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La visita del pasado

Había pensado en ella en varias ocasiones durante los pasados veinte años, pero desde ayer la tenía en mi mente siempre presente. Avis todavía lucía el rostro de ángel con mirada de madre consoladora que yo recordaba y que aún turbaba mis sentimientos. Sus ojos mostraban una dulzura infinita, como la de los ensueños juveniles al amparo del primer amor. Al verla envuelta en el humo de cigarrillos del bar y en las circunstancias casi embriagantes en que me encontraba, ella parecía como una aparición producida por una perversión nostálgica de la bebida. Indudablemente se trataba de una casualidad inaudita; era una experiencia muy extraña, alarmante a la vez que placentera.
Ella hablaba con una amiga. Tuve miedo de que no se acordara de mí, pero mi disposición ante su antigua y verdadera amistad me dio valor y me acerqué.
-- Hola, por casualidad te acuerdas de mí -- le dije, quitándome los espejuelos. -- Soy... --. -- ¡Luis! -- me interrumpió ella. -- Sí, ¿cómo no me iba a acordar de ti? Conoce a mi amiga Elena -- y dirigiéndose a Elena le dijo: -- Luis y yo éramos del mismo grupo de bachillerato aquí en Río Piedras. De él precisamente te estuve hablando hace un rato. --
Saludé a su amiga y ella continuó. -- Louis, est-ce que tu te souviens de ton français? -- A lo que le contesté: -- Oui, pero en realidad hace tiempo que no lo practico. Yo no me acordaba que tú, Daniel y yo tomamos ese curso juntos con Mademoiselle Guzmán. De hecho, fue el último curso que tomamos juntos, luego de las químicas y las matemáticas. --
En eso, Elena se excusó para ir al baño y nos dejó solos.
-- La verdad es que ésta es una coincidencia tan y tan agradable, que casi no lo puedo creer -- le dije. -- Desde ayer he estado pensando en ti y tuve un impulso incontrolable de venir hoy aquí como lo hacíamos de estudiantes. Cuéntame, ¿qué ha sido de tu vida? ¿Te casaste? ¿Tienes hijos? ¿Trabajas? ¿Qué es de la vida de Daniel? --
Con un ímpetu inusitado causado por la bebida y la alegría de haber encontrado a Avis, seguí hablando casi sin respirar: -- Yo me casé hace trece años con una muchacha de Caguas. Tengo tres nenas de once, diez y siete años. Luego de terminar mi maestría en Penn State University, trabajé quince años en la Universidad del Valle, pero hace dos años que me trasladé acá a Río Piedras. Ahora tengo de compañeros a algunos de nuestros viejos martirizadores como Zorsky, Enrique Martínez y Pedro Cintrón; no sé qué esperan para jubilarse. --
-- Pero, ¡mira qué grata casualidad el haberte encontrado aquí precisamente en donde pasamos tantos ratos felices! Parece como si te hubiese dejado de ver ayer mismo. Hasta ahora no había visto a nadie conocido. Pero habla, que en mi alegría no te he dejado hablar. --
Entonces, Avis comenzó a hablar en un tono serio y bajo; casi no la podía escuchar, dado el ruido del bar. -- Pues, sabrás que Daniel y yo nos casamos al poco tiempo de que él terminara el bachillerato. Después yo terminé medicina mientras él terminó sus estudios graduados acá en relaciones internacionales. Nos fuimos de Puerto Rico cuando Daniel consiguió trabajo en Boston. Yo terminé una especialidad en medicina pediátrica y trabajé un tiempo allá. La compañía de Daniel lo trasladó a Burdeos en Francia. A mí me fue imposible conseguir trabajo; ya sabes cómo es el sistema francés con los extranjeros. Esto me obligó a quedarme de ama de casa encerrada entre cuatro paredes. Daniel y yo nunca tuvimos hijos -- dijo con aire de melancolía.
-- Al pasar el tiempo, Daniel se volvió un alcohólico y lo cogí varias veces engañándome con otras mujeres. Nuestros disgustos y desavenencias se volvieron cada vez peores. Ayer precisamente fue nuestra última pelea. --
Sin darme tiempo a consolarla, siguió hablando: -- Ayer me acusó de ser la amante de Elena. Luego de una tremenda discusión, me hizo un disparo a quemarropa con su revólver. Cuando Elena me encontró tendida en la sala de mi casa, se suicidó. Ahora nos ha tocado a las dos desandar nuestros recuerdos; por eso nos encontramos precisamente aquí. --
En ese momento regresó Elena y ambas desaparecieron envueltas en el humo de cigarrillos del bar.
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