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Categoría: Orgías

Fui a dar una sorpresa y sali bastante impactada

-¡Cambia esa cara Fabiola! Sabes de sobra que si no fuera importante no habría viajado y hubiésemos celebrado juntos mi cumpleaños. Por desgracia todavía no me mando solo- Trataba de explicar Andrés con la intención de que mi frustración cediera.

-¡Tengo la misma cara y siempre debería ser tu primer regalo! – Respondí con cierto aire infantil

– ¡No te viene esa voz de niña pequeña Fabiola! Hasta podría pensar que estás tramando algo. Mmmmm…

¡Te conozco, pillina! – agregó mirándome de soslayo con una sonrisa irónica.

– Jajajajaja…lo único que me faltaba ahora es que fueras vidente. Nunca me terminas de sorprender.-agregue acercándome para besarlo mientras acariciaba su pene sobre el pantalón.

-¡Extráñenme mucho los dos! – Le advertí – volviendo a acariciar su entrepiernas.

-Ahhhh. Algo importante.- exclamé de pronto – Mañana cuando llegues, no me llames a la clínica. Estaré casi todo el día en reunión de procedimientos, además tengo una buena cantidad de pacientes que atender. Cuando me desocupe te llamo al hotel y así hablamos con mayor tranquilidad.-

Lo bese mordiendo su labio inferior y mi mano pudo sentir como se excitaba al extremo.

Esta sería la primera vez que no pasaríamos juntos su cumpleaños. Bueno, eso era lo que quería que pensara, porque mis planes eran otros. Mi intención era sorprenderlo y pasar juntos esa fecha en Barcelona. Ciudad a la que había que tenido que viajar por motivos de trabajo.

Cuando me enteré que estaría ausente del país para esa fecha, no lo pensé dos veces y pedí en la clínica una semana de vacaciones para dar la sorpresa.

Durante todos estos años, Andrés siempre coordinó y gestionó su trabajo para estar en todas mis fechas importantes y ahora era mi turno de impresionarlo.

Planee todo de tal manera que arribé a Barcelona un día antes de su cumpleaños.

España era uno de mis países favoritos. En Cataluña estaban las raíces y parte de la familia de Andrés y mi propia gran historia en Madrid que finalmente fue de ambos.

Llegue a El Palace Barcelona, hermoso y antiguo hotel situado en pleno centro de la ciudad. Cercano a importantes tiendas, del barrio gótico y de las Ramblas. Mi idea era descansar unos momentos del agotador viaje antes de comenzar los preparativos.

Dormí unas horas y después me di un merecido baño en el jacuzzi recorriendo suavemente mi cuerpo con la espuma mientras jugaba con las burbujas. Relajada con la agradable temperatura del agua, mi mente inconscientemente empezó a retroceder evocando momentos pasados. No hacía mucho tiempo en Madrid había estado en un jacuzzi similar a este.

Allí teníamos una fiesta. Tres mejores amigos y mejores amantes.

Mi piel recordaba como estando apoyada en su cuerpo reía a carcajadas, mientras él jugueteaba insistentemente con sus dedos en mi vagina sacando gemidos de placer. Ella por otro lado bailaba y se contorneaba desnuda en el agua delante de nosotros.

El fuerte sonido del teléfono me hizo volver de Madrid a Barcelona en cuestión de segundo sacándome de mi grato estado de ensoñación. Llamaban de la recepción avisando que Andrés había llegado al hotel.

Exactamente a la medianoche estaba delante de la puerta de su habitación con un vestido blanco de falda glamorosa, con el cabello suelto y mis tacones rojos al más puro estilo de Marilyn Monroe. Miré mi pequeño reloj y cuando dieron las 00.00 hrs toque a su puerta.

Tuve que insistir en reiteradas ocasiones. Ya estaba metido en la cama durmiendo.

-¡Me cago en su puta madre!, estos catalanes parece que no saben leer español ni inglés. El cartel dice clarito ¡No Molestar! ¡Do not disturb! – lo escuchaba maldecir al otro lado de la puerta – ¡No he pedido ni una puta mierda!- oía su tono molesto.

Al abrir quedó petrificado sin poder disimular su asombro. Su cara era un poema.

Ahí estaba yo:

Apoyada en la puerta lista para la performance que llevaba preparada.

-Happy birthday to you – Happy birthday to you

Happy birthday Mr Andrews – Happy birthday to you-

Terminé la canción extendiendo sugerentemente mi mano para que me invitara a entrar.

Andrés meneaba incrédulo la cabeza. Estaba mudo y desconcertado. No atinaba a nada hasta que rompí el incómodo silencio diciendo.

-¡Bueno! …Feliz cumpleaños mi amor ¿Celebramos? –

-¡Pero Fabiola que haces aquí!- fue lo único que atinó a decir sin salir todavía del estado de shock.

Con voz coqueta mirándolo seductoramente le contesté – Siempre he sido tu primer regalo y esta vez no iba a ser la excepción –

Me quedó mirando por algunos segundos, se largó a reír y me abrazó fuertemente mientras me susurraba al oído -¡Estás cada día más loca y por eso te quiero!-

-¡Te vine a hacer el amor! – respondi con voz seductora-

Paseé coquetamente mi mirada por sobre su cuerpo y le digo riendo – Y sácate esa ridícula toalla que llevas amarrada a la cintura. ¡Te quiero totalmente desnudo y entero para mí!-

De un tirón se sacó la toalla quedando totalmente desnudo ante mis ojos con su pene duro y erecto, listo para entrar en acción y me susurra al oído – ¿Mi regalo viene suave, húmedo y caliente como a mí más me gusta?-

Y sin mediar más palabras me tomó por la cintura intentando llevarme a la cama pero lo detuve con suavidad.

-¡Ehhhh, sin prisa!, déjame ver si llegaste intacto – agregué besándolo desde el pecho hasta el nacimiento de su pubis. Más abajo estaba su pene erecto y firme que con solo rozarlo sentía como la tensión aumentaba.

Y lo metí en mi boca con las ansias de devorarlo sin miramientos.

Mi lengua enloquecida lo recorría por todos sus puntos cardinales y mis manos locas lo sostenían para gozarlo.

Andrés estaba entregado a mis ganas pero no perdía aún el control y levantándome me coloca frente a la pared con firmeza escribiendo su nombre en mi espalda.

Separó mis piernas y acomodó su pene sintiendo como la viscosidad bajaba como un rio desbordado.

Suavemente fue buscando el camino hasta ubicar su glande en la entrada de mi vagina .y allí se detuvo quedándose quieto deleitándose con la sensación, el calor y de la humedad que de ella manaba.

Durante un par de minutos sólo saboreaba agitado mi cuello y penetraba mis orejas con su lengua. Sujetaba mis pechos y pellizcaba mis duros pezones.

Cuando ya me tenía rendida me embistió de una vez sacando un gemido profundo de mis entrañas.

Inmóvil sentía como su pene entraba y salía a ritmo incesante hasta que siento como explota rebosándome y desparramando todas sus ganas en mi interior.

-¡Eres el mejor de los regalos!- me dice agitado mientras me besaba apasionadamente.

Nos acostamos y nuevamente hicimos el amor. Esta vez sin prisas ni urgencias.

A la mañana siguiente desperté abrazada a su espalda. Me levanté logrando desprenderme sin despertarlo.

En silencio llegue al baño y me di una relajada y reconfortante ducha.

Una vez terminado el baño me di el tiempo de secar lentamente mi piel redescubriendo el mapa de mi cuerpo del cual, Andrés era amo y señor del territorio.

Estaba concentrada en eso cuando Andrés toma la toalla y pregunta

-¡Buenos días, puedo ayudar?-

-¡Mi amor, feliz cumpleaños de nuevo! – Exclamé abrazándolo fuertemente – aún es temprano ¿porque no nos quedamos todo el día celebrando en la cama? Pidamos almuerzo a la habitación, ¿te parece?-

-Ummmm- piensa mientras me mira fijamente sonriente y dice – ¡Tengo planes para el almuerzo! Tu presencia cambia todo el panorama – exclama – Pero cómo estás aquí – prosiguió sonriente – ¡Me podrías acompañar! – exclama mirándome de forma extrañamente burlona. Una mirada que no supe interpretar.

-¿Unirme a tus planes?,- le pregunte -pensé que estarías solito celebrando sin mi adorable presencia- .

-¡Jajajaja Fabiola! Estoy invitado a almorzar y me encantaría que me acompañaras. Ahora que estás aquí, insisto en que vayamos.

-¡Si vienes estoy seguro que no te vas a arrepentir! – dijo sin dejar de mirarme con esa extraña y socarrona sonrisa.

-¡No quiero interrumpir tus planes! Anda a tu almuerzo mientras yo duermo una gran siesta, mira que me hace falta. ¡Yo te espero así como te gusta! – terminé por decir tirándome de un salto desnuda sobre la cama.

-¡No, esta vez no. Es mi cumpleaños y quiero que vengas conmigo! – responde Andrés besándome suavemente recostando su cuerpo desnudo sobre el mío con la intención de quedarse encima.

Ya empezaba a sentir su erección y su intención de abrir mis piernas cuando le dije.

-¡Esta bien, voy contigo! ¿Con quién nos vamos a juntar? – le pregunté sacándolo de encima.

-¡Lo veras por ti misma. Es una sorpresa! – respondio Andrés sin disimular su sarcástica sonrisa.

Y ahora podemos continuar con lo que estábamos empezando.

Me vestí de manera casual para la ocasión. Una vez en el ascensor evité todo contacto visual con Andrés. Siempre tenía la manía de provocar y desafiar mis ganas en ese pequeño habitáculo.

Tomamos un taxi y nos dirigimos al restaurant Con Gracia donde lo iban a festejar. Me había bajado la curiosidad. Andrés tenía muchos conocidos en Barcelona, pero amigos cercanos que lo invitaran a celebrar su cumpleaños donde además, participara de buena gana. Que yo supiera, ninguno. Entramos y nos acompañaron a la mesa reservada. A la distancia pude observar que ya habían llegado dos personas que bebían alegremente una copa de vino.

Nos acercamos y pude distinguir a una de las mujeres. Mi sorpresa fue mayúscula cuando se levantó de la mesa e impulsivamente lo abraza estrechándolo fuertemente dándole un efusivo beso en los labios.

-¡Amigo mío, mi querido amigo! ¡No lo puedo creer, estás cada vez más guapo, coño! ¡Feliz Cumpleaños!-

En ese momento aquella voz con un leve acento español me estremeció la piel. Aquella mujer era Muriel, la mejor amiga de Andrés.

La mujer que me hizo dudar y vacilar al momento de decidir mi camino.

Muriel no se había dado cuenta que lo acompañaba y una vez que terminó su cariñoso abrazo dirigió su mirada por sobre el hombro de Andrés.

Quedó paralizada con los músculos tensos y los ojos brillantes.

Andrés se dio cuenta al instante de la incomodidad de ambas y trató de distender la situación.

-¡Bueno, vamos de sorpresa en sorpresa! – Respondió sonriendo mirándonos a las dos – ¡Muriel cada día estás más estupenda, mujer! -Mira quien llegó anoche sin previo aviso a saludarme y celebrar. Me dio una tremenda y grata sorpresa – dice tomándome de la mano para que me acercara a saludar-

Mi corazón latía aceleradamente que casi se salía del pecho. Tratando de disimular mi nerviosismo la saludé con naturalidad.

-¡Muriel, que, que gusto verte!- .- respondí contrariada y sonrojada

¡Fabiola, querida! Esta sí que es sorpresa, ¿cómo estás?- Preguntó besándome ambas mejillas.

-Andrés irónicamente se divertía con nuestro reencuentro hasta que de pronto se dio cuenta que aún estaba pendiente saludar a la otra chica presente.

-¿Muriel?, ¿No nos vas a presentar a tu amiga?- le preguntó ubicándose en frente de ella.

– ¡Disculpa! ¡Es la emoción por veros a ambos! – dijo Muriel extendiendo la mano para que la chica se levantase

– Andrés, Fabiola ella es Mari Pili. Mi novia -.

-Mari Pili, ellos son Andrés el cumpleañero, mi amado y mejor amigo y…Fabiola, su, su pareja – respondió sin poder evitar tartamudear.

-¡Andrés!- respondió la chica – felicidades por tu cumple. No sabéis cuánto he oído hablar de ti – lo saludo repitiendo el doble beso.

-¡Fabiola, por fin te conozco! – me saludó mirando de reojo a Muriel, quien no me dejaba de observar.

-¿Tú novia? – Respondí algo incomoda- ¿no sabía que tenías novia, Muriel?-.

-¡Como lo ibas a saber Fabiola!, si nunca más respondiste a mis correos.

Se produjo un incómodo silencio.

-¿Porque no os sentáis? – Interrumpió Mari Pili tratando de relajar un poco el ambiente – ¡Ven cariño! – exclamó

tomando a Muriel por la cintura.

Andrés alzando la mano llamó de inmediato al camarero – Nos trae una jarra de Sangría y luego la carta, por favor – ¿te parece bien Fabiola? – pregunto mirándome fijamente dejando en evidencia que mi mente estaba en otro lugar.

-¡Si, si, por supuesto! – Reaccioné de inmediato y respondí tratando de actuar con normalidad. Mi piel temblaba teniendo a Muriel de frente.

-¡Nunca terminarás de sorprendernos, Fabiola! ¿Cierto Andrés? –Dice Muriel – Que lindo detalle atravesar medio mundo para venir a celebrar tu cumpleaños.- decía sin dejar de mirarme mientras que por debajo de la mesa acariciaba mi pierna con la punta de su pie.

Me estaba poniendo muy nerviosa.

-¡Nunca me deja de sorprender. Es tan loca como yo y por eso la quiero!- agregó Andrés besándome la mano – y tú también Muriel, que nunca me olvidas aunque pase el tiempo.- besando también su mano.

No podía evitar escrutar minuciosamente a la chica que acompañaba a Muriel. Mari Pili era una mujer atractiva de cabello largo, unos ojos oscuros bastante expresivos y una piel clara. Llevaba un escote no muy pronunciado donde dejaba entrever que sus pechos eran del tamaño que a Muriel le gustaba. Cabían en la palma de una mano.

-¡Por Dios! – Me recriminé, no podía estar pensando todas estas tonteras. Había pasado el tiempo suficiente para seguir comportándome como una pequeña y celosa adolescente. Debía estar feliz por ella como lo estaba con Andrés.

La comida transcurrió sin mayores inconvenientes. Hablamos de nuestras vidas y trabajos. Muriel se explayó sobre su trabajo en la Universidad. , Andrés estaba feliz y radiante con nosotras. Podía observar su cautivadora sonrisa, esa misma que me atrapó desde la primera vez que nos vimos y que aún con los años me seguía excitando como aquella noche.

Durante la conversación me enteré que Muriel y Mari Pili llevaban casi un año de relación. Se habían conocido en la Universidad donde Muriel dictaba clases y donde Mari Pili se dedicaba a la investigación literaria.

Mari Pili me miraba sin ningún disimulo siempre pendiente de cada movimiento de Muriel.

Al final de la comida cantamos el cumpleaños feliz junto a un trozo de pastel y nos sirvieron el café.

Pero las varias copas de vino y sangría que había bebido durante la comida, hizo que mis ganas de ir al baño fueran urgentes así es que dejando la servilleta sobre la mesa me levanté suavemente.

-Me disculpan, voy al baño un momento, no tardo- dije sonriendo buscando con la mirada donde se encontraba este.

Recorrí lentamente el pasillo tratando de ordenar mis ideas. Me sentía confundida. Amaba a Andrés pero Muriel tenía ese algo especial que siempre me insegurizaba haciéndome flaquear y dudar.

Estaba cerrando el grifo del baño cuando siento que se abre la puerta para luego pasar el cerrojo. Veo por el espejo cómo a mis espaldas se acercaba sonriendo Muriel. Rápidamente me toma por la cintura empezando a besar mi cuello sin darme tiempo a reaccionar.

No la pude evitar o no lo quise hacer. Cerré los ojos y seguí con este peligroso juego. Me di la vuelta para preguntar qué estaba haciendo, pero tomó mi cabello y metió su lengua en mi boca. Fue imposible que pudiera articular ni media palabra.

Muriel fue recorriendo mis labios suavemente. En ese momento perdí completamente el control y empecé a acariciar su cuello para llegar a sus pechos. Noté bajo la blusa la dureza de sus pezones demostrando lo excitada que se encontraba en ese momento.

-¡Oh Dios!- susurraba bajito- ¡este es un sueño, Fabiola! No sabes cuantas veces imaginé un momento como este. No sabes cuánto te extrañé, ¡me calientas tanto que pierdo la cabeza!- .

Desabotone temblando su blusa y metí la boca y mi nariz entre sus pechos percibiendo ese inconfundible perfume que creía haber olvidado. Ese aroma llegó directamente al corazón haciéndome perder completamente la razón.

Sin pensar, subí su falda y metí mis dedos bajo su pantaleta. Un suspiro profundo hizo que siguiera aún más allá logrando llegar a su clítoris. Conocía todos sus rincones secretos. Sabía lo que le gustaba.

Suavemente con la punta de mis dedos, moviéndolos circularmente mezclándose con su humedad jugaban en ella haciéndola gemir de placer.

Fue entonces cuando me hizo sentar sobre el mueble del lavamanos y de rodillas comenzó a morder la parte interior de los muslos hasta llegar a mi vagina. Me tomó por las caderas e hizo a un lado el calzón para rozar con la punta de su lengua mi clítoris.

No pude contener el quejido que salió de mi boca. Ella salió sonriendo con la boca humedecida de entre mis piernas y me hizo el gesto de silencio con el dedo índice en la boca.

Y volvió más decidida. Su lengua y sus dedos entraban y salían de mi vagina con inusitada energía.

-¡Por favor Muriel, no pares! por favor, no pares – susurraba casi sin aliento.

Se levantó de improviso e hizo que metiera mis dedos en su vagina. Ella tenía los suyos en la mía. Frente a frente, mordiéndonos los labios, cruzando nuestras lenguas nos masturbábamos enloquecidas por el deseo.

Hasta que sentí como su vagina se contraía al igual que la mía una y otra vez. Temblado e intentando mantener el equilibrio nos fundimos en un orgasmo que nos dejó cansadas y en silencio.

Perdí totalmente la noción del tiempo. Ignoraba cuanto había transcurrido desde que me había levantado de la mesa. Pero estaba segura que era el suficiente para que Andrés se comenzara a inquietar.

Nos arreglándome la ropa y decidimos salir juntas del baño.

Llegamos a la mesa mientras Andrés y Mari Pili conversaban animadamente. Cuando nos vio venir, clavó detenidamente su mirada en mis ojos y luego en los de Muriel. Cabizbajo miró al suelo meneando negativamente la cabeza.

-¡Llegué a pensé que se habían fugado juntas!- Exclamó Mari Pili al vernos llegar medio en broma, medio en serio mientras nos escrutaba detenidamente con la mirada.

-¡Nnnno… que cosas se te ocurren! – respondí sonrojándome – Estábamos poniéndonos al día, nada más – decía mientras me acomodaba el cabello tratando de evitar la penetrante mirada de Andrés.

-¡Así veo!- se limitó Andrés a decir.

Muriel se dio cuenta que la situación se estaba poniendo tensa y levantando su copa alegremente dice.

-¡Bueno querido amigo. Feliz, pero muy feliz cumpleaños!- Espero tener la fortuna y la vida suficiente de pasar con ustedes muchos otros más. Pero esto no puede terminar aquí después de pasar tanto tiempo sin veros. Así que esta noche seguimos la celebración en nuestro hotel. No viajé desde Madrid para estar solo un par de horas con ustedes. Los voy a exprimir al máximo porque no sabemos cuándo nos volveremos a encontrar todos nuevamente. Ustedes dos son la única familia que tengo ¿recuerdan?-

Andrés asintió con la cabeza buscando en mi alguna señal que lo contradijera.

-¡No seas tan posesiva y egoísta Muriel, es su cumpleaños! – interrumpió Mari Pili- Quizá tienen otros planes para esta noche ¡Deja que lo disfrute como quiera ¡ – intentando disuadirla.

-Conozco muy bien a mi amigo, querida. Estoy segura que nunca se negará a una invitación mía. Todavía le resulto irresistible– dijo largándose a reír.

Andrés contagiándose con la risa la abrazó y le respondió – ¡Vale, está bien! – ¿Te parece que vayamos esta noche Fabiola? ¡O prefieres que nos quedemos en el hotel! – me pregunta de manera sarcástica.

-¡Por supuesto que vamos! ¡Es tu cumpleaños! – respondí sin más alternativa.-

-¿Supongo Mari Pili que también estarás con nosotros esta noche? – le pregunté a la chica que no me dejaba de mirar.

-¡Por supuesto que estaré! – Exclamó – Vine con Muriel a Barcelona y voy donde me quiera llevar – respondió la chica colgándose de su cuello.

– Muriel la quita de encima y le dice molesta – Por favor Mari Pili. No eres una perra que saco a pasear donde yo quiera. Andrés es una de las personas que más quiero en esta vida. Estar con él es muy importante para mí, así que si quieres estar, bien, si no quieres estar, bien también. Así de simple, querida.- exclamó tomándola fríamente de la mano.

Salimos del Restaurante y nos despedimos con el compromiso de encontrarnos por la noche.

Tomamos un taxi de regreso y no hablamos durante gran parte del camino.

Una vez en la habitación del hotel Andrés me toma por la cintura y me pregunta sin dejar de mirarme a los ojos mientras me intentaba desnudar para tomar una ducha.

-¡Supongo que tienes mucho que contar!- sospechando que tenía algo que explicar.

Intuía este escenario así que me quedé unos segundos meditando la réplica. Debía ser corta, precisa y concisa.

-¡Para que preguntas lo obvio. Sabes muy bien lo que ocurrió y tampoco creo necesario que te cuente lo que pasó en el baño porque supongo que lo imaginas.- respondí tratando de desdramatizar la situación intentando evitar su mirada inquisidora.

-Andrés, la respuesta es súper sencilla. Me dieron ganas estar con ella y simplemente pasó. No es nada tan dramático y tampoco algo que te deba sorprender. Juntos, ¡tú y yo!, hemos hecho antes miles de cosas similares.- Mirándolo con una sonrisa seductora continuo – ¡Además así acortamos la tremenda ventaja que me llevas!-.

Y ya con el ambiente algo más distendido le digo riendo – ¡Te has follado a casi todas mis amigas!, ¿Por qué no me puedo follar a una tuya?-

-¡Es que es diferente! – Intentaba rebatir Andrés – Si mal no recuerdo, entre ustedes hubo algo más que una calentura del momento –

-Nada es diferente Andrés – exclamé – nada ha cambiado. Muriel es historia para mí. Me gusta como follamos, es verdad, no voy a negar lo evidente. Pero de ahí a que me vaya a quedar con ella hay un universo de por medio. –

-¡Tú eres mi vida y lo sabes! ¡No creo necesario que te lo esté recordando a cada rato!- Respondí mordiéndole los labios.

-¡Ven acá! – Me dice de pronto mientras me abraza con rudeza. Se recuesta sobre mi cuerpo y me penetra lentamente.

Hicimos el amor en silencio. El único sonido que se escuchaba en la habitación era nuestra respiración entrecortada por los gemidos de placer. Dormimos abrazados profundamente durante el resto de la tarde.

Luego de despertar de la placida siesta nos duchamos y nos vestimos dispuestos a iniciar la segunda jornada de celebración en la suite del hotel donde se hospedaba Muriel.

Para esa noche elegí una ligera falda con blusa que dejaba traslucir mi sugerente ropa interior.

Nos anunciamos en la recepción del Hotel y subimos de inmediato al último piso.

No terminábamos de entrar al ascensor cuando Andrés levanta mi falda y comienza a tocar mi entrepiernas mientras sonreía de forma traviesa.

-¡Sabes que no soy fetichista! ¡Pero ese portaligas que llevas puesto derrite fácilmente hasta el Tungsteno. ¡Eres deliciosa!- Exclamaba a susurros mientras sentía como su pene iba creciendo urgentemente bajo el pantalón.

Se frotaba sobre mi culo y sin oponer resistencia me dejaba embestir con ganas.

Pero esta vez el ascensor fue más rápido de lo que esperábamos y al llegar al piso indicado abrió de inmediato sus puertas.

Muriel nos esperaba con una gran copa de vino blanco 42 by Eneko Atxa que era uno de mis favoritos y una cerveza artesanal catalana Truja Fera para Andrés.

-¡Ya era hora que llegasen! – Exclamó – siéntanse como en… su casa… No mejor dicho en su suite – Terminó por decir con una sonora sonrisa.

Mari Pili por su parte salió a saludarnos desde una de las habitaciones. Vestía de forma casual pero elegante. Un vestido rosa y tacones bajos.

Muriel en cambio estaba hermosa y radiante. Su cabellera pelirroja y alocada combinaba a la perfección con su vestido de lino holgado que se traslucía dejando entrever que no llevaba ropa interior. Sus pezones duros hacían notar su presencia tras la delgada tela.

-Querido, tu eres el festejado, el que merece todos los regalos y todos, absolutamente todos los privilegios – dice Muriel – acomodándolo en el centro del sofá.

– ¡Pide el regalo que quieras amigo mío! Lo que desees te lo doy, al menos yo- exclamaba sugerentemente Muriel sentándose a su lado invitándome con la vista a que la siguiera. Me senté al otro lado quedando Andrés en medio de las dos.

-¿Qué te gustaría? – insistía Muriel

-¡Cierra los ojos y pide un deseo! – le sugerí coquetamente siguiendo con el juego.

-¡Un Ferrari LaFerrari Aperta negro! – exclamó de pronto Andrés largándose a reír.

-¿No podría ser algo más terrenal por ahora, cariño? – Le dice Muriel acariciando su pene sobre el pantalón

-¿Lo que quiera, están segura? – Nos pregunta mirándonos a las dos – ¡Interesante proposición! – responde mientras bebía su tercera copa de cerveza.

-¿Si quieres te podemos ayudar a decidir, cierto Fabiola?- le dice metiendo su lengua en la oreja mientras su mano apretaba su pene a través del pantalón. Siguiendo la inercia del juego comencé a hacer lo mismo.

Hizo el gesto de cerrar los ojos mientras acariciaba suavemente los muslos de ambas llegando a rozar y apretar nuestras vulvas.

-¡Hummmmm! – Exclama – creo que el regalo será para ustedes, pero está bien. ¡Recordemos viejos tiempos! Esos de los bueno ¿le parece? – nos mira preguntándonos a ambas.

Nos míranos sonrientes con Muriel sin evitar la complicidad a lo que Mari Pili respondió de inmediato.

-¡Vais a tener que enseñarme vuestros secretillos!-– dijo sentándose junto a Muriel besándola apasionadamente.

Muriel no respondió con la misma pasión mientras que Andrés me besaba lujuriosamente mordiendo mis labios y mi cuello.

A pesar del vigor con que sentía como su lengua se enredaba con la mía podía percibir la intensidad de la mirada de Muriel que intentaba cruzarse con la mía.

Y así sucedió a pesar de las ganas que ponía Mari Pili para captar su atención y entusiasmo, Muriel insistía en hacer contacto visual.

Hasta que Andrés se detiene y levantándose del sofá nos dice.

-¡Una fiesta sin baile no es fiesta! ¡Y como soy el agasajado con privilegios quiero que bailen las tres para mí! –

-¿Desnudas?- pregunta Muriel con aire inocente sonriendo solapadamente.

Miró detenidamente a Muriel y con una sonrisa sarcástica le contesta.

-¡Tú sí!-, ellas se irán desnudando al ritmo de la música.

-¿Solo yo?- interroga dubitativamente Muriel

-¡Y también quiero que me la mames! ¡Recuerda que ofreciste lo que quisiera, Muriel! – dice mientras se baja los pantalones dejando a la vista su poderoso y magnifico pene que ya estaba duro como roca.

Muriel se larga a reír mientras seductoramente deja caer su vestido al suelo quedando completamente desnuda.

-¡Soy una mujer de palabra y te daré tu regalo si eso es lo que deseas, pero quiero que quede en acta, señorías! – Dice desafiante y a viva voz sentándose al lado de Andrès – ¡Será la primera vez que voy a tener una polla en mi boca! – Y acercándose al oído de Andrés le susurra riendo – ¡Eres un cabrón vengativo! ¡La supiste hacer! Solo por lo mucho que te quiero acepto el desafío!- Y bajó su cabeza hasta introducir totalmente el pene de Andrés tan al fondo de su boca que empezó a tener arcadas, pero siguió chupando.

Andrés se echó hacia atrás disfrutando del placer oral que le entregaba Muriel mientras que con sus manos en alto buscaba en su celular la música para nosotras.

Mari Pili no podía creer lo que estaba viendo. Estaba petrificada observando como lamía y relamía el pene de Andrés hasta que empezó a sonar la música.

Estaba acostumbrada a ver escenas como estas, pero ver a Andrés como disfrutaba con Muriel, su deseo prohibido por años, me excitó de sobremanera así que apenas empezó a sonar Chanchan y otras melodías de Buena Vista Social Club empecé instintivamente a contornear mis caderas y sacando de su estupefacción a Mari Pili la invité a pesar de su reticencia a que bailáramos.

Me quite los zapatos y me comencé a mover al ritmo cadencioso de la música cubana. Tomé a Mari Pili por la cintura para que siguiera los movimientos.

Me solté el cabello que traía amarrado con una coleta y fui subiendo poco a poco mi falda.

Movía mi cuerpo armoniosa y eróticamente mirando fijamente las expresiones del rostro de Andrés pero me distraía la efusiva actividad Muriel.

De pronto se levanta y le dice secretamente algo a su oído. Andrés meneó sonriendo su cabeza y la besó en los labios. Liberado el pene de su boca pude apreciar la potente erección que tenía en ese momento.

Me empecé a mover más intensamente al ritmo de la música acariciando mi cuerpo, sacando y dejando caer lentamente las prendas de mi ropa .Muriel por su parte me empezó a observar fijamente y abriendo sus piernas se comenzó a masturbar suavemente.

Sus dedos jugaban a entrar y salir de su vagina sin contratiempos lo que hacía adivinar que su humedad era abundante. Sus dedos hacían círculos sobre su clítoris y buscaban incansablemente su vagina para no salir del lugar.

Cuando Mari Pili vio cómo se estaba masturbando dejó de bailar, se arrodilló frente a ella, quitó su mano y metió su cabeza entre las piernas de Muriel.

Veía como la chica lamía su clítoris una y otra vez haciéndola gemir reiteradamente mientras yo seguía bailando sola. Mis caderas jugaban al ritmo de la canción hasta que empecé a avanzar bailando de espaldas hacia Andrés poniendo mis nalgas frente a su cara como regalo.

Tomó mis caderas con ambas manos y abriendo mi trasero con su lengua empezó a lamer vigorosamente mi ano y mi vagina sacando deliciosos quejidos de mi interior. Estaba en éxtasis, era una sensación sublime.

Su estado de excitación era máxima.

Me voltee y de frente abrí mis piernas sentándome sobre su rígido pene empezándolo a cabalgar frenéticamente de una sola vez.

Andrés al verme encima suyo aprisionó mis caderas levanto las suyas y metió su pené hasta el fondo haciendo que gritara de placer llena de lujuria.

Pude sentir como la profunda embestida hizo que mi vagina respondiera de inmediato atrapándolo para no dejarlo salir. Fui subiendo el ritmo de mis movimientos mientras Andrés mordía mis pezones duros e hinchados de goce y satisfacción.

Estábamos disfrutando a un ritmo frenético cuando Muriel nos interrumpe besándome sorpresivamente en la boca.

-¿Molestó amigos?- Exclamó acariciando mi cabello.

Ese acto hizo que perdiera la concentración con Andrés y dejando de mover mis caderas respondí el beso de Muriel con una pasión inusitada.

Estaba muy caliente para retroceder así es que me levante suavemente, abracé a Muriel y nos dejamos caer sin dejar de acariciarnos sobre la alfombra de la sala.

Delicadamente nos recostamos y comencé a acariciar sus pechos y mordiendo alternadamente sus pezones.

Podía sentir como gemía incansablemente pronunciándoles mi nombre.

Andrés nos observaba desde el sofá con su pene entre las manos frotándolo y disfrutando suavemente del erótico y sensual momento.

Fui besándola hasta llegar a su vientre. Levanté sus caderas y mi lengua recorrió el borde interior de sus muslos por ambos lados hasta llegar a su vulva, tibia y resbalosa. Metí mis dedos en su vagina mientras mi lengua jugaba con su clítoris.

Muriel gozaba sin control. Mari Pili nos miraba totalmente sorprendida como nos revolcábamos con los ojos bien abiertos sin saber muy bien que hacer.

Cuando se estaba a punto de correr tomó mi cabello con ambas manos y me pidió suplicando que me detuviera.

¡Si ella lo pedía! ¡Se lo concedería!

Me detuve y cuando me iba a poner de pie me atajó firmemente y arrodilladas frente a frente nos acariciamos las formas, esas que conocíamos de memoria. Nuestros pechos hinchados y excitados con sus duros pezones se aprisionaban y se fundían con tanta fuerza que parecía una masa compacta.

De pronto metió su nariz entre mis pechos inhalando profundamente como yo lo había hecho horas antes con ella.

Su respiración agitada y su cálido aliento fue cada vez más excitante hasta que de manera involuntaria nos dejamos caer nuevamente sobre la alfombra.

Y sobre la alfombra con las piernas entrecruzadas empezamos a refregar frenéticamente nuestras vaginas intentado que los clítoris también se encontraran. La humedad que manaba de cada una de nosotras hacía que el roce fuera resbaloso, suave, caliente y placentero.

Mientras jugábamos y nos restregábamos la una a la otra, Mari Pili se sentó al lado de Andrés que se masturbaba sin dejar de mirarnos.

-¿Te gusta mirar esto?- preguntó Mari Pili sin quitar la vista del pene de Andrés

-¡No me desagrada!- respondió escuetamente

Andrés la miró paseando detenidamente su vista por el cuerpo de la chica hasta que de pronto le ordenó.

-¡Quítate las bragas! –

-¿Por qué? – respondió Mari Pili

-¡Porque te voy a follar!

Fascinada por la autoritaria y segura determinación e hipnotizada por la sugerente propuesta, Mar Pili obedeció silenciosamente sacándose las bragas quedando de pie con sus brazos colgando frente a Andrés. Sus pezones delataban que su estado de excitación era máxima.

Andrés la toma de una mano atrayéndola hacia él diciéndole

-¡Ven, gocemos y disfrutemos juntos del espectáculo!-

La giró tomándola por las caderas y la sienta de espaldas ubicando su pene en la entrada de su vagina que ya estaba húmeda y caliente. Con algo de dificultad por la estrechez de la chica la empezó a penetrar lentamente. Una vez dentro su poderoso miembro, Mari Pili empezó a gemir y a mover su cadera rítmica y sostenidamente mientras Andrés la abrazaba apretando sus pechos y pellizcando sus pezones. Ambos gozaban y nos veían gozar.

Nosotras mientras tanto gemíamos elevando el tono de voz. De pronto sentí una fuerte sensación de liberación que me nubló por completo. Curve mi espalda y caí lentamente mientras mi vagina se contraía junto a la de Muriel.

Mari Pili se movía incansablemente de adelante hacia atrás hasta que un profundo gemido la paralizó por completo y se empezó a correr dando pequeños gritos hasta desfallecer completamente echando su cuerpo hacia atrás aprisionando a Andrés contra el sofá.

Andrés espero un momento a que Mari Pili se recuperara y se levantó con su pene erecto, recto como una espada dirigiéndose hasta donde nos encontrábamos Muriel y yo.

Acarició con delicadeza mi rostro con la punta de los dedos recorriendo suavemente mis húmedos labios. Me beso una y otra vez y se recostó sobre mi cuerpo, abrió mis piernas y me penetró de una embestida sacándome el más profundo gemido.

Hizo que entre cada movimiento fuese acomodando mis caderas hasta tenerlo en lo más profundo. Sus besos me fueron invadiendo y al mirarnos pudimos sentir el calce perfecto de nuestra anatomía.

Mientras gozábamos de nuestros cuerpos, Muriel nos abrazaba y acariciaba besándonos a los dos alternadamente.

Nos movíamos al mismo ritmo haciendo que lo sintiera tan profundamente que mis gemidos fueron en aumento hasta que con mi mirada fija en sus ojos le digo con la respiración entrecortada – ¡Córrete conmigo! – y mi vagina se empezó a contraer en miles de espasmos eléctricos que me dejaron desfallecida.

En ese mismo instante Andrés eyaculo violentamente en mi interior rebosando mi vagina de su cálido y delicioso semen.

Quedó rendido sobre mi cuerpo respirando agitadamente.

Muriel se levantó y extendió su mano para ayudarme a levantar de la alfombra donde estaba tirada junto a Andrés.

Al incorporarnos vimos como Mari Pili no dejaba de mirarnos en silencio. No emitía ninguna palabra.

Nos recostamos rendidos sobre el sofá mientras apoyaba mi cabeza sobre su hombro derecho y Muriel sobre el mío.

Mientras tanto Mari Pili aún no se recuperaba del asombroso e intenso orgasmo que había tenido con Andrés.

Dos días después teníamos que regresar a Chile, Muriel se ofreció para llevarnos al aeropuerto El Prat.

– ¡Hay mis amores! – suspiraba con nostalgia – ¿Porque no se quedan un par de miles de años más?

-¡Vale! ¡Por mí no hay problema! – Exclamó Andrés – Puedes usar tus influencias y explicarle a los chinos que no regreso a Chile ¡me quedo encantado en Barcelona y aprovechas de ayudarme a buscar un currito! –

– ¡Hay que joderse!- reclamaba Muriel – Con ustedes soy una mujer plenamente feliz. Están obligados a venir más seguido a la península. Saben que tienen su casa.-

-No tienes para que decirlo – respondí sonriente – y tú estás obligada visitarnos en Chile.

-Te trataremos con la misma hospitalidad que tuviste con nosotros. ¡Exactamente la misma!.- exclamé sonriente guiñándole un ojo.

-Mari Pili y tú serán siempre bienvenidas- terminé por decir abrazándola

– Eso no lo dudo mi hermosa y tierna Fabiola. ¡Más temprano que tarde me tendrán por allá!- exclamó Muriel besándome las mejillas.

-¡Estaremos felices que nos visiten!- Agregue acercándome para volverla a abrazar.

-¡Dije me tendrán no dije nos tendrán! Mari Pili ya es historia – respondió sonriendo sin ningún atisbo de congoja.

– ¡Vaya!- exclamó Andrés – Espero que no seamos los responsables de la ruptura –

-¡Mmmmm, No Andrés, relájate! – Exclamó Muriel – Hay una frase que dices habitualmente y que me gusta mucho, siempre hay que nivelar hacia arriba, nunca para abajo. Y lamentablemente ella no dio la talla.-

– ¿La talla de quién?, ¿de Andrés? Pregunté largándome a reír abrazándola fuertemente.

– Estoy muy bien así que espérenme pronto.- terminó por decir

Nos abrazó a ambos al mismo tiempo para luego besar a Andrés como siempre lo hacía. Un beso en los labios y luego me besó apasionadamente en la boca.

Estábamos nuevamente juntos los tres.

Una vez instalados en nuestros asientos esperando el despegue no resistí la tentación de preguntar a Andrés algo que me daba vueltas en la cabeza desde aquella noche.

-¿Te puedo hacer una pregunta indiscreta?-

-¡No me digas que quieres saber si se puede follar en el baño! – me contestó riendo

– ¡No tonto! – le contesté riendo golpeando su pierna.

-¿Que te dijo Muriel al oído mientras estaban en el sofá?-

-Se largó a reír y me preguntó -¿De verdad lo quieres saber?- mirándome fijamente

– ¿Bueno, solo si me lo quieres contar? –Le susurre entrecerrando los ojos con voz de niña pequeña acariciando su pierna acercándome peligrosamente a la bragueta de su pantalón.

Suspiró y exclamó -¡Mujeres, al fin y al cabo! Entre las muchas cosas que me dijo al oído en las cuales no tienes nada que ver. Si me dijo una que es la que supongo te interesa saber – hizo una pausa observando mi reacción para luego continuar hablando.

-Dijo que aunque me quería como a nadie en este mundo, jamás me perdonará que le haya ganado a la mujer que es y será el amor de su vida-.

No pude evitar sonrojarme y no hice más comentarios.

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