Quizás todo flotaba en el aire, quizás sólo era cuestión de que llegase el momento adecuado.
Mi novio, como ya se había percatado de nuestra atracción, nos dejó a Rubén y a mí solos, esperandole a las puertas de su casa.
Yo llevaba una falda corta tableada, de esas de cuadros escoceses, una blusa ajustada que me permitía llevar mis voluminosos pechos sin sujetador, y una pequeña tanguita de color rosa, con unos delicados elastiquillos, que sin saber como Rubén acabaría mordiendo.
Carlos, mi novio, había subido a su casa a cambiarse de ropa, y como no antes a ducharse.
Nos dejó solos como sí una prueba de fuego se tratase, y como podeis imaginar sucedió lo que tuvo que suceder.
Rubén habia comprado una botella de whisky, para luego bebernosla en su casa, pero como Carlos tardaba se dispuso a beber una copa.
Puso el saco de hielo en el suelo cerca de mis piernas que lucían desnudas, se acerco lentamente, se agachó desde donde posiblemente podía ver mi fresita. Introdujo su mano por mis mulos, fué subiendo poco a poco, acariciando mi ser, para más tarde llegar a mi concha, donde se detuvo con todo lujos de detalles.
Cuando ya estaba bien húmeda, sus manos levantaron mi falda, e introduciendose un hielo en su boca caliente, se dirijió a mi concha pasando una y otra vez ese pedazo de tempano que hacia extremecer mi clítoris humedo.
En un sólo gesto escupió el hielo, y fué entonces cuando noté tu lengua ardiente rozando con mi suave piel, me extremecí sin poder evitarlo.
Ya no pensaba en Carlos, no me importaba que bajase, que me viese allí con su mejor amigo, nada podría hacer que desaprobechase esa noche de sexo, de pasión.
Después de beber de mí, de un solo gesto me arrancó la tanguita que lucía chorreando, todo producto de mi flujo habilmente producido por el suave pero intenso movimiento de su lengua, por sus mordiscos en mi bulba, por esa pasión desmedida.
Una vez que me desarropó de la minúscula prenda interior, me apoyó en el capó del coche, subiendo mi faldita hasta mi cintura. Luego sacó su larga verga, dura y gorda ya, preparada para la ocasión;
Fué entonces cuando me penetró una y otra vez, sin pausa ni descanso. Notaba como su gran cacharro se introducía en mi ser, sus embistes eran cada vez más fuerte y yo disfrutaba como una perra, estaba follandome al mejor amigo de mi novio. Nunca habría imaginado que la jodiera tan bien, era genial, brutal.
Despues de que me lo hiciera varias veces, me cogió de la mano, y me arrodilló delante suya, para luego meter su gran verga en mi boca; allí estuve mamandosela hasta que se corrió en mi boca y salpico mis pechos, que totalmente erectos sobresalian de mi minuscula camisa de la cual se habían abierto varios botones dejandolos sueltos
, llenos de pasión.
Derrepente llegó mi novio, y en vez de gritar se excitó tanto de vernos que poco a poco se unió a la juerga. Y allí estabamos los tres en plena calle follando como animales, gritando.
Esto siguió un buen rato hasta que nos fuimos varias veces cada uno, pero como podeis comprender yo ya estoy bastante caliente de recordarlo y con una mano no me basto.
Esta fué nuestra primera experiencia juntos, pero como podeis suponer no la fué la última