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Con la pandilla a casa de los profesores (7º día)

-Máxima: aaah, aaah, aaah, aah, Leopoldo.., aaah.



Le ha costado un poco a la tímida alumna tutear a su profesor como un amigo o, en este caso, su amante. En el primer y los primeros polvos que le echó el profesor, aún lo nombraba ella como señor Leopoldo, usted, podríame, etc.. Pero bajo el peso de los incontables polvos y diario trato personal que tiene Máxima con el profesor Leopoldo, ha acabado tomándolo cómo lo que verdadéramente es; su secreto amante. Esta pasada mañana a la hora del recreo se han sentado las 5 amigas; Máxima, Lúcida, Donátila, Eulalia y Verona, en sus particulares escalones de la escuela. Ya eran recientes sabedoras del asunto de los enredos con los profesores las últimas en ser informadas; Eulalia y Verona. Eulalia lo supo ayer por la tarde en su casa informada por Máxima y Lúcida, que acudieron a ella para contarle "un secreto". Este mismo secreto fue contado por teléfono por la misma Eulalia, aún sorprendida, a la que acabó más sorprendida Verona; la 5ª amiga. Y esta mañana al momento del recreo las 5 amigas se han sentado juntas sabiendo todas ellas lo mismo del enredo comunitario con los profesores. Se han seguido hablando de ello y de los posibles planes en proceso respectívamente para, Eulalia y Verona, que sintiéndose muy excitadas sueñan en tener también un ardiente encuentro con uno de los profesores. Tan excitadas se veían Eulalia y Verona como lo estuvo Máxima el día en que Lúcida le contó que llevaba enredada con el profesor Silvano desde hacía unas semanas. No tan sorprendida se vio la otra amiga Donátila; que acudió junto a Lúcida y Máxima al primer encuentro de esta en que fue desflorada por el profesor Luncho. Pues digamos que Donátila fue la primera en entrar en el club de mujeres confesas este mismo verano aún no saben las amigas con qué amigo que veía cada verano en el pueblo en que pasa las vacaciones. No son aún las 5 amigas mujeres confesas, tan sólo tres de ellas. Pero las otras dos, Verona y Eulalia no tardarán ni un mes en recibir su carnet de; mujer confesa y secreta amante de un que resultará afortunado profesor. Afortunado profesor que será elegido quizá, ¿aleatóriamente?. Entre los muchos que poseen el carnet del piso secreto en que muchas otras secretas relaciones profesor/alumna han tenido lugar y muchas otras tendrán. Sin duda así será; dos afortunados profesores que tendrán el privilegio, quizá no la primera vez, de desvirgar a una de las que todas son bellas, adolescentes alumnas.



-Máxima: mmmm, Leo, mmm, así.. más, más fuerte, mmmm.



Retornemos a la escena presente, en que Máxima tuteaba en pleno acto sexual a su catedrático amante.



-Leopoldo: tú lo has querido, mmmf, mmmf, mmmmf.



Leopoldo concede la valiente provocación de su alumna y aumenta en diversos julios las fuerza con que su verga entra en las tiernas carnes de la muchacha.



-Máxima: aaaah, síííí, sííííí, síííííí.



La ilegal pareja se encuentra ahora mismo en casa del maestro. Ha llamádole Máxima después de comer pidiéndole "clase". Él se la ha concedido galante encantado de poder ejercer una de las facetas que más le gustan de su profesión.



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-Leopoldo: sí, pásate a las 5 por mi casa.



-Máxima: ¿por tu casa? no hay peligro?



-Leopoldo: no, no hay ningún peligro.



-Máxima: bueno, como tú digas... estoy muy caliente... ¿sabes qué he soñado esta noche?



-Leopoldo: cómo lo voy a saber, dime.



-Máxima: que tú y yo estábamos casados. Tú seguías ejerciendo de maestro pero yo no era tu alumna, sino tu mujer.



-Leopoldo: uhmmm, interesante.



-Máxima: sí, la situación un poco rara. Pero no temas porque seguíamos haciéndolo. Ha sido en un momento en que lo hacíamos que me he despertado toda sudorosa. Lo recuerdo bien porque he pensado en ello justo después de despertarme. Estábamos en una cama de matrimonio conmigo vestida con ropa de encaje blanca, y yo te botaba y lo notaba tan rico como cuando lo hacemos de verdad.



-Máxima: y ha sido entonces que me he despertado super sudada y he pensado en lo que soñaba y... me he puesto super caliente y me he hecho un dedo super rico.. fuu.



-Leopoldo: te felicito, yo no tengo sueños tan bonitos como este. De hecho no tengo sueños casi nunca, o será que nunca me acuerdo al despertarme.



-Máxima: creo que si se está dormido se está soñando siempre, lo que pasa que sólo nos acordamos de un 1% de los sueños.



-Leopoldo: será.. esto, querida, tengo que colgar.



-Máxima: vale, a las 5.



-Leopoldo: hasta luego.



-chas-



--------------------------



La muchacha ha llegado como acostumbra a todos los sitios; la escuela, a casa de sus amigas, o  a casa de su amante secreto, puntual. Ha tenido ella una grata sorpresa al abrírsele la puerta del piso particular y encontrar a su amante totálmente desnudo, cual si esperara una "visita". Máxima ha multiplicado el atrevimiento de su amante y en la misma abierta puerta se ha arrodillado y se lo ha agradecido con una profunda felación. Leopoldo, aún ante la abierta puerta de su casa, no ha rechazado el peligroso juego y le tomaba la cabeza a su alumna para calarlo en él mismo mientras cerraba los ojos.



-Leopoldo: así... así putita.



-Máxima: gorbl, gooorbl, goooorbl.



En esto que la pareja ha oído ruidos de puertas que se abren y se cierran y temiéndose que en un momento pasen asombradas caras de vecinos por delante de la puerta de casa de Leopoldo, se han apartado de ella y la han cerrado. Ello no ha detenido, peró, en lo más mínimo la amatoria de los chiquillos. Tras la cerrada puerta Leopoldo se ha lanzado a besar a su amante a la vez que la masturbaba en la rajita.



-Leopoldo: muac, muac, lap, lap.



-Máxima: aaaah, muac, aaah, lap, lap, mmm.



El largo dedo del corazón de Leopoldo ha entrado entéramente en el interior de la muchacha otorgándole el rojizo placer que habíasele prometido por teléfono. Máxima no se ha dejado trabajar a ella sólamente y también entomó con su pequeña mano la gorda verga del profesor. La notó quemando cual hierro al rojo, y le encantó notar como esta no le abrasó la mano sino que le hizo infinítamente agradable su subida y bajada.



-zuum-zuum-



-Máxima: . . aún estoy calentísima . .



-Leopoldo: pónmela un poco más dura y te la meteré.



Máxima se volvió a agachar ante su profesor y le volvió a mamar la polla ahora con el vivo ánimo de su mano que la cascaba para ponérsela cuanto más dura sea posible y que se la metiera pero ya. Sabemos que la verga del señor Leopoldo es gorda, pero toda polla tiene diferentes consistencias en erección que finálmente la hacen más o menos grande. El vivo manejo de Máxima hizo llegar a esta a uno de los puntos más recios de los vividos por ella entre sus paredes vaginales. Con la polla en la boca supo Máxima que no podía crecer más esta y que Leopoldo tenía que cumplir lo prometido. Máxima se sacó la polla de la boca y arrodillada en el suelo miró a su amante rogándole que no le fallara.



-Leopoldo: claro, muñeca, ya está a punto. Ven.



Leopoldo tomó a la niña de la mano y, aún estaban ante la puerta de entrada, la dirigió hasta el salón contiguo y después de indicarle que se pusiera de cunclillas en el sillón y se sujetara, le apuntó la dura verga en la concha y se la metió sin mucha dilación.



-Máxima: ooooh.



Y aquí llegamos al punto en que empezó esta narración y en el que de verdad nos encontramos.



-Máxima: aaah, aaah, aaah, aah, Leopoldo.., aaah.



Donde la chavala tutea a su amante/profesor mientras este la coge en el salón y el sillón de su propia casa. La chavala se está liberando con la cogida de su profesor del cúmulo de hormonas que se han acumulado en su pucha durante el sueño de esta noche. Por si no fuera suficiente la joven fogosidad de la chica, además venía tríplemente más excitada de lo que suele ir debido a los repetitivos pensamientos acerca del sueño que ha tenido durante el día. Y siente los habituales contactos con su amante con la misma fervorosa intensidad que sentíalos esta noche en sueños.



-Máxima: mmmm, mmm, mmmm, aaah, aah.



En esto que, viviendo su propio sueño pasado a la realidad con la cogida de Leopoldo, Máxima gira el rostro y por casualidad se encuentra con lo que más temía en el mundo a encontrarse; la mujer de Leopoldo que tenía conocida de vista de algunas fotos que le enseñó este.



-Máxima: ¡aaaaaaaaaaaaaaaaaah!



-Leopoldo: . . tranquila . . tranquila Máxima . . no pasa nada.



-Máxima: ¡pero! tu . . tu mujer . .



Máxima no llega a saber cómo comportarse creyéndose atrapada, cogiendo con Leopoldo, por su mujer que los mira derecha justo ante ellos. Y aún con la verga de su amante dentro de ella ella no puede más que entumezer todos los músculos de su cuerpo y tratar de correr, saltar, caer, tirarse, adonde sea. Pero las manos de Leopoldo habían previsto tal reacción y la tienen cogida de la cadera impidiendo toda huída.



-Máxima: ¡Leo! pero! tu, mujer, yo, no, sé, ¡por favor!



-Leopoldo: tranquila, tranquilízate, te lo explicaremos todo.



-Mujer.de.Leopoldo: no te alarmes querida, no me he espantado de ninguna manera. Deja que charlemos.



Máxima mira a las dos personas; Leopoldo tras ella y su mujer a su lado y no ve otra opción para evitar desmayarse que símplemente cerrar los ojos.



-Mujer.de.Leopoldo: así, así me gusta, no dejes que el pánico se apodere de ti. Vamos a hablar tranquílamente como personas civilizadas.



Máxima vuelve a abrir los ojos y sintiéndose una condenada a guillotina con el carcaj montado tan sólo puede pronunciar.



-Máxima: vale.



-Leopoldo: eso está bien.



Leopoldo se saca de su vagina y tomándole la mano se la entrega a la que le ofrece su mujer, dándose ambas la mano; una en total calma y la otra aún no creyéndose si lo que sucede es verdad.



-Pánfila: mi nombre es Pánfila, y creo que ya sabes que soy su mujer.



-Máxima: eu.. sí, había visto alguna foto.



-Pánfila: pues bien, no tienes que tenerme miedo porque te vaya a sacar los ojos ni nada similar. Yo supe casi antes que tú el día que entablaste relaciones amorosas con mi marido.



-Máxima: pero, pero.



-Leopoldo: así es, querida, entre mi mujer y yo no nos ocultamos nada y siempre ha sabido de tu existencia.



-Máxima: pero entonces, siempre supo usted que Leopoldo se lo hacía conmigo.



-Pánfila: y tanto, lo supe que se lo iba a hacer contigo incluso antes de que lo conocieras. Porque en nuestro lecho o ante nuestra televisión hablamos, Leopoldo y yo, todo lo referente a nuestra vida personal y no personal. Supe el día anterior a tu primera experiencia que Leopoldo iba a conocerte, pero por unos asuntos personales no pudo. Y supe el primer día que te hizo el amor en su despacho, así mismo casi todos los posteriores o como mínimo los marcados de importancia.



-Máxima: ¿la vez en los lavabos del colegio? o la vez en . .



-Pánfila: sí, los sé todos, o casi todos, te repito, los que merecen la pena que mi marido me los explique junto a mi en el lecho.



-Máxima: ¿pero? ustedes no. . ¿están de acuerdo en que Leopoldo mantenga relaciones conmigo?



-Pánfila: ni tan sólo sería la primera vez que mi marido mantiene relaciones sexuales con una alumna. No eres la primera ni tan sólo la segunda amante de mi marido que se cree secreta, pero sí eres la primera que me ha conocido de esta manera.



-Máxima: pero, ¿por qué? por favor, no entiendo nada . .



-Pánfila: ven, ven aquí.



Tomadas de la mano ambas mujeres se sientan en el ancho sofa que lidera el salón y la señora Pánfila sigue platicando a quien "secrétamente" le hacía cuernos. Leopoldo se vuelve a poner los pantalones que había dejado en el suelo y se retira quien sabe donde de la vivienda.



-Pánfila: ¿me vas comprendiendo? que no estoy enfadada contigo y no es pelearme lo que quiero contigo?



-Máxima: sí, más o menos. Entiendo que usted sabía de mi existencia..



-Pánfila: no me digas de usted, tutéame como al final conseguiste con mi marido..



-Máxima: esto, señ... ¡lo siento! me veo incapaz de tutearla. La trataré de usted hasta que... consiga tutearla pero por favor, no soy capaz, aún.



-Pánfila: bueno, no pasa nada. Pues pasa que yo he sabido, anteriórmente, de diferentes amantes que ha tenido mi marido. Prácticamente siempre eran alumnas de la escuela.



-Máxima: sí, alguna vez hemos hablado de que ha estado con anteriores similares a mi.



-Pánfila: sí, pero a ti te he querido conocer por diferentes razones. Entre ellas las experiencias que me ha contado mi marido que has tenido con él y tu arrojo y pureza en tu entrega.



-Máxima: gracias, no creí que fuera más que.. otra.



-Pánfila: pues sí, las otras amantes que ha tenido mi marido eran en su mayoría necias crías. A él le ha gustado por supuesto meterse dentro de ellas pero no por el contrario a mi.



-Máxima: ¿a, usted?



-Pánfila: sí, yo quiero conocerte. No te conoceré por supuesto de la misma manera que te conoció mi marido pues él es un hombre y yo una mujer, pero una mujer y otra mujer también pueden conocerse y de eso, según me han contado, no eres ignorante.



-Máxima: una mujer y otra mujer. Sí claro, una mujer y otra mujer también pueden hacer el amor, de forma diferentes pero también. Le ha contado a usted, Leopoldo, que he mantenido relaciones lésbicas con mi amiga Lúcida, y por ello no me sabe a nuevo.



-Pánfila: exacto Máxima, te repito que no eres una de las necias crías con que se ha jodido mi marido y por eso he querido conocerte, por ser una flor en un prado de trigo.



-Máxima: perdóneme, pero no creo que sea tanto. Entablé relaciones lésbicas con mi amiga pues, no sé, como por casualidad. Como todas las otras que he mantenido con su marido que han surgido de la ocasión o la suerte.



-Pánfila: te comprendo querida, no vas a autoposicionarte en un podium. Tan sólo hace falta que te ponga en él yo, ¿me crees?



-Máxima: uhmm, creo, creo que sí. Entonces, ¿le apetece a usted relacionarse conmigo?



-Pánfila: por supuesto, aunque esperaré a que tú estés dispuesta. Si hoy no te apetece podemos encontrarnos cualquier otro día. De tan a menudo que te ves con mi marido algún que otro día nos veremos.



-Máxima: no, no es eso, estaría dispuesta hoy mismo.



-Pánfila: fabuloso, entonces, acompáñame cielo que en nuestra habitación estaremos mucho mejor que en el agrio salón.



Pánfila toma a Máxima de la mano y con ella se encamina hasta la que encuentran habitación de matrimonio de la pareja. La habitación se ve 100 veces más adornada que el más bonito sitio en que hayan hecho Máxima y Leopoldo el amor. Claro está que los sitios en que se han amado han pasado de lavabos de colegio hasta cabinas de teléfono, por lo que no era tan difícil superarlos. Aunque claro está que la habitación ha sido decorada por una mujer y tiene esta de los mejores de los gustos. Pánfila se empieza a desnudar sin borrar con ello la perpetua sonrisa que lleva en el rostro desde el mismo momento en que la sorprendió haciéndolo con Leopoldo. Máxima no se desnuda a iniciativa propia sino lo que acaba haciendo es imitar a su futura amante. Cuando las dos mujeres están desnudas Pánfila toma a Máxima de la mano y se tumban cómodamente en la cama. Pánfila acerca la boca a la de su querida y se dan las dos mujeres un tierno primer beso; sin el ardor de una adolescente ni la pausa de una mujer madura, sino una mezcla de las dos cosas.



La mano de la mujer acaricia los suaves pechos de la chica de una manera que sólo una mujer que hace muchos años que tiene unos iguales, sabe acariciarlos.



-Máxima: mmm, que bien toca usted...



-Pánfila: la experiencia es la madre de la ciencia, querida, muac.



La señora Pánfila también es una experta en otras partes del cuerpo y vuelve a conseguir una agradosa sorpresa en la muchacha cuando con tan sólo meterle un dedito en la panocha, consíguele otro dulce granito de azucar que se deshace en la boca de la chica.



-Máxima: hmmmm.



-Pánfila: así, muac, lo ves como no todo en el mundo son feas pollas, muac.



-Máxima: y que usted lo diga, mmmm, muac.



Máxima vuelve a imitar a su amante e intenta propiciarle en el sexo el mismo trabajo que le es conseguido a ella, pero después de unos minutos de masturbación en que ve imposible igualar la depurada técnica de la mujer, saca sus dedos de la panocha de Pánfila y los emplea únicamente junto a sus brazos para abrazar esa que tan bien la ama mujer.



-Máxima: mmmm, es usted divina, mmm.



-Pánfila: muac, a ti te quería conocer, muac, porque con ninguna otra chica me hubiera expresado mejor.



Pánfila le mete ahora un dedo en la panocha de la chica, a la profunda.



-Máxima: aaaaah, oooh, señora...



-Pánfila: ábrete.



Máxima se abre y la señora Pánfila desciende hasta quedar sus labios a la altura de los labios inferiores de la chica. Con la primera introducción de lengua sabe Máxima que esa experta lengua sólo puede ser de una mujer, la que recién ha conocido, Pánfila.



-Máxima: aaaaah, aaaaah, aaaaah, señora, mmmmm.



-Pánfila: lap . . . . lap . . . . . lap, lap.



-Máxima: mmmm, por Dios, mmm, no pare, mmm.



Máxima toma la cabeza de la mujer de su amante para apretarla fuerte contra su panocha. La mujer, peró, retírale suavemente las manos de su nuca prosiguiendo la comida de pucha que sabe hacer mejor que nadie sin ningunas manos infundiéndole fuerza.



-Máxima: aaaah, está bien, aaah, aaaah, síííí.



Después de un par de rápidos lenguetazos estalla Máxima en un lloroso orgasmo. Trata ella de volver a abrazar la cabeza de la mujer pero al no encontrar nada en su sitio no pueden hacer más sus manos que arropar, constreñir y tirar de las blancas sábanas que cubren la cama deshaciéndola y quedando hecha un desastre.



-Máxima: aaaaaaah, aaaaaaah, aaaaah, Pánfila... Pánfilaa..... aaaaaah.



Al cabo de un par de minutos Máxima empieza a recuperarse. Cuando consigue abrir los ojos se encuentra con una rosa sorpresa; se trata de algo que tiene Pánfila entre manos; una inhumana verga doble que tanto es verga por un lado como por el otro.



-Máxima: ¡uy! qué bicho!



-Pánfila: ¿cómo lo ves?



-Máxima: esto pues, supongo que... mmm, esto hay que probarlo.



-Pánfila: vamos a ello pues.



Pánfila se estira en la cama a la inversa que Máxima quedando sus panochas mirándose cara a cara. Se introduce un extremo de la doble verga en su pucha y con el otro extremo tiento lo mete en la de Máxima.



-Pánfila: ahora . . con cuidado . . ¿sabrás cómo hacerlo?



-Máxima: esto, mm, esto es intuitivo, como meter la pelota en la portería. Supongo que sabré.



-Pánfila: vale, entonces vamos.



Sujetándolo en todo momento con una mano Pánfila tira hacia adelante su cadera presionando con ello que la sintético-verga entre en la panocha de Máxima. Ella también la sujeta con una mano y consíguelo.



-Máxima: aaaaah.



-Pánfila: bien, ahora tú.



Máxima imita de nuevo a su amante y tira hacia adelante su cintura introduciendo un cacho del rojo plástico en la pucha de Pánfila.



-Pánfila: mmmm, así, muy bien Máxima, vas aprendiendo.



Máxima se ve aprobada y vuelve a tirar hacia adelante su cintura sujetando la verga jústamente con su mano para que se introduzca más dentro de Pánfila.



-Pánfila: aaaaah, muy bien hija, ya lo auguré yo que eras un diamante en bruto.



Pánfila regala ahora a su amante y con una depurada técnica mueve su cadera hacia un lado a la vez que empuja con la mano la sintético-verga hacia dentro.



-Máxima: ¡aaaaaaaah, señora!



-Pánfila: je je, ¿te ha gustado?



-Máxima: aaah, aah, ah, ah, que si me ha gustado, aah, ah, aún lo siento, mmm.



-Pánfila: vale, entonces te he descubierto el punto flaco, el punto G.



-Máxima: ah, pues será eso, mm.



-Pánfila: preparate.



-Máxima: cuando usted diga.



Pánfila vuelve a mover su cadera pero esta vez de una más brutal manera y sujetando la sintético-verga con una fuerza que haría parece su brazo el de un hombre.



-Máxima: ¡aaaaaaaaaaaaaaaaah! SEÑORA! PÁNFILA! ¡aah! ¡ah!



-Máxima: así me gusta, que me salgan las cosas bien.



La señora Pánfila vuelve a joder a su competidora con la sintético-verga pero ahora sin freno alguno entre introducción y desplazamiento. Los gritos de Máxima llegan a tal volumen que incluso Leopoldo, espantado, acude al dormitorio de matrimonio a ver que diablos le está haciendo su mujer a su amante.



-Máxima: ¡aaaaaaaah! ¡aaaaaaaaah! ¡aaaaaaaaah!



Cuando ve Leopoldo que Máxima es presa de la más moderna arma de su mujer, comprende que no hay miedo que tener si Máxima no sufre de alguna vena mal soldada en su cerebro que hiciérale estallar a causa del intenso trabajo neuronal. Leopoldo retorna a la salita desde donde leía el periódico y allí lee calmado durante los 10, 20, 30 minutos en que no para de oír gritar a pulmón vivo a su querida desde una lejana habitación. Un pasajero susto que dura medio segundo asalta la mente de Leopoldo cuando deja de oír gritar a su amante. "Eso es que han terminado" resuelve Leopoldo. En 5 minutos vuelve a oír 4 pasos que pisan en algún sitio de la vivienda y abandona Leopoldo el periódico dirigiéndose al salón principal. Donde fue descubierta Máxima jodiendo con su amante por la esposa de este hace aproximádamente un hora. Allí encuentra a su esposa con plena cara de satisfacción y a Máxima; temblando, sentada inestable en una silla y con cara de haber llorado mucho.



-Leopoldo: ¿cómo te ha sentado, querida?



Dice Leopoldo dándole un besito en la mejilla a su amante. Máxima no reacciona y sigue temblando con la mirada perdida en el infinito y las manos tomadas una de la otra fuértemente en el regazo.



-Pánfila: ayúdala a vestirse.



Leopoldo, más que ayudar, viste como vestiría una madre a un bebé, a su alumna. Cuando la tiene vestida la toma de la mano y ella prácticamente de forma inconsciente se levanta y lo sigue.



-Leopoldo: voy a devolverla a su casa.



-Pánfila: dale un paseo por el parque antes, no puede volver así a su casa.



-Leopoldo: de acuerdo, hasta luego.


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