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Encuentros con una anciana que conocí cuando era madura

Estábamos en la iglesia católica del lugar, había ofrenda a la virgen, delante iba una beata entrada en años, de su cuello colgaba una cruz. Se arrodilló y empezó a rezar. A mí mujer y a mis hijos les daba risa ese boato en el año 2020. Hacía 20 años que no había vuelto a esa ciudad y llevé a mi familia de vacaciones, para que conocieran el lugar donde me saqué la carrera de medicina. Terminó la ofrenda al altar, tuvieron que coger a la señora arrodillada, era una devoción desmesurada. Al pasar delante de nosotros nos cruzamos las miradas.¡ Era ella!

Cuando la conocí ella tenía 46 años, yo 22. Ese sábado pasaba de estudiar, tenía examen de anatomía el lunes, me catearian igual. Fui a un local de copas, ella entró. Su paso era largo y estilizado, lo cual la dotaba de un balanceo rítmico de sus caderas, a cada paso resonaba el eco de su taconeando. Era alta y su cuerpo mostraba una solidez madura de asentamiento. Debajo del vestido negro se intuían unas generosas tetas. Su culo era subido y moldeado. La melena negra le daba un aspecto estilizado a su cara oval algo gastada de labios carnosos y ojos grandes negros y penetrantes. Era lo que entre mis amigos llamaban una milf potente.

Ante mí asombro se sentó a mi lado en la barra. Fumaba y bebía como una gran diva. No dudó en entablar conversación conmigo. No tardó en decirme que yo le resultaba muy mono, mi pelo rubio y mi delgadez le recordaban a los antiguos artistas de cine. Me resultaban atrayentes sus maneras y al mismo tiempo pensaba que era una buscona. Pero me molaba la ostia la madurona. Era mi primera maduraca que se ponía a tiro. Apenas dos horas de conocerla, esa misma noche… ¡ME LA TIRÉ !

Me llevó a un apartamento y me hizo una crepuscular mamada, se regodeo engullendo uno por mis testículos mientras me miraba a los ojos,; por si esto ya de por si no fuera suficiente me aplicó mi primer beso negro, lamió toda la raja de mi culo, después con su lengua tensada la adentro en la cavidad anal; la movía en círculos. Pasó otra vez a engullir entera mi polla. Yo alucinaba, estaba en un colapso profundo. Sus tetas eran grandes en forma de pera con aureolas oscuras, llevaba el coño depilado; era prieta para su edad. No pude aguantar más, hasta le grité que quería follarla. Se tumbó en la cama y abrió los muslos de par en par dejando a la vista un gran clítoris. Fuí a saco sobre ella, la pistoneé a culo batiente; mi polla tirando a normal entraba sin problemas. Notaba su coño viscoso. No tarde en descargar mi lefa, me corrí adentro. Quedamos dormidos abrazados, cuando me desperté la morreé con intensidad. Mi polla se encontraba con enpalme mañanero. Montamos un 69, ella arriba, comí su gran coño, lamí su culo. Nos reincorporamos, ella se puso a cuatro patas. Embestí, veía como mi polla entraba y salía, pronto ella jadeó, al instante dijo que se corría; yo no tardaría, entonces ella se volteó y se apretó sus pechos diciéndome » dámela». Vacié sobre ella.

El lunes hice el examen, suspendí. Volví al apartamento, no dejaba de pensar en ella. Me dijo que le había bajado la regla. Aun así me hizo una mamada. Esa semana la pasé con ella, parecíamos novios. Sentía algo intenso por ella. Hasta que llegó el sábado. Quedamos donde nos habíamos conocido. No tardaron en llegar dos compañeros de la facultad, dos tiarrones juerguistas y macarronicos, pésimos estudiantes, pero sabidas eran sus peripecias con mujeres. Respondían por Jonás y Isra. El primero de ellos se pronunció:

– Xavi, me han dicho que esta semana paseas a tu madre – dijo en tono burlesco.

– No te consiento estas bromas – contesté enfadado.

– Vaya con el Xavi, se tira a una madura – dijo Isra- ya no quiere compartirla. Una tipa casada llamada Rosa, con una vida oculta que su familia desprecia y va pasando de polla en polla.

En esos momentos exploté de rabia y Jonás tuvo que separarnos. No cabía en mi de rencor hacia esos dos imbéciles cuando la vi entrar. Se sentó a mi lado.

– ¿Qué te pasa? – preguntó.

– Nada… Es… Me gustas tanto – dije, mientras una vez más ellos se sentaron en la misma mesa que estábamos.

Los cabrones se comportaron con simpatía, incluso Rosa se reía con ellos. No tardaron en proponer ir a otro sitio, dijeron que donde ellos vivían abajo había una disco de puta madre. Quedé de cuadros cuando ella aceptó, la miré asombrado y ella dijo me » son tan majos tus compañeros…

Una vez allí me encontré con un antro con una música a toda castaña, ella bebía, bailaba junto a Jonás, yo estaba junto a Isra sentado. Fui a la barra asqueado, volví a la mesa y diría a Rosa de irnos. No pudo ser, Rosa no estaba en el local. Isra sonrió.

– Se encontraba mal y Jonás la ha acompañado arriba a tomar una aspirina – dijo entre carcajadas-, si quieres recogerla y acompañarla a casa sígueme.

Fui tras el, subimos a un estudio desordenado, aprestaba a tabaco y sexo. Me entraron temblores. No era para menos…

Vi el bolso de ella tirado en el suelo al lado del tabique del cuarto. Isra me invitó a entrar. Jonás la montaba en misionero, las piernas de ella estaban sobre los hombros de Jonás, el cual le estaba dando los últimos coletazos de la follada.La polla de Jonás era considerable, entraba y salia, resonaban los plof, plof de los embates y los chof, chof, de los chapoteos. Las embestidas se volvieron como descargas eléctricas, Rosa resoplaba en señal de venirse, y lo hizo en un estridente suspiro. Jonás se hizo para atrás y saco su polla, se reincorporó poniendo su cipote en la boca de Rosa al mismo tiempo que le atenazaba la nuca y descargaba dentro de su boca. Ya vaciado, se levantó, me miró con superioridad y dijo a Isra:

– ¿ Quieres terminarla?

– Será un placer rematarla -contesto Isra quitándose los pantalones y salir otra polla considerable rebotada.

Rosa fue reincorporada, estaba en colapso profundo, Isra la colocó en cuatro, abrió sus nalgas, escupió de forma sonora sobre su ano, se posiciono, niveló su polla y arremetió con una tacada sonora. Rosa perdió algo el equilibrio, pero aguanto. Era una fiera herida que estaba siendo enculada. Su culo fue atacado sin compasión, Isra bombeaba con rabia epiléptica, daba mugidos como un animal. Deslefó dentro de su culo.

Mientras tanto vi su bolso en el suelo, lo abrí saqué su cartera. Vi fotos de un señor con bigote, junto a una chica de mi edad, también estaba Rosa al lado. Era su familia, su dni ponía «casada». Me entró rabia, me saqué la polla y me hice una soberana paja, de la cual dejé toda mi lefa sobre la foto. Me fui.

EPILOGO

Esa anciana que tenía delante era en efecto la misma que había conocido hacía 20 años. A la salida de la iglesia, fue recogida por una señora de mi edad, era la misma de la foto. Me vino a la mente enseguida esa lefa encima de la imagen. La anciana me miró, yo disimuladamente baje mis manos a mi bragueta y me cogí los testículos. La anciana exclamo a su hija: Ya no hay decencia.

Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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