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Categoría: No Consentido

::::el ginecólogo gozón:

EL GINECÒLOGO GOZÒN.
Cuando las mujeres tenemos un ginecólogo único, este puede considerarse nuestro segundo marido.
La última vez que asistí a la cita de mi ginecólogo, un hombre de muy buen aspecto, maduro y con manos muy diestras, este me indicó que debía tomar cierta pastilla antes de ir a su consultorio, requisito indispensable para el examen que debía hacerme y en un estuche tapado me dio el médicamente el cual ingerí en casa justo antes de partir a su consulta el día indicado.
Al llegar al consultorio, unos quince minutos más tarde mi cuerpo ardía en un extraño calor, las manos me sudaban copiosamente y no podía pensar con claridad. A pesar de ello recuerdo cada detalle de lo que sucedió posteriormente. La sala de espera estaba completamente vacía, no estaba la enfermera auxiliar y el doctor ya me esperaba.
-Pasa - me dijo, -ve al cuartito y te desvistes como siempre.
Yo obedecí y coloque la batita con la abertura en la parte posterior, me subí a la camilla y abrí mis piernas. El entró, se lavo las manos pero no uso guantes, puso una mano en mi vientre mientras que con la otra, engrasada con vaselina, penetraba mi vagina empujando dos de sus dedos con suavidad en tanto con su dedo pulgar rozaba mi clítoris, la mano sobre mi vientre comenzó a subir a mis senos y los presionaba logrando excitarlos con facilidad, el continuaba moviendo sus dedos entre mi vagina y una sensación de placer comenzó a invadirme.
-¿Te gusta? –pregunto.
-sigue- conteste sin entender completamente lo que me sucedía,
Me senté en la camilla y termine de quitar la diminuta bata que me cubría, lo incline hacia mi quitando su ropa con algo de apuro, comencé a besarlo con la ansiedad de sentirme penetrada, ya desnudo baje hasta su pene y comencé a chuparlo con fuerza, lo tragaba con rapidez queriendo engullirlo todo de una vez, él se sujeto a la pared ante mi enviste mientras su pene crecía y endurecía simultáneamente.
-¡còjeme!, ¡còjeme! – casi le rogué
El hombre me llevo contra la pared y sosteniendo mis piernas al aire, yo me aferraba a su cuello, comenzó a penetrarme con rápidos y voraces movimientos, su cuerpo era como fuerte marea impulsada por un ciclón, sudábamos copiosamente, nuestros cuerpos se movían y retorcían mientras que los gemidos rompían el silencio existente. Así estábamos cuando la puerta del pequeño salón se abrió, un hombre de fuerte contextura y alto entró, nosotros no lo tomamos en cuenta, el frenetismo nos aislaba del mundo. El hombre se quedo allí, mirando unos minutos, su pene se puso duro por la excitación y cuando lo volvimos a ver ya estaba completamente desnudo y se acercaba a nosotros. El doctor se aparto por un momento y el hombre que acababa de entrar me tomo casi en vilo para llevarme a la estrecha camilla, allí hizo que me tirara boca abajo para buscar la penetración por la parte de atrás, yo estaba tan deseosa que no me importo, el hombre penetro mi vagina sin contemplación y acto seguido comenzó a moverse aún más rápido que el médico, este mientras tanto se colocaba por el otro lado aferrándome por el cabello para levantar mi rostro e introducirme su pene en mi boca, yo comencé a chupar con avidez nuevamente y así estaba cuando el hombre que me penetraba saco su pene completamente y comenzó a meterlo por mi ano, el ardor me hizo gritar, no había usado lubricación, yo grite con el pene del médico en mi boca lo que no permitió que el sonido fuera escuchado por nadie. Casi desmayada mi cuerpo sudaba y sacudía espasmódicamente. Así enculada el hombre me tomo por la cintura y caminando hacia atrás fue directo a un pequeño sofá sin brazos y reclinable, se hecho sobre el quedando yo encima con mi vulva completamente descubierta, el medico se acerco frente a mi y se fue inclinando para introducir su pene en la vagina, el hombre de atrás se movía con mucha rapidez cuando el medico me penetro, luego ambos comenzaron a moverse vigorosamente, entrando, saliendo y sacudiéndose dentro de mis orificios hasta que comenzaron a llegar los orgasmos, primero fue el médico que se retiro sacudiendo su pene para terminar de votar la esperma que brotaba, el otro hombre me volteo quedando yo debajo y frente a él y reposando mis piernas sobre su pecho volvió a penetrarme analmente pero esta vez no me incomodó, rozando mi clítoris con su dedo índice con fogosidad como si supiera a ciencia cierta lo que estaba haciendo, las sensaciones comenzaron a sucederse porque comencé a moverme junto al individuo debido a la estimulación, nuestros cuerpos sudados casi se estrellaban el uno contra el otro cuando llegue a un orgasmo que sacudió mi cuerpo mientras daba alaridos de placer que hicieron brotar lagrimas de mis ojos, el hombre me aferro con fuerza para correrse convulsionando como loco desquiciado, al terminar se quedo allí, de pie, meneándose con suavidad y acariciando mi abdomen, al final resulto ser tierno y apasionado.
Yo me fui a casa sin entender la aventura que acababa de vivir, al día siguiente pude recordar todo y mi cuerpo se estremecía al revivir los embistes de aquel desconocido de quien tal vez nunca más volvería a saber. Meses después leí en un periódico que el ginecólogo estaba siendo denunciado por vender pornografía cuyos videos obtenía de sus clientes suministrándoles drogas estimulantes para producir en ellas fuerte deseo sexual, y como era de esperar ninguna se atrevió a denunciarlo porque, como yo. pensaban que eran ellas y no las drogas las causantes de tales reacciones. Para nuestra suerte todo el material decomisado fue incinerado y nunca nadie hablo del desconocido a quien parece ser sólo yo conocí.
Datos del Relato
  • Autor: anais56
  • Código: 13888
  • Fecha: 20-03-2005
  • Categoría: No Consentido
  • Media: 5.64
  • Votos: 59
  • Envios: 11
  • Lecturas: 5047
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
lobo_caliente
lobo_caliente 07-08-2013 16:39:01

buen relato, muy caliente

Marian Polet
invitado-Marian Polet 29-03-2005 00:00:00

Anais aunque no lo querias lo hisiste y despues de todo...¿te gusto? ¿o no?

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