetraciones ora por el culo, ora por el coño. Así hasta llenar de lefa hispana a la complaciente dama. Los teutones, deseosos de equilibrar el duelo, imitan la maniobra, pero dirigiendo sus potentes chorros a la boca de la duquesa. Ambas mozas, reventadas a orgasmos pedían clemencia, y la reina apiadose y, presta a concederla, fue detenida por Lamechuminos, experto en técnicas subversivas. Éste dirigió su flácida asta hacia la baronesa y empezó a bañarla en el dorado líquido de la vejiga. Sus compatriotas, animados por la excelsa guarrada, le imitaron, y la francesa se rompió de placer. Los secuaces del canciller y éste mismo, ya reventados, no pudieron sino aplaudir la imaginación española a base de golpes de cojones en la mesa.
 Tras la exhibición de habilidades, no tuvo más remedio la soberana francesa, que publicar el triunfo de las pollas españolas, y ofrecer al conde de Churratiesa, el desposamiento de la nipona con el heredero español, Manolo XXVIII y la sempiterna alianza de los vecinos estados, amen de una interminable mamada a cada miembro del equipo vencedor que dejó el arsenal hispano limpio y reluciente.
 Así se resolvió una de las más cruentas disputas de nuestro viejo continente. En la primavera se celebró el real desposamiento seguido de una de las mayores orgías que ha visto el mundo en su milenaria historia, con ávida participación de la futura reina, que se desvelaba como gran folladora y mejor mamadora, pero esto ya es otra historia.

 Autor: Guillermo IX de Aquitania

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