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Categoría: Maduras

Confianza ciega

SINOPSIS: Una madura mujer confía ciegamente en un joven y no sólo le entrega la administración de su negocio, sino también la calidez de su cuerpo… Y en donde ella da rienda suelta a unos increíbles orgasmos, por tanto tiempo reprimidos…



 



ECSagardez



Para muchos vecinos las lágrimas de la señora María Luisa eran fingidas, porque todo mundo sabía el mal trato que recibía de don Mariano, incluso se rumoraba que su única hija se había ido de la casa por no soportarlo y jamás se supo de su paradero… Aunque la mayoría pensaba que se había marchado hacia los Estados Unidos…



El accidente automovilístico cobró la vida de don Mariano, quien quedó irreconocible y sólo pudieron rescatarse algunos de sus restos de los hierros retorcidos en que se convirtió su camioneta…



Doña María Luisa a cada momento lloraba, pero en el fondo agradecía a Dios haberla liberado del hombre que mancilló su honor y quien la obligaba a tener sexo cuando ella no quería, además de haber sido una mujer obligada por las circunstancias, ya que don Mariano se la había robado cuando tenía apenas 17 años…



En el tiempo en que la tuvo encerrada en una choza, ubicada en una ranchería cercana a Veracruz sólo sufrió vejaciones y ultrajes por parte de un sujeto que sólo la liberó cuando ella accedió a sus pretensiones y caprichos…



En lo único que cumplió don Mariano fue en tenerla como una reina, ya que el poseía muchas propiedades y algunas estaban a su nombre, además del negocio que ambos atendían y en donde ella podía disponer de lo que quisiera, en ese sentido el señor no era reticente…



 



II



Conocía a doña María Luisa desde pequeño porque yo nací en el barrio y desde siempre se comportó amable conmigo, su hija Rosa María era de mi edad e incluso estudiamos juntos en la escuela primaria y secundaria, hasta que un dia desapareció y nada se supo de ella…



Otro dolor más que acompañó para siempre a doña María Luisa, porque su hija tampoco tuvo el valor de enfrentar la realidad ni salvar a su madre de los constantes reproches que le hacía don Mariano, quien jamás aceptó sus culpas y responsabilidad por la partida de su única hija…



La muerte sorprendió a don Mariano, cuando se dirigía a entablar un negocio de compra de maíz, ya que se dedicaba al negocio de la tortillería, lo cual le producía grandes ganancias…



 



III



Esa noche todo estaba en silencio y cada dos horas las señoras del barrio se ponían a rezar por el eterno descanso de su alma. Mientras doña María Luisa permanecía callada y de cuando en cuando dejaba fluir las lágrimas por el recuerdo de quien fuera su concubino, porque don Mariano jamás aceptó casarse con ella…



En un momento de la noche la señora se trasladó a sus aposentos y llamó a mi abuela Faustina para que le hiciera compañía y contarle algunas cosas…



Así que ambas se trasladaron a la recámara y trascendió que no le dolía su muerte, sino el tiempo perdido con un hombre que sólo buscaba su autosatisfacción en cuestiones sexuales, porque terminaba le daba la espalda y se echaba a roncar…



 



IV



Días después mi abuela se lo contó todo a mi abuelo y perspicaz como he sido siempre comencé a planear la forma de hacerla mía, ya que doña María Luisa no estaba del todo mal a pesar de ser una mujer que trabajaba demasiado, su cuerpo no se veía gelatinoso ni daba muestra de vejez…



En ese momento ella tenía como 53 años y yo andaba por los 21 años, así que me empecé a hacer presente por su negocio para ayudarle en mis tiempos libres, lo cual propició un ambiente de confianza, ya que me encargaba de depositar el dinero en el banco y hacer las compras de maíz…



Según comentarios de doña María Luisa con algunos amigos en común, estaba encantada conmigo porque ella no tenía que moverse para nada, ya que el negocio marchaba bien gracias a mi forma de trabajar…



 



V



Fue claro que eso scomentarios llegaron a mi y empecé a proyectar la segunda parte del plan… Un sábado en la noche, luego de cerrar el negocio y que los empleados se habían marchado, nos quedamos solos a contar el dinero del dia y separar lo de las compras del siguiente lunes, sucedió que…



Fue doña María Luisa quien me preguntó lo siguiente:



— Oye Román te conozco desde niño y jamás te he visto con una chica. ¿Será que eres choto*?



La respuesta no se hizo esperar…



— Pero como cree usted eso… Soy bien machín y a las pruebas me remito



— Ja, ja, ja, ja… -Así resonó su carcajada-…



— ¿Acaso le harías el amor a esta vieja…?



— Claro… Usted es guapa, sus tetas me gustan y sus nalgas se ven que están firmes y en su lugar



Volvió a carcajearse y me expresó:



— ¡Ah! Que muchacho… Entonces no me harás el feo si te propongo hacerlo en este momento



Mi respuesta la dejó sorprendida…



— Claro que no señora… Porque desde niño siempre la he deseado



 



VI



Nos levantamos y tomados de la mano nos dirigimos a su recámara y sin ningún recato se desnudó delante de mí y pude ver la grandeza de sus senos, su cuerpo rollizo, sus torneadas piernas y la solidez de sus nalgas que no tenían nada de grasa…



Enseguida me propuso desnudarme y meternos al baño para darnos un buen chapuzón, toda vez que el trabajo los sábados era arduo y por el intenso calor que se dejaba sentir, ambos estábamos sudorosos…



Nos metimos al baño y este tenía una tina grande, la cual estaba rebosante de agua y ambos nos colocamos a cada lado, para sumergirnos y sentir la calidez del agua… Los dos reíamos como si fuéramos chamacos y jugábamos con nuestros cuerpos…



Yo le empecé a tomar los pies y me puse a chuparle sus dedos gordos y a mordisquearle sus talones… Ella reía y movía los pies porque según le estaba haciendo cosquillas… Mientras que ella metió la cabeza al agua y con sus manos encontró mi verga que ya se encontraba empalmada a toda su longitud…



No esperó más y se la introdujo en la boca para chuparla como si fuera un dulce pirulí… Para evitar que se fuera ahogar, me salí del agua y me senté en una de las orillas de la tina, hasta donde me siguió doña María Luisa sin soltar mi pene el cual mordisqueaba…



Su experiencia para mamar no era del todo ortodoxa… A veces lamía y chupaba tan bien que me hacía disfrutarlo y en otras ocasiones me mordisqueaba, como si quisiera engullirse mi verga y que esta le llegara hasta el estómago.



Sin embargo, gozaba de la caricia, porque también tenía algo de sentido lo que hacía con tal de autoprodigarse la satisfacción de tener un miembro a su disposición y en su boca…



Cansada de mamar, chupar y lamer, doña María Luisa me propuso salirnos de la tina y darnos un regaderazo, a lo cual accedí…



Terminamos la sesión de la ducha y nos dirigimos como chamacos, tomados de la mano, a su cama que ya nos esperaba y en donde recibió por muchos años los ultrajes de don Mariano…



 



VII



Cuando llegamos a la cama, ella se acostó de inmediato y abrió sus piernas para mostrarme su mata de vellos púbicos y lo rosado de su vagina… A simple vista se veía deliciosa, así que no tuve más opción que meter mi cara entre sus piernas y comenzar a lamerle ese manjar que ya me tenía otra vez excitado…



Le besé sus muslos y con mi lengua fui recorriendo palmo a palmo esa parte del cuerpo de doña María Luisa, quien no pudo ocultar su satisfacción, porque lanzaba ligeros suspiros y quejidos que señalaban su alto grado de calentura…



Al meter mi lengua en ese agujero se lo recorrí con suavidad, pero también con avidez, porque deseaba quedar bien y que ella se sintiera amada… Así que busqué con desesperación su clítoris, el cual era muy pequeño pero logré asirlo con mis labios para chuparlo hasta que ella no pudo más y arqueó todo su cuerpo para tener un fuerte orgasmo que le provocó una descarga de cremoso y blanquecino fluido…



Al momento de su venida, ella exclamó:



— Sigue… Sigue, no te detengas… Me estoy viniendo, yaaaaaaa, yaaaaaaa…. ¡Qué hermoso, que bonito siento…!



Sus palabras enervaron mis sentidos y pareció que mi verga cobraba vida porque se irguió con tal dureza que sólo estaba esperándo el momento de atacar ese agujero y rociarlo de leche caliente…



 



VIII



Doña María Luisa, quien a todas luces se veía que estaba reprimida en cuanto al disfrute sexual, me pidió que la penetrara y caliente como estaba no me hice del rogar…



Así que comencé un juego erótico de pasarle la punta de mi pene en la entrada de su vagina y el roce de mi glande con sus vellos, a los dos nos estaba calentando demasiado…



Enseguida procedí a introducirle el pene y fue amoldando su cuerpo a la penetración de ese cuerpo extraño pero querido y deseado por ella, quien hizo un movimiento impeceptible, pero que provocó recibiera los 18 centímetros de verga y comenzó a moverse con honda desesperación…



Los movimientos de ambos eran rítmicos y a la vez pausados, parecía que no teníamos prisa por eyacular, los dos queríamos disfrutar al máximo ese tremendo coito y así seguimos por espacio de 15 minutos…



Ella hacía movimientos circulares y yo le acompañaba para que el mete y saca tuviera compás y lo difrutáramos con hondo frenesí…



En determinado momento, doña María Luisa se detuvo y sus músculos vaginales cobraron vida porque parecía que habían envuelto mi verga y como si fuera una masturbación vaginal me transportó hacia una cascada de placer…



Ya no pude más y le aventé siete chisguetazos de esperma que rebotaron en la profundidad de su vagina… Doña María Luisa sólo pudo decir:



— Así, así papacito… Lléname de tu lechita… Anda amor, llena de lechita a esta vieja puta que ya deseaba tener una verga dentro de ella



Sus palabras me hicieron sonreir… Al tiempo que ella también arqueaba y laxaba todo su cuerpo para tener un fuerte orgasmo y en donde mi sémen se confundió con el blanquecino y espeso fluido que de ella brotaba…



Para mi fue un momento inolvidable y para ella… Pues también…



 



IX



Los dos nos dispusimos a descansar del momento y pasaron como 45 minutos, en que doña María Luisa se la pasó agarrándome el pene con el cual jugueteaba y otras veces se bajaba para metérselo a la boca y chuparlo con loco frenesí… Se le notaba desesperada porque mi pene no bajara su erección…



De pronto y sin decir agua va… Doña María Luisa se clavó toda mi estaca en su vagina y comenzó a cabalgar como experta amazona… Ella subía y bajaba con un ritmo tan frenético que me dejó extasiado de solo verla…



Era una experta amazona no había la menor duda… Jineteaba bien la condenada señora y de pronto lanzó un grito desgarrador y expresó:



— Ya… Ya… Ya… me voy… me voy… me voy… Que bonito siento… Papacito… Soy toda tuya



Y al decir estas expresiones, doña María Luisa tuvo otro orgasmo y sus fluidos escurrían entre sus muslos, dándole a la escena un aire de tremendo erotismo…



Pero no se conformó y se acostó pero me pidió que la montara… Sin embargo, le propusé que se pusiera boca abajo y levantara sus nalgas… Así que me preguntó:



— ¿Qué me vas a hacer?



— Nada… Lo único que deseo en este instante es tu trasero



— Pero Román, nunca lo he hecho por ahí… Me va a doler



— Tu no te preocupes



Así que aproveché lo mojado de su vagina y metí dos de mis dedos para tomar residuos de sus fluidos y se los unté en el ano, el cual ella apretó al sentirlos…



Poco a poco le fui distendiendo su pliegue anal y logré introducirle un dedo y posteriormente el otro hasta que pude ver que ya no tendría problemas para meterle mi verga…



Así que dirigí mi órgano genital y puse la punta en su ano, para introducirlo con suavidad… Ella se dejó hacer y no opuso resistencia alguna, poco a poco los 18 centímetros del grueso miembro fueron entrando y ella lo recibió sin hacer gesto de dolor…



Al contrario me dijo:



— Román, mi amor, me está gustando esto… Que bonito sentir toda tu verga adentro de mi… Muévete y poseeme por el culo



Los primeros movimientos fueron ligeros, nada del otro mundo… Pero conforme pasaban los segundos seguí incrementando el bombeo de mi pito, hasta que ella no pudo más y me decía:



— Así papacito, métela, sácala, métela, sácala, métela, sácala



Parecía que a través de sus expresiones llevaba el ritmo y sentido de estar empalada por su hermoso trasero que denotaba estar en sus mejores condiciones para tener una verga adentro…



Para ayudarle un poco a su satisfacción, le metí un dedo en su vagina y ella respondió de inmediato a la caricia que le propinaba en su clítoris, porque dejó de hablar y contuvo la respiración al arquear su cuerpo y dejar salir más fluido blanquecino y lechoso que dio por concluido otro más de los orgasmos de ese dia…



Al sentir su venida, yo empecé a dar embestidas salvajes y se la sacaba hasta el glande para penetrarla con más fuerza y cinco minutos después le aventé chorros y chorros de leche caliente que ella recibió con gran beneplácito, cuando dijo:



— Así mi pequeño… Llena de leche el culo de esta vieja puta… Que bonito me culeas… Con esto voy a ser tuya para siempre… Sigue, sigue, echándome más de tu leche caliente… La siento que me quema, pero que gusto me estás dando



 



X



Luego de concluida la faena sexual con doña María Luisa ella se levantó y se fue a lavar… Para invitarme a cenar a donde yo quisiera. Así que me decidí por unas sabrosas tortas de "El Gallo", un lugar muy conocido en el puerto de Veracruz y un litro de leche fría y envasada, para reponer las fuerzas perdidas en la sesión erótica que horas antes habíamos vivido intensamente…



Con doña María Luisa tuvimos una relación de mucho respeto… Ella no ponía objeciones por sostener relaciones con jóvenes de mi edad… Aunque sólo reclamaba para ella las sesiones nocturnas de los sábados…



A petición de ella fue mi madrina de graduación al terminar la universidad y me dio el mejor regalo de mi vida. Me pagó un viaje donde conocí muchos lugares de México…



En el momento de redactar este relato no se si aún viva… Pero mi madrina María Luisa estará en mi recuerdo, porque con ella tuve los mejores polvos de mi vida y a lo mejor ella también pudo lograr a mi lado sus increíbles orgasmos…


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 6.33
  • Votos: 3
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1922
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