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ME PILLARON CON UNA MADURITA

ME PILLARON CON UNA MADURITA.

Solo pensaba en correrme dentro de su vagina, se movía como una gata, me miraba a los ojos y expulsaba el aire cada vez que se la metía

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No era la más bella, ni la más joven, ni la más simpática…pero como me ponía, solo oler su aroma, mezcla de tabaco y perfume de loba, se me ponía alegre. Yo en aquellos tiempos vivía con Marta en un pisito en Barcelona. Tenía yo 30 años recién cumplidos y una vida en pareja, bastante aceptable pero un poco monótona.

Entonces conocí a Pilar, una mujer de 50 años, vecina del barrio, pequeñita, muy delgadita y muy, muy manejable como decía ella, blanquita de piel, con poco pecho de pezones duros y puntiagudos cuando se ponía calentita, unos morritos preciosos, y un pelo media melena generalmente no muy arreglado de un castaño alborotado.

Nos conocimos una noche cerca de mi casa, mi novia trabajaba hasta tarde y Pilar intentaba aparcar su coche, parecía que le costaba, por lo que yo como un caballero me ofrecí a ayudar, ella rápidamente se bajó del coche para dejarme su sitio, y se sentó en el lado del acompañante para explicarme el funcionamiento de su cambio de marchas y dejarme ver sus piernas. Una cosa llevó a la otra, hablamos del tiempo, de mi novia trabajadora, de su marido el aburrido, de cómo pesaban las bolsas que llevé hasta su casa, de lo fuerte y joven que yo era, de que ella era una señor atractiva, de que si yo tuviera tu edad chaval, de que no le hace falta señora… un beso loco en el ascensor de su casa y un intento de polvote en su escalera…Pero esta es otra historia que os contaré en otra ocasión.

Pilar y yo iniciamos una relación puramente sexual, lo hacíamos en su casa, en mi casa, en su portal, en mi coche, en el coche de su marido, encima del capó del coche de su marido (aquel polvo fue memorable) en un hotel, en casa de una amiga suya, en un probador de un centro comercial… Siempre cuando ella quería y como ella quería, me tenía, siempre me tenía dominado, solo enseñarme sus morritos, era suyo, su objeto sexual.

Llegó un día como otro cualquiera en el que Pilar ya había memorizado el horario de trabajo de mi novia, la muy zorra y le digo zorra cariñosamente, porque le encanta que se lo diga al oído mientras la penetro por el ojete, me llamó para decirme que tenía ganas de follarme textualmente, y que, casualmente pasaba por allí y que, tenia un momento, claro, yo acepté y empecé quitándome la camiseta, mientras solo con pensar en ella se me empezaba a poner dura.

Allí se presentó Pilar con el carrito de la compra, vacío, y con un largo abrigo que escondía una falda marrón hasta las rodillas y una blusa blanca transparente que dejaba ver sus pezones duros y puntiagudos apuntándome directamente a la cara, me dijo: -No llevo tanga me lo he quitado en el ascensor para que me la metas en el coñito!

Antes de que pudiera cerrar la puerta ella ya me empujó contra la pared, me la sacó con sus manos frías y se la metió en la boca con ansias, como si hubiera estado esperando una eternidad, como si nunca antes hubiera chupado una polla, me miraba lasciva de vez en cuando, y gemía, aquello me encantaba, gemía de placer, no se si fingido o no, pero ella sabia que a cada gemido suyo, yo me estremecía, se la metía hasta el fondo y luego me volvía a mirar. Llevaba los labios pintados de carmín y me estaba marcado con sus morritos todo mi duro y ya salivado rabo.

Mientras me la chupaba me bajó los pantalones y los calzoncillos…!menuda destreza! luego cuando me tuvo desnudito de se levantó frotando todo su cuerpo contra mi pene, y cuando estuvo a mi altura se arrancó los botones de la blusa dejando sus pequeñas tetas al aire, estaba como una loca, como la primera vez en su escalera, la muy zorra cerró la puerta de la calle para llevarme a la habitación, pero no la cerró del todo, yo me di cuenta pero tenía otras cosas en que pensar como las ganas que tenia de comerme su sabroso y húmedo coño.

Estaba cachondo, caliente, casi me corro cuando me la continuó chupando en la habitación y metió en mi culo un poquito de su dedo salivado por la entrada de mi ojete, pero ella al darse cuenta, paró, me llevó a la cama y me empujó, se puso de pie encima de mi con las piernas abiertas a la altura de mi cintura, se quitó la falda y me dejó ver toda su vagina, recién rasurada, húmeda, caliente, palpitante…!como me gustaba su olor! Se empezó a mover contoneando las caderas, se llevó las manos y con sus dedos de uñas rojas pintadas se abrió los labios y me enseñó su interior...

-¡Dame esa boquita!

Naturalmente antes de haber acabado la frase yo ya le había metido la lengua hasta el fondo y algún dedo. Estaba mojada como nunca y empezó a gemir, gemía y me agarraba del pelo con ternura, pero cuando paraba un poco me empujaba hacia su caramelo con fuerza, para volver a hundir mi boca en el, que olía a sexo, a pasión, deseo... Cada vez que gemía se me la ponía más dura…y mi lengua como loca se metía una y otra vez jugueteando su clítoris….Buscando sus gemidos y su respiración acelerada. Con mis manos agarré sus nalgas y busque la entrada de su pequeño culo…rocé con mis dedos la entrada de su ano y ella sin dejarme gozar del momento me hizo empujar mi dedo hacia dentro. Aquello me volvió más loco aún…

Finalmente la cincuentona me apartó, bajó para ponerse de rodillas sobre mi y ayudándose con una mano guío mi polla hasta la entrada de su vagina, primero rozó la puntita con su vagina, para ponérmela bien dura, pero no tardó mucho, y se la metió, mientras me decía con su boca pegada a la mía:

-¡Fóllame cabrón!

Solo pensaba en correrme dentro de su vagina, ella se movía como una gata, me miraba a los ojos y expulsaba el aire cada vez que se la metía…estuvimos así un ratito tremendo, sus movimiento lentos, el morderse el labio cada vez que empuja un poco más fuerte de lo normal, el ritmo lento pero caliente. Notaba el calor de su cuerpo, de su vagina rodeando mi dura polla, notaba los músculos de su vagina como se apretaban para darme placer

Cuando vio que me faltaba poco para correrme, ella cambió el ritmo, y hacia paradas más largas, como deleitándose con mis ganas de correrme y me dijo…al oído… -Aguanta un poco más cabrón- Se levantó suavemente, se dio la vuelta, me mostró su espalda se inclinó y con su mano guió mi pene de nuevo hasta su vagina para que la penetrara esta vez desde atrás, a través del espejo de la pared contemplaba su cara de gozo, sus ojos cerrados, se mordía el labio, incluso como se metía el dedo en la boca y le caía un poco de saliva por el labio. Luego me miraba a través del espejo y sonreía, sonreía de una manera casi maligna como si algo le divirtiera… hasta que entonces vi a mi novia de pie, en la puerta.

Descubrí a Marta a través del espejo que nos miraba atónita desde la puerta que me había dejado abierta, con la cara desencajada apunto de llorar. Pilar, la zorra de Pilar sonreía con malicia, sonreía y se mordía el labio y continuaba meneándose como una gatita mala.

Intenté quitarme a Pilar de encima, pero la muy puta no me dejó, continuó con mi polla metida en su coño, apretaba fuerte y no dejaba de moverse, cabalgándome victoriosa suavemente mientras gozaba del espectáculo. Marta ya había salido corriendo escalera abajo cuando yo me quité a Pilar de encima y yo corrí tras ella desnudo con la tranca manchada del pintalabios de marcha aún medio dura, hasta que me di cuenta que no podría alcanzarla con esa facha y desistí, me estaba bien empleado por listo y por infiel y por cabrón. Volví a mi casa, cerré la puerta de un portazo y allí estaba Pilar sentada de rodillas sobre la cama, fumándose un cigarrillo, totalmente desnuda, y con el pintalabios corrido.

-¿Cuanto tiempo llevaba mirándonos? Le pregunté un poco aturdido.

Ella le dio una larga calada al cigarrillo, lo apagó en un cenicero de cristal que tenia ahora sobre la cama, se incorporó y se acercó hacia mi… -No lo se, un ratito creo.

-¿Y por qué no me has avisado, cabrona? Le dije indignado.

Ella se acercó ye empezó a besarme el cuello mientras me masajeaba los huevos.

-cielo tú estas mejor solo, para follar conmigo y con quien quieras, seguro que ha aprendido algo de cómo hay que follar, la niñata esa.

Aquello me puso de mala leche, la muy zorra parecía que lo tenía planeado, la cogí del brazo con fuerza… -¿No le habrás dicho algo tú? Ella continuó besándome poco a poco.

-hay cielo, tú estas tonto… y ¡¿si así fuera? Era lo que querías ¿no?

Cada vez me ponía de más mala leche, pero la sensación de estar libre me empezó a poner cachondo, ella lo noto y se puso de nuevo de rodillas para volver a metérsela en su sucia boca, se me puso como una piedra pero no quería follar, tenia que pensar pero no podía por que de nuevo Pilar me buscaba el culo para meterme sus deditos. Así que le aparté los dedos de un manotazo, y me puse de espaldas para no mirarla y que dejara de ponerme a cien -¡Eh toro! ¡La mala leche para follarme! ¡Olvídate de la niñata!

Eso lo dijo mientras se pegaba a mi espalda y buscaba la entrada de mi culo con sus dedos y me daba aun manotazo. Aquello me puso de mala hostia, me giré de golpe y la cogí con fuerza.

-¡Eres una zorra tendría que echarte de casa! Ella no se asustó, ni se inmutó, aunque nunca me había puesto así…pero mientras le decía aquello, mi polla dura rozaba con su cuerpo…y ella al percatarse se mojó los labios así que le metí la lengua en la boca y la besé con fuerza… Ella me separó, y me dijo: -¡Puedes follarme o ir detrás de la frígida esa! -¿Quieres follar zorra?

Como poseído por el demonio la cogí por la nuca, y puse su cara contra el cristal de la ventana, ella se apoyó como pudo encima del mueble y tiró las fotos y las cosas que había encima, acerqué mi polla morcillona a su ano, lo rocé, eché un poco de saliva y se la metí sin esperar réplica, primero con fuerza…quería hacerle daño, más que daño le causé sorpresa por mi comportamiento, no lo hacíamos normalmente por el ano por que se quejaba de que le dolía. Ella pegó un pequeño grito pero no dejaba de empujar.

-¡Cabronazo!

Aquello me daba igual, quería desquitarme y me gustaba follármela por el ojete apretado…hasta que descubrí, que ella también se movía y empezaba a disfrutar, así que paré y empecé a preguntarme quien se estaba follando a quien.
-¿Ya paras cabrón?, ¿no sabes hacerlo mejor? ¿Maricón?La empujé de nuevo contra la ventana y esta vez se la metí con más fuerza, le cogía de la cabeza con fuerza y del pelo, pero ella seguía gritándome e insultándome…hasta que le pegué un cachete en la cadera, -¡cállate puta!

Y ella gimió de placer, y le di una y otra vez hasta dejarle las caderas rojas, y hasta que dejó de insultarme y se calló, cuando estaba apunto de correrme, yo bajaba el ritmo, por que quería continuar con aquello, castigándola, como a una perra, pero cuanto más fuerza ponía, más disfrutaba ella…así estuve un buen rato, hasta que ya no pude más y mi polla explotó dentro de su ano, dejando toda mi cremita calentita allí dentro….luego exhausto me aparté, ella magullada y con el culo rojo, se dejó caer en el suelo resoplando -¿ya esta? Ya te has quedado a gusto cabrón? ¿Eso es todo lo que sabes hacer? - Sonreía ella con una sonrisa maliciosa, pero parecía que le costaba respirar

Me dejaba descolocado, ya no sabía que hacer…y ella seguía insultándome, como si aún no hubiera tenido suficiente…así que impotente…me acerqué resoplando agarré mi polla aún medio dura y empecé a mearme encima de ella…

Aquello no le hizo mucha gracia, incluso me estaba arrepintiendo ya desde el primer momento…pero mi caliente orina ya estaba mojando sus tetas por completo, ella intentó reaccionar, pero yo la cogí por la cabellera y la meé entera…ella desitió y empezó a insultarme de nuevo…pero cada vez con menos fuerza hasta que empezó a restregársela por todo su cuerpo entre gimiendo y cabreada… cuando terminé… me la quedé mirando un poco desconcertado…

Ella estaba tirada en el suelo, oliendo a orina, sin aliento, callada, excitada, se incorporó, se acercó a mí, me abrazó y me dijo: -¡Aún me tiemblan las piernas de gusto cabrón! Así que la cogí en brazos, con delicadeza, ella me rodeó por el cuello sonriendo, apoyando su cabeza en mi pecho, me la llevé al baño.

Aquel día fue el último que estuve en aquella casa, pues naturalmente Marta me echó y yo me fui a casa de un amigo, intenté hablar con ella para no acabar tan mal, pero cuando dejé caer la idea de volver o de perdonar, ella me dijo.

-No parecías muy arrepentido la segunda vez que subí de nuevo para pedirte una explicación.

Siempre me pregunté, si me había pillado mellándome en el suelo de su habitación, y aun me sonrío al pensar lo cachondo que íbamos los dos para no darnos cuenta de que Marta había vuelto a entrar.


FIN
Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 6.37
  • Votos: 27
  • Envios: 2
  • Lecturas: 5841
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