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auditoria en la planta de cemento

AUDITORIA NO PLANEADA

 



El paso de los años me ha convencido de que la mejor forma de conocer a un hombre es analizar su mirada, la forma como te miran sus ojos. Hay ojos que transmiten indiferencia o bien odio y rencor, algunas te miran con lujuria desde el primer momento, otros hombres esconden sus deseos en miradas inocentes o cándidas.
 

Mi nombre es Nancy, tengo unos 25 años de edad, cabello negro largo, de figura delgada curvilínea, senos redondos y firmes piel blanca y pesones rosados, una cola mediana bien parada que llama la atención de casi cualquier mirada, mido 1.69 metros y peso apenas unas 125 a 130 libras lo ideal para mi tamaño y contextura, soy liviana super aseada con mis partes muy bien rasuradas.

 


Hay miradas que te reviven, que hacen renacer en ti aquello que creías ya muerto u olvidado. Y más cuando la tristeza te va dejando algún vacío que aún no se logra llenar. Es como una descarga eléctrica que te contagia el deseo reprimido y olvidado.

 

Se llamaba Mariano, era un colaborador de la fábrica de cemento pero para donde estaba la planta de producción; debido a mi constante viajadera la empresa decidió que mejor permaneciera un periodo de tiempo allá, su mujer muy gentilmente me ayudo a conseguir un hospedaje cómodo y barato. Me rentado un cuartucho de madera que me sirvió de casa por algunos meses mientras trabajé en la auditoria de la fábrica de cemento. Mariano tenía tres hijos pequeños --- pero le gustaba  emborracharse siempre a partir del jueves y se la curaba el martes de la semana siguiente. La mujer de Mariano, silenciosa y seria, era una maestra de escuela chapada a la antigua, me llevaba el desayuno: una taza de café y un pan con huevos por una módica suma.

 

Mariano tenía unos hermosos ojos cafés que esquivaban la mirada y se clavaban en el suelo?". Pero tenía buen cuerpo, macizo y fuerte por el trabajo de la fabrica. Lo noté un domingo, iba por la orilla de la carretera con sus tres hijos rumbo a la iglesia cercana, se había bañado y su pelo negro y lacio y abundante. Llevaba ropa de domingo, recién planchado y limpio, Mariano tenía sus brazos firmes y fuertes, y se le notaba una pija gruesa. Mariano una vez me preguntó: "oiga ingeniera y usted ¿nunca se casó?", el bocado de carne con arroz se me atragantó y medio le conté que estaba juntada y entonces me miró a los ojos como queriendo compartir mi tristeza, pero sólo un momento, luego se levantó y en silencio se retiró, dejándome en el patio, sentada en un banco desvencijado de madera y terminando de comer.

La tarde de ese día lo miré de lejos, andaba entre un sembradío cortando mazorcas tiernas. Me entretuve viéndolo arrancar con destreza los maíces y sentí vergüenza cuando me descubrió con una rápida mirada; me refugié en mi cuarto y por las rendijas lo vi caminar un trecho con esos pasitos acompasados y fuertes cargando una cubeta de maíz en su hombro derecho. Volteó la mirada hacia mí descubriendo que yo lo miraba comprobando que yo lo seguía y se metió a un granero.

 

No sé por qué me dio ganas de seguirle y sigilosa verificando que nadie me observara entre en el granero ahí las piernas me temblaban, me sentía nerviosa y excitada, traté de ver a Mariano pero la oscuridad lo impedía, no se veía nada; di unos pasos hacía esa oscuridad y en la penumbra lo vi parado junto a unos maderos, estaba quieto, como estatua, como esperando; y cuando lo tuve frente a mi sentí su agitada respiración, y cuando sus manos rodearon mi cintura yo estaba dura, como de piedra, quieta, muy quieta y callada; siguió acercándose a mi hasta rosarme con sus partes y cuando acerco su boca a la mía lo esquive volteando hacia un lado y cerrando los ojos, no hizo caso y me busco con sus labios, luego le besé las mejillas y el me apretó y beso mi cuello yo temblé, siguió besando y lamiendo mi cuello, contagiándome de sudor salado mi respiración caliente junto a su cara intento meter sus manos bajo mi vestido y aunque mis manos contuvieron su avances logro subir el faldón de mi vestido, sentí su verga buscando mi sexo. Endurecí y cerré mis piernas, diciendo entre gemidos: "no…, eso no, ya déjame, tengo que irme.

 Mariano se pegó a mí, su boca me succionó y mi lengua entró bailoteando entre sus labios; seguimos forcejeando, yo gimiendo y el tratando de abrirme las piernas y jalando hacia abajo mi tanga de encaje, lo logro apenas y metió sus dedos en mi vulva húmeda, volvió a decir un "nnoooo", entrecortado y en ese momento me vine, sentí que un chorro de fluido vaginal me bajaba por mis piernas blancas; entonces me puse flojita, dejándome venir, suspirando hondo, como compartiendo mi placer, sentía el palpitar de sus manos fuertes mientras me metia sus dedos en mi raja me sentí estúpida y temblando, parada frente a el con mi tanga casi a las rodillas Mariano me miró a los ojos mientras sacaba su mano de mi vulva, luego salió con pasos apresurados.



Después de aquello Mariano no volvió a ser el mismo de siempre, es más, creo que se hizo más esquivo; yo me sentía inquieta y caliente, tal vez deseaba lo mismo, pero no lo sabía. El sábado siguiente regresaba ya de noche a mi cuarto, había estado trabajando hasta tarde en los informes de auditoría; al salir de la planta, me tome tres o cuatro cervezas y me sentí mareada, la compañera de despacho quería que fuera a su casa a seguir tomando, pero dije que no, no quería emborracharme, el recuerdo de Mariano me mantenía ansiosa; me fui pensando, riéndome sola, cuando un "psss" salió de la oscuridad al pasar junto al pajar, volví mis pasos hasta pararme era Mariano salió apenas, y reclamando: "¿de dónde vienes?, ¿con quién estuviste?, hueles a cerveza, ¿dónde has estado?", no le contesté, seguí caminando, obligándome a meterme al pajar, volvió a insistir: "quiero que me digas, te he estado esperando mucho rato, es más, ya van tres vueltas que doy y tú no llegabas.

¿dónde andabas?"; me sentí confundida, excitada y nerviosa, pero confundida a fin de cuentas, ¿por qué Mariano reclamaba?, ¿con qué derechos?; para entonces ya estaba junto a él, Mariano se dejó besar y cuando nos separamos le dije: "¿por qué me preguntas?, ¿quién eres tú para interrogarme?, tienes mujer y estás casado, ¿qué buscas?"; di media vuelta y su voz me detuvo cuando salía: "quiero que seas mía ingeniera, si lo que buscas son picos , no tienes que buscarlos allá hay quienes quieren acostarse contigo, más de tres ya te echaron el ojo, pero tú me gustas…, además ya no tengo esposa, tenía pero hace meses que no nos acostamos, además se fue, a hacer unas vacaciones y solo vendrá cada 15 dias.

 seguí caminando por la vereda y su voz: "no te vayas", sonó como suplica a mis espaldas me hizo regresar. Cuando entré al pajar y nuestros rostros quedaron juntos noté la dureza de su mirada, como de reclamo, lo abracé fuerte, pegándose a mi apretó mis nalgas duras con sus manos por encima de mi pantalón de uniforme, mis labios tocaron los suyos y me costó trabajo hacer que abriera la boca, sus largos brazos rodearan mi cuello. Ambos de pie nos abrazamos en la oscuridad, le deje que me hiciera lo que quisiera y desbrocho mi pantalón bajándolo; me bajo la pantaleta hasta los tobillos me apretó nuevamente las nalgas ya desnudas; su pene erecto busco mi sexo y cuando por fin me abrió las piernas y su boca buscaba la mía, con aliento cortado me dijo: "apúrate, termina pronto que puede venir alguien".

Mi vagina dejó entrar su palo, y sentí su calor y mis jugos empezaron a salir; nos movimos con prisa, queriendo terminar ya, el entraba en mi con fuerza, recargada en medio del pajar, quejándome de su verga entrando con violencia gemía ahhhhhh; por fin desde la punta de los pies sentí la descarga y de pronto eyaculaba dentro de Mi me besaba el cuello diciendo quedo: "ya… ya…, ya, mmm, ya". Terminamos juntos, o al menos eso creo y una de sus manos jugaba con mis cabellos, como acariciándome suave, luego me apartó, cerré las piernas el se incorporó y se abrocho su pantalón y mientras caminaba hacía la vereda; de espaldas lo vi desaparecer en la negrura de la noche. Todavía me quedé un rato en el pajar respirando los olores, saboreando en mi boca su salado sudor, y sintiéndome pegajosa.

 


una vez a la semana, me citaba de nuevo en el pajar, para coger ,su boca que exploraban la tersura de mis tetas, y la dureza de mis pezones, sus dedos inquietos buscaban en mi concha y se adentraban, primero en mi chocha, luego en los pliegues de mi ano dejando mis partes enrojecidas y humedecidas en placer; también me amasaba mis nalgas duras y redondas, así como estábamos, de pie, respirando fuerte y caliente cuando su duro miembro me penetraba, y nos movíamos con furia; mis quejidos "ahhh, ahh" en cada arremetida, me hacía venir entre quejidos apurándome con apretones en mi michita con su verga, lo quería seguir cabalgando, luego sin decir palabra me quitaba de encima, se ponía sus pantalones y se marchaba Pero era celoso, muy celoso. Bastaba que llegara tarde de la fábrica o que un fin de semana me fuera para provocar su furia.

 


Recién había cobrado un pago y ya con el dinero en la mano fui a su casa para hacer cuentas de la renta y los desayunos. Todos parecieron ponerse felices, más la esposa no así Mariano que ya sospechaba algo. Yo me fui a mi cuartucho de madera. Dos semanas le duró el enojo a Mariano hasta que una noche el rechinido de la puerta que se abría me sacó del sueño y puso fin a su furia se metió a mi cama y me dijo Nancy no sé qué pasa y se metió conmigo bajo las cobijas yo desnuda el me agarró duro y le dije excitada quiero tu pinga, la quiero toda mía, solo mía; me la quiero comer toda, la quiero dura, toda adentro, en mi micha, donde se te antoje" y me lo metió en mi conchita lo sentí en el punto exacto suspire hondo, me cabalgaba, subiendo y bajando sobre mi concha yo suplicante le dije "ay papi, que rico eres, muerde mis tetas, muérdelas, chúpalas", entonces me quejo sintiendo como me taladra ni coñito segundos después sentí que se venía y suspiraba apreté con mi vagina su palpitante verga, pero él seguía brincando en mí, y me volví a venir, y luego otra vez, hasta que desfallecí sobre mi cama exhausta con mi vagina, toda sudorosa y olorosa a el.

 

Se quedó como dormido yo también sentí que me dormía; luego él se bajó de mí. Acostado a mi lado le fui lamiendo su sudor, y luego más abajo hasta encontrar la dura carne y le dije "toda mía, toda" antes se comerme todo su garrote y mientras mi boca chupaba fuerte una y otra vez, su semen entro en mí y el me gritó trágalo, y chupe y volví a tragar hasta dejarlo seco; luego me limpie la cara con la sábana y volvió a acostarme junto a él.



Mariano siguió fingiendo ante los demás, pero era obvio para todos que él dormía conmigo, que ya éramos amantes. La gente de la planta de cemento me miraba con recelo y el supervisor me presionaba para que mejor me fuera, pero Mariano se negaba "no, tú no tienes que ir a ningún lado hasta que termines tu trabajo, ya soy tu dueño, tu lugar está aquí conmigo, no te voy a dejar ir para ningún lado cuando termines la auditoria veremos ¿entiendes?, además a la gente nunca le vas a dar gusto, siempre hablarán, mejor que hablen con provecho".



Después de coger con Mariano aunque me bañara mi micha siempre olía a sexo; Cierta vez que me tenía boca abajo en la cama y chupaba y mordía mi culo me pregunto" ¿nunca te lo han hecho por atrás?", yo conteste si pero muy poco y apreté la cola para no dejarlo entrar, se enojó y me pegó una nalgada, me puse flojita" y me paró las nalgas, que se entreabrieron, verlas así lo calentó mucho, sentí que su verga explotaba y atraído por mi culo; no pudo resistir lo lleno de lengüetazos y saliva, yo reculaba protestando porque me causaba temor, su verga entre mis nalgas, puso un dedo en mi ano apretado y lo aflojo se incoó tras de mi y apunto la verga en mi culo, sólo un poco, repasando la cabeza del pene por entre mi raja húmeda y la puerta de mi culo hasta meterla suspire, como sacando todo el aire y aflojando el cuerpo, entonces empezó a bombear mi cola caliente hasta que grite diciendo entre cortada "me duele…me duele basta me duele… pero el no hizo caso, metía toda su pinga dura, gruesa… siento que me partia en dos, aahhh gemía y gritaba pero poner resistencia asi q me doliera aún más.

Asi que me relaje un poco… empecé a sentir rico…, me duele todo, pero es muy rico… como nunca… tu pinga es mia… toda mía", entonces enloqueció y se lleno de furia y de ganas entra y salí mucho más, muchísimo más veces de mi cola, haciendo que nuestros cuerpos hicieran "plaf, plaf, plaf" al chocar y mis nalgas brincaran, como protestando, yo gemía y gritaba "ah, ahh, aaahhh" con cada metida de miembro; luego de no sé qué tiempo sentí que mi culo palpitaba apretando su verga y entre gemidos le grite "quiero tu leche, la quiero toda…, dámela en la cola, quiero sentir tu leche, anda papacito lindo lléname de leche el culo, anda cariñito mío, dame verga y leche en la cola, ya…, la quiero ya", y se vino como nunca; primero fue un chorro largo y continuo, luego chorritos acompasados, y de pronto el semen se le acabo pero la verga seguía Parada hasta que desfallecimos quedándonos pegado.

Al día siguiente me marché sin decirle nada ya había terminado la auditoría y me tocaba volver y olvidar a el animal q era Mariano

Datos del Relato
  • Autor: nancy
  • Código: 47024
  • Fecha: 29-11-2017
  • Categoría: Dominación
  • Media: 8.5
  • Votos: 2
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1717
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Extraño
invitado-Extraño 29-11-2017 21:54:30

Que excitante el relato se ve que vives momentos de mucha pasión sin reprimirte nada

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