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Anecdotas life is a beach

~Desperté de golpe... sentándome, respirando agitado, sudando y me toqué todo el cuerpo, pasaba mis manos por mi pecho hasta llegar a mi pierna derecha que palpe con cuidado... y nada, no sentía nada. Como si todo hubiese sido un sueño... un terrible sueño... me tapé la cara con las manos tratando de recordar todo, pero eran rápidas imágenes pasando por mi mente, nada claro, hasta que volví a notar algo diferente...

No estaba en mi cama.

Estaba sentado en un piso de concreto.

Sentía demasiado frío.

Y abrí los ojos... no estaba en mi cuarto, estaba en el exterior, no conocía ese lugar... nada, nada me era reconocido hasta que volví a fijar mejor mi vista en los detalles... reconocía el espacio... estaba en un patio y tenía un edificio a mi alrededor... más adelante estaba otro patio igual de concreto con otro edificio... como un espejo y estaba solo. Sentí miedo... no sabía dónde estaba, no sabía dónde estaban mis amigos, Arturo, Tony... ni Cintia... ¿Dónde estaba Cintia?

- ¿Dónde...?

Me levanté del suelo sin ninguna dificultad...

- ¿Por qué me siento así? Yo estoy bien... no tengo porque sentirme mal – pensaba.

Caminé lentamente hasta acercarme a una de las paredes del edificio y reconocí la baldosa de las paredes, si mi memoria no me fallaba era la misma baldosa del colegio, pero... la del colegio es amarilla... y esta era blanca, de hecho... todo el edificio era blanco... tan blanco.

Volví a alejarme del edificio y miré al cielo.

- ... No hay sol –, todo estaba tan nublado como si fuese a llover. Me sentía demasiado confundido... – ¿Dónde estoy? No entiendo nada.

A pesar del miedo que sentía decidí ser un poco valiente y comencé a caminar... hasta llegar a unas escaleras bastante conocidas... seguía captando cada detalle, si mi memoria no me fallaba se parecía mucho a mi colegio, pero todo era demasiado blanco y pulcro... Y si estaba en el colegio ¿Dónde estaban los niños, los profesores? Estaba completamente vacío.

- ¡Jajajajajaja! – me quedé congelado al escuchar esa risa en medio de esa soledad –... ¡jajajaja!

- ¿Quién está ahí?

- ¡jajajaja!

- ¡Responde!

Di unos pequeños pasos por el primer piso hasta que llegué a las puertas de lo que parecía el primer salón, traté de abrir la puerta pero estaba cerrada, miré por la ventana esperando ver algo o alguien, pero nada, el salón estaba vacío. La risa se escuchó mucho más fuerte detrás de mí lo que causaba que mi miedo aumentara.

Hasta que lo vi... un chico... un chico rubio corriendo por el pasillo mientras reía...

- ¿Tony?... ¡TONY! – corrí lo más rápido que pude tratando de acercarme hasta que volví a perderlo de vista – ¡Coño!

- ¡Hola!

- ¡Ohhh FUCK! – grité maldiciendo pegándome a la pared – my God...

- Jajaja... no debes decir groserías, eso es malo.

- No... no eres Tony – le respondí agitado – ¿Quién...?

Ese niño rubio... ya lo había visto antes... había hablado con él y jugado muchas veces.

- Espera, tú eres... ¿Owen?

- ¿Me conoces?

No podía creerlo... mi amigo, mi amigo Owen de Estados Unidos, era increíble... no había cambiado prácticamente nada rubio, ojos café y una carita bastante tierna vestido con una franela a rayas horizontales azul, un short igual azul y zapaticos blancos, parecía un chico de la edad de Tony, pero se suponía que debía tener mi edad.

- Sí, claro... Soy Andrew ¿me recuerdas? Tú y yo somos amigos.

- ¿Amigos?

- Sí... jugábamos todos los días en Central Park cuando iba de vacaciones.

El chico se quedó mirándome con detenimiento y comenzó a sonreír...

- Jajaja... no, lo lamento... no lo conozco, señor.

Quedé un tanto decepcionado por lo que me decía, pero luego captando algo curioso... muy curioso que me hizo reaccionar diferente.

- Oye... Owen... hablas español – le hablaba mientras me colocaba a su nivel –, no sabía que podías hablarlo.

- ¿En serio? No sabía que hablaba español... – me respondió confundido – que raro.

Mi mente simplemente no podía dejar de formular preguntas sobre qué estaba sucediendo y dónde estaban los demás y el por qué Owen estaba parado frente a mí como si fuese lo más normal del mundo.

- Owen ¿Dónde estamos?

- No lo sé...

- Y ¿Has visto a otro niño? ¿Como tú?... a Tony... ¿Recuerdas a Tony?

- ¿Por qué tu ropa está rota? – me respondió con otra pregunta.

- Ehhh...

Hasta ese momento fue que pude notar mi vestimenta. Llevaba mi uniforme del colegio, chemise beige, pantalón azul marino y zapatos negros, pero Owen tenía razón, mi chemise y pantalón estaban rasgados en algunos lugares y no supe cómo responderle ya que seguía igual de confundido.

- Conozco a alguien que está vestido igual que tú...

- ¿Cómo?

- ¡Sígueme!

- ¡Espera, Owen!

- ¡Sígueme! – volvió a repetir comenzando a correr en otra dirección.

Yo comencé a seguirlo hasta que el pequeño aumentó la velocidad y tuve que correr aún más rápido... a medida de que lo seguía comenzó un sonido que era nuevo, parecía una alarma que no dejaba de sonar y al mismo tiempo se distorsionaba cada vez que me acercaba a Owen, subimos por otras escaleras y al final del pasillo cuando llegamos al segundo piso el sonido de alarma se escuchaba aún más fuerte volviéndose atorrante, pero al parecer Owen ni se inmutaba por el ruido mientras corría por el pasillo. Yo ya no podía escuchar nada más, solamente el pitido mientras me tapaba los oídos con mis manos y trataba de llegar hasta el final del pasillo. No había duda. Ése era mi colegio y hacia donde él me dirigía era mi salón de clases, Owen se detuvo frente a la puerta de mi salón señalando algo y luego entrando, yo como pude llegué a las puertas de mi salón hasta que finalmente el sonido se había detenido por completo. Y miraba a la persona que se encontraba con mi amigo Owen.

- No puede ser...

- Llegaste.

---*---

CINTIA.

 

- ­No entiendo... que... ¿Qué haces aquí?

- Es mi amiga... la conocí hace poco – respondió Owen feliz.

- Hola, hermoso...

- Ragazza.

- Como dije... ¡Están vestidos igual!

- Tienes razón – respondió ella con una sonrisa.

- ¿Vendrán más chicos vestidos como ustedes?

- No lo creo.

- Espera... no entiendo, Ragazza respóndeme, ¿Qué hacemos aquí? ¿Dónde están los demás?

- ¿Por qué te dice Rag-sa? Creí que te llamabas Cintia.

- Jajaja... Ragazza... significa “chica” en italiano, Owen...

- Ahhh... – respondió aunque no muy convencido de lo que decía.

Ambos seguían hablando tranquilamente mientras yo continuaba nervioso y mucho más confundido ¿Qué hacía ella aquí? ¿Por qué su ropa estaba igual de rasgada que la mía? Unas fuertes imágenes vinieron a mí cabeza... el colegio, abrazos... fotos... caminando... flashes... un poderoso color rojo.

- Owen, ¿Por qué no vas a jugar? Andrew y yo tenemos que hablar.

- ¿Ustedes son novios?

- No jajaja... íbamos a casarnos... pero ya no se podrá – le respondía con una suave sonrisa.

- ¿Qué quieres decir? – le pregunté.

- Ve a jugar, Owen.

- De acuerdo... Adiós Andrew...

Mi amigo vino a mí y me dio un fuerte abrazo... cálido que por un segundo me recordó a mi hermano... por un instante pude sentirlo a mi lado, llamándome, diciendo lo mucho que me quería y casi comienzo a llorar mientras él iba saliendo del salón perdiéndose por el pasillo.

- Hola, hermoso.

- Cintia... ¿Qué hacemos aquí? No entiendo nada – le pregunté desesperando acercándome a ella mientras la abrazaba.

- ¿No lo entiendes aún?

- No – le contestaba en medio del abrazo – ¿Qué tengo que entender?... estás... fría...

- ¿No recuerdas nada? – seguía preguntando sin inmutarse.

- ¿Qué debo recordar?

- Era el último día de clases. Salíamos del colegio y caminábamos un poco alejados del grupo.

Sus palabras lentamente comenzaron a hacer eco en mí recordando cada momento.

- Es cierto... íbamos al... al cine, Tony quería ver una película y luego... bueno, iríamos a una fiesta.

- Sí.

- Aunque... no recuerdo esa película... y menos la fiesta.

- No llegamos, hermoso.

- Pero... si tú y yo estamos aquí ¿Dónde están los demás? Carlos y Henrique... Selena... y Artie... y ¿Dónde está mi hermanito?

- Ellos no están aquí, descuida, deben estar bien.

- Pero ¿Y nosotros?

- En el momento en que cruzamos la calle, el semáforo estaba en amarillo... y bueno... un idiota no se detuvo.

- ¿Nos atropelló?

- Sí... – respondió con tristeza.

En ese momento mi mente trabajó a toda potencia recordando todo lo que me decía mi amiga... era cierto, cruzábamos la calle abrazados y luego el golpe... el cómo me separaba de ella y caía al suelo... el dolor que sentía... los gritos... mi hermanito llorando y mi Artie abrazándolo... y mi Ragazza estaba también en el piso inmóvil, mirándome. Pero, ahora ella estaba frente a mí... con la ropa rasgada, sí, pero sin ningún rasguño.

- Pero... estamos bien, estamos aquí en este lugar – traté de hacerla reaccionar.

- Mi Andy... hermoso... no lo entiendes.

- ¿Qué no entiendo? Estamos... ¿Muertos?

- Creo que... es mejor no hablar de eso.

- Si lo estuviéramos... estamos en el cielo ¿No? – continuaba – Digo... no hay fuego, ni demonios, ni nada torturándonos.

- Jajaja... qué imagen tienes del infierno.

- Es como me lo imagino, así son en las caricaturas... por eso pienso entonces que estamos en el cielo.

- Jajajaja no aún... o espero que no vayas para allá.

- Que mala eres... no quiero ir al infierno.

- No me entiendes – y se acercó de nuevo tomándome de la mano sintiendo lo fría que estaba y me invitaba a sentarme en mi silla – no deberías estar aquí.

- Entonces ¿Dónde debería estar?

- Con tú familia... y amigos.

- Tú eres mi amiga.

- Pero yo ya no pertenezco a ése mundo.

- ¡Claro que sí! – le hablé alterado - ¡Tienes que estar conmigo! A mi lado... con tu familia.

- Es muy tarde para mí, hermoso – respondió ella calmada.

- ¿Cómo puedes estar tan tranquila diciéndome esto? Ragazza... es que ¿Ya no tienes ganas de vivir? ¿Ya no quieres estar en el mundo real?... con tus padres... familia, amigos... ¿conmigo? – sentía mis ojos humedeciéndose de nuevo.

- Creo que es porque ya lo he aceptado, hermoso.

- No puedes...

- No llores.

- No lo estoy haciendo.

Y en ese instante me sorprendí al sentir algo cálido por mi mejilla... eran lagrimas, pero también sentí un roce muy cálido y conocido... recordé a mi madre en ese momento... y el suave aroma de su perfume.

- ¿Cómo quedarme sin mis hermanos?....sin mi mamá y papá... ¿Cómo es posible que lo dejes todo así tan fácil?

- Te lo dije, es tarde para mí – de repente el salón comenzó a moverse parecido a un pequeño temblor –, hermoso, tienes que irte de aquí...

- ¡No! ¡No voy a dejarte aquí sola!

El movimiento se intensificó un poco y Cintia se levantó de la silla con una mirada determinada y tomándome del brazo comenzando a correr.

- ¡Entonces, vámonos!

El sismo se estaba incrementando a medida de que corríamos por los pasillos... le preguntaba a Cintia a donde debíamos ir pero ella seguía arrastrándome llegando hasta las escaleras hasta llegar al primer piso, la estructura no parecía que fuera a derrumbarse pero mi amiga estaba determinada a salir del edificio para ¿Salvarnos?

- ¡Jajajajajaja!

- ¡Owen!.... ¡Cintia es Owen! ¡Tenemos que ayudarlo!

- ¡Él estará bien, déjalo!

Continuábamos corriendo hasta que llegamos al patio y se escuchaban fuertes crujidos y una voz muy fuerte se escuchaba... me llamaba... decía mi nombre con fuerza y pude jurar que era Mathew quien me llamaba... era él.

- ¡Es Mathew!

- ¡Él te necesita, hermoso! Tienes que volver por él...

- Pero...

- ¡Sin peros!

Finalmente el sismo se había calmado hasta detenerse en el mismo momento en que llegamos a la salida del colegio, con las mismas rejas de metal pero de un color dorado, resaltando de todo lo blanco que había allí... ya Cintia estaba calmada apartándose de mí y volviendo a sentarse en una banca de concreto y yo hice lo mismo.

- Es mejor estar cerca de aquí... por si decides... salir.

- ¡Si decidimos salir! – le recalque – no me vas a dejar solo.

- Ya te lo dije, es muy tarde para mí... yo ya lo decidí.

- ¡Coño, Cintia! ¡Tienes que vivir! ¡TENEMOS QUE VIVIR, COÑO!... si esa es la salida, ¡Vamos, que tenemos que salir juntos!

Ella se quedó callada sin prestar atención a lo que dije.

Después de eso me volví a sentar quedándonos en silencio mientras yo volvía a recordar el momento antes de ser atropellados... y lo último que le dije... “Te Amo”, era lo que yo sentía por ella y muchos más, pero ¿Qué tal si la próxima vez que le dijera eso pasaba lo mismo?... o algo peor... ¿Y si le decía esas palabras a mis hermanos? A mis padres y los perdía... Artie y Richie eran igual de importantes para mí... ¡Dios Santo! ¿Y Miguel? Si yo le expresaba mis sentimientos a él de esa forma de nuevo y como una maldición yo lo perdía para siempre... No, no puedo volver a decir esas palabas... estaban malditas para mí...

Luego de esos momentos en que me quedé mirándola lo entendí completamente... podría hacerle daño a alguien si volvía a decir “Te Amo”.

- Jamás diré de nuevo esas palabras...

- No seas tonto, eso no tiene nada que ver – me respondía como si entendiera mis pensamientos –, no fue por eso que todo esto ocurrió... fue por el destino.

- Y qué pasaría si lo vuelvo a decir... y si...

- Nada – me interrumpió –, nada pasará, no seas tonto... esto fue cosa del destino y ya. Ahora te toca vivir tu vida y expresar todo lo que sientes... y amar a todos los que quieres... como yo lo haría.

- Eres una estúpida.

- Tú también – respondió igual de terca.

- ¿Por qué yo?

- Te están dando la oportunidad de oro de seguir viviendo y tú quieres quedarte aquí en este lugar tan frío y miserable...

- ¡Estaría contigo! Tú harías lo mismo por mí...

- Claro que no... yo viviría en el mundo real... porque yo sé que no continuaré en éste sitio... solamente quería estar a tu lado hasta el momento que decidieras regresar, pero se está haciendo tarde Andrew... yo ya no estaré aquí por mucho tiempo.

- ¿Tarde? Te irás.

- Sí... me están llamando a mí también... pero iremos en distintas direcciones.

- Distintas... direcciones.

Creo que en ese instante comprendí que ella ya no regresaría conmigo...y jamás volvería a verla.

- ¿Crees que es lo mejor? – le pregunté finalmente entendiendo la situación.

- Sí... vive por mí, hermoso. Por favor.

Unos momentos más, tal vez habían pasado días, horas, minutos o segundos, pero me había decidido... eso haría, viviría por los dos. Así que me levanté del banco y me acerqué a la reja de oro.

- Te amo, Andrew – escuché a mis espaldas.

- ... – me di la vuelta y ella esperaba una respuesta con una sonrisa – yo también te amo, Cintia.

Y le di un fuerte abrazo seguido de un beso que a pesar de todo fue cálido hasta el momento en que me separé de ella y al mismo tiempo se desvanecía en el aire rodeada de una luz brillante.

- Adiós...

En ese mismo instante el cielo se oscurecía, los edificios empezaban a desaparecer y yo volvía a las rejas abriéndolas de par en par, con mucha fuerza y sintiendo un suave cosquilleo en todo mi cuerpo comenzando a sentir todo a mí alrededor de una forma más vívida, el aire, el frío, los sonidos, voces, el dolor... y finalmente abrí los ojos.

- ... ¡Bienvenido muchacho, lo lograste! – escuché mientras era envuelto por una luz blanca.

---*---

Martes 10, enero de 2006.

Sí, esa es la fecha. Estuve casi cuatro semanas en lo que se podría llamar coma...

Después de que me atropellaran, fui llevado de emergencia a la Clínica Metropolitana con múltiples golpes, mi pierna derecha estaba fracturada, tuve lesiones en la parte superior de mi cuerpo, también una contusión superficial y múltiples quemaduras por fricción al rodar por el pavimento sumado a una hemorragia interna... a pesar de todo “tuve suerte”, el doctor que me habló muy calmadamente mientras me hacía los exámenes de rutina bajo la mirada de muchas personas.

- Tienes suerte... eres muy fuerte – me decían repetidas veces.

- ¿Suerte? – pensaba.

- Es excelente que lograra despertar en tan poco tiempo... Cuanto más tiempo pasara en estado de coma, más grave serían las lesiones al despertar – medio escuchaba hablar al otro doctor.

- Pero doctor, ¿Se recuperara? – preguntó la mujer demacrada.

- ... Señora Martha, ya hemos hablado de esto... es muy pronto para saberlo. La recuperación dura desde un mínimo de seis meses y podría tardar hasta varios años – respondió muy serio.

Él doctor y su compañero eran los mejores del país y amigos de mi padre, en el momento en que supieron quien era pusieron manos a la obra salvándome la vida.

El cosquilleo de mi cuerpo era general, no podía moverme, estaba lleno de cables y tubos de plástico por todo mi cuerpo conectados a bolsas de sueros y sangre sostenidos en el aire, sentía una venda alrededor apretándome la cabeza y lo peor era ver mi pierna, no la sentía, pero estaba atravesada por piezas de metal y elevada un poco en el aire.

Creo que solamente hice una pregunta, o por lo menos traté de balbucearla, luego de despertar.

- ¿Y Cintia?...

Las personas que estuvieron a mí alrededor – hombres y mujeres –, se miraron entre sí con expresiones desoladas y llegué a la simple conclusión.

Ella en realidad había muerto.

No pregunté ¿Dónde?, ¿Cómo?, ¿Cuándo? O ¿Por qué?... simplemente me quedé en silencio recapacitando... tratando de recordar, pero para ese justo momento no recordaba ni mi propio nombre, me sentía sumamente atontado y... solamente recordaba el rostro de Cintia.

---*---

MAMÁ y PAPÁ

Los doctores y las enfermeras nos dejaron solos en la habitación sin dejar de decirme lo orgullosos que estaban por lo valiente que era al momento de despertar, que todo mejoraría con el pasar del tiempo y que sentían todo lo que había ocurrido. Yo captaba todo a mí alrededor, o por lo menos lo poco que podía mover mi cabeza, seguía viendo blanco en todo, paredes, cortinas, puertas y piso. Mis padres se pararon frente a mí – claro, para ese momento eran unos completos desconocidos – y se fueron acercando lentamente, la mujer era un manojo de nervios vestida con una camisa rosada arrugada, un pantalón y sandalias café, se veía completamente demacrada y sin maquillaje llegando a rozar mi mano.

- Mi niño... mi niñito – y se desplomó en mi cama comenzando a besarme.

- ¿Quién es ésta señora?

- Por fin despiertas... por fin... por fin, yo sabía que lo harías... porque tú eres fuerte... fuerte... – cada pausa era un fuerte sollozo.

- ¿Por qué sigue llorando?... ¿Por mí?

- Martha... nuestro hijo despertó – habló ahora el hombre a su lado ayudando a levantarla.

Su imagen era calmada, pero igual de cansada que la señora vestido con una camisa blanca medio abierta y muy arrugada, un pantalón y zapatos negros, hubo algo que no me gustaba de él y la imagen de ése señor golpeándome vino a mi mente haciendo que me revolviera en la cama causándome mucho dolor pero sin dejarlo de ver con miedo.

- Hijo... soy yo, tu padre... Joseph... ¿Me recuerdas?

- ¿Padre?... un padre no golpea a su hijo – pensaba mientras hacía un triste intento de alejarme en la cama.

- ¿Por qué me tienes miedo hijo?... soy yo...

- Joseph... – gemía mi madre.

- ¿Papá?... ¿Mamá?... mamá – mis manos lentamente se acercaron a ella y tomó mi mano con fuerza –... mamá.

- ¿Qué pasa, hijito? Mi Andy... puedes decirme todo... háblame...

Abrí mi boca pero ninguna palabra salía de ella... y la cerré apartando la mirada de ellos.

- No importa... lo importante es que ya despertó... y estarás bien – seguía hablando mi “padre”.

La escena siguió de la misma forma por tal vez una hora en que mi madre no dejaba de acariciarme y verme a los ojos en un intento de que dijera alguna palabra, mi padre amablemente la consolaba hasta el momento en que decidió alejarla un poco para que pudiésemos hablar, ella se sentó en el sofá cerca de mi cama tratando de recostarse y abrazando una almohada y después fue él quien se acercó a mí hasta posar su mano en mi hombro. Fue como un gran latigazo, frío y certero el que sentí como me llevaba a un recuerdo... la imagen de él golpeándome y diciendo lo inútil que era, hacía que no dejara de estar tan nervioso con su toque.

- ... Por si te lo preguntas... el hombre que los atropelló ya pago su castigo.

- ¿Qué querrá decirme?

- Lo hallaron mis hombres... gracias a la matricula que tu amigo Carlos escribió.

- ¿Carlos?

- Cuando supo lo que causó... fue a entregarse voluntariamente. Estará en prisión por mucho tiempo, hijo.

- ¿El que me hizo esto?... no entiendo nada.

Ese hombre... ni siquiera supe su nombre, ni como era, si era joven o viejo... o si tenía familia o no... Lo único que me importó fue que pagó en la cárcel por haberme hecho lo que me hizo... y que pagó por lo que le hizo a Cintia... mi Cintia.

Mis pocos pensamientos quedaron en blanco cuando vi lo siguiente...

A mi padre llorar.

Su cara estaba roja y bañada en lágrimas, sentí en ese mismo momento como mi corazón se arrugaba cuando mi padre cayo arrodillado golpeando la cama. Yo lo veía un tanto sorprendido y mi madre seguía en su mismo estado de tristeza abrazando muy fuerte su almohada.

- Tú eres mi hijo... lo más importante que quiero en este mundo... por eso es que te presionaba... porque quería que te superaras... mi hijo... no sabía... yo no sabía... – y fuertes hipidos se escucharon.

- No puede ser...

- ... Vas a mejorar, estudiarás lo que quieras y serás grande my boy... grande.

- ¿Papá?

- Perdóname por lo que te hice... por golpearte... por decirte todo lo que te dije... yo prometo cambiar... lo prometo, hijo.

- Llorando...

- No quería hacerlo... me arrepentí... me arrepentí en el momento en que lo hice. Perdóname, hijo por favor... ¡Perdóname! – su grito solamente hizo estremecer todo mi cuerpo.

Mi padre siguió llorando junto a mi cama tomándome de la mano, yo solamente me quedé sorprendido sin poder reaccionar a lo que estaba pasando. Y en si realmente sería capaz de perdonar al hombre que estaba a mi lado...

---*---

MATHEW

 

Mucho pasó hasta que mi padre y mi corazón se calmaran. Recibió una llamada y tuvo que irse rápidamente – lo admito, lo estuvo pensando demasiado viéndome y caminando de un lugar a otro, hasta que mi madre decidió que debía irse tomando su chaqueta y saliendo de la habitación –. Ella se acerco a la cama y me avisaba que debía descansar, pero... después de “dormir” por tantas semanas sentía que ya había sido suficiente.

Poco después de esa incomoda escena la puerta se abrió muy fuerte y un chamo muy alto de cabello oscuro algo largo, con barba y ojos cafés vestido completamente de negro se quedó sorprendido de verme despierto y se acercó a mí ignorando a mi madre.

- No puedo creerlo...

Yo tragaba en seco, ese chico se parecía bastante a mí... pero esos ojos cafés, su mirada amable me era tan familiar... él comenzaba a hablar tan acelerado que no podía entenderlo... me examinaba cada parte de mi cuerpo y seguía señalando mi pierna con una sonrisa...

- ¿Qué pasa hermanito?

- ¿Hermanito...? Hermanito... alguien me decía... así. Alguien que me llamaba, alguien... ¡Mathew! ¡Él es Mathew!... mi hermano... Matty... – pensé reaccionando.

Quise hablarle... decirle que lo extrañaba, que me alegraba que estuviese a mi lado, pero... algo me detenía y no sabía por qué. Ni siquiera podía moverme, el miedo de había congelado.

- Vamos hermanito... háblame...

- No ha dicho nada desde que despertó – explicó mi madre – solamente pregunto por...

- Entiendo – le interrumpió.

- Le he dicho que descanse un poco... que intente dormir, se ve muy cansado.

- ¿Dormir? Mamá... es normal que se sienta somnoliento y fatigado, ya que lo primero que debe reponer son los ritmos de sueño y vigilia normales... pero es temprano aún, ni siquiera es medio día – habló muy serio y profesional –. Lo mejor es tratar de mantenerlo despierto unas horas más.

- Claro. Tú serás el doctor jajaja – respondió mi madre comprensiva, pero triste –... Necesito... tomar un poco de café ¿Quieres algo?

- No, mamá.

- Cuídalo... yo regreso en 5 minutos – terminó diciendo con voz cansada y saliendo de la habitación.

- ... Sabía que despertarías ¡Lo sabía!... no podías irte, ni dejarme solo.

- ¿Solo?

- Sí, solo... – respondió como si hubiese hablado – es que sin ti... no podría... fueron las semanas más difíciles de mi vida hermanito.

- No... no lo entiendo.

- Cuando supe lo que ocurrió vine lo más rápido que pude, me asusté bastante, pero sabía que estarías bien luego de las operaciones. Estuve muchas noches aquí hablándote... se supone que eso es bueno – hablaba no muy convencido –, te llamaba esperando a que me escucharas.

- Creo que lo hice.

- Tony también vino muchas noches.

- ¿Quién será Tony? – traté de recordar divagando en mi mente.

- ... Ahorita está en el colegio. Pero, cuando se entere que despertaste, estará muy feliz... te ha extrañado bastante ha llorado mucho y estado muy triste. Un par de noches se quedó durmiendo contigo y lo abrazaste ¡Yo lo vi!... por eso sabía que estarías bien.

Esa esperanza que tenía Matty se podía ver en sus ojos, pero yo no le creía... con esas piezas de metal atravesando mi pierna... no creía que pudiese caminar de nuevo. Él me miraba y estaba tratando de entender lo que pensaba mientras me tomaba de la mano y me besaba en la frente.

- No te pongas así hermanito, esas piezas te están ayudando, te vas a recuperar y luego podrás caminar.

- No lo sé – y esquivaba su mirada.

- No seas terco. Con esa actitud – y se detuvo suspirando –... oye, necesitas descansar. Yo iré a buscar a Tony, él estará muy feliz.

Cuando regresó mi madre, ya mi hermano iba saliendo muy feliz y con los ojos húmedos.

- Descuida hermanito, tú te vas a estar bien...

---*---

TONY

 

Ya era un poco tarde y el sol se estaba ocultado mostrando ese cielo de un tono anaranjado cuando la puerta se abría lentamente y mostrando la cabeza de un niño que le brillaban sus ojos color miel... yo lo miraba detalladamente y por lo que notaba, lo tenía muy intimidado, dio unos pasos dentro de la habitación quedándose en el medio mirándome, estaba vestido con un mono deportivo azul, una franela blanca con un símbolo extraño en el pecho y zapatos blancos.

Era una batalla de miradas en la cual seguía confundido del por qué ese niño me miraba tan detalladamente, sin moverse y con sus manos inquietas.

Finalmente él perdió la batalla y apartó la mirada.

Yo no sabía aún lo que quería, pero... al parecer deseaba acercarse a mí... luego de unos pocos minutos trataba de mover mi mano invitándolo a acercarse. Él obviamente no estaba muy convencido, pero al mismo tiempo daba pasos lentos hacia mí hasta quedar iluminados por las lámparas de la cama.

- Hola – hablo muy bajo.

- ... Eres muy tierno... – pensé por unos momentos sonriendo.

El pequeño se acercó mucho más hasta tocar mi mano y acariciarla lentamente sin dejar de mirarla.

- No puedo creer que ese niño tan tierno esté a mi lado... ¿Quién será?

- Mi nombre es Anthony... Anthony Brown. Y yo soy tu hermano menor... mamá dijo que no te molestara, pero yo quería verte y Matty me dijo que te dijera quien era... porque podrías no recordarme ¿Me recuerdas?... ¿Verdad? ¿Andy? Sabes ¿Quién eres? Tú eres, Andrew.

- Anthony Brown... – pensaba con una leve sonrisa.

Creía que ese niño era tierno, pero no solamente era eso... era muy inteligente y me gustaba, me parecía tan listo que me daba mucho orgullo. Así que comencé a sonreírle asintiendo con la cabeza... yo si sabía quién era, o bueno, eso pensaba, pero ahora sabía que era Anthony Brown, mi hermano menor... Anthony... Anthony... Tony... ¡TONY! Claro... ahora si recordaba bien quién era.

Mi hermanito después de verme detalladamente se quitó los zapatos y con un poco de dificultad se sentó en mi cama sonriendo para luego acostarse casi encima de mí dándome un fuerte abrazo, en pocos minutos su cuerpo temblaba un poco asustándome para que luego me diese cuenta de que... mi hermanito estaba llorando, estaba llorando muy fuerte.

- No quiero que mueras... – escuché con claridad lo que hizo que lo abrazara con la poca fuerza que tenía para ese momento.

No pude resistir el cariño que me tenía mi hermano menor, él siempre fue tan silencioso, enigmático, manipulador que no recordaba que también era un niño, un niño que lloraba y sufría como otros, recordé ese doloroso momento cuando estuve en el pavimento y vi como mi hermanito lloraba y gritaba sin control, todo por lo que ese niño había pasado me había causado un terrible sentimiento que me provocó consolarlo mientras soltaba unas pocas lagrimas hasta quedarnos dormidos.

---*---

ARTIE Y RICHIE

 

La mañana siguiente cuando había despertado ya mi hermanito se había ido dejándome de nuevo un tanto desorientado preguntándome dónde me encontraba. Después de pensarlo un poco recordé mi situación – sí, me fallaba la memoria a corto plazo –, unas enfermeras amablemente me revisaban y veían mi estado para que luego llegasen los doctores con mis padres y mi hermano que estuvo apartado escuchando todo.

Las palabras que decían seguían siendo demasiado confusas para yo entenderlas, pero allí estaban mis padres para resolver las dudas que yo me negaba a preguntar.

- ... Quiero que piensen de esta forma – habló uno de los doctores en forma general –. Cuando una persona sufre un daño cerebral y pasa por un periodo de coma es imposible que vuelva a ser la misma, ya que se trata de una experiencia que le cambia la vida a cualquiera para siempre, si Andrew pone todo su esfuerzo, su recuperación será satisfactoria.

- Nos acaban de decir que su estado sigue siendo grave – habló mi padre en un tono muy molesto.

- Sí, en efecto, lo es – respondió el otro doctor –. Esta experiencia por la que acaba de pasar cambiará su vida y también la suya. No ocurre como en el cine en donde los actores despiertan del coma, se comportan como si nada hubiese ocurrido y se reincorpora a la vida donde la dejó... lamentablemente eso no es así... y la recuperación del coma puede durar años, pero señor Brown... tenemos que tener esperanza.

- Andrew es joven, Joseph – continuó el otro doctor –. Y debes confiar en nuestras instalaciones. Muchas personas se han recuperado con el tiempo.

- ... Joseph – mi madre se sostuvo de su brazo muy fuerte –, no hagas una escena... mi Andy se va a curar... Yo tengo mucha fe de eso.

- ¿Y el deporte? – preguntó mi hermano.

- Bueno, Mathew... como estuvimos hablando...

- ¡Esperen un segundo!... ¿Acaso ustedes hablan de mi hijo sin mi presencia? Él aún no es médico – mi padre se apartó de mi madre cruzando los brazos de forma retadora –, no sabe lo que habla.

- Padre, no comiences – respondió Mathew cansado.

- Es un buen estudiante... Joseph, me sorprende tu poca fe – el doctor no se sintió aludido por mi padre acostumbrado a su trato habitual –. Como decía, Mathew nos hizo una buena pregunta. Y es que... la rehabilitación de Andrew depende de la gravedad de las lesiones que tiene y el período de coma constituye un elemento importante para el pronóstico sobre la recuperación... descuiden, hay muchos casos de recuperación total, pero por ahora Andrew no podrá realizar deportes extremos, seguramente... pasaran algunos meses o... un par de años  para que pueda realizar deportes como solía hacerlo.

- Pero si mi bebé le encanta jugar al fútbol, eso es todo para él, no podemos quitarle eso.

- Lo lamento señora, el golpe fue muy fuerte – el otro doctor trato de consolarla sin mucho esfuerzo –. Si la recuperación es satisfactoria, esperamos...

- Mamá... seguramente ahora no podrá... – interrumpió Mathew – pero, si todo sale bien en la terapia, en un par de años podrá hacerlo.

Mi hermano se veía tan seguro de sí mismo que nadie pudo negarse a su palabra, ni siquiera nuestro padre.

- Él tiene razón...

El “concejo médico” terminó con las indicaciones de mi próximo tratamiento, dejando a mis padres muy decepcionados mientras que los doctores y mi hermano seguían siendo los únicos con esperanza... desde ese momento cuando me quedé solo en mi habitación de nuevo fue cuando reaccione de mi estado actual. Seguía postrado en una cama, vendado conectado a tubos y con metales atravesándome la pierna sin la posibilidad de volver a caminar... bueno, como decía Mathew, con el tratamiento y la terapia podría volver a caminar normalmente... y en un par de años... jugaría fútbol de nuevo.

- Shit... – con ese último pensamiento me sentí muy mal.

Mi madre tenía razón en una parte, el fútbol si era muy importante para mí, el no volver a jugarlo me tenía devastado... en realidad me imaginaba no una vida sin fútbol, si no una vida sin poder caminar... estar en sillas de ruedas sería una vida muy difícil, estar dependiendo de otras personas en algunos casos, me sentiría muy inservible... y derrotado.

- ¿¡POR QUÉ A MÍ!?... – pensé frustrado cerrando mis ojos.

... Ya muy entrada la tarde volvió a abrirse la puerta dejando ver un par de ojos cafés oscuros y otro par de ojos azules enrojecidos dando paso a dos chicos muy lindos vestidos iguales – pantalón azul, camisa beige y zapatos negros –, que entraron como si fuese su propia habitación. Eran dos sentimientos reflejados en esos chicos, uno estaba muy feliz y emocionado de verme, en cambio el otro con ojeras y ojos rojos no dejaba de mirarme triste.

- ¿Quiénes...?

- ¡Hola! Soy Richard, pero tú puedes decirme Richie, porque eres mi amigo. Nos conocemos desde pequeños porque jugamos en un equipo de fútbol de niños ricos... – hizo una pausa sonriendo – claro, que yo no soy un niño rico como ustedes, soy de clase media baja... Ehhh ¿Voy muy rápido? – se detuvo respirando agitado y golpeando al otro chico a su lado.

- Yo... soy Arturo... y – nada, se quedó callado mirándome – esto es estúpido.

- No lo es – susurro Richard –, él es Arturo, generalmente le dices Artie y lo conoces desde preescolar, ustedes estudian juntos y son mejores amigos... bueno, más que eso.

- ¡Cállate, Richard!

- No, Mathew dijo que le recordáramos cosas, no seas imbécil... – lo alejó de mi intentando hablarle bajo, pero no lo logró – te la pasas llorando y cuando despierta no quieres verlo... ¿Qué te pasa? Por eso es que eres un imbécil.

No entendía por qué esos chicos tenían esa discusión y por qué Richard llamaba imbécil al otro chico Arturo, ambos siguieron en lo suyo hasta volver a darse cuenta de mi presencia y el chico de ojos azules se acercó mucho más a la cama.

- Hey... soy Arturo. Y yo... soy tu amigo, tu mejor amigo – habló con voz apagada.

- Él es tú novio.

- ¡Coño, cállate! – gritó exasperado.

Cuando mi “novio” reaccionó de esa forma yo me revolví en la cama esperando lo peor.

- ¡Mira, ya lo asustaste con tus gritos!

- ¡Fuiste tú diciendo esas cosas! Seguro ni siquiera sabe lo que “eso” significa.

- Pues preguntemos, Andrew ¿Sabes qué es un novio?

- Ehhh -  me quedé en blanco tratando de dar una señal de vida a lo que me preguntaban.

No soy un tonto... yo sabía quiénes eran... bueno, no lo supe cuando entraron, pero al momento de verlos discutir de esa forma, esos recuerdos volvieron, ellos siempre discutían y Richie siempre tenía la razón. Eso sí, la parte de que Arturo era mi “novio” me desconcertó un poco perdiéndome unos cuantos segundos, no sabía por qué me sentía tan incomodo en ese momento mientras me observaban... novio significaba que se tomaban de las manos, se abrazaban, se decían cosas con cariño y... se besaban.

- ¿Hombres besándose? ¡Qué locura!...

Aunque... no me quejaría de besar a Arturo, parecía muy guapo a pesar de las ojeras y el cansancio reflejado en su rostro. Solo pude asentir con la cabeza respondiendo a su pregunta y logrando que Artie se sonrojara completamente.

- ¡Bien! Sabe que es un novio... ahora... Arturo es tu novio... ¿Puedes saludar a tu novio?

- Hola... – pensé en vez de hablar y moví mi mano levemente en señal de saludo.

- ¡Salúdalo, Arturo! – él hizo lo mismo quedándonos algo cortados –... ¡Vaya que parejita más romántica!

- Tú y tu estúpida novia son iguales – respondió de nuevo comenzando otra discusión.

- EX-novia... ya te dije.

Iban a empezar otra discusión sin sentido, pero se detuvieron y los dos volvieron a mirarme seguramente por mi cara de confusión, para explicarme lo que sucedía con la supuesta ex-novia de Richard que era nuestra amiga.

- ... Selena, es una estúpida al pensar que.... lo que sucedió fue tu culpa... ella ahora te odia por lo que paso, pero a mí no me importa ella ahora, yo sé que tú no tuviste la culpa.

Tragué en seco al pensar que alguien me odiaba... era una supuesta amiga a la que en esos momentos me estaba odiando por haber causado el accidente y esas terribles consecuencias para ella y para mí.

- Oye... no importa, yo estoy contigo ahora. Y lo importante es que te recuperes amigo, tienes que hacerlo, Mathew dijo que estarías bien si pones tu de tu parte ¿Sabes?

- Si... y bueno... tú y yo podríamos... – Arturo trataba de hablar – tú sabes, jugar.

- ¿Jugar?

- ¿Jugar? Arturo, compórtate, no seas asqueroso.

- No me refiero a eso, idiota. Me refería al fútbol.

- ¡El fútbol! ¡Exacto!... ¡Podremos jugar de nuevo muy pronto!.. por eso tienes que recuperarte.

Yo supe que no sería cierto... que tenía pocas posibilidades de caminar y mucho menos jugar al fútbol de nuevo. Y pensando en todo eso, lo único que me causo fue comenzar a llorar, mis amigos entendieron lo que ocurría y Arturo trató de acercarse de nuevo, pero no se atrevió y retrocedió, Richard lo sujetó del hombro solo por unos segundos pero él se había soltado bruscamente al momento y comenzó a correr con los ojos igual de húmedos saliendo de la habitación.

- Lo lamento, Andy... sé muy bien que te vas a recuperar, aunque no sea pronto, sí lo harás.

Y colocó su mano en mi hombro y la otra en mi mano apretándola muy fuerte.

- Disculpa a Arturo, se hace el duro, pero es un sentimental... ha llorando mucho desde el accidente, su hermano y yo lo hemos acompañado todo éste tiempo y se alegró cuando supo que despertaste.

- Él... él me quiere mucho... – yo solamente asentía con la cabeza entendiéndolo –.

- Tengo que ir a buscarlo, podría hacer una locura... volveremos mañana, ¡Lo prometo!

Me dio un apretón en la mano y se alejo rápido dándome una última mirada antes de irse de la habitación para ir a buscar a mi novio...

---*---

MIGUEL

 

- Vamos hermanito... tienes que comer un poco... por favor – Mathew sostenía la cuchara frente a mí.

- No – me negaba, mentalmente.

- No seas niño...

Lo miré molesto y él volvió a ofrecerme un poco de sopa. Odiaba la comida que no fuese hecha por mi madre – según recordaba –... aunque fuese la comida de una clínica, sabía horrible.

- Escucha, si comes te daré una sorpresa...

- ¡NO SOY UN NIÑO! – seguía mirándolo molesto.

- Solo trato de entenderte. También puedes hablar... quiero escuchar tu voz de nuevo.

Por un segundo me quedé pensando lo que había dicho... yo también quería escuchar mi voz de nuevo. No creía recordar cómo se escuchaba mi voz, cada uno tiene en su mente el tono de su voz... pero, yo en ese instante no recordaba nada de mi voz, solo eran voces y sonidos desconocidos, extraños, sonando en mi mente.

- Extraño tu voz... de cómo decías mi nombre tiernamente.

Yo me quedé mirándolo... y estaba comenzando a sentir cansancio.

- Cuando estabas en coma, leía mucho, sobre tu estado y muchos casos de personas que es imposible que vuelvan a ser las mismas, que pierden la memoria, algunas funciones de su cuerpo como caminar – hizo una pausa arrepintiéndose de haber dicho eso –... todas las personas cambian después de pasar un estado de coma, pero tu seguirás siendo el mismo... tú podrás caminar, yo lo sé...

En ese momento dejó la sopa y se concentró en mí tomándome de la mano llena de cables y tubitos. Me miraba tan fijamente que lograba hacerme sentir muy intimidado.

- ... También hay casos de personas que no pueden hablar. Por eso pienso que... no puedes hablar... ¿Puedes hablar? – yo solamente levante mis hombros sin importarme mucho la pregunta – Vamos ¿Cómo no te importa hablar? Es la mejor forma de expresión que existe... puedes hablar de ti, de los demás, criticar, exponer, aprender, expresar lo que sientes... tus sentimientos... tu amor.

Esquivé la mirada cuando dijo eso último.

- Jamás diré esa palabra, podría hacerle daño a alguien.

- De acuerdo, hablar contigo no está funcionando... o tal vez yo no soy la persona indicada.

Con esas palabras se separó de mí y salió de la habitación dejándome mucho más confundido.

Al estar un rato solo, estuve analizando la habitación en donde me encontraba, de paredes blancas con piso igual de blanco – estaba a punto de detestar ese color –, pero algo que si me gustaba mucho era el gran ventanal – sellado por supuesto –, pero cuando abrían las persianas no estaba un cielo lleno de nubes grises y tristes, si no el cielo azul y el sol que me hacían sonreír haciendo que pequeños recuerdos pasaran por mi mente y el cansancio lograra que cerrase mis ojos.

... Yo sentado en un salón de clases, corriendo, jugando con una pelota, hablando con mis amigos... luego un chico moreno, la noche, una fiesta... un beso, un roce... Luís... – un muy fuerte dolor de cabeza me vino de repente logrando que me abriera mis ojos unos segundos para luego cerrarlos y me concentrara en otras cosas.

Caminaba lentamente a un baño... donde me recibía un hombre muy fuerte desnudo... me tomaba, me apresaba... no me dejaba respirar, gemía, tenía miedo, mucho miedo... pero luego desaparecía y mi hermano me abrazaba con amor, él me salvo, me alejo de él...

- Tengo que ser fuerte...

 Ahora estaba en un patio lluvioso, un chico y yo... le hablaba y él me respondía muy fuerte, yo intenté abrazarlo y él me golpeaba en el estomago...

- Eras mi amigo... ¿Por qué?...

Una montaña... Richard estaba subiendo junto a mí ayudándome a subirla, no dejaba de sonreírme muy feliz.

- Eres genial, Richie...

Un carro, una casa... la casa de mi amigo, no, mi novio... mi novio, ese rubio de ojos azules... él llego a besarme, su beso junto a sus caricias hizo que algo muy cálido naciera en mi pecho...

- ¿Dos hombres besándose? Pfff... ¿Eso era posible? ¿Por qué no me besó cuando vino ese día?... Él es tan guapo...

Es de noche y estaba lloviznando, estoy solo en un patio... con edificios alrededor, habían muchas puertas cerradas y una sola puerta abierta – la de salida –, todas las luces estaban encendidas dando un gran espectáculo reflejado en el húmedo piso, me sorprendí al no tener la bata de la clínica puesta si no que estaba vestido con traje, camisa y corbata negra. Luego la veo a ella llegar, con su cabello oscuro suelto, su vestido y labios pintados de rojo, cuando llega a mí, comenzamos a bailar un suave vals, bailamos por todo el solitario patio, bajamos las escaleras y terminamos en el otro patio cercano a la entrada sin parar de danzar, cuando me detengo me alejo de ella, y camino hacia el portón porque mi madre está del otro lado esperándome, todo sucede en cámara lenta y yo veo todo desde otro ángulo, ella saca una pistola...

- Selena...

Yo comencé a correr en la oscuridad y ella me persigue con su cara desencajada... su vestido rojo brilla... trato de correr mucho más rápido...

- ¡Necesito escapar!

Cuando me doy la vuelta ella me dispara, no consigo escapar... caigo al piso... y muero.

- ¡AHHH!

Desperté en un segundo, sin darme cuenta me había quedado dormido y di un grito abriendo los ojos...

- ¿Estás bien? – preguntó mi hermano dejando su libro y prestándome atención – por lo menos sé que puedes gritar... jajaja.

- Un sueño... solo fue un sueño – pensaba agitado – Wow...

- ¿Qué dijiste?

El celular de mi hermano comenzó a vibrar ignorando mi respuesta – o vano movimiento de cabeza – y él lo contestó muy rápido.

- ¿Sí? Perfecto... bueno, tenemos muy poco tiempo, mis padres llegarán después del medio día... sí, sube rápido. Piso 4 – y colgó el teléfono –, tu sorpresa está aquí.

Paso el tiempo en que no entendí lo que me decía hasta que un hombre vestido con un blue jean, franela gris y una gorra negra hacia atrás,  entró en la habitación e hizo comenzar un cosquilleo en todo mi cuerpo, muy lentamente mi hermano y ese hombre se acercaban a mi cama y yo me revolvía un poco con ese extraño sentimiento en mi mente.

- Creo que no te reconoce – susurro Mathew.

- Hola, panita.

Panita... ¿Qué significa eso?

- ¿Drew?

- No quiere hablar aún – volvió a susurrar.

- ¿Por qué? – y me miraba con esos hermosos ojos verdes que contrastaban con su piel morena.

- No... no lo sabemos, solo no quiere hablar.

- ¿Es cierto Drew?... ¿No quieres hablarnos?... ¿Por qué panita?

- ¿Por qué me sigue llamando así?... yo soy Andrew... ¡Andrew!

- Es mejor llamarlo por su nombre... y recordarle cosas – volvió a aclarar.

Al parecer el único calmado era mi hermano y es que ese hombre se veía un manojo de nervios y yo en mi momento me sentía igual con su presencia y mi miedo aumentó cuando mi hermano dijo lo siguiente.

- Es mejor dejarlos a solas...

- ¿¡Cómo!? – él también tuvo la misma reacción y trató de detener a Mathew.

- ¿Qué dices?

- Vamos... yo traté de hacerlo hablar... quiero que tú lo intentes.

- ¡Pero mira como está!... ¡Está muy nervioso!...

- Tu puedes calmarlo, yo lo sé... haz lo mismo que antes... y trata de hacerlo hablar.

- No creo que pueda.

- ¡Vamos, yo confío en ti!... Andy, él se quedará a hacerte compañía un rato.

- ¡Pero Mathew...! – y me refugié en mi sabana.

- Dile tu nombre... quien eres y su relación... recuérdale cosas.

- Ehhh claro... de acuerdo.

Mi hermano salió con una sonrisa mientras yo trataba de calmarme viendo a ese sujeto que no dejaba de sonreír de forma nerviosa... tomó una silla y se acercó a mi lado.

- Hola, panita – repitió – mejor dicho ¿Andrew?... Andrew... yo, soy Miguel... soy tu amigo... y bueno... ehhh no debería estar aquí... no, si debería porque eres mi compadre... mi compadre... ¿sabes qué es eso? Es como... es... mmm... tú eres el padrino de mi hijo. Tengo un hijo y se llama Joel... ehhh.

Con cada palabra que decía parecía confundirse mucho más y sus ojos se enrojecían.

- Él peque no pudo venir... está en el colegio y no pude sacarlo... esto fue muy espontaneo, aprovechando que tus padres no estaban y podía verte... fue idea de Mathew en realidad... – se quedó mirándome entendiendo mi confusión – él es una gran persona, tus padres no lo entienden, ellos no pueden verme porque... bueno, mejor no hablemos de eso.

Continuó hablando y pocas lagrimas comenzaron a salir, trató de acercar su mano a la mía pero yo la retiré muy rápido... no confiaba aún en ese hombre. No eran como mis amigos o mi familia, él era diferente.

- Entiendo... no importa. Lo importante es que estás bien... y despierto... cuando sufriste el accidente quise venir... lo deseaba demasiado, Mathew trató de calmarme y me dijo que lo mejor fuese que no... pero yo deseaba verte. Tuve que resistirme muchas veces y ser fuerte por ti... y por Joel, mi hijo... él no sabe lo que te ocurrió... y pregunta mucho por ti – y en ese momento se quebró – ¡Él te quiere mucho!.... y yo también... no me imagino cómo pudo haber sido mi vida sin ti...

- No puedo creerlo... él también llora por mí.

El nerviosismo que tuve antes se había acabado y veía al hombre que lloraba por mí... seguía sin poder creerlo. Miguel me quería mucho y sus lágrimas me lo confirmaban.

- Y cuando despertaste... y cuando despertaste fui el hombre más feliz del mundo... estas semanas he deseado verte despierto... y ahora lo hago. Yo rogaba todas las noches por ti panita porque despertaras y vivieras... desde que te conocí ese día mientras reparaba mi carro... todo lo que pasamos juntos y luego con nuestro hijo. Todo para que pudieses pasar tu vida con nosotros.

Seguía gimiendo muy fuerte mientras se cubría la cara con las manos, ese hombre parecía un niño mientras lloraba logrando que mi garganta se cerrara y comenzara a llorar también. Pase mi mano acariciando su cabeza lo que hizo que reaccionara con fuerza y se lanzara a mi cama, me abrazaba con fuerza y yo acariciaba su espalda en un lamentable intento de calmarlo. A cada lamento suyo mi mente trabajaba a toda máquina – o bueno, a lo que podía – y recordé algunos momentos juntos... sí, él tenía razón yo lo vi reparando su carro en un taller... hablando, jugando juntos, y luego abrazándome mientras yo lloraba... la historia se repetía, ahora era yo el que intentaba calmarlo... su cuerpo se sentía tan caliente con cada una de mis pequeñas caricias.

- Porque... Andrew... panita... – trataba de hablar – tú eres mi vida.

No podía entender como nuestra relación había llegado a ese nivel... él estaba muy seguro de sus sentimientos pero yo sentía que no podía corresponderlo... recordaba que seguía balbuceando algo de su hijo... y que yo era su padrino... era parte de su familia a pesar de tener una mujer en su vida... dijo que era como su padre... como si yo tuviese un hijo, pero yo era muy joven para eso ¿No?... ya pasado un tiempo Miguel se fue calmando y limpiando su rostro bañado en lagrimas.

- Perdóname... soy muy llorón, es que estoy muy feliz porque despertaste Drew... y como me dijo Mathew, tú podrás caminar y ser el mismo de antes. Yo tengo mucha fe de eso... – volvía a secarse las lagrimas – ves lo que digo... soy un llorón, igual que mi hijo.

Yo sonreí por su broma y traté de imaginarme a ese niño del que tanto hablaba y del que yo era su padrino, pero lamentablemente no pude, esperaba conocerlo pronto y por primera vez deseé caminar como él me había dicho... con sus deseos yo deseaba ser el mismo de antes.

Segundos después entro mi hermano a la habitación muy agitado avisando que mis padres estaban en el estacionamiento y que Miguel debía irse rápido. Él un poco desanimado entendió la situación, pero yo no pude comprender nada. Y menos lo siguiente... sin importar que mi hermano estuviese a mi lado, Miguel se acercó muy lentamente acariciando mi rostro tiernamente y me dio un beso en la frente haciéndome sonrojar, volviendo a sentir un hormigueo en todo mi cuerpo. Mi hermano solamente sonreía mirando hacia otro lado.

- Eres mi vida... ahora lo sabes y yo te seguiré amando, panita.

Yo abrí mis labios intentando responderle, pero algo me detuvo dejándome cohibido solamente pude asentir con la cabeza aumentando mucho mas el rojo de mi piel, mi hermano sacó a Miguel con pequeños empujones por el miedo de que mis padres viesen a “un desconocido” en mi habitación... sigo sin olvidar sus bellos ojos verdes enrojecidos, pero con su sonrisa teniendo fe en mi recuperación...

---*---

ANDREW

 

Pasó mucho tiempo desde la última visita. Comencé a recibir diferentes tipos de terapias con un psicólogo y un par de médicos el cual uno de ellos me ayudaba con conceptos básicos, palabras, imágenes, sonidos y los otros dos trataban de ayudarme en mi rehabilitación – en donde no avanzaba mucho –. En una de las terapias un poco avanzadas con el psicólogo pude escribir unos garabatos... un simple deseo de “no mas visitas” y es que cada una de ellas me sobrepasaban y me hacían sentir tan diferente, temeroso, nervioso, feliz, triste, un poco enamorado y yo no quería sentir eso. No deseaba sentir nada más... el psicólogo pensaba que me estaba volviendo muy serio y que estaba creando una coraza dañina para todos, opinión que claramente no me interesaba.

En las noches – o mejor dicho madrugadas –, cuando no estaba nadie en mi habitación lloraba, lloraba sin razón alguna o eso creía, las sensaciones de dolor, alegría, tristeza y amor, recuerdos que llegaban de repente como sueños vívidos me aceleraban el corazón y no me reconocía en ninguna de esas memorias, no reconocía a ese Andrew... yo no quería hablar y me cerraba mucho más cada día y semana que pasaba... y esas noches era mi momento para desahogarme sin que nadie me escuchara o viese... También trataba de hablar, pero eran pocos balbuceos los que salían de mi boca y ni yo mismo entendía lo que trataba de decir, ni mi propio nombre podía pronunciar, mi autoestima cayo esos días pensando que quedaría como un mongólico que no podría hablar más y luego veía mi pierna de nuevo... y me provocaba darme un tiro y terminar con todo eso.

El psicólogo me dijo muchas veces que era un proceso lento y había que trabajar mucho... porque mi vida dependía del esfuerzo y de sacar fuerzas de donde podía. Las terapias de memoria visual, donde después de un tiempo él me mostró algunas fotografías de mis amigos y familiares, auditiva en donde por medio de alguna grabadora escuchaba a mis amigos saludándome y por si alguna razón reconocía su voz respondía con un leve movimiento de cabeza “si o no” y de lectura que comencé como un niño pequeño a leer el libro “mi jardín”, él decía constantemente que necesitaba avanzar para luego pasar a la tal “logopedia” y que con eso lograría poder hablar con fluidez de nuevo, pero si no decía una palabra jamás comenzaríamos con esa parte de la terapia.

Generalmente esos días eran de avance y retroceso según lo veía yo y también él, pero no me lo decía. Eso era por un lado mientras que el lado físico, algunas sesiones de fisioterapia con los médicos me ayudaron a levantarme de la cama y pasar a una silla de ruedas y según ellos en un menos de un mes pasaría a caminar con andador, pero de nuevo mi autoestima bajaba mucho al pensar que eso no sería de esa forma y mínimo me quedaría en silla de ruedas para siempre.

Una mañana con las pequeñas frustraciones que tenía sentado en la silla de ruedas, escribí en mi cuaderno algo que perturbó a mi psicólogo profesional.

- “¡Quiero morirme!”.

- Morir es fácil, vivir es difícil.

Me miró con detenimiento negando con la cabeza y levantándose de su asiento para salir de la habitación. Y en horas del medio día mi hermano con su usual vestimenta oscura entró muy molesto en mi habitación, no dijo absolutamente nada y me empujo la silla saliendo de la habitación hasta llegar al ascensor y llegar a una terraza acristalada y llena de plantas y flores, había un par de personas también sentadas hablando bajo sin percatarse de nuestra presencia y él me dejo cerca de unas rosas y muebles de jardín blancos en donde se sentó sin cambiar su estado.

- Entonces... ¿Quieres morir?

Yo solamente elevé mis hombros un poco sin importarme mientras veía las rosas, pero mi distracción no duro mucho ya que la mano de mi hermano fue directa a mi mejilla dándome una cachetada. Yo lo miré con una mezcla de resentimiento y molestia sin atreverme a abrir la boca.

- ¿Cómo se atrevía a pegarme? Ese tipo era un imbécil.

- Despiertas de un coma... con una gran esperanza de vida y simplemente quieres morirte... eres un imbécil Andrew, me decepcionas.

- Eso...

Dolió. Sus palabras me dejaron muy tocado y bastante triste, traté de moverme pero la silla estaba bloqueada y mi hermano me mostraba una sonrisa sarcástica. Obviamente no me iría sin su permiso y de nuevo mi frustración me hizo suspirar.

- Te entiendo... entiendo que no quieras hablar con nadie – volvió a su tono calmado y regular –... está bien, ¡Lo acepto! Yo también haría lo mismo y en realidad nadie te está presionando.

Yo solamente lo miré con un claro sarcasmo, era bastante obvio que todos me estaban presionando para que hablara y caminara de una vez por todas y que sus vidas regresaran a la normalidad.

- Todos quieren que mejores, que tengas fuerza... tienes que salir de esto y yo te voy a ayudar – me tomo de las manos en ese momento – créeme que yo estaré para ti, pero solo tú puedes hacer que eso pase...

- No lo sé...

- Escucha... tienes que vivir, sin ti, si nos dejas nuestras vidas estarían vacías.

- ¡Mentira!

- Piensa en Tony – y volvió a apretar mi mano –... Arturo, Richard, Miguel y Joel, mamá y papá... piensa en mí. Tu fuerza de voluntad hará que te recuperes... no estás solo.

Sus palabras seguían retumbando en mi mente y luego recordé lo que me dijeron todas esas personas, mis amigos y familia cuando me visitaron, me mostraron sus sentimientos y lo que deseaban para mí, mi mejora y que viviera.

Yo si era importante para ellos.

- Yo hare cualquier cosa para que te quedes. Solo necesito un segundo, así puedo demostrarte que estoy aquí, que todavía yo sigo aquí para ti.

Pero y si no me recuperaba... ¿Sus sentimientos seguirían siendo iguales?

- Yo creo que no. Me volvería un estorbo.

Mi mente de nuevo me jugaba esas malas pasadas, me decía y me afirmaba que de ninguna forma me aceptarían tal como estaba y que tenía dos caminos... o vivía o moría. Pero es que era ¡tan difícil! Y mis lágrimas mostraban mi dilema, mi gran batalla interna.

- Si te quedas... yo haré lo que quieras para que puedas ser feliz. Pero si tu quieres irte, haré todo lo posible para ser feliz y que a todos los que dejas atrás sean felices también y eso sería una mierda porque tu no estarías, pero lo hare – y soltó mi mano volviéndola helada –. Te perderíamos, pero te dejaré ir... yo quiero que te quedes... que vivas hermanito.

Eso sería una mierda... al igual que con Cintia, que ella falleciera me hizo darme cuenta de la cruel realidad que todo el mundo muere aunque fuese a un lugar mejor, sea bueno o malo, el momento de vivir era ahora y desear morir es un triste y bajo deseo de seguir siendo miserable, un cobarde, tenía que salir de ese hoyo oscuro del que me encontraba.

- Aquí está el secreto. Si tú quieres vivir, eso solamente depende de ti.

Lo que mi hermano me repetía con fuerza rasgaba, dañaba y rompía en pequeños pedazos esa coraza que había formado, la muerte era una mierda y yo quería seguir viviendo y para eso... yo debía tener... confianza en mí mismo y ser feliz.

- Life’s a bitch – dije casi sin voz.

- I know Andrew... I know– me dijo mi hermano sin mostrarse asombrado al escuchar mi voz.

 

La vida puede ser una mierda muchas veces... soy hay que saber vivirla.

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