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Categoría: Dominación

Ama Renata

Roel viajó a Caracas para reunirse con Renata, una teibolera venezolana que había sido deportada de México. Roel la conoció en un antro, la hizo suya por pocos pesos y la introdujo en el fascinante mundo del bondage y el fetichismo de pies.

Roel no tuvo tiempo de llevársela a casa, porque las autoridades migratorias hicieron una redada en el antro y jalaron parejo con todas las tipas. Roel se enteró por un mesero de lo que había pasado y luego, por e-mail, supo que su puta había regresado a la patria.

Ella vivía en una zona pobre de Caracas; por algo se había ido a México, desde donde mandaba dinero a sus padres y su hermano, Rodolfo, claramente puto. Roel llevó a su perra a un bar y luego a un hotel de medio pelo, donde, desinteresado de las desgracias que la otra le decía, la puso en bondage en varias posiciones, le lamió las patas una y otra vez y la obligó a mamarle la verga, el culo y, claro, las plantas de las patas.

En un rato de descanso, Renata contó que la situación nacional, agravada por la ausencia de Chávez y la incógnita sobre su estado físico, se había vuelto terrible; cada cual buscaba cómo hacer dinero. A Roel le pareció que ella quería matrimonio para fugarse con él a México, así que prefirió proponer otra solución, pues no quería casar.

Le recomendó agregar el bondage a sus actividades de puta, pues necesariamente tendría que recurrir a ese oficio para ganarse algunos bolívares. Por primera vez desde que se relacionaron, Renata se ocupó de Roel, atándolo cuidadosamente, sin dejar de pedir que se le repitieran las instrucciones.
Roel gozó aquello más allá de toda medida; en realidad siempre había querido ser sometido por mujeres, y que Renata, alta, fornida y de pies fabulosos, fuera su primera dominatrix, lo llenó de felicidad y esperanza. Decidió volverse su padrote. Gozaría una temporada en Venezuela.

También instruyó a Renata sobre cómo vestirse y cómo penetrar cabrones, para lo cual adquirió un dildo con arnés en una sex shop de medio pelo; ella aprendió a colocárselo con rapidez, embadurnar el culo de Roel con lubricante y, por fin, teniéndolo atado o suelto, cogérselo sin lastimarlo y exigiéndole, so pena de castigos tremendos, no venirse. Roel halló su lado puto al ser penetrado reiteradamente por Renata, con quien empezó a ganar dinero. Los clientes interesados en la dominación resultaron numerosos. Ama Renata los recibía en hoteles y, tras ordenarles que se encueraran, los humillaba verbalmente, la emprendía a latigazos contra ellos y, tras someterlos mediante llaves que su chulo le enseñó, los ponía en bondage para obligarlos a lamerle los pies, el culo, el coño, etcétera. Antes de amordazarlos les escupía dentro de la boca, y acto seguido les aplicaba rigurosos bastinados que les dejaban las plantas rojizas, si no heridas. Luego les desataba los pies, los empinaba y, previa embarrada de lubricante, los enculaba con su fiel dildo, forzándolos a gemir y moverse como putas. Como a veces no lograban contener la eyaculación, eran castigados con baños de agua helada y lluvia dorada, tras lo cual debían irse sin darse un regaderazo.

Como hubiera un cliente que deseaba penetración real, Renata y Roel acordaron que éste, con la cabeza enfundada en una máscara, la haría de asistente del ama. Entre ambos sometieron exquisitamente al puto; lo ataron, lo fustigaron, lo insultaron y, en la cama a cuatro patas, se lo cogieron, Roel por atrás y Renata por delante, sosteniendo el dildo que el puto mamaba como si fuera un pito real. Para paliar esto último, Renata incorporó a Rodolfo, su hermano, a las sesiones; así, aquel cliente logró mamar y ser enculado por vergas reales; tragó y recibió mucha leche y, tras pagar más, fue puesto en hogtie en la cama, junto con Rodoldo y Roel, pues aquella era una de sus innumerables fantasías.
Ama Renata los ató brillantemente; sintió ternura al ocuparse de su hermano, a quien al oído le aseguró que aquello le estaba encantando. Luego les aplicó bastinado y cosquillas y los dejó un rato para que se retorcieran.

Cuando aquellos cabrones acabaron de medio lado, el ama los masturbó pausadamente, ordenándoles que tardaran en venirse, y advirtiéndoles que el primero en hacerlo sería castigado. El propio cliente y Rodolfo se vinieron al mismo tiempo, de modo que el ama desató a su pimp, quien la ayudó a poner a los otros en balltie, con un dildo ensartado en el culo y encerrados en el clóset. Durante la siguiente hora, Roel quiso recordar los viejos tiempos, así que ató a su perra y le lamió las patas hasta que la lengua se le entumeció.

Roel debía regresar a México; hizo de tripas corazón y le propuso a Renata que se fuera con él. Ella lo hubiera hecho, pero entonces sus padres cayeron harto enfermos, y entre ella y Rodolfo los cuidaron, dando hasta diez sesiones por día para contar con recursos. Roel, desde la patria, se mantuvo en contacto con ellos. Un mal día se enteró de que Rodolfo había sido asesinado por un ex novio con quien no quiso volver. El asunto fue especialmente duro para Renata porque ocurrió dos días después de la muerte de sus padres. Roel le avisó que iría por ella, y al punto se dirigió al aeropuerto. Ya en Caracas, en el domicilio de la familia, no halló a nadie; una vecina le susurró que Renata se había ido luego de lo de sus padres y hermano.

Roel la buscó en el hotel, y ahí supo que un cliente drogota la había hecho tomar una sobredosis de heroína. Ya estaba muerta cuando la ambulancia llegó.
Datos del Relato
  • Categoría: Dominación
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