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El gran Goliat

~Me llamo Jaqueline, tengo 27 años, 1.75 de estatura, piel clara, ojos verde claros achinados, delgada, mis medidas son 93, 62, 91 y vivo sola en Mar del Tuyu, Buenos Aires (Argentina), soy fanática de Boca Juniors, de Attaque 77, Soda Stereo y la zoofilia.

En casa vivimos solo yo, y Goliat mi perro pastor alemán, de tres años, el cual tengo como protección contra la inseguridad. Ya que cuida mi departamento cuando yo estoy en el trabajo.

Me inicie sexualmente a los catorce años de edad con mi primo dos años mayor. La experiencia no fue demasiado placentera físicamente, ya que el también era virgen. Fue una experiencia muy atípica y morbosa, ya que lo hicimos en mi habitación, en el transcurso de una fiesta familiar navideña, a metros de nuestros padres. Acabamos demasiado rápido debido a nuestra inexperiencia y gran excitación. En realidad solo mi primo logro acabar, auque el trato de hacerme acabar comiéndome mi cuca, no lo logro ya que su hermano menor llamo a la puerta, y tuvimos que detenernos.

Pero esa no es la historia que deseo rememorar, ya que no hay mucho mas que contar que lo que eh narrado.

Esta historia empieza cuando tenía veintiséis años. Al dejarme el remis en casa, eran las tres y media de la madrugada del 11 de Junio. Saque mi llave, abrí la puerta y entre, venia yo de una fiesta que realizo mi gran amigo Antonio, la cual duro hasta las tres de la mañana.
Estaba muy excitada, ya que él me calienta mucho, y no pudimos hacer nada, ya que en la fiesta estaba su señora.
Me desvestí en mi cuarto, ya completamente desnuda empecé a masturbarme como loca pero no pude satisfacerme sin una gran verga, estaba muy cachonda y mis dedos me parecían poca cosa dentro de mi concha tan lubricada.
Me levante y fui a la cocina, buscaba un gran pepino que tenia solo para penetrarme (ya que no soporto comerlos por la boca, jaja ustedes me entienden), era este de un buen tamaño, me encantaba meterme dentro de mi concha estos gordos vegetales, ardía yo por dentro, y solo algo grande podría ayudarme. Volví a mi dormitorio. Me siguió Goliat a mi cuarto, se hecho junto a mi cama, esto no era inusual y no le di importancia.
Me volví a acostar, y me comencé a acaricia todo el cuerpo frotándome un aceite aromático. No tarde mucho en estar súper caliente, tome el pepino y lo metí lentamente dentro de mi sexo, imaginaba que me metía la verga enorme de Antonio, entro mas de la dos tercios en mi vagina, entonces comencé a meter y sacar mi improvisado consolador, en mi caliente cuevita, la cual estaba súper lubricada, con la mano izquierda tocaba mis tetas y pellizcaba mis duros pezones, hasta hacerme doler. Mientras que con la derecha me follaba imprimiendo movimientos rectos y rápidos envistiendo mi concha con fuerza, me mordía los labios, estaba como loca. El orgasmo me llego con violencia, fue genial, me encanto, sentí como mi cuerpo vibraba extasiado. Quite el falo vegetal y lo chupe, mis jugos estaban riquísimos, algo saladitos.
Me relaje con mis piernas abiertas y quede profundamente dormida, había pasado una hora frotando mi clítoris, y auque había logrado acabar, seguía yo muy caliente. Soñé con la tremenda verga de mi padre, la cual vi una vez por casualidad, tenia yo quince años, y jamás pude tenerla ni olvidarla. Aun así hasta esta noche fue la pija que mas placer me había brindado.

Eran como las cinco y media de la mañana, aun estaba oscuro, cuando sentí entre sueños que me estaban tocando. Alguien estaba jugando con mi sexo. Prendí la luz del velador.
Lo que ocurrió luego no lo esperaba, ya que nunca antes Goliat se había comportado así. Estaba él con el hocico en mi entrepierna, lamiendo con su rugosa lengua mi sexo, sentía mi argolla muy mojada y caliente, deje que me lama bien la concha, mi perro logro provocarme un rico orgasmo.
Entonces me acomode al borde de la cama, tome mis piernas por detrás de las rodillas, y comencé a llamar a mi perro, quería sentir la verga de mi cachorro en la concha, estaba como loca de excitación. Me chorreaba la vagina como canilla mientras mi perro refregaba su pija, tratando de meterla en mi palpitante gruta. Que sorpresa que me dio cuando por fin encontró la entrada y empujo con fuerza enterrando diez centímetros dentro mío, Goliat había penetrado mi virgen ano, y no como yo pretendía mi caliente pocha. Sentí que me desgarraba el orto. Pero no había forma de detenerlo, yo lo sabia porque había leído de adolescente, la historia de un animal caliente que para evitar que lo interrumpieran mientras montaba desde atrás a su joven dueña de quince años, mordió la yugular de esta matándola, prefería sentir mi culo violado, a que me muerda Goliat, que era el perro mas dulce pero era un animal y como tal era imprevisible.
Trate de relajarme, me tocaba el clítoris y me acariciaba las tetas. Pero el dolor era mucho, sentía que mi culito sangraba. Y mi perrito, tenía dentro de mí ya, sus más de treinta centímetros. Follandome con un ritmo infernal. Su verga no dejaba de crecer a lo ancho, su grosor en la base era enorme.
Estaba empezando a preocuparme. De pronto llego la excitación como un torbellino sentía un calor que subía desde mi conchita y se expandía a todo mí ser. Jadeaba yo como perra en celo. Orgasmo tras orgasmo se sucedían. Temblaba todo mi cuerpo, metía hasta cuatro dedos en mi concha, mientras seguía acabando. Juro que perdí la cuenta de cuantos orgasmo tuve, pero auque no fue el ultimo, el mayor fue cuado Goliat descargo un torrente de leche en mis entrañas. Sentí que me volvía loca, mi espalda se arqueaba, y me tiraba con ambas manos de los pelos. Que placer, mi perro inundo mi ser con leche, y esta calentaba mis entrañas, no escapaba ni una gota de mi ojete, ya que ese miembro enorme taponaba mi ano.
El se giro y trato de retirarse, pero no lo pudo lograr ya que estábamos acollarados. Cada tiron que daba me seguía produciendo orgasmo tras orgasmos, muchos, imposible de contarlos.
Quede con las piernas apoyadas en el piso, muy abiertas agotaba. Me dormí hondamente. No supe cuando el por fin logro retirar su pija, de mi culo. Lo que se es que desperté en el suelo, acostada junto a mi perro, con mi culo desbrozado, roto y palpitando, y con ganas de mas. Sin lugar a dudas que mi perro es “El mejor amigo de la mujer”.
Bye, bye. Un beso

Datos del Relato
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