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Categoría: Dominación

Carmen ¿a la fuerza?

La verdad es que Carmen no era una hembra imponente. En realidad era más bien delgada y casi sin pecho pero su carita agraciada, sus preciosos ojos negros y sobre todo su precioso trasero compensaban la falta de armonía de sus formas. Conocía a Carmen de la movida de la juventud pero con el paso del tiempo le había perdido la pista hasta que una noche que regresaba hasta mi coche después de una sesión de sexo con una chica que acababa de conocer, pasé por delante de un chalet que, pese a lo avanzado de la hora tenía una ventana de la planta baja totalmente iluminada y de ella procedían risas y voces que despertaron mi curiosidad. Me asomé al muro de la finca y aunque un poco borroso, pude distinguir perfectamente a una chica desnuda que bailaba de espaldas a la ventana una especie de danza del vientre mientras una voz de hombre la jaleaba. Ni que decir tiene que decidí variar mi punto de observación y busqué un lugar por donde saltar el cierre y poder acercarme a la dichosa ventana. No me costó mucho trabajo pasar ya que el muro era bajo y enseguida caminando con extrema precaución me acerque a la ventana. Se trataba de una habitación amplia en la que una pareja totalmente desnuda comenzaba los prolegómenos de una relación sexual. Ella, estaba de espaldas a la ventana y el tumbado en la cama trataba de llegar con su boca al coñito que ella le ofrecía. El chico parecía dejar que ella llevara la iniciativa así que en cuanto ella quiso, se abrió de piernas y se clavó literalmente la polla de su pareja en su coño chorreante mientras se apretaba sus pequeñas tetitas. Cuando echó la cabeza hacia atrás pude reconocer en aquella hembra en celo a Carmen por lo que deduje que el sería su marido. Estuve un rato más observándolos y pude ver el cabreo de ella porqué el no aguantaba la erección todo lo que ella necesitaba. Sin terminar de correrse, Carmen se bajó de su hombre y se tumbó en la cama dándose la vuelta cabreada. En ese momento yo creo que me debió de ver porqué pareció sobresaltarse así que salí corriendo antes de que tuviera yo que pagar sus malos humores. Pasaron unos días y como yo seguía manteniendo relaciones con la misma chica, pasaba a menudo por el chalet y de vez en cuando me entraban las ganas de pasar a ver el espectáculo sobre todo cuando la luz estaba encendida pero me contuve. Un día coincidimos en mesas cercanas en una cafetería, Carmen estaba con su marido y yo con mi amante así que, aguce el oído para tratar de saber de que hablaban. El se iba a marchar al extranjero durante tres meses y ella estaba bastante triste por ello. Aquella noche cuando salí del piso de mi amante decidí que intentaría entrar en contacto con ella y “ofrecerle mis servicios”.
Me picaba la curiosidad así que volví a saltar el pequeño muro que separaba el camino de tierra de la casa y pude divisar al instante que la luz de la habitación estaba encendida. Me acerqué sigilosamente pero está vez la ventana estaba tapada con unos visillos que no permitían la observación más que por las rendijas que quedaban al final de los mismos. No me importó porqué la voz de Carmen jaleando a su marido me dejó enganchado y ansioso de encontrar un resquicio por donde observarla. Por fin, no sin dificultad encontré el ángulo perfecto desde donde veía a Carmen cabalgando como una amazona desbocada encima de su marido. Se pellizcaba las escasas tetas mientras le animaba con frases soeces, “Venga cabrón, dámelo todo, a ver para quien lo guardas cerdo”, “ venga cornudo mío, dame toda esa leche que es mía”, “anda hijo de puta, dale a tu putita lo que quiere, lléname de una vez si eres un macho de verdad”. No que decir tiene que pese a que me había corrido con anterioridad, mi polla se puso como una estaca a la vista ( y oído) de lo que tenía delante. Por fin el hombre pareció correrse y le gritaba a su vez a ella, “toma puta cerda, toma más leche aún, te dejo el coño bien servido para que no necesites nada hasta que yo vuelva.....”. Decidí marcharme de allí porqué necesitaba aliviarme y tenía miedo que me descubrieran pero estas escenas que acababa de observar ratificaron mi decisión de “visitar a Carmen” cuanto antes.
Por diversas circunstancias rompí la relación con Julia así que no volví a pasar por delante de la casa de Carmen. Pero una tarde que había decidido ir al cine la vi. entrando sola en la sala así que la seguí y sin mirarla, como si no me importará, me senté a su lado en la butaca de su izquierda. La verdad es que había bastante sitio pero como ella estaba por el centro de la sala y yo hacía como si no la mirara, a ella no pareció alterarla que me hubiera sentado allí. Comenzó la proyección y las luces se apagaron, entonces la miré descaradamente. Parecía absorta en la pantalla ( ponían las Edades de Lulú ) su cara reflejaba una ansiedad nada disimulada. Llevaba una camiseta ajustada de la que sobresalían sus pequeños pechitos y una falda de algodón blanca que no me dejaba contemplar sus preciosas piernas. Delante de nosotros se sentó una pareja que enseguida juntaron sus torsos y sus cabezas dificultándome parcialmente la visión así que, me incliné un poco sobre la butaca de Carmen y ella parecía no darse por enterada. Apoyé mi brazo en el reposabrazos a sabiendas que ella tenía allí el suyo y como no podía ser de otro modo choqué con el. Me disculpé en voz baja, “perdona, es que estos casi no me dejan ver”, me sonrío, “no te preocupes no pasa nada”. Mantuve mi brazo pegado al suyo esperando que la pantalla nos calentara un poco el ambiente y cuando Lulú comenzó su primera masturbación, arrimé mi pierna derecha a la suya. Inicialmente la retiro, pero yo seguí su pierna hasta la mitad de su sitio y allí la encontré. Solo le pegué la pierna, no la movía esperando su reacción, entretanto como sin querer, mi mano rozó la suya con suavidad. Carmen me miró inquisitiva como queriendo adivinar mis intenciones, yo sostuve su mirada y en ese preciso momento moví la pierna de arriba abajo rozando la suya para apartarla un poco seguidamente. Solo me moví unos centímetros, lo suficiente para que un minuto después notará como ahora era ella la que acercaba su pierna a la mía. No esperé más y mi mano acarició descaradamente entonces su antebrazo en dirección a su teta izquierda, solo la rocé antes de bajar la mano y depositarla en su regazo. Carmen dio un respingo y agarró mi mano inmovilizándola entre las suyas aproveche para acercar mi boca a la suya y darle un suave beso en los labios mientras liberaba mi mano y la movía buscando la entrada de su falda. Volvió a mirarme pero me dejó hacer, se volvió hacia la pantalla y parecía muy interesada en la película, entretanto yo había llegado a la parte baja de su falda y metí mi mano bajo ella acariciando sus piernas camino de su coñito. Antes de que llegará a sus braguitas, noté como ella , que parecía absorta en la pantalla, abrió los muslos lo suficiente para que pudiera meter mi mano a gusto en su cueva. Sus braguitas estaban empapadas, comencé a acariciarla sobre su vulva por encima de su braga hasta que, cuando sus ahogados suspiros me indicaron que estaba a punto, aparté la tela a un lado y busque sus labios vaginales para introducirle los dedos mientras masajeaba con el pulgar su clítoris en cada vaivén. Supongo que la película la tenía caliente porque no tardo ni tres minutos desde que metí los dedos en su coñito húmedo en correrse entre espasmos mientras me mordía en el hombro seguramente para ahogar sus gemidos de placer. Traté de besarla ya que deseaba que me comiera la polla allí mismo pero Carmen, sin decir ni una palabra, se levantó de la butaca y salió de la sala. Yo esperaba que hubiera ido a los lavabos pero cuando la proyección estaba llegando a su fin comprendí que me había dejado con las pelotas hinchadas sin posibilidad de vaciarlas en ella.
A la salida era ya de noche, entre a tomarme un café en un bar y decidí que aquella misma noche haría una visita a Carmen. Aguardé a que fueran las 2 de la madrugada y entonces salté de nuevo el muro y me fui hasta la casa. Suponía que ella estaría sola ya que su marido estaba ausente así que deseaba que tuviera la luz encendida para llamarla en la ventana. Pero no, todo estaba oscuro. No se escuchaba nada desde el exterior, ni siquiera sabía si ella estaba en su cama pero decidí probar suerte. Llamé quedamente en el cristal de su ventana pero no obtuve respuesta. Entonces vi que al fondo de la casa había una ventana que no parecía estar cerrada por lo que me fui hacia ella y la empujé suavemente. Efectivamente estaba abierta así que salté el alfeizar y me colé en la casa. Traté de orientarme con un encendedor que llevaba y así creí llegar después de pasar el salón y la cocina a la habitación donde suponía que ella dormía. Contuve la respiración para escuchar tras la puerta. Se oía una respiración profunda, solo una. Me armé de valor y giré lentamente la manilla de la puerta hasta que está se abrió. Detuve la puerta y volví a escuchar, seguía la respiración profunda por lo que traspasé el umbral y me acerqué muy lentamente al borde la cama. La respiración era regular y profunda. Me arriesgué y encendí un segundo el mechero y pude divisar por un instante a Carmen que parecía muy dormida tendida sobre la cama con las piernas dobladas recostada sobre su lado derecho y con un pequeño y corto camisón blanco. Lentamente comencé a desnudarme sacándome la camiseta y el pantalón. Llevaba mocasines así que no tardé nada en estar en pelotas al lado de su cama, saqué del bolsillo del pantalón un foulard de seda y dejé a su lado por si acaso una delgada cuerda de nylon. Con suavidad me fui dejando caer sobre la cama. No quería que se diera cuenta antes de que estuviera en su lecho y lo conseguí. Me detuve al menos tres veces para comprobar que seguía dormida y cuando me encontré tendido a su lado detrás de su lindo culito mi corazón comenzó a palpitar como si fuera a reventar. Le eché más valor y comencé a acariciarle los muslos desnudos. No llevaba puesto nada más que el corto camisón así que acaricié su redondo y respingón culito y fue en ese momento cuando ella pareció agitarse un momento pero siguió respirando regularmente mientras mis dedos llegaban a su coñito que, inexplicablemente parecía inundado de flujos. Me agache bajo su culo y comencé a lamerla en la oscuridad, seguía sin despertarse y eso me confió tanto que después de lamerlo alternativamente con su coñito, le metí un dedo en su culito. Carmen se sobresaltó y dio un bote en la cama sentándose en ella. Sin darme tiempo a reaccionar, encendió la luz y al verme tendido a su lado amago con un grito de miedo pero yo le tapé la boca con mi mano tratando de calmarla. “Tranquila, no pasa nada, solo vengo a terminar lo que empezamos está tarde en e cine”. Ella se agitaba tanto que le aplasté el cuerpo contra la cama y agarré el pañuelo ciñéndole la boca para que estuviera callada. Sujeté sus manos que intentaban sacarse el foulard agarrando ambas muñecas y con la cuerda que había traído las até las dos juntas llevando el resto de la cuerda a atarla en el cabecero de bronce de la cama. Carmen ahora si estaba asustada de verdad. La tenía a mi merced allí en su cama boca abajo. El camisón se le había subido hasta más arriba de la cintura y yo estaba apoyado sobre sus muslos para impedirle moverse. Levanté de todo el camisón de dormir situándolo sobre su cuello y su cabeza y comencé a acariciarle la espalda con suavidad, pasé de las manos a la boca y la fui besando despacito alternando besos y suaves mordisquitos que unos segundos después de empezar este juego, la hacían estremecer de arriba abajo. Cuando estaba sobre su cintura, me baje de sus piernas y abrí sus muslos. Ella se dejó hacer sin resistirse lo más mínimo, lamí y mordisquee su hermoso trasero y baje por la raja de su culito hasta su agujero anal al que lamí con fruición notando como ella alzaba su culo para recibir mejor mis lametones. La abrí más las piernas y me lancé a comerle el coñito desde atrás. Le doble las piernas poniéndola de rodillas y no ofreció resistencia, me coloque de nuevo entre sus piernas abiertas y lancé mi boca a por su empapado coñito. A cada sacudida de mi lengua Carmen gemía y trataba de clavarme el clítoris en mi boca, le di un par de cachetes en sus nalgas y le ordené que se estuviera quieta. Seguí comiéndole su vulva y cuando sus ahogados suspiros me indicaron que estaba a punto, le clavé mi dedo pulgar en su culo sin miramientos. Un estremecimiento recorrió su cuerpo y sus convulsiones orgásmicas llegaron a asustarme. Me detuve para tomar aire mientras ella se dejaba caer sobre el lecho estirando su piernas. Esperé unos segundos y le di la vuelta. Pensé que estaría rabiosa conmigo pero lejos de ello, su cara era un canto al placer. Me acerqué a su cara y le susurré al oído mientras mi mano apretaba su vulva” te voy a sacar el pañuelo putita, si gritas te aseguro que te vuelvo a tapar la boca y te voy a follar hasta el día del juicio final”. Ella asintió cerrando los ojos así que le quité el pañuelo manteniéndola atada por las muñecas. Me lancé sobre su boca por si gritaba pero no quería gritar, solo comerme la boca mientras me decía “ que grandísimo hijo de puta eres, pero que bien o haces cabrón”. No lo sabes tu bien querida, le dije ufano, desviando mi boca hacia sus pequeñísimas tetitas a las que lamí y chupé hasta hacerle gemir de placer mientras la masturbaba con la mano derecha. Invertí mi posición para ofrecerle mi verga absolutamente empalmada y dura que esperaba desde el cine la mamada de Carmen. No la rechazó y después de algunas maniobras por mi parte ya que ella seguía con las manos atadas, se la metió en la boca y yo comencé a bombear e ella como si fuera un coño con dientes. Mi boca se lanzó de nuevo sobre su botoncito y entre chupadas y mordiscos alternativos en los muslos, conseguí de ella la necesaria tensión para ir un paso más allá. Si seguía chupándomela me iba a correr enseguida así que se la saque de la boca y me coloqué entre sus piernas con mi dura y ansiosa polla apuntando a sus encharcado coño. Le abrí bien las piernas y se la metí sin contemplaciones. Su cuerpo parecía rebotar a mis envites pero yo decidí seguir con un furioso metesaca que solo se detuvo cuando, mientras le apretaba sus pequeñas tetas, solté toda mi leche en aquella deliciosa cueva del placer. Carmen inició una tímida protesta por que al parecer, no tomaba ningún anticonceptivo, pero yo no la dejé seguir ya que sacando mi verga de su coñito, se la coloqué de nuevo en la boca y aunque quería resistirse esta vez, le obligué a chuparla hasta dejarla absolutamente limpia. Me tumbé a su lado y volví a chuparle sus tetitas, había descubierto que cuando se las tocaba o lamía, se ponía a mil y está vez no fue una excepción, dejó de lamentarse por que me hubiera corrido dentro y me pidió que la soltará que total no iba a escaparse. Dudé un momento pero de nuevo me arriesgué y le solté las manos mientras ella lamía de nuevo mi verga. Estaba a horcajadas sobre su vientre y ella ya con las manos sueltas, comenzó a acariciarme el torso, luego llevó sus manos a mi espalda para acariciarme el culito. Mi polla se puso de nuevo a mil y ella me tumbo de espaldas en la cama para subirse sobre mi y clavarse mi verga como la primera vez que la había visto follándo con su marido. Era una verdadera viciosa, se apretaba los pezones pero su coño era a su vez una máquina de dar placer, lo contraía cuando estaba todo dentro y lo aflojaba al subir, estaba a punto de correrme otra vez y no quería que ella, al menos está vez, tomara el mando. Yo era el que mandaba así que le ordené que se bajara y ella después de negarse un par de veces, me hizo caso a regañadientes. La tumbé en la cama de nuevo con las piernas bien abiertas y agarre mi verga con la mano derecha sobando con ella su botoncito mientras humedecía los dedos en sus jugos vaginales lubricando con ellos su agujero anal. Escupí sobre mi mano derecha y extendí la saliva en la punta de mi polla, cuando ella esperaba que le clavara la polla en su coñito, apunté a su agujero del culo y sujetándola con ambas manos los muslos, le clavé la cabezota en su ano. Soltó un grito apagado y comenzó a insultarme tratando de sacarse la polla del culo, “eso no hijo de puta, nadie me la ha metido ahí y no quiero que tu me metas esa enormidad que me vas a romper cabrón, sácamela o te matoo desgraciado”, pero cuanto más me insultaba y se retorcía más cachondo me ponía. Me gustaba que se resistiera así que aplasté todo mi peso sobre sus muslos impidiéndole moverse y sin más miramientos empujé con fuerza clavándole mi polla en su estrecho y virgen canal hasta que el choque de mis huevos con su pelvis me indicó que la tenía toda dentro. Carmen gritó desgarradamente pero yo entonces me detuve, dejé la polla totalmente clavada y comencé a acariciarle su clítoris metiendo los dedos de nuevo en su coñito, al rato ella comenzó a gemir y su cuerpo a moverse en busca del vaivén de mi verga. No me hice de rogar y agarré su mano para que siguiera ella masturbándose mientras bombeaba en el interior de su esfínter. A cada embestida soltaba un grito de dolor pero poco a poco sus ayes fueron convirtiéndose en jadeos mezclados con ayes más apagados hasta que mis cargados huevos no resistieron más el control y se vaciaron dentro de aquel virginal culo. Solté tanto semen que notaba como, pese a que parecía tenerlo taponado, de su culito comenzó a salir un verdadero río de leche a medida que mi verga se iba poniendo flácida. La saqué cuando estaba a medio camino en la erección y me senté de nuevo sobre su torso para colocarle la polla en su boca. No la rechazó y lamió el semen mezclado con las sales de su ano sin hacerle ascos.
Me tumbé a su lado exhausto y ella arrastró su torso hasta donde yo estaba para besarme mientras me decía....” menudo cabrón eres, eres un verdadero violador hijo de puta, pero que bien o haces tío, que passadaaa”.

Esa noche aún se corrió tres veces más (yo solo una escasa) y quedamos en que volvería para “violarla” cuando yo quisiera.........
Y la verdad es que quise.........

Carlos Traste
Datos del Relato
  • Autor: Siol Anep
  • Código: 11892
  • Fecha: 25-11-2004
  • Categoría: Dominación
  • Media: 6.26
  • Votos: 90
  • Envios: 9
  • Lecturas: 2537
  • Valoración:
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Comentarios


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4 comentarios. Página 1 de 1
Eutimia
invitado-Eutimia 06-05-2005 00:00:00

He leido varios relatos tuyos, y desde luego que imaginacion... ¡sigue asi!

eliana
invitado-eliana 08-12-2004 00:00:00

me hubiese gustado encontrarme con un tipo como tu alguna vez,no sabes ,como me exite leyendo tu relato

Victoria
invitado-Victoria 07-12-2004 00:00:00

Me masturbé mientras lo leía y solté tantos jugos q me tube q bañar... Me encanta tu forma de hacerlo, me violarias a mi??

ana
invitado-ana 28-11-2004 00:00:00

que pasado eres un violador y me encantas me lo hases

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