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Confesión íntima de don Salustiano

Hace unos dias don Salustiano salió de la clínica "Q" reintegrándose a su domicilio. Ayer domingo, día quince, estuve con él haciéndole compañía. El hombre, después de tantos días de enclaustramiento estaba deseoso de conversación, y aún diré mejor, de monologar. Y como yo encuentro verdadero placer en escucharle, dejé que se explayara como hace casi siempre en el deambular retrospectivo por su longeva existencia. Hoy, como digo, estaba en vías de hablar y me ha hecho participe de íntimos pensamientos referidos a su vida de casado. Lo cierto es que su relato me ha emocionado, por la carga de sinceridad que exhalaban sus palabras. Al acabar la conversación le he pedido permiso para escribir y publicar cuanto me ha contado y me ha dicho que lo dejaba en mis manos. He ahí, lo que me ha dicho. "Sabes, mi buen amigo Anfeto, que me casé enamorado y que a pesar de los cincuenta y nueve años de casado lo sigo estando. Pero ese cariño no se ha cimentado por mi parte en la relación sexual, sino en un sentimiento espiritual más anejo al afecto que nace de lazos que pudiéramos establecer como parental: padres e hijos, hermanos, etc., que en los de tipo sexual. Tú, en el epílogo de la novela "Paquita" recoges perfectamente este cariño que siento por mi esposa. En el aspecto coitivo nuestro matrimonio ha sido un rotundo fracaso desde su inicio. De joven, mi mujer, además de francamente hermosa poseía un aura sexual incuestionable. Pero la realidad en cuanto a esa fogosidad que trascendía de su continente exterior era una falacia absoluta. Su comportamiento en la cama estaba influido por una serie de tabúes religiosos que convertían el acto en un ritual, más que en la expresión de esas fuerzas exógenas que reniegan de cualquier pudor y se amalgaman para alcanzar como meta el logro del éxtasis por antonomasia. Poco a poco, mis apetencias sexuales dentro del matrimonio se fueron enfriando, y un cariño de hermano se cimentaba en mi interior que ha perdurado hasta el presente. A este proceso de deterioro de mis relaciones sexuales con mi mujer contribuyó también otras razones. El que adquiriese la torpe costumbre de embadurnar su rostro cada noche, prescindiendo de mi repudio expresamente manifestado. Lo pero era la pasividad que adquiría durante el acto, al punto que yo me veía obligado a trabajar mecánicamente hasta que ella alcanzara el orgasmo apetecido, para lo cual me veía compelido a pensar en cualquier cosa distinta al coito, pero procurando no perder el estado de textura necesario para no enervar la acción. De forma que cuando yo eyaculaba, estaba tan fatigado, que constituía un acto físico más que una explosión gozosa y placentera. Hace unos veintitantos años que tuve la fortuna de que mi mujer, después de acabar con el fatigoso trabajo, se quejó, en la forma en que ella acostumbra a hacerlo, de que yo le había dañado la vagina, dando a entender que le había transmitido alguna enfermedad venérea. La pobre se olvidó de qué, al entrar en determinada edad, las glándulas vulvo vaginales dejan de verter las secreciones lubrificantes, que motiva fastidiosa irritación del musculomembranoso de la vagina al ser reiteradamente rozado por el pene. Digo que fue una suerte, porque a partir de aquél día nunca más hemos tenido ese tipo de relación y hasta dormimos en habitaciones separadas. Por eso he mantenido esos contubernios estramatrimoniales, que a ti, querido Anfeto, siempre te han sorprendido, y de los cuales te has valido para llenar más de una página de tus novelas." -Bueno, Anfeto, creo que he abusado bastante de tu amistad, por endilgarte tan larga confidencia, y espero que sepas disculparme. Pero tú no te puedes imaginar lo bien que me va este rato de charla contigo. -No se disculpe, don Salustiano; pues ni remotamente puede calibrar usted el placer que me produce el escucharle. Y que Dios, por muchos años, le conserve esa facundia y su memoria. -Qué así sea, y tú lo veas.

Datos del Relato
  • Autor: ANFETO
  • Código: 7253
  • Fecha: 20-02-2004
  • Categoría: Varios
  • Media: 5.67
  • Votos: 88
  • Envios: 0
  • Lecturas: 42452
  • Valoración:
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