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MUJER

Apareció en mi vida como una flor en medio de un campo de trigales, su mirada el color del mar Egeo, un océano de ternura que ahoga mis ojos de dulzura, de un sin fin de sensaciones que llegan a mi interior susurrando un ¡Te Amo!
¡Como no recordarlo! Fue en el Aventura Mall de Miami. Salía del local de Armani e inmediatamente me llamó la atención su personalidad, que casi opacaba su exótica y extraña belleza, no lo sé, quizás fue esa comunicación femenina que en muy contadas ocasiones es posible establecer con una mujer desconocida, pero una extraña sensación me hizo dar vuelta la cabeza para seguir mirándola, la piel bronceada resaltaba aun mas una leve sonrisa que mostraban unos sensuales labios, y unos negros cabellos largos que parecían flotar sobre el elegante cuello
Se alejaba dejando a su paso las miradas de hombres y mujeres sorprendidos. De repente giro la cabeza, me miro por unos segundos y la salude con una inclinación de cabeza. No se porque lo hice. Fue un impulso que correspondió con una sonrisa.
Esa misma noche regrese a Los Ángeles y en el silencio del avión pensando en ella me quede dormido.
Una mañana yendo a desayunar como de costumbre al mismo café que solía concurrir, distraídamente eche una mirada por el salón
Cuando me quede inmóvil por el asombro; sentada en una mesa contra el ventanal estaba leyendo un libro con un cigarrillo en la mano.
Sin reparar en nada ni en nadie me dirigí directamente hacia ella. Levanto la vista y al contemplarme no pareció sorprenderse, era como si me esperara; por el contrario sus ojos brillaban de una manera juguetona.
¡Hola! Dije. ¡Hola!
-Déjame decirte que eres turbadora mente muy bella. Me llamo Marcos y quiero por favor tengas la gentileza de darme una tarjeta con tu numero de teléfono. No se porque o como, pero siempre estas presente en mi,
¡Jamás me imagine encontrarte!
¡No sigas Marcos! Eres insólito, insolente e incluso soberbio
¡Pues bien! Yo también lo soy. Por favor toma asiento.
Hay veces cuando estamos desorientados y faltos de fe, algún acontecimiento inesperado surge en nuestras vidas para dar respuesta a nuestras dudas.
Te recuerdo desde Miami, tampoco te he olvidado, me trasmites seguridad y rectitud.
Una mujer así, alegre viva, apasionada. Su manera extrovertida, su deslumbrante personalidad, su elegante vestir y su esbelto cuerpo, llamaban la atención de lo que estaban alrededor a nosotros.
Mientras seguía avanzando la conversación, se quito el saco de seda beige y bajo su casi transparente camisa blanca pude ver sus senos.
-Dios mío, ¡veía sus pezones! No tenía puesto nada.
Mirándola a los ojos directamente le pregunto. -Bajo esa camisa y la pollera no tienes puesto nada- ¿verdad?
¡Así es! No me gusta usar nada que me aprisione.
¿Te avergüenzas? –
¡Para nada, me encanta! Y además que todos te miren, es como si fueras mi amante y solo yo podría gozar de tus caricias.
¡Nunca te he visto sin pensar que debería orar por ti!
-Es muy bello lo que dices. ¡Eres extraño Marcos!
-Y tú muy hermosa.
El blanco mate de su rostro resplandecía en sus cejas, sus ojos, sus labios, en la forma indiana de ellos, casi salvajes como su pelo negro que revoloteaban esquivos. Sus largas manos jugaban a las escondidas con mis ojos, porque tapaban muy brevemente sus pechos o quizás tratando de moldear con el barro original su cuerpo esperando el soplo Divino de Dios.
Dejo sus ojos inmóviles -por un instante- sobre los míos, luego los bajo y exclamo: ¡Quiero salir de aquí! Quiero caminar, es un día muy hermoso.
Pagué la cuenta y mientras salía del local las miradas de todos se dirigían hacia ella, que con la cabeza inclinada y los anteojos oscuras la hacían mas seductora.
Dejamos el automóvil a la entrada del canal principal de Venice. Una bandada de aves de blancas alas sobrevolaba el lago de entrada.
¡Es hermoso este lugar! ¡Mira que bonito esta el cielo y como brilla el sol!
¡Yo creo que te envidia! le dije.
Al entrar a la reserva se sorprendió porque se encontró con lo más parecido a una isla. Cubierta de plantas, flores, pájaros de todos los colores y animales típicos de esos lugares. Se acerco al borde del camino y contemplando el espectáculo que se ofrecía a sus ojos, -exclamo- ¡Es un regalo de Dios este lugar! -Y en el centro de la ciudad-
Caminamos lentamente recorriendo la enorme extensión de la reserva; en un momento se detuvo pidiéndome: Vayamos a la sombra de aquel árbol porque estoy sofocada por el calor.
A la sombra de un viejo ombú y con el único sonido del canto de los pájaros y el susurrar del viento entre los árboles con un suave temblor que me deformaba la voz producto de mi excitación –exclame-
¡He aquí el paraíso! Y esta es tu casa, Eva-
Tomándola de la mano y con la otra en su cintura, la atraje hacia mí. Acercándola hasta sentir su respiración en mi rostro. Apoye mi miembro totalmente duro sobre su ingle presionándolo, entonces acerco aún más su rostro hacia el mío tocando mis labios con los suyos, dándome dulcemente varios besos hasta unirse. Abrí su boca levemente y nuestras lenguas se juntaron, y el beso se hizo más intenso. Finalmente ocurrió. Tome entre mis brazos su cuerpo dócil y anhelante, mientras intentaba vanamente ocultar su deseo. La bese con la pasión oculta de muchos años y recibía una mujer entregada, en cuerpo y alma.
Fue uno de los momentos más sublimes e inolvidables. Jamás una mujer se había entregado en esa forma y con tanto amor. Cada movimiento de aquella bendita lengua dentro de mi boca me generaba inéditos pulsos de placer.
Nuestras lenguas parecían danzar y los labios se abrazaban como una despedida. Sus senos comenzaron a ser acariciados deliciosamente por mi pecho y su entrepierna sintió la presencia de mi pene desesperado.
Miraba con ternura y reverencia ese acto de amor que aprendí y memoricé para siempre la forma de tocarlos.
Como adivinando mis deseos se separo y acariciando mi rostro me hablo ¡Por favor! no ensuciemos algo tan hermoso que comienza.
La tarde se escondía cuando llegamos a casa, al bajar del automóvil se quedo mirando largo rato la edificación que se levantaba a escasos metros de la orilla del Océano Pacifico. Me encantan las flores y la vegetación que rodea tu casa, ¡debes ser muy feliz!
¡Te esperaba a ti!
A veces tengo miedo que suceda –comentaste
-Entremos a la casa; la noche también descansa aquí
La música suavemente inundaba el ambiente mientras el resplandor de las velas ensayaba figuras sobre las paredes cubiertas de autorretratos, rostros, imágenes y paisajes de vivos colores. El olor del incienso cautivaba aun más mis sentidos. Las pinturas ahora causaban una profunda impresión en mi interior, es que en ellas palpitaba mi propio espíritu y no podía comprender como alguien poseyera mi visión.
¡Son hermosas- dijo contemplándolas, en simultaneo con mis pensamientos. Sentada frente a mi y tan cerca, me parecía algo cohibida al descubrir que mi mirada recorría todo su cuerpo deleitándome en su blusa de seda beige que dejaban ver las delicadas siluetas de sus senos así como la dureza de sus pezones apenas disimulados por su transparencia. Se fijaba que también se dirigían hacia sus piernas que había cruzado momentos antes, descubriendo la redondez y suavidad de los muslos enmarcados entre en la falda que se había corrido. Recuerdo que hablamos mucho, me contaba sus recuerdos más bellos y sonreía seductoramente cuando contaba algún inocente desliz. Yo escuchaba en silencio sin interrumpir su relato deleitándome con el sonido de su voz y el movimiento de sus manos que como palomas parecían flotar en el espacio.
-De pronto supe que tenía frente a mí a la Mujer con mayúsculas. La atraje hacia mí comenzando a besarla, acariciando sus piernas, deslizando mis dedos sobre le blusa rozando sus pezones. Mis labios húmedos presionaban sobre los suyos, mi lengua buscaba por toda su boca, entrelazándose con la tuya, mis manos seguían acariciando el contorno de sus senos recreándome con su dureza y su arrogancia. Después comenzaron a recorrer desde la punta de los pies, suave y lentamente por sus muslos, disfrutando las piernas y sumergiéndose en la calidez y suavidad de la entrepierna para encontrar con la punta de los dedos humedecida su vagina que acariciaron por un instante. Su respiración se volvía cada vez mas acelerada y pequeños gemidos escapaban de su boca que al quitarle uno a uno los botones de la blusa se hicieron más fuertes. En la penumbra alcanzaba a ver la redondez de sus pezones totalmente erguidos y anhelantes y con delicados besos dejaba mi aliento en cada uno de ellos disfrutando al máximo el placer de sentir y que también ella registrara como se humedecían totalmente la totalidad de nuestro sexo como gritando el deseo de sentirnos uno dentro del otro. Mis labios fueron dejando los senos, bajando lentamente hasta sus muslos y alcanzar la calidez de su entrepierna impregnando de ese aroma especial mi boca. Mi lengua jugueteaba por los labios mayores hasta llegar al botón deseado. Hasta el más rico botín que se puede desear deteniéndose sobre el. Por un instante sentí que su cuerpo se paralizaba en todo su esplendor con todos sus deseos y su ansiedad. Contemple su rostro crispado como si tuvieras nublado el cerebro, pues apretaba con mucha fuerza mi rostro entre sus ardientes muslos y sus uñas se hundían en mi espalda, acrecentando su ansiedad de ser totalmente penetrada, de sentir invadidas sus entrañas. Yo también la deseaba con toda el alma, pero prefería disfrutarla, sentir el roce con sus labios y apretarla contra su clítoris prolongando su agonía y llevándome a niveles tantricos, logrando elevar mi goce como siempre lo he soñado y tantos humanos buscan. Ella imploraba, rogaba que la metiera de una vez, pedía cabalgar sobre mí con el amor como estandarte, quería saciar el hambre de sublime, quería morir al fin en el intento. Estaba consiguiendo ponerme en un estado previo al éxtasis, cuando se contraen los músculos y parece que la cadera se levanta al encuentro de esa boca que está sorbiéndola y sientes que de un momento a otro vas a vaciarte en su interior sabiendo que puedes retrasarlo y evitarlo, con un maldito deseo de hacerlo. Sintiendo el goce profundo y la explosión interior que baja hasta tu glande y evita eyacular para alcanzar el éxtasis.
De pronto aferro mi cara con sus manos y sello mis labios con un beso: siempre mirándome fijamente y con una fuerza y furia jamás pensada lo tomo con una mano y lo dirigió con firmeza a su ansiada y hambrienta gruta. Cerré los ojos, la tome de los cabellos y echándole la cabeza hacia atrás mordí su cuello dejando resbalar mi lengua como una serpentina en sus oídos musitando ¡Te amo.no podría explicarlo, sencillamente Te amo.
Y apreté los dientes sintiendo y llenando de gozo todo mi ser, mientras escuchaba sus débiles gemidos seguramente al sentir como entraba y salía ocupando con lascivia su húmeda morada. Era el canto de la hembra sobre el macho; el orden sobre la improvisación. El canto de nuestros ancestros, de nuestros orígenes.
Sus ojos brillaban con la intensidad de las estrellas, a veces mordiéndose los labios, otras apretando mis espaldas desnudas y llevando furiosamente un ritmo infernal de sus caderas como queriendo sentir mi órgano para siempre. Sentía las oleadas continuas de su flujo caliente saliendo a borbotones de su sexo, bañando todo el sofá haciéndome sentir su deseo de regalarme aquellos sus mejores orgasmos. Y entonces supe porque el amor duele cuando llega la ausencia. Porque en esos instantes de profunda entrega y goce espiritual y físico entregamos parte de nuestros corazones y dejamos recuerdos imborrables en el alma.
Introducía su lengua haciéndome sentir sus labios y mordisqueando a placer mis oídos al tiempo que seguía el fantástico embate, mientras mis manos se aferraban a sus senos como queriéndolos devorar con golosa ansiedad. No me importaba el dolor de sus uñas desgarrando mis carnes porque entendía que era suyo, que le pertenecía y trataba de darme hasta su vida para marcar la mía y asegurarse que nunca jamás pudiera recibir tanto placer, porque al fin había comprendido que nuestro encuentro sería inolvidable, que siempre recordaría a la que por una noche fue su mujer, su amante, quien se entregó de la manera mas completa y absoluta. . Y mientras se apagaban lentamente sus gemidos y el olor a sexo cubría nuestros cuerpos, la tomé por las nalgas la atraje suavemente hacia mí tratando de no romper el hechizo de ese fantástico momento de aquella noche azulada por los rayos de la luna. El embeleso en el que estuve sumergido fue tal, que la intuición no cabía. Mi pasión desbordada gobernaba mis acciones por mucho mas que una cesión de sexo.
Nos abrazamos fuertemente y nos quedamos en silencio escuchando nuestros corazones, y apoyando su cabeza en mi pecho aferrada a mis brazos se quedo dormida.
El olor a café me despertó y la vi a mi lado, dos tasas humeantes en la mano. Dulce despertar, tierna mirada, actitud sensual, tanto bienestar trataba de encajar en mi mente.
Lo que si encajaba perfectamente era el deseo ininterrumpido, esta erección orgullosa, esta gana de repetir el encuentro carnal.
¡Espérame me dijo! y se fue desnuda hacia el cuarto de baño, dejándome fantasear con esas nalgas tan apetecibles
Sugestiva, afable, educada, elegante, que mas podría describir de esta realidad que me supera. Que mas de esta Mujer que viene a irrumpir en mi volcánica vida. He gozado su voz, sus charlas, sus ideas, sus manos, sus caricias, sus cabellos, su cuerpo.
Al regresar sus ojos expresaban mucha ternura y cariño, me beso y se subió encima de mí dejándome prever un día aun bien largo.
He besado su tibio cuello dejando un húmedo beso en su blanca piel. Trémulos mis labios se volcaron en su boca penetrándola con la lengua que encontró su igual, rozándola primero y juntándose después.
Sus ojos cerrados me transmitieron su alegría en aquel beso que no es el mismo que tantas veces vi. Sus labios nerviosos se frotaron con los míos mezclando las salivas en una entrega total. Es solo mía en ese instante, solamente mía y yo de ella.
El olor perfumado de su cuerpo nos envuelve y abrazan mi rostro. Cierro los ojos y encomiendo mis miedos a mi suerte. El tacto de sus manos sobre mi cuello, hace que dé varios espasmos, ¡no de sorpresa, sino de placer! Percibo sus manos moviéndolas entre mis cabellos en sentido giratorio deslizándolas, haciendo que sea mi piel la que se deslice provocando un placer que hacia muchos años no había experimentado. Sus labios húmedos caminan como un caracol dejando su baba sobre mis oídos mientras murmura con voz muy lejana y embriagadora: Disfruta y grita, no dejes de gritar, eso hará que te sientas como si fueras un hombre nuevo, libre de tu pasado ¡arroja todo tu agobio fuera!

Oye un momento: sal de tu letargo,
Recrea las pasiones ya vividas.
Tu tiempo sigue estando, ¿no lo sientes?
No era otro, tan solo vas cambiando.
La historia es esta misma que perdura,
No intentes disfrazarla de cordura;
Eres un hombre más que va buscando
Su forma entre las formas.
Es casi natural, es parte del camino
Que en parte has recorrido.
Los días se transforman
Más siguen siendo tuyos.
¿No sientes un murmullo
Que te llama como ayer te llamo?
La lucha sigue, la guerra no termina.
El hombre porque es hombre se lastima,
Y llora porque es llanto su destino.
Y vive porque es vida su camino,
Y busca porque es búsqueda su cima.
No atines a juzgar lo que te digo.
No todo da lo mismo.
Convéncete, guerrero, la historia continua.
El fuego que te impulsa te sitúa
Junto al que fuiste ayer.
Eres el hombre que será y has sido.
Levántate, guerrero, que nadie te ha vencido,
Que en cada palpitar has renacido,
Que todo, siempre todo, Es un volver.
Toca, palpa, siente lo que me hace sentir y deja su aroma femenino en mi rostro frente a mi boca dejando su aliento entrar a mis pulmones. Aprecio su cuerpo sintiendo su calor corporal y ese beso lento que me contagia la humedad de su lengua.
Se que se emociona porque instintivamente pone sus pechos en mi cuerpo mientras nuestras bocas permanecen conectadas y nuestras narices se tocan de ambos lados, estorbando, respirando y sintiendo. Quiero abrir mis ojos y mirarla, enmudecida y entregada, rompiendo las reglas obligatorias de no pensar en nada ni en nadie, solo dejarme llevar por la pasiones, que nuestras emociones suban y asciendan a mas no poder. Es en ese instante que la imaginación no tiene un orden lógico, que las escenas se alternan cambiando de tiempo y de lugar.
Solo me viene a la cabeza la imagen de su sexo de vellos claros y escasos, depilados, más hermosos de lo que le dio la naturaleza.
No esta cohibida, pero tampoco habla, solo me toca, me acaricia suavemente por todo mi cuerpo desnudo, concentrada en cada caricia en cada beso que deja en mi piel ardiente. Tampoco hablo y me dejo a sus besos, ocasiones y movimientos. Sus besos se oyen y mis respuestas gritan pidiendo que no se detenga ni que nadie perturbe sus intenciones.
Pongo mis manos en sus pechos acariciándolos, mientras su boca anda nuevamente entre mi cuello y el oído, me retiene haciéndome sentir esas ganas de penetrarla y sentir el calor de su tesoro. Es ese exquisito momento de nerviosismo, donde toda la fuerza y el amor contenido que esa Mujer despertó en mi, esta a punto de estallar.
Respiro profundamente, sabiendo lo que viene a continuación al acomodarse mejor sobre mí, separando más las piernas con las suyas, mientras su mano se desliza por mi vientre rozando las cercanías de mi sexo expuesto, se detiene … quizás gozando mi ansiedad, mi anhelo o nerviosa porque entrara en mi alma sexual.
¡OH Dios! Sus dedos como enredaderas se deslizan por mis vellos y se cierran sobre el tallo endurecido acariciándolo, jugando con los flujos que se escapan de su rojo capullo. Sus cabellos lo acarician cuando baja la cabeza lentamente y de su boca escapan vapores calientes anunciando claramente que será devorado.
Cierro los ojos con más fuerza, simultáneamente con un espasmo que me recorre el cuerpo entero al sentir las paredes de su boca y la aspereza de su lengua que recorre mi tronco completamente en llamas. Puedo sentir como su mano la dirige en la boca, entrando y saliendo, moviéndola en círculos, chupándola con fuerza o bebiéndose los flujos que me roba. Sangre de mi sangre, hijos, seres que se pierden en esa locura de deseos y pasión.
Me hace gemir, quejar, me siento hechizado y moribundo, en el cielo y en el infierno y solo quiero más y más.
Contengo el aire un momento para que no estorbe mi concentración. Esta su cabeza entre mis piernas y mis dedos tiran de sus cabellos hacia el centro del placer caliente y húmedo y su peso no pesa, sino que espera sentir mi estallido para gozar mi convulsión por segundos y hacérmelo notar esquivándolo furtivamente.
Mi respiración y mis gemidos se hallan agitados al máximo indicándole que falta poco, casi nada para el fin y concentrada en que todo esta bien, gozando y esperando seguía cuidando mis deseos con sus caricias. Mi sexo desprendía su olor inconfundible, su deseo era verdaderamente sexual, obsesivo, teniendo preso mi sexo en su boca sentía que iba a explotar en cualquier momento.
De pronto levanto su rostro mirándome fijamente, por un instante vi correr por sus mejillas unas lagrimas que se escapaban de ellos…luego un largo gemido lastimero y un grito que retumbo por toda la casa. Había sucumbido a una catarata de orgasmos que se sucedían uno tras otro, mientras su cuerpo desnudo se debatía en convulsiones.
Como un ángel, parecía perfecta, una niña pequeña, irreal, había abierto los ojos y me miraba, no, me traspasaba con la mirada, una sonrisa de niña en la boca. No me atrevía a decir nada aunque me moría de ganas de preguntar. Me ofreció su boca y este nuevo contacto produjo el efecto de una bomba nuclear en un espacio reducido. Sabía que sentía las vibraciones que sacudían mi cuerpo al mismo tiempo que me daba pequeños besos. Entonces tomo mi rostro con sus dos manos y dulcemente me dijo:
¡Jamás me paso algo semejante! Y porque se mucho de ti no me siento humillada –aunque debo confesarte que fue único, incontrolable-
Aprendí que te amo.
Me confundió su respuesta, y supongo que era justificada porque no recuerdo algo igual, parecía que estábamos los dos solos en un mundo imaginario.
Ya se había levantado, sus piernas parecían una obra de arte, flotaban en el aire. Dio una vuelta mirándome fijamente acercándose hasta casi tocarme, cerró sus ojos brevemente, entreabrió sus labios y una voz en mi interior me dijo, bésala y deja de pensar en esas cosas. Sin saber lo que me pasaba deje mis labios rozar los suyos, momento en el que su lengua salio en busca de la mía. Ese beso eterno para mi duro unos segundos. La vi alejarse totalmente desconcertado, demasiado perdido para pensar en como se había percatado de mis pensamientos. Solo eran escasas 48 horas de conocidos y me habían pasado más cosas que en toda una vida.
Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
  • Media: 5.38
  • Votos: 50
  • Envios: 1
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