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Categoría: Masturbación

Atormentando al chaval

Todo empezó cuando se vino a vivir a nuestra casa con mi marido y mis dos niños pequeños, un primo de mi marido, adolescente de unos 18 años. Al parecer el chaval había tenido problemas en su barrio y quisieron sacarlo de allí una temporada.

A mi no me hacía ninguna gracia semejante pájaro en casa, pero como era una cosa de la "familia", pues tuve que tragar.

Vino el chaval, y resultó ser bastante distinto a lo que pensaba. En vez de gallito y con aires de delincuente como me había esperado, resultó ser callado apocado y sumamente tímido sobre todo conmigo.

Antes de meterlo en casa, y como iba a estar en mi casa teniendo yo hijos pequeños, tomé la precaución de poner una pequeña cámara de televisión en su habitación. Una cámara diminuta para conectar mi ordenador de la consulta (yo soy médico aunque no consulto en casa) que comprara para vigilar a la niñera en un ataque de preocupación que tuviera hace meses cuando salieron en la televisión imágenes de matratos. Él iba a dormir en la habitación de uno de los niños, y a estos, los junté en otra distinta.

En un principio ni usé la cámara, porque el chaval era muy formal. Sobre todo conmigo. Mi miraba bastante, pero me hablaba poco y sin mirarme a la cara. Sólo me acordé de la cámara, un día que hizo algo que me pareció un poco extraño: Estaba con los niños en el salón, y llegué yo de la ducha y me puse a echar crema en las piernas.

Al cabo de un rato, él, que estaba en el sofá de enfrente, se levantó acelerado y se metió en su habitación.

Yo que estaba siempre al quite con el tema de que se drogara o similar, me preocupé y por primera vez me acordé de la cámara y sentí necesidad de vigilarlo.

Me acerqué al despacho, cerré con llave y tras el rato de carga del ordenador, conecté el enlace de la cámara y resolví el misterio.

Solté una carcajada al ver que lo que estaba haciendo era masturbarse. Salí de la ducha como siempre había hecho, muy tapadita con la toalla desde el pecho a la cintura, pero verme las piernas y untar la crema, lo había puesto malo y se había tenido que ir a "aliviar". Allí seguía el chaval frotando con energía y ansiedad su pene. Aquello me divertía y me halagaba. Las hormonas de aquel poco más que quinceañero adolescente soñaban con mi cuerpo, y ahora estaba consolándose con su mano en la soledad de su habitación.

Al cabo de unos minutos, eyaculó y para mi disgusto, se limpió a la sábana de su cama.

Salí divertida del despacho y me vestí. Como tenía un "admirador", decidí complacerlo y me puse unos pantalones cortos y una camiseta de asas floja, pero muy escotada. Además, en su honor, no me puse sujetador, cosa que muy pocas veces había, porque el hecho de tener unos pechos tan grandes hacía que me fuese incómodo no llevar.

 

Después de masturbarse, salió de la habitación con cara atribulada, y me costó bastante trabajo no sonreir al cruzarme con el. Estuvo tranquilo un rato, hasta que vió otra vez mi vestimenta y sobre todo la generosa porción de pechos que dejaba ver la camiseta en algunas posturas.

 

Pasaron unos días, y seguí mi táctica de "darle tema" para su sesión nocturna mientras el miraba goloso y callado cuando pensaba que yo no estaba pendiente. Algunas veces se tocaba la zambomba con la luz apagada, pero con la iluminación de la lámpara nocturna de los niños, podía seguir los movimientos de su sesión masturbatoria.

 

Tuve incluso una idea divertida, que fue enseñarle un álbum de fotos de los niños que guardaba en la habitación de uno de ellos, que era la que ocupaba él, y añadí previamente un par de fotos que no estaban allí. Una era de la playa. De cuerpo entero, estaba en top-less, y me tapaba únicamente de mis grandes pechos, los pezones con los brazos, y otra, muy sugerente en Canarias vestida con una mini y un top.

Por el monitor del ordenador, luego me reía viendo como con la puerta cerrada y el pestillo echado acudía al álbum y contemplaba las fotos. Fijamente, como contemplando mis piernas, mi pubis, mis pechos........., y empezaba a tocarse el pantalón como colocándose algo. Luego volvía a hacerlo con más duración. Se ve que tenía una erección y tenía que acomodarse el pene. De tanto acomodarlo, de ponía peor y acababa por sacarlo por la bragueta del pantalón. Luego se acariciaba despacio contemplando las fotos hasta que iniciaba una paja. El chico se frotaba cada vez más rápido, hasta que se tumbaba en la cama. Ya no miraba las fotos, y en cambio agitaba su pene cada vez más compulsivamente. Como ya sabía su ritmo y lo que le faltaba para eyacular decidí hacer un poco el gamberro. Dejé grabando y me fui a llamar a su habitación.

En el video se veía su sobresalto y fustración por malograr el tan esperado momento final y su agobio por no saber como reaccionar.

Al cabo de unos segundos, logró recomponerse la ropa, guardar el álbum y abrir.

¿Qué estabas haciendo? Pregunté inocentemente sin que pudiera evitar una sonrisa.

Nada. Balbuceó.

- Voy a poner la lavadora así que dame toda la ropa sucia que tengas, que luego aparecen cosas por ahí cuando ya está en marcha.

Recorrí la habitación eligiendo algunas prendas de entre las camisetas, chándales y zapatillas que en general sembraban la habitación, mientras le daba oportunidad de verme los pechos por el escote y rodeaba el sitio donde apresurado había guardado las fotos para ponerlo nervioso. Se tapaba la zona con las manos, pero el chándal que llevaba dejaba en evidencia que aun tenía una gran erección.

 

- Vamos a cenar. Dije mientras escrutaba en su cara un leve gesto de decepción por ver acabadas sus posibilidades de llegar a la "meta".

 

De todas maneras, lo que más me divertía era cuando lo hacía de día cuando conseguía "hacerle una urgencia".

 

Una noche de mucho calor en verano, mi hijo pequeño, que lo admiraba bastante con esa admiración que los niños tienen por sus primos o hermanos mayores, quiso ir la habitación donde dormía y meterse con él en la cama.

- Bueno, pero tu te pones del lado de la pared para no caer. Y a José le dije que no se preocupara. Que cuando se quedara dormido ya me llevaría al niño de su cama.

Al cabo de un rato, volví y el niño aun no dormía. José, quizás por vergüenza, prefirió hacerse el dormido. Así que casi tumbándome encima de él, comencé a convencer en susurros al oido al niño que se viniera. El se negaba, por lo que yo seguí hablándole un buen rato.

El "dormido" José sin duda sentía casi mi peso encima, mi presencia, mi olor y mis pechos casi sobre su cara y como tuve que clavar una rodilla en la cama, mis piernas tocaban las suyas cuando quise levantar al niño. Tapado sólo parcialmente con una sábana, y sin poder moverse para seguir poder hacerse el dormido y seguir disfrutando, no podía cambiar de postura para disimular la completa erección que sentía en ese momento pese a la casi penumbra de la habitación. Finalmente decidí llevarme al niño e hice la travesura final. Mientras me quejaba entre dientes del esfuerzo de sacar al niño, adelanté mi rodilla hasta sus testículos, les di un leve golpe y la dejé allí. José saltó en su falso sueño y se aguantó. Yo levanté al niño, y a causa del peso, hice un fugaz descanso, justo poniendo el revés de la mano en la erección del chico. Dos segundos, y lo levanté definitivamente para abandonar la habitación.

Puse al niño en su camita y volví para escuchar. Por algún extraño motivo, José no se quedó en la habitación. Se fue al cuarto de baño y se encerró.

Desde nuestro cuarto de baño, pude ver a través del ventanuco traslúcido común su figura delante de la taza del water como se agitaba frenético y decía en voz queda como obsesionado ¡joder!¡Uf! ¡joder!¡que pasada! Esta vez, no hubo paradas ni cambios de ritmo para durar más. En muy poco tiempo pude ver como cambiaba de ritmo y estiraba el pene para que el semen cayera por la taza del water. Se lavó las manos.

 

Tampoco el estaba tan atolondrado como parecía. De las vigilancias nocturnas descubrí que como su habitación estaba debajo de la nuestra estaba atento a lo que oía, especialmente al momento en que tenía sexo con mi marido. No sabía que desde abajo se podía escuchar, pero desde el descubrimiento, descoloqué un tornillo del cabecero de la cama para que golpeara la pared levemente en cada embestida, y procuré ser un poco más gritona de lo que ya era.

Evidentemente, al oir los sonidos cada noche, empezaba a agitarse, a veces se movía como buscando donde se oia más y terminaba por bajarse el pijama y empezar el meneo. Miraba hacia arriba, luego hacia abajo y se frotaba con más frenesí. Caminaba en círculos como atontado frotándose y en un momento dado retorcía la cara y eyaculaba directamente en el suelo.

 

Incluso algunos dias en fin de semana, dejé entreabierta la puerta del dormitorio. Como entre el pasillo y la estancia de la cama hay un vestidor, no se puede ver nada aunque se asomase alguien, pero eso le proporcionaba sonido directo. Es que los fines e semana se quedaba sólo en el salón, en el piso de abajo, viendo la tele hasta tarde o haciendo cualquier cosa. Del salón o de las escaleras no podía tener imágenes de la cámara y hasta pensé que no se daba cuenta o que no oia nada, hasta que por las mañanas buscando con atención, empecé a encontrar su típico rastro de manchas de sus corridas nocturnas y de trocitos de papel higiénico manchados.

 

La semana siguiente vino mi hermana a pasar el fin de semana. Al ver al chico, me preguntó que qué tal con el primo de mi marido.

 

Bien, es buen chaval, callado, formal y obediente, pero me ha salido un completo pajillero. – dije riendo.

¿Pajillero? Dijo ella divertida.

Si, está todo el día en su cuarto tocándose la zambomba. Aunque yo le ayudo bastante, ja, ja ja. Se ve que le gusto, así que le doy motivos para que se ponga cachondo. Me hace mucha gracia verle descargar.

Como te pasas, ja, ja. No lo dejes traumatizado que es joven aún. Ya les pican las hormonas, para que lo alteres más.

Conté a mi hermana a los episodios pasados y reímos con los esfuerzos y los disimulos de José. Hasta le enseñé las fotos que escondía en su habitación, que estaban ya llenas de huellas de dedos de manejarlas con las manos húmedas de substancias inconfesables y el escondite de los pañuelos machados de semen de sus "ejercicios", que por alguna razón no se atrevía a tirar..

Pobrecito....... repetía constantemente mi hermana como si yo hiciera una maldad.

Don pobrecito se hace una media de tres manolas al día el condenado. La que nos acompaña por la noche cuando lo hacemos, la de la erección de la mañana, y luego cuando lo pongo malo por la tarde. Pues para hoy le vamos a dar una vuelta de tuerca para que lo veas en acción.

 

Esa tarde fuimos todos a la playa y al volver, iniciamos la sesión de duchas y baños. Al niño mayor ya lo preparé diciendo, ¿no quieres bañarte con Jose?

Si, si.........

Una vez en casa, mi marido se fue a nuestro cuarto de baño arriba, y yo me llevé a los niños a la bañera del general.

Venga, todos a bañarse... grité.

El niño mayor se metió en en cuarto de baño y empezó a llamar a José.

- Báñate conmigo, báñate conmigo.......

José puso cara de circunstancias y quiso irse, pero yo dije mientras peleaba con los grifos de llenado.

- Si, José, es mejor que te bañes con el niño, no hay agua para todos, es tarde y sino, no damos acabado.

José quedó petrificado, pero yo lo dije ¡apura! Y salí del cuarto de baño dejando zanjado el asunto. José ahora estaba atribulado, no sabía que hacer y no sabía si yo iba a volver.

Tarde dos minutos, abrí la puerta. El me miró aterrado y amagó una protesta. Aun tenía el traje de baño.

- Vamos quítate eso. No vas a tener vergüenza ahora, no? Los niños también están desnudos (como si eso fuera una comparación) y yo no me voy a asustar. Soy médico y veo chicos desnudos todos los dias (mentí). José estaba paralizado, pero lo miré firmemente.

Tan infinita debía de ser la vergüenza de José que ni se dio cuenta que la puerta quedaba entreabierta tres dedos, para que mi hermana pudiera seguir todo por el reflejo del espejo del lavabo.

José, casi por inercia, intimidado por mi mirada se bajó lentamente el traje de baño. ¡A ver José! Apremié. Yo estaba de rodillas para enjabonar la cabeza del niño ya metido en la bañera.

Finalmente José dejó sus genitales al descubierto y tapándose levemente se acercó a la bañera. El pene de José me sorprendió por pequeño. El era un chico bastante corpulento, pero su miembro era bastante de niño. Y los testículos bastante pequeños rodeados de una mata de vello bastante larga sólo en la parte alta. Durante dos o tres segundos miré sus genitales fijamente y sin disimulo, que quedaban a la altura de mi cara.

Para evitar que se relajara, decidí mencionarlo y causarle alguna humillación adicional

- Tanto lio, para una cosa tan pequeña, anda, quítate todas esas arenas.

 

Seguí lavando a los niño ignorando por un lado a José, y por otro el hecho de que estaba arrodillada y no solo no llevaba la parte de arriba del bikini, sino que la camisa estaba solo anudada por abajo y se me veían casi completos mis grandes pechos agitándose con el fregoteo de las cabezas de los niños.

José amagaba lavarse mientras se sentía casi enfermo vigilando mis pechos, luchando contra la erección y mareado por la humillación de tener sus genitales expuestos a mi.

Pensando en mi hermana, vigilando por el espejo, di mas vueltas a la tuerca. ¿Y tu, igual como los niños, hay que insistirte para que te laves? Y le pasé la esponja por el pecho, dejando mis agitados pechos a pocos centímetros de sus ojos...

 

-Listo!, grite, haciendo salir a los niños de la bañera. A secarse. ¡Tu también fuera José!

Esperé unos segundos a que José saliera remolón y grité - ¡Alicia!, ¡ven a buscar a los niños!.

Unos segundos, y entró Alicia para mayor desazón de José que ya estaba petrificado y que buscaba en vano una toalla (yo la retenía sin dársela) para ocultar su pene casi erecto pese a sus esfuerzos.

Mientras los niños se envolvían en una enorme toalla cada uno, José lograba taparse, pero le toco otra vuelta.........

 

Al tener el pene erecto, vi algo raro y se lo miré fijamente y le dije: José, a ti te han revisado si tenías fimosis?

José a esas alturas de la escena, ni reaccionaba, pero pareció contestar un sí.

 

Tomé el pene de José, ignorando como había hecho hasta ahora que estaba en erección, y lo tomé en la mano.

Pues hasta los 12 años te tenía que haber revisado el pediatra, pero ahora ya de mayor, es difícil que te examinen.... soy médico – insistí con autoridad infinita como si el fuera un niño ante las reticencias de José.

Pero entonces ahora José miraba a Alicia.

 

- Ah, Alicia te molesta?, pero si es mi hermana (dije con firmeza como si eso fuera un argumento..)

 

Tiré del prepucio hacia arriba y apenas se descubrió el glande. Manosee algo más de lo necesario, mientras mis pechos seguían más a la vista de sus ojos que antes. Su pene estaba completamente erecto y despedía calor.

 

No tienes fimosis, o creo que no. Tienes lo que se llaman adherencias. Se te pega la piel del prepucio y no se descubre del todo. No se suele operar porque a tu edad, se suele corregir sólo. ¿Te duele cuando te empalmas? Eh?, si ves a una chica "de tu edad" (Alicia sonrio al oir mi deliberado matiz) que te gusta y se te levanta, te duele?

 

José, masculló un "no" muy bajo, pero yo por mis adentros me di cuenta de que algo si debía molestarle. Por eso a veces tenía urgencia en masturbarse y se le complicaban algunas sesiones. Probablemente se le erosionaba el glande.

 

Normalmente a tu edad ya se ha ensanchado el prepucio, y sino, con la pubertad, al empezar a masturbaros, vais forzando la piel y se va ensanchando. ¿Te sueles hacer pajas?

José, mientras aun sostenía su pene en mi mano mintió y dijo que no.

 

Pues es raro, los chicos a tu edad, todos se hacen. Igual te duele y no puedes hacerlas, ¿seguro que no te masturbas?.

No tengas miedo que no te salen granos ni te quedas ciego, -intervino Alicia riendo....

Si, hombre, a tu edad, todos le dais a la manivela todo el dia si podeis. Cuando te hagas tus cosas, usa un pañuelito y limpia bien, no manches nada. –dije con tono juicioso. Y los testículos, los tienes bien descendidos también, dije bajando las manos y palpándolo como si fuera un animal.

En ese momento y con un apretón en las pelotas al soltárselas que lo hizo estremecerse, di por terminado el examen, con la misma indiferencia con que había actuado todo el tiempo, y salí del cuarto de baño con Alicia, dejándolo sólo.

- Si no vas a cenar más con la de sardinas asadas que comisteis, ya te puedes acostar al secarte y ponerte el pijama.

Fuimos al despacho y nos encerramos mientras reiamos a carcajadas de sus caras, de su vergüenza, de cómo negaba el masturbarse...

-Tenía el pito como un mastil, que no sabía como ponerlo para que no lo vieras..... –dijo Alicia.

- Se lo metía entre las piernas y de la tensión, le saltaba otra vez para arriba y venga a meterlo.... –comenté...

- Y como hacía, que no quería que se viera como te miraba los pechos.....

- Cuando lo examiné, estaba templando. Estaba blanco, y el corazón le iba a 100, ese va bueno. Está noche tiene para hacerse una fiesta varias veces....ja,ja ,ja.. De todas maneras, para la edad que tiene y lo corpulento que es, tiene el pene bastante pequeño.

Pero el se las arregla bien con el......ja, ja ,ja

- Y esos cojoncitos de gato, no se como reponen tanto material que está gastando continuamente........

 

Al cabo de un rato, lo vieron aparecer en el monitor. Cerró la puerta y al poco tiempo se tendió un la cama. Algo decía, quizás lo de ¡joder! ¡joder y sacó el pene y como no podía ser de otra manera, comenzó a frotárselo furiosamente.

- Huy, pobre chaval, que se lo va a romper, rió Alicia.

- Siempre hace así... bueno, no tanto, je, je.

- Ja, ja, está que no puede más. Menudo homenaje te está haciendo. No puede más. Ahora debe estar pensando en que está teniendo sexo contigo.

- Pues que se moje las ganas, ahí, contra el kleenex y que no me manche nada.

José eyaculo rápidamente y torpemente cazó el chorro de semen con un pañuelo.

- Bueno, hoy ha batido su record. Normalmente va haciendo paradas para durar más, pero hoy debe de preferir hacerlo varias veces.

 

Luego, te lo cruzas en el pasillo, con esa cara de santito y de no haber roto un plato y mira las ganas que te tiene el primito de marras.

 

- Oye, que igual también le gustas tu.

- ¿Yo? – dijo Alicia

- No?, que no?, si este es un salido, que le gusta todo. Mañana te toca a ti darle el tema de la pajita.

Ja, ja ¿Y que hago? – Dijo Alicia.

 

Bueno, vale cualquier cosa, pero ponte al salir de la ducha con sólo una toalla y ya verás como se anima.

 

Al dia siguiente, por la noche, José estaba viendo la tele en los sofás del cuarto de estar como siempre. Como estaba previsto apareció Alicia, con sólo una toalla blanca después de la ducha y sentó en el sofá de enfrente. Con calma infinita e ignorando a José, empezó a pintarse las uñas de los pies. ¿Te gusta este color? Dijo a José, obligándole a contemplar sus morenas y perfectas piernas. José asintió fingiendo indiferencia mientras se le aceleraba el pulso. Alicia volvió a lo suyo.

José estaba ya muy sofocado, cuando tocó el golpe de gracia. Alicia llamó a la gata que vino corriendo y saltó sobre su regazo. Esta, hizo que jugaba con el en animal y lo recogió al vuelo saltando hacia atrás y tumbándose en el sillón.

En ese momento José tuvo un amago de infarto. Al echarse hacia atrás, Alicia abrió las piernas y con la toalla que no le llegaba ni a los muslos, dejó al descubierto su sexo. No se había puesto bragas. Alicia estaba completamente rasurada, y José dio un salto al contemplar aquellos labios completamente definidos. Alicia se mantuvo unos segundos tumbada para dar tiempo a José a disfrutar y se incorporó.

Bueno Titina, ya me estropeaste las uñas. Alicia se levantó, dio la vuelta, se agachó para dejar a la gata en el suelo exponiendo su culo y los labios de la vulva desde atrás a centímetros de la cara del pobre chaval y se marchó. José se tapaba la erección con un cojín y se frotaba levemente sin poder evitarlo.

Un poco más tarde, José se levantaba hacía su habitación.

- Pobre, dijo Alicia, pues a mi me da pena........... comentó Alicia entre sonrisas.

Datos del Relato
  • Categoría: Masturbación
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