Amigos lectores: este relato me lo envió un amigo quien dio permiso para que lo publicara, luego de leer uno muy parecido a otro que acabo de enviar. Le corregí algunos errores ortográficos, signos de puntuación, un poco la redacción, etc., pero siempre respetando al autor (lo que él escribe).

Todos estos cuentos son verdaderos y lo que ellos narran les ocurrió en la vida real a estas personas; no son ninguna fantasía. Para estas existe una sección aparte en Busca cuentos.

Entonces, disfruten, y gracias.

Marcos Urbina


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En mi país, en los últimos cinco o seis años que estuve allá antes de llegar a los Estados Unidos, estuve de amante con un matrimonio. Y esta es mi historia la cual ahora compartiré con ustedes.

El señor trabajaba junto conmigo en el mismo lugar, y yo tendría en ese entonces como 30 años mas o menos, y esposo de la señora, como 67 años de edad, ella, una rubia de ojos verdes super lindísima. Pero el caso es que ella era menor que él como 12 años, porque ella tendría para ese entonces unos 55 años: Raul y Marta, una parejita encantadora.

Un día señor me contó que ya no lograba la erección y que su esposa estaba loca por tener sexo pero como no la satisfacía, tampoco quería que ella le pegara los cachos con algún desconocido. Por lo tanto había que encontrar a alguien decente, sin enfermedades y que fuera respetuoso, para saciar sexualmente a la esposa.

Me contó que en una conversación que habían tenido entre ellos hablaron de mi, por lo que tomaron la decisión entre ambos de que yo fuera a su casa y le hiciera el amor a su mujer. Para él no habría problema: se dedicaría a mirar como ella se complacía haciendo el sexo conmigo.

Bueno, el caso es que yo al principio no acepté, no les hice caso y pensé que seria una trampa, que mi esposa se había puesto de acuerdo con ellos para jugarme infidelidades. El asunto siguió durante varios días y al fin yo accedí.

El primer día fui con mucha pena y muy nervioso pero de todos modos me fui a la cama con esa señora, una señora en toda la extensión de la palabra, y realizamos el amor. Estuvo riquísima y el marido se dedicó a mirarnos mientras se masturbaba.

Así pasamos varias semanas hasta que un día ella quiso meterse mi pene por el culo y para ello se sentó arriba de mi, pero en medio del desespero de esta mujer, no se lo podía meter bien. Fue entonces cuando vino el marido a ayudarnos, y como desde la primera vez los tres siempre estábamos completamente desnudos, me agarró la pinga y se la fue colocando en el ojo del culo a la mujer, y estuvo con mi pinga en su mano hasta que ella se la pudo meter toda y terminamos haciendo sexo con ella.

Otro día, haciendo el sesenta y nueve me puse a mamarle aquel clítoris, ella comenzó a sacarme y mamarse la leche que me quedaba en mi pinga y yo sin pensarlo mucho, comencé a mamarle la concha a ella, me di cuenta que estaba mamándole y chupándole como un loco los jugos de ella, el semen del marido (se la acababa de coger) y el semen mío. Esta fue la primera vez que hice esto y realmente tengo que confesar que me gusto sentir esa mezcla de líquidos en mi boca y fue tan especial esto que me los tragué todo, hasta la ultima gota de ese batido seminal. Esta cosa tan rica la hicimos después varias veces mas, uffff!! mucho erotismo!!!...

Luego ella me dijo que si me había gustado mamarle la vagina llena de la leche de los dos y yo le dije que si. Se comenzó a pajear con un vibrador plástico que habían conseguido con una amiga; esto paso en el primer año que nos hicimos amantes, los otros años fueron igual o mejores, siempre cargados de mucho erotismo y pasión entre los tres.

Todavía me acuerdo, y se me para el miembro cuando les escribo esto, de la cadena que hacíamos: yo mamándole la cuca y ella mamándome la pinga a mi cuando hacíamos el famoso 69, a millón pensando en los recuerdos con ellos.

FIN