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Categoría: Maduras

El DESEO por una madura IMPONENTE (I)

Después de varios días, no recibí ninguna llamada de Eugenia, cosa que yo esperaba después de su llamada diciéndome que me debía una explicación. Supuse que lo hizo en un arrebato y que luego se arrepintió. Pero no era así, me entere que estaba con una gastroenteritis importante.



                En una nueva reunión que había esa tarde, fui no muy convencido. Pero iniciada la reunión apareció Eugenia, que, al preguntar todo el mundo, dio las gracias y nos contó que fue una intoxicación alimentaria de toda la familia, pero que por fin estaban todos bien ya.



                No podía evitarlo, la miraba como tratando de saber que pasaba por sus pensamientos, nuestras miradas se cruzaron alguna vez y puso una sonrisa, pero para mi gusto un poco forzada. La reunión finalizo rápido, lo que se trató principalmente fue en el coro de villancicos, que eso a mí no me afectaba para nada, en el viaje de convivencias que quedo claro que de momento la única persona confirmada era Eugenia y en varias actividades deportivas para jóvenes, que eso si me afectaba a mí. Que tal vez me vendría un poco grande para mí solo, pensé en un compañero de universidad que era muy deportista y nos llevábamos bien.



                Como la vi muy distante, decidí darla su espacio, no atosigarla ni resultar pesado y mucho menos un baboso. Cuando me iba a ir, me llamo el párroco y me llevo a un apartado, para pedirme que reconsiderara lo de ir a Madrid en las convivencias, que sabía que no estaba muy convencido, pero que les vendría bien un hombre, que, aunque fuera todavía muy joven, todo el mundo decía que era muy responsable… le conteste que lo intentaría y estuvimos hablando de otras cosas un poco más.



                Cuando salí a la calle Eugenia hablaba con una de las mujeres de la reunión y cuando me vio, oí como se disculpaba con la mujer y se despedía, se acercó a mí y nos quedamos hablando allí mismo, el párroco salió y nos vio hablando, se acercó diciéndole a Eugenia… “Convéncelo para que se venga a las convivencias, que no se decide” ella le contesto “Tranquilo no se preocupe usted que entre todos le convenceremos”. Ella me dijo que tenía prisa, pero que si me venía bien tomar un café el jueves siguiente a las 11 de la mañana. Como es lógico la conteste que sin ningún problema.



                El jueves antes de las once estaba yo en la cafetería y a través del ventanal la vi llegar, entrar con una carpeta en la parroquia y salir al rato, dirigiéndose a la cafetería, ella me vio y soltó una sonrisa muy suave. Iba como siempre, vestida de una manera que la hacía mucho mayor, que con su pelo con moño lo acentuaba más.



                Dio los buenos días y se sentó, pedimos lo que queríamos tomar y no decíamos nada. Yo lo hacía adrede, quería ver como salía ella de la situación, porque además tenía que dar la sensación de que yo era tímido, un poco cortado.



-Ya que tú no hablas, hablare yo.



-No es eso, es que recuerdo lo que te conté y ahora me da corte.



- ¿Por qué?



-Con nadie me he abierto así. Y lo hago y saliste corriendo…



-De eso te quería hablar, discúlpame, no sé lo que me paso.



-No, si te entiendo. Si pensarías que hace este chaval contándome…



-No, no. Si me agrado que tuvieses esa confianza conmigo. Me halago mucho, de verdad.



-Pues lo disimulaste bien.



-Es que cuando me dijiste como me veías, me dio mucho corte, una vergüenza terrible, como no sabía que decir, solo me dio por marcharme, perdóname.



-Luego lo pensé yo también, el atrevimiento que tuve, jamás se me hubiera ocurrido, no sé si fue por la confianza que noto contigo o no sé. Sé que me equivoqué, aunque fue lo primero que sentí, que percibí. Pero seguro que no eres una persona ni triste, ni lánguida, ni nada más de lo que dije que ya ni me acuerdo.



-Yo si me acuerdo y me gustaría saber porque llegaste a esa conclusión.



-Dejémoslo mejor que me da corte y lo mismo meto más la pata. Déjalo.



-Carlos, por favor…



-Aquí al final el único que habla y se abre soy yo.



-Por favor…



-Bueno, lo de triste y lánguida. Porque parece que llevas una cruz encima y que al no dejarte pensar en otra cosa estas como abatida, desanimada. Tratas de ser fuerte haciéndote ver, como muy dominante, pero luego si alguien te hace frente, te vienes abajo, es una fachada.



-No sé qué decir.



-No tienes que decir nada.



-Pues en parte tienes razón.



-Pues si la tengo, trata de cambiar, que la vida son dos días.



-Es fácil decirlo, pero luego…



-Yo no digo que sea fácil, pero yo lo intento. Claro lo mismo tienes el hándicap de tu marido, lo mismo él tiene mucho que ver.



-Que va Pablo me dice lo mismo. Él es más abierto, más liberal, mas… bueno será la educación que recibí de pequeña. Mi familia era muy conservadora.



- ¿Pero a que llamas tu ser abierto y liberal?



-Pues eso abierto y liberal. (Se puso colorada y muy nerviosa, se frotaba continuamente las manos)



                Se disculpó y fue al baño. No sabía si forzar más el tema del marido o dejarlo para otro momento, no quería que se asustara y se arrepintiera de hablar conmigo. Al final decidí dejar que ella decidiese de qué hablar. Todo llegaría. Cuando regreso a la mesa, se la veía un poco más calmada.



-Bueno y que tal vas de novias.



-Fatal, me duran poco.



- ¿Y eso? Porque se te ve que eres buena gente y físicamente se te ve muy bien. Se nota que vas bastante al gimnasio, te lo digo porque yo todos los días hago dos horas de ejercicios.



-Pues la chicas, que… bueno que no cuadramos, que me da vergüenza. ¿A que gym vas tú?



-Jajaja. (La primera vez que la vi reír) Como has cambiado de tema. Y no voy a ningún gym, lo tengo todo en casa.



-No cambio de tema, es que hay cosas que son muy íntimas y me dan corte. (Lo dije haciéndome el tímido)



-Pues algún día me lo tienes que contestar.



-Jajaja, cuando tú me contestes lo de tu marido.



-Me la has devuelto. Jajaja, se volvió a reír.



                Nos levantamos para irnos y esta vez quise tomar yo la iniciativa. Si quieres quedamos otro día para tomar café y seguir hablando, que contigo me es muy fácil. Ella me contesto que le pasaba lo mismo, que, si quería el jueves, pero en otro sitio, que no quería habladurías. Le dije una cafetería apartada de allí, diciendo ella que de acuerdo y nos despedimos. Esa mañana había sido un paso de gigante.



                Le había dejado unos mensajes a mi compañero de universidad, para tratar de convencerlo para que me ayudara con el tema de los deportes. Santi, que ha si se llamaba me llamo, pidiéndome disculpas lo primero por no haberme llamado antes. Le dije de quedar y lo hicimos en la cafetería de debajo de mi casa. Una vez allí le expliqué todo y al final accedió a ayudarme. Santi era un chaval dos años mayor que yo, como ya dije deportista. Un poco más bajo que yo y era un buenazo. Siempre andaba muy “salido”



                Estando con él, pasaron Paola con unas amigas, me imagino que irían a buscar a Bárbara. Me saludaron y me dio la sensación de que se lo había contado a sus amigas, lo digo por las miradas, las sonrisitas y por sus cuchicheos. Hasta Santi me pregunto si había “tema” con las chavalitas. Como es lógico se lo negué, pero el insistió y como vio que yo seguía diciendo lo mismo, me dijo que lo intentáramos con las chiquitas. Yo le dije que a mí me gustaban las maduritas.



               Santi, se puso pesadito, por lo que se me ocurrió decirle que esa noche podíamos ir al local de parejas liberales. Él se quedó un poco cortado, le tuve que explicar cómo funcionaba eso, según lo hacía, veía como le brillaban los ojos. Acepto y le dije, que eso si, bien arreglado y que hiciera lo que yo dijese, que todo tenía su historia.



            Nos fuimos a cenar, a tapear más concretamente. Mientras lo hacíamos yo le explicaba con todo detalle, como funcionaba ese local. También le dije que ese día era el día dedicado a los tríos, que no significaba que fuera obligatorio. A la pregunta de si iban mujeres solas, le dije que yo las veces que había ido, solían ir tres o cuatro. Que lo que más iban eran parejas. Las que más abundaban eran las parejas maduras, pero que también acudían parejas jóvenes.



            Santi cada vez estaba más encendido, se le notaba, no lo podía ocultar. Una vez que llegamos al lugar, la relaciones públicas me saludó efusivamente como siempre y le presente a Santi, ella me dijo que le explicara yo todo. Santi cuando entramos iba un poco cohibido, estaba todo con una luz tenue, lo justo para ver. En la barra pedimos la bebida y aproveche para enseñarle el lugar. Lo que más le llamo la atención fue el cuarto donde estaba el agujero (Gloryhole).



            No había mucha gente, habíamos llegado temprano. A la hora de estar ahí, ya estaba bastante lleno. Santi se había metido en la sala donde hay unos barrotes, que dan al cuarto oscuro y en el que puedes a través de los barrotes, meter mano a las parejas que estén allí y se dejen. No había manera de sacarle de allí.



            La relaciones públicas me presento a varias parejas que querían conocer algún chico joven. De las que me presento había dos en concreto que me entraron rápidamente por los ojos. Además, iban juntas o se conocían de allí. Tendrían los 50 ya, estaban un pelín entrada en carnes, con unas tetas bien hermosas, no serían menos de una talla 100. Yo aproveche para acariciar a la que tenía más cara de “puta”, que me había desnudado ya varias veces con la vista y jugaba con su lengua en su vaso mirándome. Ella no se quitó, así que vi la puerta abierta y seguí tocándola con todo el descaro del mundo.



            Yo esperaba que saliera Santi, para enrollarnos con las dos mujeres. Ahora ya tonteaba con las dos, nos reíamos y dijeron de ir a sentarnos a la mesa del rincón. Todos dijimos que estaríamos más cómodos con las toallas. Por lo que cada uno se fue a su zona a cambiarse.



            Me cambié rápidamente y entre a la sala donde estaba Santi, le dije lo de las dos parejas y él me dijo que en un ratito me buscaba. Le avise que cuando lo hiciera viniera con la toalla, pero que le avisaba que tampoco le estaría esperando toda la noche. Me fui a la mesa, era la más apartada y en un rincón. La oscuridad era casi completa. Al rato aparecieron los dos maridos, que me dijeron que iban a la barra a por bebida. Yo me quede allí y aparecieron las dos mujeres, se sentaron conmigo y al segundo ya estábamos metidos en “faena” iba a ser una noche memorable, menuda dos fieras.



            Cuando me metieron mano una de ellas a mí, le dijo a la otra que tocara, las dos dijeron que la cosa no podía estar mejor y nos reímos los tres. Estábamos bien entretenidos los tres, ellas no se cortaban y también se besaban entre ellas. Llegaron los maridos y sonriendo uno le dijo al otro, “Mira lo putas que son, que ni han esperado” el otro le decía “Con lo de putas te quedas corto”, al oírlos sabía que se podía hacer lo que se quisiera.



            Una se dirigió a los maridos diciéndoles… “Buscar una habitación libre, que yo por lo menos no me aguanto ya” y ellos dijeron que estaban ocupadas pero que irían a pillar la que primero quedara libre. Volvieron al ratito y dijeron que ya habían salido unos, que la iban a adecentar y nos avisaba la encargada. Pero nosotros seguíamos a nuestro ritmo sin parar, estábamos los tres súper calientes.



            De pronto se oye una voz… “¡MAMA!”, nos paramos automáticamente, era Santi. Joder que cortazo, una de ellas era su madre, yo no sabía cuál, porque se quedaron las dos heladas. Pero de pronto la que se llamaba Vero quiso explicarse y justificarse, el marido le agarro por el hombro para hablar y Santi estaba congestionado, apunto de llorar o de chillar.



            Estaba claro que el rollo se había cortado. Los dos hombres se lo llevaron a un apartado, para tratar de explicarle algo, que entendía que sería muy difícil de explicar. Cuando llego con su sonrisa amable la Relaciones Publicas diciéndonos que ya podíamos ir a la habitación. Yo entendía que no había habitación que valiera, pero otra sorpresa que me lleve, la otra mujer que se llamaba Fini, dijo… “Vero lo siento, esto ya no tiene arreglo, por más vueltas que le demos, yo si Carlos quiere nos vamos a follar, que es para lo que he venido, tu haz lo que quieras”



            Me sabia mal dejarla allí, pero Fini tenía toda la razón, además mi calentón era mayúsculo. Sin decir nada más nos fuimos a la habitación. Nada más entrar en la habitación y mientras yo cerraba la puerta, ella dejo caer su toalla quedándose completamente desnuda, una vez cerrada la puerta y cuando iba a poner el pestillo, me dijo… “No, déjalo sin poner, que mi marido seguro que vendrá, por lo menos a mirar” lo deje así y quitándome la toalla me tumbe en la cama con ella.



                Estaba claro que no era su primera vez y que sabía lo que quería. Se vino para mí y agarrándome mi polla se la metió en la boca, no quería más preámbulos por lo que se veía. Era un poco bruta, al tratar de metérsela lo que más podía, me hacía un poco de daño, además de con el ímpetu que lo hacía.



                Me fui girando hasta poder ponerme debajo de ella, tenía el coño totalmente jugoso, cuando noto mi lengua, prácticamente se sentó sobre mi boca. Se restregaba de forma brusca. Pero se la notaba como disfrutaba. Oí como se abría la puerta, tal como estaba no podía saber quién era. Lo único que paso es que ella paro de comerme la polla, pero siguió haciéndome una paja. Y con voz entrecortada, le costaba hablar dijo…



-Has visto que preciosidad.



-Me voy a marchar, no me espero más. (Por la voz reconocí que era Vero la madre de Santi)



-Uuufffffff, que bien utiliza la lengua y es del mismo tamaño, uuufffffff. Antes de irte dale una chupadita, ya verás lo caliente que esta. Total, el follón ya está.



-No, no podría.



-Venga tonta si lo estas deseando, nadie se va a enterar. Luego te vas.



                Se produjo un silencio y note como alguien con más delicadeza me pasaba la lengua a lo largo de mi polla. Con total suavidad, pero sin esperarlo se la metió en la boca, que manera de chupar…



-Ves cómo te iba a gustar. Vamos ZORRA chupa la polla del amigo de tu hijo. Menudo pollón. Nunca nos comimos unos así… ¿Ehhhh?



-Es bárbaro, que caliente esta. (Paro un momento de comerme la polla para decir eso y continuo)



- ¿No te apetece que te de un “viajecito” en el papo?



-No me tengo que ir, no quiero que mi hijo se enfade más. (Dejando de mámamela)



                Fini se quitó de encima y vi que Vero estaba ya vestida. Se levantó, la dio un abrazo tranquilizándola o eso creía yo, porque acto seguido la tenía apoyada contra la pared besándola en la boca de forma salvaje y Vero se dejaba hacer, estaba claro que Fini dominaba todo.



                Se abrió la puerta y era el marido de Fini, vestido, que nos vino a decir… “Que padre e hijo estaban fuera fumándose un cigarro tranquilamente y que parece que la cosa se iba calmando un poco, esperaros aquí y tu Vero no salgas ahora, espera que diga algo tu marido” y se fue otra vez.



                Fini se volvió conmigo a la cama y con voz firme dijo… “A qué esperas, desnúdate que Carlos te va a quitar las penas” Vero casi en plan autómata se desnudó y se metió con nosotros. Entre los dos empezamos a acariciarla, la comíamos cada uno un pezón, Fini masajeaba su clítoris y yo metía varios dedos en su coñito, ella se retorcía sin poder evitarlo.



                La hice colocarse a cuatro patas y desde atrás con mi polla jugaba con su coño, rozándole todo el capullo, pero sin metérsela. Ella decía que no hiciese eso, que se la metiese. Fini se colocó delante de ella, abriendo bien sus piernas. No hizo falta decir más, Vero se amorro bien al coño de su amiga, que seguro que no era la primera vez que se lo comía.



                Me excito mucho verlas así, sobre todo la cara de puta de Fini, de cómo me miraba. Se la metí sin miramientos, Vero gimió muy fuerte, la costaba comer el coño, entre la calentura y las embestidas que la daba, la costaba. La madre de mi amigo cada vez se animaba más, su calentura era tremenda. Fini dijo que se venía ya que no parase y Vero se pegó bien a su coño, corriéndose Fini de una manera salvaje, lo hizo entre gritos e insultos de “Puta no pares, seguir cabrones, coño que rico, riiiiiico”



                Vero paro de comerse el coño de su amiga y ahora ella se acercó a Vero, agarrándole los pezones de una manera bestial, estirándoselos y lo único que oí fue a Vero, que la decía… “Si, siiiii, no pares, más fuerte, te quiero, te quiero…” Fini la decía que ella también. Vero se quedó como parada, pero yo seguí moviéndome y de pronto se puso a gritar, pidiéndole a su amiga que la besara y a mover de forma exagerada su culo, se notaba como se estaba corriendo, lo único que lo tapaba con la boca de su amiga.



                Ahora Fini me dijo que me tumbase, que a ella le gustaba más cabalgar. Me puse un condón, porque sabía que me correría esta vez. Una vez que se sentó Fini, solo decía… “Que exageración, que gusto, casi me vengo según me la metía” se movía mientras me miraba con unos ojos de puta total, me pellizcaba mis pezones, hasta hacerme daño, cuando eso sucedía, le quitaba las manos, pero al rato otra vez volvía, le gustaba duro. Mire a mi lado y estaba Vero tocándose ella sola, mirándonos, su cara era igual que la de Fini.



                Se levantó para comerle las tetas a Fini, que la apretaba contra ella hasta casi dejarla sin respirar. A Vero se le quito la timidez, porque me miro con cara viciosa y abriendo sus piernas se colocó entre mi cara, bajándose hasta dar con mi boca. Notaba el movimiento de las dos. Las oía como se decían mutuamente que más fuerte.



                Cuando más calientes y cachondos estábamos los tres, se abrió la puerta y se oyó al marido de Fini, “Vestiros y estamos fuera, YA, no esperéis” Ellas sin parar de moverse y Fini que le contesta con voz de estar a punto, “Una mierda, hasta que no me venga no salgo, no molestéis que ahora vamos” lo único que se oyó a continuación fue el ruido de la puerta cerrase.



                No paso mucho tiempo cuando a intervalos nos corrimos los tres. La última fue Vero, que tardo un poco más. Mientras Fini se había quitado y note como me quitaba el condón, para chuparme y relamer mi capullo. Una vez que se corrió Vero, Fini dijo… “Mira todo lo que se ha corrido, menudo bestia, si lo llego a saber le hago correrse dentro sin él, o en mi boca” esto lo hizo enseñándole el condón a Vero que dijo… “este se corre dentro y te preña a la primera”, nos sonreímos los tres y nos fuimos a vestir, menos Vero que lo hice allí mismo. Antes de salir quedamos en que no había pasado nada, de cara a Santi.



                Yo salí antes que ellas, allí estaba Santi con su padre y el marido de Fini. Luego salieron ellas y nos fuimos todos, cuando me despedí de Fini, que nos dimos dos besos, me paso un papelito, donde iba su número de teléfono, Santi se vino conmigo. Como lo esperaba me interrogo si había ocurrido algo con su madre, yo le dije que ni con su madre ni con la otra. Que una vez que paso lo que paso, yo me fui a la zona de chicos y al cuarto oscuro donde había estado él.



                Me dio las gracias, diciéndome que no se lo podía creer y “fustigándose” por su “desgracia”, yo aproveche para decirle que era todo, una tontería, que por eso sus padres no serían distintos… después de un buen rato hablándole, parece que se fue calmando, lo deje en su casa y yo me fui.



                Pasaron varios días y yo seguía desayunando muchas mañanas con Eugenia, se iba afianzando nuestra confianza, pero ella no se abría, como a mí me hubiera gustado. Reconozco que nunca tuve tanta paciencia, pero no sé porque, pensaba que merecía la pena. Siempre me había resultado fácil o no tan complicado seducir a una mujer.



                Mientras todo esto sucedía Bárbara y Paola seguían rondando, pero me seguía dando la sensación de que se habían ido de la boca con otras amigas. Por lo que decidí distanciarme un poco de ellas. Mi tía me llamo para “cotillear” como iban mis avances con Eugenia, a lo que la conteste que prácticamente como al principio, ella riéndose me dijo que ya me aviso que Eugenia era un hueso duro de roer. Para finalizar la conversación me dijo…



-Como me debes un favor, te diré que tu tío se va mañana de viaje y “casualmente” una amiga mía que viene de viaje me visitara. Y quiero que no la llevemos al “huerto”, es una mujer que siempre me ha gustado y sería más fácil contigo.



-Un momento, un momento. ¿Qué es eso de casualmente? ¿Quién es ella? Dime algo…



-Ella es compañera mía de carrera. Siempre me gusto, pero a esas edades tratar de enrollarse con otra mujer era muy complicado. Lleva si no me equivoco 20 o 21 años casada, tiene hijos, siempre fue muy caliente.



-Pero lo mismo ahora ha cambiado.



-No, porque en este tiempo sé que se medió enrollo con dos chicos. Pero no se atrevió a llegar hasta el final. Además, sé que le gustan jovencitos, altos y cachas, como veras tú mismo.



- ¿Cómo es, por lo menos?



-Fíate de mí, te gustara y mucho. Solo te diré que tiene un “vicio” como tú. El gimnasio.



-Jajaja, eso no es un vicio.



-Además no sería nuestra primera vez, haz memoria, se nos dio bien.



-Vale, mañana estaré allí y ya veremos, pero si no me gusta… abandono.



-No abandonaras, porque la conoces y te gusta. A las seis te espero, que ella llega sobre las seis y media.



-Un momento, ¿Cómo que la conozco?



-Jajaja, ya lo descubrirás.



          Colgó el teléfono dejándome con la intriga. Ya me “vengaría”, nada más colgar el teléfono, recibí una llamada de Eugenia, cosa que me sorprendió mucho, quería invitarme a cenar al día siguiente, me entro como una descarga eléctrica por todo el cuerpo, porque ya había quedado con mi tía. Una vez repuesto de la primera sensación, la pregunte…



- ¿Y eso?



-Pablo, que me ha dicho que te invite, que le agrado mucho verte la última vez y que estaría bien que vinieras a cenar mañana.



-Lo siento mucho, pero ya había quedado, pero como me gustaría mucho ir a cenar o comer con vosotros, dime otro día que no fallare.



-Qué le vamos a hacer, otra vez será (me dio la sensación de tristeza en su voz)



          Una vez que colgó, me supo mal no poder ir. Habría sido un acercamiento mucho más grande, pero tampoco podía decir no a mi tía. Ella siempre estaba ahí cuando yo quería algo. Estando con estos pensamientos, volvió a sonar el teléfono, era nuevamente Eugenia.



-Dice Pablo que también podías venir esta noche, siempre que a ti te venga bien.



-Si a vosotros os va bien, a mí también. Encantado. Solo me tienes que decir la hora y la dirección exacta.



-A las nueve y media está bien. Toma nota…



-Todo anotado, a esa hora estaré.



          Una vez colgué el teléfono, me noté nervioso, me puse a pensar como ir vestido de una manera informal, pero a la vez formal. Como también me puse a pensar que detalle llevar a la cena.



          A la hora indicada llegue al domicilio de Eugenia. Abrió Pablo la puerta, que me quiso dar un abrazo, pero como iba con las dos manos ocupadas, no pudo. A él le entregue una botella de vino y para ella llevaba una orquídea.



          El cogió la botella de vino y me lo agradeció, me hizo pasar al salón y al momento vino Eugenia que estaba acostando a sus hijos. Ella recibió la orquídea, se puso un poco roja dándome las gracias y dándome dos besos, que los note con menos tensión que otras veces, como más relajada.



          Ella iba con un pantalón gris marengo ajustado, que le hacía un buen culo respingón, mucho más bonito y estilizado, que el que se le notaba con la ropa de señorona que solía llevar. Eso, si la blusa era más o menos como las de siempre, ancha y evitando que se le distinguiesen las formas.



          La cena fue distendida. Pero observe varias cosas que no podían pasar desapercibidas. Cuando el afirmaba algo, aunque se viera que no tenía la razón, ella no le llevaba la contraria. Era como si fuera tonta y yo sabía que era inteligente, no solo por la carrera que tenía, si no por el trato y las conversaciones que teníamos.



          Una vez que la cosa para mi subió de tono, estuve a punto de intervenir y decirle dos cosas bien dichas, pero mi sorpresa fue mayúscula cuando ella le dio un beso con una dulce sonrisa y se fue por el postre.



          Se me debió notar algo en mi cara, porque el sonriendo, me dijo… “No te asustes, ella es así, siempre ha sido así. Si no la mandan está perdida, primero su padre y ahora yo. Hay personas que no sabrían vivir de otra manera”



          Yo creía que era una fantasmada, pero cuando llego ella y pregunto de que hablábamos, el marido volvió a repetir lo mismo que me dijo a mí. Mientras lo hacía yo me fijaba en la cara de Eugenia, viéndola totalmente complacida y afirmando con la cabeza mientras él decía la solemne tontería. Ahí me di cuenta de que sería difícil hacer nada, porque ella obedecía ciegamente a ese cretino. Difícil que hiciera nada sin su permiso y no le veía a él dándole permiso para enrollarse con nadie.



          También me pude dar cuenta, que el bebía bastante, no sabía si era de forma habitual o era en esa noche en especial. Por cierto, se puso tan pesado que me lleno una copa grande con brandy. Yo me llevaba la copa a los labios, pero prácticamente no bebía nada. Él se estaba poniendo contento.



          Siendo ya más de las doce de la noche y un poco desilusionado, decidí que era la hora de marcharse. Pablo se despidió de mi sin levantarse, yo creo porque no podía tal como estaba y Eugenia muy amablemente me fue a acompañar a la puerta.



          Ella me decía que disculpase a Pablo, que normalmente no bebía, que por eso estaba un poquito “chispa”, yo dije que no tenía importancia y me di la vuelta para salir, cuando mi cuerpo y no era por la bebida, se volvió a dar la vuelta y darle un beso en los labios a Eugenia, que, aunque yo trate de dárselo con lengua, ella no abrió su boca, menudo chasco. Ella se quedó muy sorprendida y sin decir nada me marche.



          Acaba de tirar por la borda, todo lo que había conseguido durante tantos días, pero además de ser en algunos momentos muy impetuoso, yo creo que fue por ver todo perdido ya. No le quise dar más vueltas y me fui a dormir, pensando que el día de mañana seguro que estaría mucho mejor.



Continuara…


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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