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Categoría: Maduras

El Favor

Ese sábado era especial, aparte de que era un día precioso, era mi primer día de vacaciones, ¡¡ casi 1 mes para descansar!!. Nos habíamos puesto de acuerdo con Susana, mi mejor y más antigua amiga, para irnos por 1 semana a su cabaña en la playa:



-- vamos a dedicarnos a pasear por la playa y a escuchar música de la que nos gusta tomando algún traguito—había dicho—además que quiero conversar contigo y pedirte un favor. Pese a mi insistencia no me quiso decir más, solo me tranquilizó diciendo que no era nada grave, que allá con calma me lo diría.



Susana y yó somos amigas desde el colegio, siempre hemos estado cerca una de la otra: cuando me casé, cuando nacieron mis hijos, cuando me separé hace 4 años. Yo también estuve junto a ella cuando falleció su madre después de una larga enfermedad, cuando (mucho después que yo) se casó y tuvo a Carlitos, cuando su marido la dejó por "alguien", (después supimos que era gay !!), en fin, siempre juntas, en las buenas y en las malas como dicen.



Esa mañana me despedí de mis hijos y después de los típicos "pórtense bien" y "no corras mucho en la carretera" finalmente partí.



Era cerca del mediodía cuando llegué, Susi y su hijo que es súper apegado a ella, habían partido el día anterior. Ella estaba en el jardín y me hizo señas de bienvenida. Cuando estacioné se acercó a mí, nos abrazamos felices y me mostró un hermoso ramo de flores que había cortado recién: -- ¿te gustan?, las corté para alegrar la cabaña...ya veras lo bien que la vamos a pasar—



Estaba sacando mi bolso del auto cuando escucho unos pasos corriendo, era Carlitos que salía feliz a mi encuentro: -- hola tía, que rico que llegaste—



-- ¡¡ Por Dios como creces de rápido, le dije, te dejo de ver un tiempito y ya eres un hombre--



Entramos a la casa y me ayudaron a llevar mis cosas a "mi pieza", le digo así porque siempre ocupo la misma habitación cuando voy.



Pasamos toda la tarde en la playa, las horas pasaron volando mientras, bajo un gran quitasol, conversábamos de tantas cosas diferentes. Esa noche, después de comer, Carlos se despidió y se fue a acostar, yo le dije a mi amiga: -- Voy a darme una ducha antes de acostarme...tengo arena por todos lados— . Ella me respondió que después de refrescarme volviera a la sala, que serviría una deliciosa crema de whisky, nuestro trago favorito desde siempre. -- Ante esa oferta no puedo negarme – dije y partí a ducharme.



Después de bañarme y masajearme con una suave loción por todo el cuerpo, me coloqué mi camisa de dormir y sobre ella una bata atada a la cintura. Tomé mis cigarrillos y me dirigí a la sala, toda la casa estaba a oscuras y solo brillaba la debil luz de unas pequeñas velas aromáticas encendidas sobre la mesita de arrimo. Junto a ellas nuestras copas esperaban listas y servidas con abundante hielo como nos gusta. Susana se encontraba colocando unos discos compactos en el stereo: -- ahora el ambiente es perfecto—dijo como pensando en voz alta.



Nos acomodamos en el sofá y comenzamos a charlar mientras bebíamos, recordamos cuando probamos por primera vez ese licor, en aquella fiesta en casa de una compañera que después dejamos de ver. Nos reímos de tantas leseras que hace una cuando chiquilla, de los muchachos que nos gustaban, de aquel profesor viejo y arrugado que llamábamos "el pasa", en fin, de tantas cosas.



Pasó la hora y los traguitos cuando apareció Carlitos , vestía solo un short, se paró en el umbral y dijo: -- con sus risas y su música no pude dormir así que mejor las acompaño, y luego se sentó en un sillón. Susana dijo: -- deberías ponerte una polera...no quiero que te resfríes --. El muchacho le respondió algo ofuscado: --Mamá..., ya estoy grandecito para que me digas como vestir, así estoy bien, y además hace calor.



La charla continuó mientras Carlitos nos miraba y escuchaba entretenido nuestras historias. Nuestras copas se vaciaban tan rápido como se consumían nuestros cigarrillos, y la música "antigua", como dice Carlos, nos traía cada vez nuevos recuerdos, cada grupo, cada canción eran evocaciones de nuestros años pasados: Carole King, Bee Gees, Rare Earth, Cat Stevens, etc, etc.



Perdimos la noción del tiempo, no sé cuantas copas tomamos, casi nos olvidamos del muchacho que casi no se veía al otro extremo de la oscura sala. Susana llenó de nuevo mi copa, yo riendo dije algo así como :-- acércamela que creo que no puedo pararme a buscarla --, ella se sentó a mi lado en el sofá y me puso la copa en los labios, el licor se derramaba de mi boca chorreando por mi cuello hasta el canal entre mis senos, ambas reíamos sin parar. Mi amiga me dio la mano jalándome para ayudarme a ponerme de pié mientras decía: -- ya Ceci, bailemos esta canción de nuestros tiempos, me encanta...--. Nos abrasamos y comenzamos a movernos suavemente al ritmo de ‘Samba pa ti’ de Santana, la música invadía toda la sala, el aroma de las velas se mezclaba con el humo de mi cigarrillo, que se consumía en el cenicero. La debil luz de las velas proyectaba extrañas y oscilantes sombras en los muros.



De pronto, Susana se apartó de mí diciéndome:



-- estás toda manchada con el trago...!!, y desatando el cinturón de mi bata me la quitó arrojándola lejos. Yo solo atiné a decirle: --oye...¿no ves que está Carlitos?, él miraba la escena sin decir nada, sentado en un sillón. La delgada camisola de dormir me llegaba hasta la mitad de los muslos, mi espalda quedaba expuesta hasta la cintura, por delante era bastante escotada y arriba se sostenía por dos delgadas tiras que se ataban detrás del cuello. Cuando Susana volvió a abrasarme para continuar bailando le susurré al oído:



--que vergüenza, ahora si que te rayaste Susi, mira como estoy haciendo el loco frente a tu lolo..., ella solo rió.



Después de unos momentos le pidió a Carlitos que fuera a buscar más hielo a la cocina. Cuando estuvimos solas aproveché para decirle:



--estás bien loca Susana..., ella se acercó y me respondió al oido:



--¿ te das cuenta como te mira Carlos?, está "extasiado" con tu tenida, luego hizo una pausa y agregó , creo que caliente es más exacto...!!



Yo la quedé mirando perpleja, no podía creer lo que acababa de oir, luego agregó con voz seductora: -- imagínate que pasará por su mente, debe estar tratando de adivinar como es tu cuerpo debajo de tu camisón, por lo menos tus piernas las mira harto..., sentí como me humedecía abajo. Mi amiga continuó:



--¿ Recuerdas el favor que te dije que te quería pedir?, quiero que tengas sexo con él, está creciendo muy rápido y necesita ser iniciado en el sexo , yo escuchaba muda. Tengo miedo que alguna desconocida le vaya a pegar quizás que mugre, o lo haga sufrir. Por otro lado, sé que te encuentra linda...así que quiero que seas tú la primera. Yo abrí los ojos atonita. Hizo una pausa y agregó: -- piénsalo, es ideal, conversamos una vez como sería iniciar a un joven virgen, ser su profesora sexual, ser la primera en disfrutarlo y sentirlo, ¿recuerdas? era nuestro sueño secreto, te estoy dando la posibilidad. Yo estaría tranquila sabiendo que al ser tu, mi amiga de siempre y que lo quieres, serás dulce con él.



Yo le respondí con voz entrecortada: --¡¡Por esa misma razón no puedo, lo conozco desde chiquito...pese a su tamaño todavía lo veo como un niño...!!, ella me miró directo a los ojos y me dijo: -- ¿y me vas a decir que eso no te calienta más?. Yo bajé la mirada, mi mejor amiga tenía razón, la idea me tenía latiendo el corazón a mil.



-- ...Aun así, no podría hacerlo..., dije moviendo la cabeza.



La llegada del chico que volvía con el hielo nos interrumpió, Susi le pidió que sirviera otros tragos para nosotras, me abrasó y seguimos bailando. Otra canción lenta de nuestros tiempos inundaba la habitación, "Angie" de los Rolling Stones. Mientras nos movíamos mi cerebro trabajaba, analizaba la situación, mi amiga lo había planeado todo para esa semana en la playa, imaginaba escenas de sexo con el chico, mi cuerpo se estremecía pero otra parte de mí lo rechazaba. Estaba sumida en mis pensamientos cuando de pronto me dí cuenta, mientras bailábamos Susí "descuidadamente" me subía la camisa mostrando todas mis piernas, le dirigí una mirada de enfado y me hizo un guiño mostrándome con disimulo a Carlitos que no se perdía detalle de mi figura sentado en un rincón. Le sonreí con cara de picara, ella comprendió mi gesto, estaba empezando a rendirme, intentaría participar en su morbosa intriga; seguimos bailando como si nada. Después de un rato Susana me soltó y dijo: -- Hijito, baile con su tia que yo voy a tomarme el traguito...



Él, sin decir nada, caminó hacia mí, sonrió timidamente, me abrazó y comenzamos a movernos .



Mi cabeza daba vueltas, mi mente estaba como sumergida en un océano de sensaciones, con ese tipo de embriaguez que hace perder el control, que nos desinhibe, nos impulsa a tener una especie de sueños despiertos donde se confunde la realidad con la fantasía. Todo parecía más simple, no necesitaba razones ni análisis, solo estaba ocurriendo y yá.



El muchacho y yo continuábamos bailando , una de sus manos acariciaba mi espalda, la otra se posaba sobre mi cadera, había apoyado su cabeza en mi hombro y sentía su respiración cálida en mi cuello. En la semi penumbra vi a Susana que nos observaba fumando nerviosa, en sus ojos se adivinaba la excitación que le producía la escena. Al rato dijo bostezando: -- me dio sueño...creo que me iré a dormir, ustedes sigan divirtiéndose...—y se fue a su habitación cerrando la puerta tras de sí.



Transcurrieron unos minutos, seguíamos bailando en silencio, nuestros cuerpos apenas se rozaban pero cada roce me producía verdaderas descargas eléctricas , yo estaba ardiendo, me costó mucho pero decidí tomar la iniciativa. Mientras bailábamos hice un movimiento brusco y su mano quedó sobre mi trasero, la dejó allí, quieta, intentó distraerme diciendo con nerviosismo : -- es bonita esta canción --, yo asentí con la cabeza moviéndome deliberadamente para que sintiera mi "anatomía" bajo la delgada tela. Pasó un rato, disimuladamente comenzó a recorrer mis nalgas, yo lo rodeé fuertemente con mis brazos como no percatándome del manoseo, así estuvimos unos minutos eternos, de pronto sentí un profundo cargo de conciencia: -- no puedo hacerlo, pensé—y me aparté bruscamente de él diciendo :



--mejor te vas a dormir...es tardisimo ¡¡



Me dijo "buenas noches" y se marchó a su pieza. Yo me quedé sola, me serví otro trago, lo bebí nerviosamente mirando por la ventana hacia el mar, a lo lejos se podía oir el ruido de las olas, por mi mente pasaban pensamientos confusos y contradictorios. Apagué las velas y el stereo , me fui a mi pieza y me acosté. No tenía sueño, encendí la luz y me levanté dirigiéndome a un gran espejo en la pared, miré mi cuerpo detenidamente, acomodé mi pelo, me acerqué para mirar mi rostro con detención, aquellas incipientes arruguitas en mi piel me parecieron más grandes que nunca, sentí fuertes ganas de fumar y recordé que había dejado los cigarrillos en la sala. Apagué la luz, respiré profundamente y salí a oscuras a buscar mis cigarrillos, los encontré sobre la mesa, saqué uno y me encaminé derecho a la pieza de Carlitos. Entré, cerré la puerta tras de mí y pregunté en voz baja: -- ¿estas despierto?, en la oscuridad respondió afirmativamente." ¿Tienes fósforos para encenderme un cigarrillo?, agregué. Lo oí tantear sobre la mesita de noche, encontró una caja que hizo sonar para comprobar que contenía fósforos. Me aproximé, se vió el típico chispazo y encendió el fósforo volteando hacia mí, yo estaba completamente desnuda junto a su cama. La luz amarillenta iluminaba todo mi cuerpo, mis grandes y blancos senos, mis parados pezones que proyectaban largas sombras, mi vientre, mi ombligo, mi vulva entreabierta ,que se ofrecía con su pequeño ramillete de pelitos que brillaban a la luz. Mientras encendía mi cigarrillo su mano temblaba, aprovechó para mirarme de pies a cabeza sin siquiera pestañar con sus grandes ojos cafés, luego la pequeña llama se extinguió. En la oscuridad mi boca buscó la suya con los labios entreabiertos, nuestras lenguas se enlazaron con dulzura. Mientras nos besábamos comenzó a amasarme las tetas, mis pezones erectos eran un verdadero juguete para sus dedos. Me tendí junto a él, fumé con los ojos cerrados mientras el me corría mano, tanta ansiedad y algo de torpeza me tenían loca, me quedé quietita mientras él me exploraba toda, separé bien las piernas para que sus dedos hurgaran en mi cuevita que ahora ya, estaba completamente mojada y abierta. Fue tan rico sentir sus manos en mis rincones más íntimos.



Apagué el cigarrillo, descorrí la ropa de la cama y comencé a acariciar su pecho, bajé lentamente hasta su bulto, el pobre se notaba nervioso y asustado, sentí su dureza lo cual me excitó mucho más. Le bajé el short dejándolo desnudo, mis manos subieron por sus piernas hasta su miembro, lo acaricié con delicadeza, su desarrollo me sorprendió, casi instintivamente me arrodillé entre sus piernas y lo fui besando desde las bolas hasta la punta, pequeños besos con los labios cerrados, sonoros como los besos que él me daba cuando niño. Cuando estaba besando su cabeza no pude contenerme más, abrí golosamente mi boca y metí lo más que pude de aquella delicia en ella, mi lengua lo lamía y frotaba con desesperación, el abría al máximo sus piernas y se retorcía de placer tratando de ahogar sus gemidos , alcanzó a decir: -- noooo...—y comenzó a disparar chorritos de semen en mi boca, yo como loca, saboreaba cada gota de aquella miel virgen, era mía, solo mía, y la quería toda. Todavía lamiéndolo le pregunté: -- ¿te gusto?--, respondió que sí con voz entrecortada, -- aún te falta darle otra cosita a la tía...— agregué mientras sentía en mi boca como estaba duro de nuevo. Me tendí con las piernas separadas y lo guié hasta que lo puse sobre mí, fue exquisito sentir cuando me penetró, sus movimientos aparecieron solos, allí estaba yo desnuda y abierta, siendo culeada salvajemente por el hijo de mi mejor amiga.



No tardamos mucho en llegar juntos a un gran orgasmo, mi vagina se contraía como exprimiendo hasta la ultima gota de leche, el daba las ultimas embestidas como intentando llegar lo más profundo dentro mío, luego, nos quedamos abrazados largo rato en la misma posición, sin decir palabra, solo sintiendo nuestros cuerpos unidos en uno solo. Casi amanecía cuando me levanté y me fui a mi pieza en silencio, antes de irme le di un tierno beso en la boca.



La mañana siguiente Susana me dijo con mirada tierna: -- Gracias amiga, algún día me contarás los detalles, por ahora solo disfrútalo.



Las siguientes noches de aquella semana fueron de locura, cuando Susi se encerraba en su pieza él llegaba a la mía o yo iba a la de él, teníamos sexo hasta el día siguiente y después yo dormía toda la tarde en la playa. Eso sí, siempre me encargué de dejarle claro que era solo sexo, nada más que sexo, que no es malo darle rienda suelta al placer, pero sin mezclarlo con sentimientos, que eso es otra cosa y que algún día llegará con alguna chica de su edad.



Aquella primera noche, aquella extraña y mágica noche, él perdió su inocencia, y en cierta forma creo que yo también perdí la mía, desde aquella noche ya nunca fui la misma, mis puntos de vista cambiaron para siempre y mis horizontes sexuales también.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 6.67
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