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El juego de la seducción

~~Oscar era el encargado de buscar un buen lugar, mientras que Manu tenía que encargarse de las bebidas. Las chicas solo tenían que ocuparse de la comida. Iban a celebrar una fiesta de despedida, porque todos se iban a la Universidad, menos Irene y Nacho, su novio, que a pesar de que apenas le conocían, le habían invitado. Irene parecía aterrada por el hecho de ser la única que se quedaría en el pueblo, pero como no quería estudiar. su mayor deseo era casarse con Nacho, darle muchos hijos y ser una buena ama de casa.
 La vida de Irene había sido muy distinta a la de sus amigas, Esther y Vanesa. Éstas últimas no estaban unidas sentimentalmente a nadie, por lo que tenían total libertad para enrrollarse con quienes les saliera en gana (o se les pusiera a tiro), pero Irene llevaba saliendo con Nacho desde que tenía unos 13 años y, a pesar de todo y de llevar más de 4 años saliendo, aún no se habían acostado, porque Nacho eran de los que pensaban que el hombre tenía que tener más experiencia en el sexo que su futura mujer, a la que debía de desvirgar, por supuesto. Por eso, y por vivir en un pueblo tan pequeño, debían esperar al matrimonio. Sin embargo Irene no estaba tan conforme, si bien jamás se hubiera atrevido a contrariar a Nacho.
 Al fin llegó el día de la fiesta. Oscar se las había arreglado para adueñarse de la azotea de su casa, un edificio de 9 plantas, desde cuya atalaya gozaban de una vista increíble, una panorámica de todo el pueblo. Sobre sus cabezas una luna llena que lo iluminaba todo. Colocaron una gran manta en el suelo y allí se instalaron con las bebidas (grandes provisiones de vodka, que coloca antes) y comida. En un principio todos estaban un poco decaídos, porque a pesar de estar juntos la razón de la reunión no era del todo alegre, pero pronto, cuando ya unas cuantas botellas habían pasado de mano en mano, la cosa se empezó a animar.
 Entre unas cosas y otras, acabaron hablando de sexo. En estos casos Irene siempre permanecía en silencio, ya que era la única que era virgen y todos sus amigos la respetaban, aunque, la verdad, es que pensaban que era un poco rara por mantener tan concienzudamente una virginidad que por los tiempos que corren, no está tan valorado perder. Desde luego que pensaban que el culpable de que Irene no hubiera gozado aún de los placeres del sexo era Nacho. Nunca se lo habían dicho a Irene, pero sabían que Nacho se iba de putas los fines de semana, cada vez que dejaba con exactitud horaria de reloj suizo a su novia en casa. Bueno, esto lo sabía todo el pueblo, era un secreto a voces. Y sin embargo Irene no tenía ni idea de esto. Y al parecer sus padres tampoco. Misterios de la vida. Acabarían por enterarse, pero. a ver quién le ponía el cascabel al gato.
 A Oscar le gustaba Irene desde hacía muchos años, desde antes de que ella estuviera con Nacho. Jamás se lo había dicho a nade, aunque estaba convencido de que todos ya se habían dado cuenta de su preferencia por Irene. Y aquella noche iba a ser especial. Tenía que serlo. Sus padres aquella noche trabajaban hasta tarde, así que sabía que podían disponer de su casa, en el octavo piso del edificio, hasta bien entrada la madrugada. Así que cuando acabaron de cenar, Oscar propuso jugar a las tinieblas.
 Mira tú qué listo, ¿y adonde vamos, Oscarito!? Aquí hay mucha luz.
 aaaaahhh, Vanesa. mujer de poca fe. ¡¡no hay nada imposible en este mundo para el Gran Oscar!!. Podemos ir a mi casa, y si tenemos cuidado mis padres ni se enterarán. Apagamos todas las luces y vamos por unos cuartos determinados. por ejemplo, en mi cuarto, el pasillo, el baño y el salón. ¿Qué os parece?.
 Por mi bien, tío.
 Si, pero nada de toqueteos, eh?
 Tranquilo, Nachete. que no nos vamos a comer a Irene.
 Todos bajaron al piso de Oscar y se acomodaron en el salón para establecer las reglas del juego, mientras se acababan las botellas de alcohol. Nacho se levantó para ir a la cocina, acompañado de Esther, que se conocía bien la casa, para preparar más vasos, momento que Oscar aprovechó para observar a gusto a Irene. Llevaba una falda negra de tubo hasta las rodillas y una blusa blanca que dejaba ver ligeramente a través de la tela un sostén negro. El pelo lo llevaba atado a la nuca y llevaba poco maquillaje. Apenas nada en comparación con las otras. La casta Irene. Era una muchacha espigada, pero con unas curvas muy bien formadas y unos pechos generosos, con un culito respingón que parecía querer romper la estrecha falda. A Oscar le daba la sensación de que pedía sexo a gritos, pero ella estaba demasiado enamorada de Nacho. Irene se dio cuenta de que Oscar la estaba observando y le miró. Oscar, sin apartar la mirada, le sonrió y ella correspondió con otra sonrisa.
 Nacho y Esther regresaron de la cocina con las bebidas. Se les veía bastante tomados y Esther venía más colorada que de costumbre. Oscar alcanzó a ver cómo Nacho le pasaba disimuladamente la palma de la mano por el trasero de Esther y cómo ella no hacía nada para evitarlo, sino que le dirigía una mirada rápida pero cómplice. A saber lo que habrían hecho los dos en la cocina, pensó Oscar.
 Decidieron dar comienzo al juego. Apagaron todas las luces de la casa y cada cual se fue a una habitación distinta, tratando de esconderse. Quien se había quedado como perseguidor era Oscar. Comenzó el juego. Oscar fue tanteando los muebles tan conocidos por él. Pasados apenas unos segundos descubrió detrás de un sofá a Vanesa. Con solo oír su respiración ya sabía que se trataba de ella, pero prefirió toquetearla un poco. Primero le tocó el pelo y deslizó las dos manos por la cara. Notó con los dedos que ella estaba sonriendo al pasar por sus labios. Siguió hacia abajo y abarcó sus senos pequeños y puntiagudos. No llevaba sostén. Vanesa jamás se lo ponía. Se los masajeó durante un rato hasta que ella puso sus manos sobre las de él, y ayudándole a meter las manos por su escote, se inclinó hacia su oído y le pidió que no la delatase.
 Solo si me dices dónde está Irene.
 Está en tu cuarto, creo que entre el armario y la cama.
 Genial. creo que voy a hacerle una visita. espera unos minutos y vete para allá. hoy vamos a hacer una de las mías.
 ¿llamo a los demás?
 Si, pero dejadme disfrutar un rato.
 Ay, Oscar. ten cuidado, mira que ella aún no.
 Si, si. no te preocupes.
 Y ten cuidado, su novio está aquí.
 No, ese me parece que estará ocupado con Esther.
 Jejejeje. déjalos que lo pasen bien.
 Me voy. y ¡¡Entreténlos!!
 Descuída.
 Y, sacando las manos del escote de la chica, se dirigió hacia su cuarto. Fue hablando, diciendo tonterías, para darles a entender a sus compañeros que se arrebujaran más en sus escondrijos, a no ser que quisieran ser descubiertos. Todo salió bien y no tropezó con nadie. Su vista, ya un poco acostumbrada a la penumbra, descubrió un bulto debajo de la mesa del enorme salón, que supuso ser de Manu y, ya en la cocina, vislumbró un par de sospechosos bultos, demasiado pegados y emitiendo unos ruiditos que no dejaban lugar a dudas. Joder con Esther. y eso que es una de las mejores amigas de Irene, que si no. , pensó Oscar.
 Por fin alcanzó su habitación. Se quedó quieto en el umbral, atento al más mínimo ruido y con los ojos muy abierto a la total oscuridad del cuarto. Sentía latir tan fuerte su corazón que pensó que hasta Irene podría oírlo. Respiró hondo y con las manos extendidas dio un paso hacia delante. Y otro. Y otro. hasta que tocó los pies de la cama. Allí había un hueco formado por los pies de la cama, el armario y la pared. Una especia de callejón sin salida. Fue entonces cuando notó la respiración de Irene. Se acercó lentamente a ella y sus manos tocaron su vientre, desplazándose raudas a la estrecha cintura de la chica. Ahora su respiración era entrecortada, espectante. Las manos de Oscar ascendieron hasta sus pechos, sin detenerse los acarició debilmente y ascendió hasta la cara de Irene. Abarcó con sus manos su rostro y la besó en los labios. un beso dulce, suave. Irene no tardó en reaccionar y Oscar se felicitó por su perspicacia: realmente aquella chica quería sexo. Y él, tras tantos años de soñar con aquel cuerpo, por fin iba a hacer realidad su sueño.
 Irene le pasó los brazos alrededor del cuello, mientras él exploraba cada recoveco de su cálida boca con la lengua y con las manos le pellizcaba los pezones por encima de la blusa. Notó cómo la chica se abandonaba poco a poco a su intromisión. Acercó los labios a su oreja y susurró quedamente su nombre. Irene, Irene. ella se pegó un poco más a él, lo justo para notar a través de la tela del pantalón la considerable verga de Oscar, lo que pareció excitarla más.
 Un gemido escapó de sus labios y Oscar notó cómo se estremecía. Entonces deslizó la mano izquierda hacia su escote y comenzó a desabrocharle los botones de la blusa, mientras que con la otra trataba de llegar a su sexo. Irene comprendió sus intenciones y se levantó la falta hasta la cintura con unos insinuantes movimientos de cadera, permitiéndole la exploración de sus partes más íntimas a Oscar, quien posó la mano sobre su coño, acariciándolo de arriba abajo y comprobando lo húmedo y caliente que estaba.
 ¿Tienes miedo?
 No. . estoy a mil, Oscar. jamás pensé que fueras a ser tú, ayy, por favor, por favor. .pero Nacho..
 Psiii. .ahora solo somos tú y yo. Irene.
 Para entonces, él había tenido todo el rato la mano sobre su coño, acariciándolo a través de sus bragas. Bajó despacio hacia sus pezones, lamiéndole por el camino la suave piel con la lengua, marcando un leve trazo, hasta llegar a la cumbre de uno de sus pechos que comenzó a besar alternativamente. Apartó con la mano la goma de sus bragas, tocando con su dedo índice su clítoris y trazó círculos, acariciándolo. Ella gimió y él le metió el dedo y comenzó a moverlo dentro de ella. Descendió más abajo, lamiendo su vientre y, bajando más, llegó a sus bragas y se las bajó con los dientes. Cuando se libró de ellas, Irene abrió sus piernas completamente, y Oscar hundió su cara el sexo de ella, oliéndolo, lamiendo despacio toda su rajita para finalmente concentrarse en su clítoris, que succionó con avidez, moviendo la lengua rápidamente sobre él. Entonces oyó los sollozos de placer que emitía Irene, al tiempo que se le llenaba la cara de su corrida mientras su cuerpo temblaba a causa de un estremecedor orgasmo. Él siguió lamiendo, sin poder parar, excitado por la propia excitación de ella, no había ya forma humana de que pudiese parar una vez probado su sabor, tan salado.
 Oscar entonces se incorporó y abriendo los labios vaginales decidió que ella ya estaba lo suficientemente lubricada para recibir su tiesa polla en su húmedo y caliente coño. De hecho, estaba tan lubricada que su verga entró hasta el fondo de un solo movimiento, pero lo introdujo lentamente, sintiendo con la punta del glande cómo se introducía en la vagina de ella. Irene no dejaba de suspirar y de estremecerse. Estaba gozándolo. Cuando por fin el pene de Oscar tocó fondo, soltó un largo suspiro y buscó los labios de Oscar, lamiéndole los labios con la punta de la lengua. Mientras, sus caderas comenzaron a mecerse lentamente para notar el sexo de Oscar dentro de ella. Le dolía un poco, a pesar de lo despacio y lo delicadamente que él la había penetrado, pero cuando Oscar comenzó a sacarle la polla para volver a metérsela, el mete saca, fue cuando Irene disfrutó de verdad. Podía sentir sus jugos fluyendo de su interior, cubriendo por completo sus muslos. Irene alcanzó el segundo orgasmo enseguida, notando cómo sus músculos se tensaban, sintiendo el abrasante calor que albergaba entre sus piernas, gimiendo, estremeciéndose espasmódicamente, gimiendo. Oscar le colocó la mano sobre la boca para que no gritara, aguantándose él mismo para cuando sintió llegar su orgasmo, inundando a Irene con su caliente chorro de semen. La había desvirgado. Pobre Nacho cuando se encontrara con el pastel. pero no, aquella chica tenía que ser suya. Le volvía loco la estrechez de su sexo, la presión que hacía en su verga.
 De pronto oyeron la voz de Manu llamándoles. Oscar salió de Irene, se colocaron precipitadamente la ropa y salieron de la habitación, medio deslumbrados incluso con la penumbra del exterior.
 ¿Dónde está Nacho?
 Irene. es que decía que se encontraba mal, y..
 No. No es cierto. No le mientas más a la pobre chica!!!! . . Irene, Nacho se ha largado con Esther. Y no pongas esa carita. Se han ido a follar, Ya es hora que te enteres. A follar, si. como vosotros. Por cierto, ¿qué tal? ¿te dolio? Ufff, anda, ven al baño, tienes que limpiarte eso!!!
 Irene mantuvo toda su entereza hasta estar a solas con Vanesa, quien la desnudó de cintura para abajo y le limpió mientras le susurraba que se tranquilizara al oído.
 Ese gilipollas no merecía la pena. Oscar en cambio. ¡¡por cierto!! No usasteis condones!!
 No.
 Bueno, es igual. Mañana vamos tu y yo a lo de planificación familiar. Y no llores más, mujer.
 Desde entonces, Irene y Oscar salen juntos. Y de esto han pasado ya más de 3 años. De Nacho y de Esther. ¡¡mejor no hablar!!.

Datos del Relato
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