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Categoría: Fantasías

A solas

~Ella entra en la habitación. Deja su cartera sobre la mesita de luz. Saluda. El espejo le devuelve un saludo idéntico. Se queda quieta y deja que el espejo la devore con la mirada. Primero se detiene en sus ojos, son claros y tristes, expectantes y llenos de deseo. Después recorre el vestido morado lentamente. Desciende por sus piernas con cuidado. Se detiene en sus zapatos. Vuelve a subir por sus piernas. Detiene la mirada donde el vestido llega a su fin. El espejo le dice que gire y ella obedece. Su vestido tiene la espalda descubierta, al espejo le gustan ese tipo de de vestidos. Con una de sus manos ella se toca el hombro. Saca las tiras del vestido y lo deja caer. El espejo se sorprende de que esté completamente desnuda, sólo le quedan los zapatos.

Ella se pone de frente al espejo. Se acerca a él, lo besa, lo marca con su lápiz labial rojo. El espejo le pide que se acueste sobre la alfombra. Ella obedece. Él le pide que abra las piernas. Ella obedece. Le pide que se toque y ella obedece. El placer le obliga a cerrar los ojos. El espejo le pide que la mire, que no deje de mirarla. Le gusta mirar. Ella se toca sin sacarle la mirada del espejo. El espejo le pide que se detenga y que chupe sus dedos. Le pregunta si le gusta su sabor. Ella responde que sí sin sacarse los dedos de la boca. Eso le gusta y el espejo lo sabe. Ella le pide al espejo que la penetre, que se lo haga sobre la alfombra. El espejo sonríe. Ella saca su consolador de la cartera. Lo coloca en el espejo. El espejo le pide que lo chupe. Ella obedece. Primero le pasa la lengua, lo recorre lento, lo cubre con su lengua antes de meterlo dentro de su boca. Le gusta la textura, el morbo. Cierra los ojos por un instante y el espejo le pide que los abra. Ella pide perdón. El espejo le ordena que se acueste. Ella obedece. Se acuesta y abre las piernas. El espejo le pide que se acerque, que mire como el consolador entra en su cuerpo. Ella gime. El espejo ordena mirar. Ella gime. Mira a los ojos del espejo. Los dos sonríen. Ella se mueve más rápido. El placer sale por su boca. El espejo se detiene. Le pide que se de vuelta. Ella obedece. Apoya sus rodillas en la alfombra y mira al espejo por encima de su hombro. El espejo le pide que se agarre los glúteos con sus manos. Ella obedece. Agarra sus glúteos y los abre, se los ofrece al espejo. Él le pide que se acerque. Ella obedece y siente como es penetrada. Gime. Cierra los ojos un instante y vuelve a mirar al espejo, como entra y sale de su cuerpo, como acelera el ritmo. El espejo le dice que se lo quiere hacer por atrás. Ella lo mira fijamente y sonríe. Sin dejar de mirarlo se chupa un dedo y los desliza entre sus glúteos. El espejo se excita, la sigue penetrando, cada vez más fuerte. Por fin se detiene, se retira y apoya el consolador entre sus glúteos. Lo mete despacio. Ella gime, le duele pero le gusta. Él le dice que mire, quiere que mire como se la mete por el culo. Ella gime por esas palabras. Le gustan las malas palabras. Le dice al espejo que se siente una puta y el espejo la penetra más fuerte. Ella gime de dolor y de placer. Le pide que se lo haga más fuerte. Él obedece. La penetra rápido, con fuerza. Ella gime. Grita. Ya no puedo mirarlo. Él ya no reclama que lo mire. Todo se acelera de manera incontrolable. Ella siente como sus glúteos chocan contra la piel del espejo; la carne contra el cristal. Ella apoya su cabeza contra la alfombra, con sus manos se toca mientras el espejo la sigue penetrando. El orgasmo se hace inevitable. Ella grita de placer. Siente que va a explotar. Y lo hace a través de su boca, en un grito que le cierra los ojos y le contrae cada músculo de su cuerpo.

Por fin se separan. Ella se rinde sobre la alfombra. Suspira. Respira agitada. No puede pensar, deja que los restos del orgasmo controlen su cuerpo. No quiere abrir los ojos, mucho menos pensar en lo ridícula de la situación. Deja que el placer recorra su cuerpo. Se obliga a no pensar. No quiere abrir los ojos. No puede mirar el espejo a los ojos. Le da vergüenza. Se siente bien así. Deja que su cuerpo se rinda. Se duerme sobre la alfombra. Pero el espejo no deja de mirarla. No quiere hacer ruido, no quiere molestarla. Sólo la mira.

Datos del Relato
  • Categoría: Fantasías
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