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El calor del verano

La conocía de toda la vida. Somos de la misma ciudad y veraneamos en el mismo pueblo costero. Además regenta una tienda de ropa de bebés al lado de mi negocio familiar. La veo casi todos los días y ha estado presente en mis fantasías desde que tengo uso de razón. Muchas veces, antes de tener carnet de conducir, he viajado con ella y su marido desde nuestra ciudad hasta nuestra zona vacional. Se puede decir que son amigos de la familia.



Ella, una mujer de 49 años que se cuida mucho y viste como una veinteañera. Sus años buenos han pasado, pero se conserva fenomenal. 1,60 unos 60 kilos más o menos, piel siempre bronceada (por solarium en invierno y por el sol en verano), melena rubia de bote que le llega por los hombros y unas tetas de infarto. Algo caídas debido a sus tres partos pero grandes.



El día antes de partir hacia mi casa de verano acudí a su tienda para comprar un regalo para el hijo de un amigo. Ella me saludo con dos besos y me atendió muy bien. Elegí el regalo pero no lo tenía en stock y quedó en llevármelo 5 días después, cuando ella iniciaba sus vacaciones. Eramos vecinos de urbanización. Ellos estaban en el 3ºA y yo en el B. Nuestras terrazas estaban unidas y muchas veces tomábamos el sol juntos. Yo partí hacia mi pueblo al día siguiente tras hacerme una paja pensando en follármela. Una más, quizás sea la mayor musa de mis pajas de toda la vida. Según viajaba en coche hacia mi destino intenté trazar un plan para conseguir llevármela a la cama, pero no era fácil. Su marido era muy posesivo y no la dejaba respirar. Al no encontrar un modo dejé de pensar. Llegue a mi casa de verano, salí a cenar y así pasó mi primer día de vacaiones. Los tres siguientes días fueron aburridos. En dos de ellos llovió y no pude ni siquiera ir a la playa o a la piscina.



Y así llegue al cuarto día y cuando me disponía a salir de casa para ir a la playa sonó mi puerta. Era ella. Venía a saludar y traerme el regalo. Llegó un día antes de lo esperado y venía sola. Sin hijos y sin marido. Le pregunté si venía sola y me dijo que sí, que necesitaba 4 o 5 días para desconectar y relajarse un poco, que su familia llegaría unos días después. Le dije que yo también estaba sólo, que mis padres y mi hermano no vendrían este año y ella me invito a comer. Rechacé su propuesta porque iba a coger el coche para pasar el día en una cala poco transitada para relajarme. Ella me dijo que si la esperaba 5 minutos me acompañaba. A eso no pude negarme. La esperé en el coche y al rato apareció con un pack de 12 cervezas y una neverita. La cosa pintaba bien.



Llegamos a la cala. No había mucha gente y nos colocamos en una zona apartada, entre unas rocas. Se quito el vestido y apareció con un bikini amarillo con tanga que quitaba el hipo. Yo me quede embobado mirándola.



-"¿Una cervecita, para empezar?"- Preguntó



-"Cómo no!"- respondí



El tiempo pasaba. Una cerveza más. Un baño. Y noté que el sol empezaba a picar.



-"¿Me pones crema, Maria?"-



-"Si, claro. Pero más tarde me tienes que poner tu a mi"-



Me propinó un masaje en la espalda genial. Mi erección era incontrolable. Se tomó su tiempo. Al terminar yo me quedé bocabajo intentando ocultar mi erección. Seguimos conversando hasta que tras otra cerveza ella dijo:



-"¿Te importa que haga topless? Es que no me gustan las marcas del bikini, peroa mi marido le molesta que lo haga y tengo que aprovechar estos días"-



-"No. Por mi está bien"- Contesté



Aquella visión era lo mejor que había visto en mi vida. Dos tetas enormes con pezones grandes y oscuros. Se volvió y se dio crema por la parte delantera. Y me pidió que le pusiera crema en la espalda. Sin ninguna prisa, con mucha calma, comencé a esparcir la crema por sus hombros bajando lentamente. Estaba tumbada boca abajo y sus tetas sal´´ian por los laterales. Aproveché para rozarlas un poco y no vi mucha oposición. Las toqué con más descaro y no dijo nada. Segui con el masaje y me vine arriba y comence a darle crema en el culo y las piernas también. Su única reacción fue abrir un poco las piernas. Lo interpreté como una señal, moví su tanga a un lado y le metí un dedo. Estaba mojadísima. Dio un pequeño gemido y me dejo hacer durante unos segundos pero de repente me paró en seco.



-"Para, por favor. Estoy casada. No quiero líos."



Le pedí disculpas.



-"No pasa nada. Sigamos compartiendo el día como si no hubiera pasado nada"- Dijo



-"No es que no quiera, es que no puedo, entiéndelo"-



CONTINUARA


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