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Categoría: Dominación

El castigo de Cirilo

Cirilo descubrió que Karina, su hermana, ataba y amordazaba a su mejor amiga, Claudia. Ambas se encerraban en el cuarto de Karina, se desnudaban y, creyendo que nadie las veía, se entregaban al bondage. Karina solía ser dominante, aunque a veces se dejaba atar y amordazar por Claudia. También se adoraban los pies, lamiéndoselos furiosamente. A veces se hacían sexo oral o se penetraban recíprocamente con dildos.



Cirilo las descubrió a través del ojo de la cerradura, una tarde en que sus padres salieron a Cuernavaca. Él se las daba de estudioso, así que se lo pasaba en su cuarto, supuestamente estudiando, aunque en realidad se la jalaba pensando en su hermana y en Claudia, a las que deseaba. Esa vez oyó algunos gemidos que lo obligaron a ir en puntas de pie por el corredor, detenerse ante el cuarto de Karina, asomarse y ver aquella delicia.



Al punto se le paró, la sacó del pantalón y empezó a acariciarla. Ver mal que bien a aquellas tipas, especialmente sus patitas, lo colmó de excitación. Añoró estar allá adentro, ocupándose de las fulanas, teniéndolas hogtied y amordazadas, con las plantas arrugadas por las cosquillas que él les  haría con la lengua o las manos. También soñaba con que ellas se la mamaran aún estando atadas.



Lo que más lo enardeció fue ver a Claudia encargándose de Karina, cuyo semblante revelaba que le encantaba ser dominada por su amiguita. En cuanto Karina, por órdenes de su ama, empezó a mamar el strap on que ésta se había puesto, Cirilo no pudo más y se vino. Consiguió poner las manos para bañárselas de semen, pero no evitó gemir ni hacer ruido al largarse, lo cual hizo tambaleándose.



Dejó algunas gotas de leche en el corredor, que fueron advertidas por Karina y compañía. Entendieron lo que había pasado y decidieron tomar represalias. Nada evitó que Claudia se quedara en casa, pues lo hacía con frecuencia. Como los papás dormían como troncos, las dos chicas salieron sin mucho miramiento de su cuarto y se internaron en el de Cirilo, que trataba de conciliar el sueño rememorando lo que había visto.



Claudia le tapó la boca con una mano, cosa que hizo despertar al infeliz. Karina lo previno que lo castrarían si se atrevía a gritar, y enseguida lo desnudaron entre las dos y, la verdad, se sorprendieron al ver la verga parada del cuate. La tenía un tanto grande para su edad. Lo tumbaron bocabajo y  lo pusieron en hogtie, tras lo cual lo amordazaron con cinta de embalar. Él estaba a punto de expulsar un chorro de leche, pero le advirtieron que, si lo hacía, podía olvidarse de sus huevos. Se contuvo.



Entre ambas le aplicaron cosquillas, bastinado y nalgadas, que lo hicieron feliz. Le quitaron la mordaza para que pudiera adorar dos pares de pies exquisitos, con deditos perfectos y plantas tersas y de olor delicioso. En un momento dado lo ataron de otra forma para facilitarle su labor fetichista. La verga no se le bajó en ningún momento, menos aún cuando las chicas le propinaron palmadas y lengüetazos.



Nunca le habían hecho sexo oral, y que fuera su hermana quien lo estrenara lo llevó a otro nivel de éxtasis. No contaba, sin embargo, con que conocería la sodomía al mismo tiempo. Claudia lo enculó con el strap on mientras la otra se la mamaba. Llegó un momento en que no pudo evitar la eyaculación, que cayó en las tetas de Karina.



Rendido, quedó de medio lado en el suelo. Karina untó el semen en las plantas de los pies de Claudia, y el esclavo, de espaldas, debió lamerlo con cuidado. Le gustó el sabor combinado de lechita y pies. Cuando se dio cuenta de que el asalto había sido grabado con una pequeña cámara ubicada en el escritorio, quiso protestar, pero Claudia, que tenía conocimientos de artes marciales, lo sometió con una llave exquisita, que lo dejó tirado en el piso, bocabajo e inmóvil.



Karina se inclinó sobre él y le advirtió que, si contaba lo que sabía sobre ellas, el video acabaría en manos de papá y mamá, y el propio Cirilo sería acusado de haber orquestado el encuentro fetichista.



El bastardo juró que no hablaría y agregó que esperaba volver a servirlas. Ellas rieron por lo bajo, volvieron a ponerlo en hogtie, lo amordazaron, le metieron un consolador en el culo y le desearon buena suerte, pues debería soltarse antes de que papá y mamá se levantaran. No dijeron nada sobre si el asunto se repetiría.



Cirilo pudo desatarse, se quedó un rato enculado porque le gustaba y al final dormitó.



Hasta la fecha no han vuelto a aprovecharse de él.


Datos del Relato
  • Autor: Valtiel
  • Código: 28863
  • Fecha: 24-02-2014
  • Categoría: Dominación
  • Media: 3
  • Votos: 1
  • Envios: 0
  • Lecturas: 4780
  • Valoración:
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