Mariana me hablo a la oficina a media tarde, había esperado pacientemente que las cosas se dieran y ella se quedara sola en casa. Su madre, salió de viaje con sus abuelitos y su hermana tendría guardia toda la noche.  Quería pasar una velada de sexo conmigo y esa era su oportunidad.

Sabía que mi sobrina era una verdadera ninfómana, pero también yo he aprovechado todas y cada una de las oportunidades que me ha dado la vida para tener sexo. Así que después de la oficina, me presente en su casa, preparado para pasar una noche de locura. No tenía idea de hasta donde llegaría esta.

Subimos a la mismísima habitación de su madre e iniciamos a besarnos y tocarnos, rápidamente nos desnudamos y continuamos con los juegos previos, estábamos metidisimos en un 69, cuando me di cuenta que su hermana mayor estaba parada en la puerta con los ojos clavados en lo que estábamos haciendo. Sin que Mariana se diera cuenta aun, Ivanna nos miraba y se desvestía, para unirse a la fiesta.

Procurando que la hermana menor, no se diera cuenta de la nueva invitada a la fiesta, la gire para empezar a besarle sus pezones, mientras la recién llegada comenzó a acariciarme el pene y los huevos, con una delicadeza que me hacía estremecer, era momento de sorprender a Mariana, por lo que baje de sus pezones hacia la conchita, Ivanna aprovecho para empezar a chuparle los pezones que yo había dejado ya paraditos a su hermana, La sorpresa fue mayúscula, pero el estado de excitación era tanto, que al sentirse atacada por dos frentes, únicamente gimió profundamente y acepto, todo lo que viniera en consecuencia.

Mientras que yo seguía chupándole la concha a Mariana, con mi mano, le introducía, primero uno y luego dos dedos en la conchita a Ivanna, la que para mi sorpresa, seguía siendo bastante pequeña y estrecha, pero muy jugosa, ya que las dos estaban destilando sus jugos.

A todo eso, Mariana me hizo poner boca arriba en la cama, y ella se hinco arriba mío, empezando a hacerse una paja con mi pene, refregándolo contra su clítoris, gozando como una loca y sintiendo yo en ese momento, el calor que su sexo desprendía, me cabalgaba con un movimiento suave y acompasado que puso aún más tieso mi miembro, mientras su hermana, se sentaba sobre mi boca para conseguir una mamada. Aprovechando esta posición para darle un apasionado beso en la boca a su hermana.

Mariana no soporto mucho tiempo, estaba tan caliente que se dejó caer sobre mi verga y se la enterró toda, cerrando los ojos y gimiendo de placer. Para no hacer menos a su hermana mayor, yo insertaba lo más profundo y rápido que podía mi lengua en su coño

Ni que decir que después de mucho gozar, los tres estallamos en un orgasmo de película. Mientras Mariana y yo nos quedamos en esa posición por un rato, Ivanna se recostó a mi lado para besarme y posteriormente bajar hasta mi vientre, e iniciar a chupar y besar el lugar donde mi verga estaba insertada en la vagina de su hermana, aprovechando para besar su clítoris y sobar con sus manos mis huevos. En todo ese tiempo, aproveche para seguir con la dedeada en su coño.

Gracias a la acción del viagra que me había tomado llegando a la casa, mi miembro se mantenía erecto cuando salió del interior de Mariana. Había que aprovecharlo, por lo que les pedí que me lo besaran, a lo que accedieron gustosas, dándome una lección de cómo te deben mamar bien el miembro. Se lo introducían en sus boquitas alternadamente y luego con sus lenguas recorrían todo el largo del mástil, hasta mis huevos, haciéndome temblar de placer, para finalizar besándose entre ellas. Era la primera vez que ellas hacían algo como eso, pero era tanto su goce, que parecía que cada vez se deseaban más entre ellas.

Tenía a ambas hermanas a mi lado, las dos con sus cabezas entre mis piernas compartiendo el dulce que había entre ellas. Mientras yo con mis dedos traviesos acariciaba ambos sexos, Mariana, la más experta, llego primeramente a otro orgasmo, no dejándome parar hasta que sintió el último ramalazo de su orgasmo, que la hizo gritar bastante. Casi simultáneamente, y al notar que mi verga estaba todavía erguida, Ivanna, se recostó sobre la cama mientras me decía, “te quiero arriba mío, para que me la entierres hasta el fondo”, dicho lo cual me le subí y comencé a darle bomba, solamente intercambiamos papeles, ahora era Ivanna quien le daba lengua a la húmeda cueva de su hermanita, mientras ella besaba y mamaba la base de mi pene y la raja de su hermana, aprovechando cada movimiento mío, para chupar el largo del palo que salía cada vez más húmedo por los jugos de Ivanna. A diferencia de Mariana, la conchita de Ivanna era más pequeña y me apretaba mi miembro, lo que me produjo un placer adicional.

La hermana menor jadeaba nuevamente con la llegada de otro orgasmo, y la mayor me pedía le diera más profundo. Por lo que cuando Mariana se recostó para descansar de su ultimo éxtasis, aproveche para voltear a Ivanna y ponerla en cuatro sobre su hermana, para que mientras yo le daba como a una perra, ella le ponía sus pequeñas tetas en la boca a su hermana, quien aprovechaba para mamárselas y sobarle el clítoris y así llevarla a un prolongado orgasmo que motivo que yo también lograra otra gran eyaculación dentro de ella.

Llevábamos más de cuatro horas en frenético sexo. Al acabar, las dos hermanas golosas se chuparon sus vaginas glotonamente, para comerse mi leche, exclamando al unísono, ”nos has llenado de tu leche, Tío..!”. Los tres quedamos rendidos y extenuados, y yo creía estar en el séptimo cielo, ya que ni por asombro, me había imaginado tener una sesión de sexo de esas características, y menos con dos mujeres que ahí se dieron cuenta de ser bisexuales, pero que aprecian las bondades de una buena pija dentro de ellas.