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Categoría: Maduras

Alicia

Ansioso esperaba mi cambio y la llave del cuarto, cuando de pronto la puerta del elevador se abrió. El ruido del elevador llamó mi atención y entonces vi a aquella pareja salir. El tipo era joven, vestido de traje y bien peinado, casi seguro que se acababa de bañar, pero lo que me dejó petrificado por algunos instantes fue ver a la mujer que lo acompañaba, era Alicia!, la mamá de mi amigo Luis. Ella sorprendida me miró y al momento se puso de todos colores y bajando la vista aceleró el paso para, junto con su pareja, llegar hasta la puerta de salida de aquel hotel.



Aquella tarde por fin estaba por inaugurar la panochita de Ludy, mi novia gordita que ya se había decidido a soltarme las nalgas. Pero haber visto a Alicia salir de ese hotel provocó que hasta mi anticipada excitación por llevar cuanto antes a la Ludy a la cama se calmara. Ludy, muy nerviosa, esperaba sentada en la salida del motel mirando hacia otro lado y no vio a su vecina, la joven mujer de muy suculento cuerpo.



Como apunté Alicia era la madre de mi mejor amigo, Luis. Ella se había casado muy joven con Nacho, que trabajaba como policía, en tanto que ella con sus 30 y tantos añitos a cuestas trabajaba como empleada de oficina en la delegación Iztacalco y como aquella tarde, entre semana, se suponía debería estar haciendo sus deberes en su empleo, pero no, Licha andaba soltando la nalga en aquel hotel posiblemente con algún compañero de trabajo.



Ya en el cuarto por fin hice realidad mis ganas de dejarle ir toda la verga a Ludy, que entre gemidos y grititos me entregó, según ella, su virginidad. Luego del segundo orgasmo Ludy me sorprendió con su increíble habilidad para aprender el arte de la mamada, hicimos un glorioso 69 que la dejó exhausta luego de tres venidas y a mi totalmente seco, pues mi semen había sido succionado por la infatigable boca de Ludy.



Ya de regreso a mi casa, luego de haber dejado a mi noviecita todavía sintiendo estrellitas, volvió a mí la escena de Alicia saliendo del elevador de ese hotel acompañada de un tipo. Pero bueno, ¿Lichita cogiendo con un chavo?, porque el tipo ese era a leguas más joven que esa mujer, además se suponía que el matrimonio de Licha andaba bien, Paco era, supongo, buen esposo y ella, hasta entonces, una ama de casa que además de trabajar, cuidaba de sus hijos, Luis ya estudiaba la prepa y Malú acababa de entrar a Bachilleres, como sea volví a confirmar el dicho de una tía mía: "caras vemos... nalgas no sabemos".



Pasaron algunos días hasta que una llamada telefónica llamó mi atención, mi hermana contestó y desde la sala me grito: "oye, es Licha preguntando si no haz visto a Luis...", desde mi cuarto le contesté que no, pero volvió a gritar: "dice que si no puedes contestar tú", así lo hice:



--"Si diga...



--"Hola, cómo estás..., oye ¿no has visto a Luis?...



--"Pues no, quedamos de vernos el sábado para ir al cine con unas amigas, pero yo tuve cosas que hacer y ya regresé tarde..., tampoco ha llamado...



--"Oye..., lo que pasa es que..., quisiera preguntarte si no..., este..., ya sabes..., lo del otro día..., en ese hotel..., no fue lo que parecía..., yo había ido a ver unas cosas..., del trabajo..., no pienses mal ¿he?...



--"Ahhhh, pues ya ni me acordaba...



--"Es que..., como tu y Luis son muy amigos..., pensé que le habrías dicho algo de eso..., y la verdad..., pues no hay nada ¿he?...



--"Ahhh, pues no te preocupes..., es tu vida..., yo no tengo por qué meterme...



--"No mira, el hombre que me acompañaba es compañero de trabajo y pues..., bueno, somos amigos...



--"Y como buenos amigos fuiste con él a ese hotel....



--"¡No, no, espera!, fueron cosas del trabajo...



--"Ah!, vaya..., pues que bueno ¿no?, pero si te preocupa eso ¿no crees que no deberías comentarlo por teléfono?...



--"Ay pues si, lo que pasa es que estaba preocupada por lo que pudieras pensar de mi, pero oye nada de nada ¿he?, además..., pues tú también entraste..., y no ibas sólo ¿verdad?, era Ludivina, ¿verdad?, la ví de espaldas, pero por su pelo me di cuenta que era ella, ¿verdad?...



--"Pues no te voy a decir, es cosa mía, ¿no crees?...



--"Si bueno, pero condenada chamaca tan decentita que se ve! y ya anda contigo haciendo esas cosas...



--"Ya te dije que no te voy a decir si era ella o no, además también tu andabas en esa situación, ¿o no?...



--"Ay pero lo mío es diferente, aunque no lo creas fui ahí por cosas del trabajo, van a hacer un evento de la delegación y....



--"Bueno ya, ahí muere ¿no?...



--"Si está bien, tienes razón, lo que quiero decirte es que no le digas nada a Luis..., por favor..., yo te conozco desde niño y somos buenos amigos, yo te tengo cariño y confianza y pues, quiero que sigan bien las cosas ¿si?



--"Pues si así lo crees..., pero procura cuidarte, pues Luis a veces va a ese mismo hotel...



--"¿A poco?, no lo creo!, pero bueno, gracias por decirme, adiós...



Luego de colgar me dije: "!ay pinches viejas, hacen sus chingaderas y luego no saben como componer sus desmadres...", a Licha le tenía cierto cariño y sobre todo era la madre de Luis, pero era mujer --y se mantenía bastante buena--, como cualquier otra, con sus deseos y ganas y si Paco no le daba la suficiente verga, pues a lo mejor tendría sus aventuritas, de vez en cuando.



 



II



 



Luego de olvidar ese incidente yo seguí con lo mío, Ludy resultó incansable en la cama. Ya casi nos veíamos nada más para irnos a coger. Hasta cuando tenía la regla, nos la arreglábamos para darnos tremendos cogidones!, de esa forma la gordita aceptó que un día, por tener la regla, se la dejara ir por el chiquito. Desde entonces se volvió fanática del culito y no me dejaba ir hasta que después de las incontables mamadas y metidas por la verija, se la dejara ir por el culo hasta que me volvía a venir.



En época de exámenes estaba estudiando para el de física cuando contesté el teléfono:



--"¿Sí?...



--"¿Eres tú?, habla Licha..., oye quiero que me hagas un gran favor...



--"Si dime...



--"Mira quisiera que vinieras a la delegación..., a recoger un sobre que te voy a entregar, pero tiene que ser hoy...



--"¡Ah caray!, ¿por qué la urgencia?...



--"Es que..., bueno luego te explico..., la cosa es que vengas a recoger una correspondencia..., ya sabes donde está mi oficina, ya haz venido con Luis, yo te espero, pero tiene que ser hoy...



--"Si, pero ¿por qué?...



--"Mira es un favor que te estoy pidiendo..., es algo que tiene que ver con lo del otro día, ¿recuerdas?..., bueno, vienes, yo te entrego el sobre, no lo abras, ¿he?, lo guardas en lugar seguro y ya, cuando me lo entregues te explicó todo.



Ni siquiera me dejó explicarle que estaba estudiando para el examen del día siguiente, que no tenía tiempo, ni nada. Como quedamos llegué hasta su oficina, ella, nerviosa, ya me esperaba, me hizo quesque firmar una hoja de recibido --pura finta--, y me llevé el sobre a la casa. Ya en mi cuarto recapitulé sobre todo aquello, ¿qué contenía ese sobre?, ¿por qué el nerviosismo de Licha?, ¿por qué tenía que ser ese día precisamente?, me entró curiosidad. Ya sabía que los sobres de papel manila se pueden abrir aplicando vapor en la ceja que cierra el sobre, eso hice, abriendo la llave del agua caliente del lavabo de mi baño logré que poco la ceja del sobre abriera solita y lo que descubrí me dejó pasmado.



Era Licha, Lichita, Alicia en fotos polaroid, haciendo un curioso stripteasse, empezando por quitarse la ropa hasta quedar en cueros, acostada encima de la cama, con las piernas abiertas mostrando la pelambrera de su sexo con aquellos labios tremendamente grandes, dejando expuesto al ojo de la cámara el conducto vaginal escurriendo mocos.



Era Alicia, pero una Alicia nueva, una extraña expresión de placer iluminaba su rostro. Era diferente. La mujer acunando sus pesados senos con ambas manos. Esas chiches redondas y generosas, de grandes pezones rosados con puntas erectas por la excitación. Era Licha parando el culo, abriendo las blancas carnes de sus nalgas, prominentes y perfectas. Era un close up del culo de esa mujer mostrando hasta el último detalle de su vagina abierta y de su culo rodeado de pliegues sonrosados con aquellos largos e hirsutos pelos castaños apuntando a todos lados. Era la madre de Luis siendo llenada por ese miembro erecto, largo pero delgado, en su panocha abierta. Era el rostro de aquella mujer siendo salpicado de mocos por una erecta verga anónima. Eran 22 fotografías en total. Entonces dejó de ser Licha, Alicia, la madre de Luis, mi mejor amigo y se convirtió en mi deseo. Entonces supe que aquella mujer tenía que ser mía.



 



III



 



Al siguiente día llamó ella preocupada: "hola, soy Alicia, ¿tienes el sobre?... no lo hayas abierto...



--"Pues fíjate que ya venía abierto...



--"¿Y?, ¿qué pasó?



--"Pues ví el contenido, tus fotografías...



--"¿Qué?... ¿que hiciste qué?, óyeme con qué derecho abriste ese sobre?..., eso es algo muy personal, de mi exclusiva propiedad...



--"Cálmate, ya de dije que el sobre venía abierto, yo sólo le eché una miradita, eso es todo...



--"Tampoco tenías derecho a ver el contenido, entrégame inmediatamente todo eso, mejor voy a tu casa a recoger las fotos, ahorita mismo voy...



--"¿Ah sí?, pues fijate que no, las cosas no son tan deprisa, además con que pretexto vendrás a mi casa, si tu nunca haz venido a buscarme..., mejor cálmate y vamos platicando acerca de esas fotitos tan ricas que te tomaste, a ver, a ver, venme diciendo...



--"Estás loco si piensas que me voy a confesar contigo, debes entregarme inmediatamente eso, te lo estoy ordenando!...



--"No tan de prisa Lichita, no te das cuenta que tengo en mi poder algo muy valioso y que la más interesada en que esto no trascienda eres tú, alguien podría enterarse...



--"No te atreverías, serías muy poco hombre si hicieras mal uso de eso para perjudicarme...



--"Pues no estoy seguro, pero desde que ví las fotos he estado pensando en ti de manera diferente..., me gustas Alicia, me gusta mucho tu cuerpo...



--"Pero si apenas eres un chamaco, cómo piensas que podría fijarme en ti, estás loco!...



--"Pues si, casi tan chamaco como el tipo con el que saliste del hotel aquel día, ¿verdad?...



--"Eso a ti no te importa...



--"Bueno ya, procura calmarte, tus fotos están seguras conmigo, te lo juro, de lo que pase después depende de ti...



--"Que me estás proponiendo...



--"Podrías empezar por explicarme la historia de las fotos y el por qué tuve que ir de forma tan precipitada por ellas a tu oficina...



Continué: "Cálmate y procura pensar las cosas, te tengo en mis manos Lichita, lo sabes, bueno ya voy a colgar llámame otro día y me dices que decidiste...", entonces colgué sin darle tiempo a mayores reclamos, ahora sólo tendría que esperar a que ella diera el siguiente paso.



 



IV



 



Tres días después volvió a llamar Alicia, pero ahora su tono de voz era por completo diferente, amigable y tranquila me explicó que para ella era muy importante tener consigo y destruir esas fotografías y que confiaba en que yo le ayudaría a no meterse en mayores problemas. "Es normal que te hayas excitado viendo todo eso, yo te entiendo, ya eres un hombre y si luego de ver las fotos me ves como mujer, eso es normal, te aseguro que te entiendo, pero que trates de chantajearme para obtener algo eso habla muy mal de ti. Debes entender que entre nosotros hay lazos muy estrechos de amistad y cariño, entre ambas familias y entre tú y yo, por ser tan buen amigo de Luis, yo no podría llegar a nada contigo, además te llevó muchos años, casi podría ser tu madre, pero como sea acepto tu propuesta de que platiquemos acerca de todo este embrollo, eso no significa que podamos llegar a nada, por favor entiéndeme".



Acordamos una cita, una tarde luego de que ella saliera del trabajo. Aprovechamos el pequeño parque de la delegación para intercambiar opiniones. Alicia apenas lograba controlar su nerviosismo y balbuceante empezó su relato:



--"Mira aquel tipo con el que me viste salir del hotel es quien me tomó las fotos, si, ha sido mi amante desde hace más de seis meses. No se cómo llegué a aceptar acostarme con él, no se si llegué a quererlo, o sólo atracción física, y no se si me entiendas, pero él me hizo sentir mujer de una forma tan diferente, estaba yo toda apendejada, por eso permití que me tomara fotos y muchas cosas más, cosas que nunca había hecho en mi vida de casada. Pero hace tiempo pensé las cosas e intenté terminar la relación, como sea me sentía culpable por serle infiel a mi marido, entonces el tipo me empezó a presionar para que siguiéramos y como tenía las fotos pues me podía chantajear, hasta que ese día que te llamé logré rescatarlas de su oficina, aprovechando que él estaba en una junta...", dijo la mujer toda compungida y añadió:



--"Bien ahora ya lo sabes todo, trata de entenderme, por favor, entrégame las fotos...



--"Si Alicia, tienes razón, pero no puedo apartar de mi mente tu cuerpo, te deseo con unas ganas que nunca antes había sentido, discúlpame, pero quiero que seas mía, piénsalo...



--"¡Ay!, no digas eso, por favor, ¿cómo me pides que me acueste contigo, ¿que me entregue a ti?, ya soy una mujer mayor y tu apenas un chiquillo, además tú no necesitas nada conmigo, ya tienes con quien hacerlo, anda por favor entrégame las fotos...



Guardé silenció unos momentos, entonces ella se decidió: "bueno que sea como lo pides, me voy a acostar contigo, pero que te quede claro que lo haré sólo por obtener las fotografías, no me pidas que sienta algo al hacerlo, para mi será algo mecánico y aborrecible, y luego de eso ya no serás para mi nada, posiblemente te guarde mucho rencor, ¿eso quieres?, pues que sea así, luego de que termines me entregas las fotos y ya, ¿quedamos?".



No supe que decirle, sólo alcancé a balbucear: "te deseo Licha, tengo muchas ganas de ti..., entiéndeme también tú".



--"Eso intento, pero no me cabe en la cabeza que quieras hacer eso conmigo, ¿tanto te trastornaron las fotos?, si yo estuviera segura que las quieres conservar para ti, hasta podrías quedarte con ellas, si tan solo me juraras que no se las vas a enseñar a nadie y sobre todo que no harás mal uso de eso para perjudicarme, pero no, estás necio en hacerme tuya, pues que así sea, vienes mañana por mi y me llevas a donde tú quieras". Así quedamos.



 



V



 



A pesar de que ya había conseguido que Licha aceptara coger conmigo el sentimiento de culpa no me dejó dormir. A la mañana siguiente estaba decidido a entregarle las fotos sin que ella tuviera que hacer nada. Pero antes tuve una idea, escanearía las fotos y las guardaría en mi computadora como un glorioso recuerdo de Lichita.



Cuando ya Alicia estaba en el parque decidida a que me la llevara a coger le dije: "ten Alicia, aquí están las fotos, no falta una sola, están todas, no tienes que hacer nada que tú no quieras" y le extendí el sobre.



Ella respiró aliviada, en silencio guardó en su bolsa el sobre y sentándose en la banca me pidió que hiciera lo mismo y empezó a hablar:



--"Ya sabía que ibas a actuar de forma prudente, tu conciencia no te iba a dejar en paz, que bueno que pensaste bien las cosas. Yo tengo mucho de culpa en todo esto, perdona mi imprudencia y no sabes cuanto te agradezco que me hayas entregado las fotos. Pero a ver dime, ¿sigues pensando igual que ayer con respecto a mi?...



--"Discúlpame Alicia, pero ahora ya no podré verte de otra forma, sigo deseándote de forma incontrolable, siempre que te vea me sentiré excitado..



--"Ay, ¿qué vamos a hacer?..., mira, ay no se..., sólo prométeme que no le dirás nada a nadie de lo que vayamos a hacer, que nadie se entere, y luego de hoy no vuelvas a acercarte a mi con esos deseos, porque no volveré a aceptar irme contigo, ante los demás seremos como siempre hemos sido, buenos amigos y ya, anda pues chamaquito llévame al hotel...".



Tardé unos instantes en reaccionar, no estaba seguro de haber escuchado aquellas palabras, pero ella fue la que se levantó y tomándome de la mano me indicó que la siguiera. Tomamos un taxi con rumbo a Tlalpan, y cuando vimos a lo lejos el esperado anuncio "Hotel", nos bajamos del auto y caminando llegamos a nuestro "nidito de amor".



Cuando por fin estuvimos en el cuarto, mi nerviosismo me paralizó, de una pieza ví a Licha dirigirse a la cama y proceder a quitarse la ropa, entonces comprobé que aquella mujer era la de las fotos. Pese a sus kilitos de más su cuerpo era suculento, dos macizas tetas redondas y algo colgadas, con amplios y negros pezones, su bajo vientre un poco abultado y más abajo cubierto de una espesa pelambrera y sus piernas cortas y llenas de una blancura casi perfecta. Y sobre todo la inconmensurable gloria de sus nalgas, en síntesis una mujer en la plenitud de su vida, en la total plenitud de sus capacidades amatorias. Casi se me caía la baba al contemplar aquel espectáculo, pero fue la voz de Licha --que ya estaba bajo las sábanas--, la que me volvió a la realidad: "¿qué esperas?, anda quítate la ropa, ven acá?", dijo en tono áspero.



Ahora fue ella la que siguió con la mirada cada uno de mis torpes movimientos para quitarme la ropa, pero cuando por fin quedé en cueros su rostro asombrado miraba la gruesa erección de mi verga, pero no dijo nada. Luciendo mi largo garrote me acerqué a ella, hasta quedar junto a la cama, sólo entonces pudo hablar "ay chiquito, mira nomás como haz cambiado, tienes un miembro enorme!", extendió la mano para agarrar la verga apretándola como para comprobar su dura consistencia. Ya no me pude contener, alcé las sábanas dejando al descubierto su desnudo cuerpo, al momento ella abrió las piernas para darme cobijo entre ellas, y conforme me fui acostando sobre su cuerpo, Licha con su mano dirigió el garrote a su peluda abertura diciendo: "despacito, lo tienes demasiado grande, me puedes lastimar", al momento sentí la gloriosa sensación de mi verga entre los labios abiertos de la pucha y conformé fui penetrando un hondo suspiro escapó de los labios de Alicia, hasta que por fin nuestros sexos quedaron pegados, uno dentro del otro, nuestros pelos formaban una sola pelambrera, todo mi garrote sumergido dentro de ella, su vagina ajustada como un guante al tronco erecto.



Permanecimos así algunos minutos, extáticos, como recreando nuestras mutuas sensaciones, ella con sus ojos cerrados pero rodeando delicadamente mi espalda con sus manos. Yo sobre ella, con mi cabeza recargada sobre su pecho, acunando las deliciosas tetas. Entonces iniciamos un lento y delicado vaivén, levanté la grupa y mi verga fue saliendo de su ya caliente albergue hasta sacar casi toda la cabeza, la volví a penetrar, lentamente, disfrutando de su distendida vagina. Dos o tres veces más repetí la misma operación, pero ahora mi boca estaba pegada a un pezón, succionando y mordiendo la erecta carne de la punta. La respiración de la mujer se hizo agitada, caliente, su boca entreabierta buscó la mía, se ofreció al beso y sus manos amorosas tomaron mi rostro para acercarlo al suyo y hacer que las bocas se juntaran. Nos besamos, con fuerza, con pasión, mientras ya el cuerpo de Licha buscaba más y más placer, su pelvis se alzaba para buscar la verga que por instantes se iba y la dejaba vacía, removiéndose cuando ya todo el pito estaba hasta el fondo. Sus piernas entrelazaron las mías y el metisaca se tornó fuerte, agitado, rápido, con violencia, ya su respiración entrecortada me enunciaba su orgasmo, su boca se despegó para decir "aaayyy, por todos los cielos qué me estás haciendo papito, me vengo!, ya me estoy viniendo niñito travieso, así, más, dame más verga, la quiero toda, hummmm, más, más, me viene de nuevo", todo su cuerpo se contorsionó en los espasmos del orgasmo.



Seguí taladrando su abiertísimo sexo, ya chorreante de jugos. Ahora Alicia había rodeado con sus piernas mi cintura, apretando fuerte, como impidiendo cualquier movimiento mío. Fue ella quien delicadamente se empezó a balancear hacía los lados, hacía arriba y hacía abajo, sin soltar para nada mi boca que sentía su lengua danzar furiosa dentro, mis manos amasando las redondas y pesadas tetas, al enésimo vaivén Alicia se volvió a venir: "me vieneeeee, me viene, de nuevo me viene, estoy en el cielo chiquillo malo, así, así chiquito de mi vida, llévame al cielo chiquito malo, malo, malote, hummmm, que gloriosa verga tienes papacito".



Cuando los espasmos de su orgasmo amainaron aflojó la presión de sus piernas y lánguida me soltó, lentamente me fui deslizando fuera de su cuerpo, hasta quedar acostado junto a ella. Sudorosos nos quedamos quietos algunos minutos, hasta que ella extendiendo la mano comprobó el estado de mi verga diciendo: "ay chiquito!, ¿todavía no te vienes?".



Permanecí acostado dejándole a ella la iniciativa, Licha entendió y se montó sobre mi. Con su mano dirigió la estaca a su pucha y se sentó a horcadas sobre mi tragándose por completo todo el tronco, cabalgando, removiendo su pelvis sobre el duro garrote, subiendo y bajando, oscilando las caderas, comiéndose una y otra vez el miembro. Sus tetas brincando frente a mi boca, me pesqué a ellas con mi ansiosa boca y agarrando sus nalgas con ambas manos, acompañé su cabalgata, arremetiendo con la verga, una y otra vez, haciendo que todo su cuerpo se cimbrara con cada arremetida, hasta que ambos nos venimos, los chorros de mocos inundaban su distendida panocha que a cada palpitación de mi tranca le dispensaba deliciosos apretoncitos, sabía contraer los músculos de su vagina de una forma fenomenal.



Cuando ambos terminamos, permanecimos unidos largos e interminables instantes, ella sobre mi, aún con mi garrote dentro de su caliente funda, sudorosa, con una apacible --pero lujuriosa-- expresión pintada en el rostro. Luego se despegó y con paso tambaleante la miré ir al baño. Pero cuando regresó quería seguir el juego, se subió a la cama sentándose sobre sus pantorrillas junto a mi, cuando abrí los ojos la ví sonreír y al momento siguiente sentí su manita agarrando el empapado miembro semi desfallecido, con delicados movimientos rodeó el pito y siempre con la mirada fija en aquello que la había llevado al máximo placer fue acercando su cara hasta recargarse sobre mi pelvis, entonces sentí como su boca se abría para dar cobijo a mi verga.



Al momento un involuntario estremecimiento en el miembro me anunció el inicio de la más experta y satisfactoria mamada que mujer alguna me hubiera dado en toda mi corta existencia. Luego que labios y lengua recogieron ansiosos los restos del ardoroso combate sexual, la incansable boca succionadora de Licha me llevó a límites de placer nunca antes imaginados, era increíble como aquella mujer fuera capaz de dar cobijo a toda la pija ya erecta. Dos o tres veces la sentí controlar sus involuntarios movimientos por vomitar, pero ella se aferró al miembro con un ansia indescriptible. Dos o tres veces tuve que retirar el miembro de su incansable boca incapaz de controlar por más tiempo la eyaculación, ella entendió y repasando sus labios y lengua por el tronco llegó hasta mis huevos, que entonces sufrieron el placentero suplicio de esa boca que succionaba uno hasta metérselo completo en la boca, para acto seguido cambiar al otro, mientras uno de sus dedos, curioso, se metía entre mis nalgas buscando mi ano, sentí que ya no podía más y agarrando su cabellera con ambas manos dirigí su boca al tronco que ya la esperaba para entregarle su ofrenda.



Un incomprensible murmullo gutural fue el preludio que su boca dejó escapar antes de zambutirse toda la verga hasta la garganta. Luego fue un intenso ir y venir de aquella boca, desde la punta hasta la base, donde su nariz se perdía por momentos entre la pelambre. Sus labios succionando el glande mientras que la lengua recorría golosa cada contorno de la cabeza. Mis manos aferradas a su cabellera tratando de controlar sus violentas arremetidas, hasta que ella lo pidió: "anda papito dame tu leche". Sólo entonces con un furioso movimiento de mis manos sobre su pelo bajé su cara hasta meterle todo el miembro en la boca, así me empecé a venir, el primer chorro la agarró desprevenida pero la mantuve así, pegada a mi, con toda la verga dentro de su boca, hasta la garganta. Ella de inmediato trató de apartarse, pero la tenía bien cogida por los pelos y así la mantuve, llevando cada chorro hasta su garganta, hasta que después de tres o más pulsaciones del miembro aflojé la presión y entonces ella pudo tragar todo el semen que inundaba su boca, pero luego de tragar siguió chupando y yo echando mocos hasta que incapaz de seguir tragando verga la sacó de su boca para dejar que los últimos chorros salpicaran su cara.



Alicia, amorosamente, restregó con su mano la verga chorreante sobre su rostro, embarrando labios, mejillas, nariz y hasta los ojos con la punta pringosa de leche, hasta entonces pudo decir: "ay papacito casi me ahogas", acto seguido volvió a comerse todo el miembro como para darle la última repasada.



Luego todo fue calma, plenitud, satisfacción. Por fin había hecho realidad mi sueño. La había hecho mía. Lichita, la mamá de mi amigo Luis me había entregado su delicioso cuerpo. Ella por su parte parecía llena, satisfecha, nada arrepentida de lo que acaba de hacer. En eso, una furtiva mirada al reloj le descubrió que casi eran las nueve de la noche, al momento ella se levantó diciendo: "mi madre!, ya es tardísimo, me tengo que ir en seguida", y corriendo se metió al baño, yo la alcancé ahí y todavía nos dimos algunas libertades, como meterle la verga bajo la regadera, pero ya no había más tiempo, apurados nos secamos y vestimos.



Pero antes de salir del cuarto me recordó la sentencia: "recuerda lo que acordamos, ésta fue nuestra oportunidad, no habrá más, no se cómo le voy a hacer, pero debemos ser fieles a lo que acordamos, no hay mañana para nosotros, me hiciste sentir como nunca antes, de verdad, nunca pensé que fueras tan buen amante, envidio a la gorda de tu novia, si quieres quédate con las fotos, pero nunca más volveremos a estar en la cama".



Yo por mi parte estaba en las nubes, sintiendo estrellitas, todo me valía madres. La llevé en taxi hasta la Zaragoza, ahí ella abordó otro con rumbo a su casa. Yo decidí caminar, desde el metro hasta mi casa, tenía tantas cosas que pensar y rememorar que cuando llegué por fin a mi hogar ya eran casi las doce. Ya cuando me desvestía en mi cuarto entró mi hermana para decirme: "oye, hace rato llamó Licha, preguntando por ti, que si ya habías llegado, oye ¿qué te traes con esa vieja?", "nada, nada", le contesté.



 



Epílogo



 



Al paso del tiempo esta historia tomó giros inesperados, para empezar fue la propia Alicia la que me buscó para que volviéramos a ir al hotel. En un lapso de dos meses me la cogí cerca de diez veces. Y no fueron más porque yo tenía que administrar las dosis de semen entre ella y Ludy, ambas me tenían siempre bien exprimido.



Lo triste del asunto fue que el ex amante de Licha, despechado buscó la forma de desquitarse de que la vieja ya no quisiera seguir cogiendo con él. Y mi amigo Luis fue quien pagó los platos rotos. Alguna tarde Luis fue a buscarme a mi casa todo compungido y sacado de onda, el día anterior había recibido una carta anónima que contenía varias fotos de su madre en pleno combate amoroso. En otras palabras Alicia no había tenido la precaución de robarse todas las fotos que su amante la había tomado, y el muy cabrón había guardado algunas en otro sitio.



Para mi amigo era algo incomprensible haber descubierto que su madre se comportara como una perfecta puta. Sus sentimientos estaban por completo alterados y no sabía que hacer y yo por más que traté no logré hacer que comprendiera que Alicia pese a todo era una mujer con sentimientos y necesidades que a veces los demás no podíamos comprender, pero que ella en el fondo era buena madre. Por las dudas puse prudente distancia entre ella y yo, he hice que Luis destruyera aquellas fotos --de las que por lo demás yo tenía la colección completa-- y prometiera nunca decirle nada a Licha.



Alicia por su parte creo que comprendió que ambos teníamos que hacer nuestra propia vida y al paso de los días ya no buscó un nuevo contacto.



Pasaron los años, yo me casé y me fui a vivir a provincia. En una de mis esporádicas visitas a la casa paterna me enteré que Licha y Paco se habían divorciado, pues el marido había descubierto a Lichita cogiendo apasionadamente en el propio lecho nupcial con el lechero, aprovechando que Paco supuestamente estaba de guardia y los hijos estaban en casa de su abuela de visita, en otras palabras a Licha nunca se le quitó lo caliente y cogelona. Pues si, como decía mi tía, pensé, "caras vemos, nalgas no sabemos".


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