Le sugiero leer primero el relato: Los muebles nuevos
Gracias.
Esa noche no podía conciliar el sueño, las imágenes de la cogida con Alejandra se repetían una y otra vez. Las sensaciones por la forma como tenía sus orgasmos y la forma como mamaba la verga me tenían perplejo. Si alguna vez me calenté igual que como este día, la verdad no lo recuerdo. Tal vez era el efecto por estar haciendo algo prohibido, fue muy diferente a cuando estoy con mi esposa. Pensé, si Alejandra siempre será así de caliente o le pasaría lo mismo que a mí, es decir, si también influyó el hacerlo con un hombre que no era su marido. Varias preguntas se repetían en mi mente: ¿Cómo estaría Alejandra en esos momentos. ¿Arrepentida? ¿Le habría gustado? ¿Estaría igual que yo, pensando en lo ocurrido? Cada vez que recordaba sus suaves y grandes nalgas, entraba en un estado de excitación, que mi mayor deseo era volver a disfrutar con Alejandra. Otra pregunta a la que encontraba respuesta era a como reaccionaríamos en nuestro siguiente encuentro. No tuvimos tiempo suficiente para discutir ampliamente lo ocurrido. Simplemente acordamos guardar el secreto, pero ¿sería suficiente?
Muchas veces pensé, esa noche, en llamarle por teléfono y aclarar lo ocurrido, en cuanto tomaba el teléfono me arrepentía y colgaba. Cerca de las diez de la noche, decidí terminar con la preocupación y le llamé. Ella contestó después del primer timbrazo:
- ¡Miguel!
- No, no es Miguel soy yo – ella reconoció mi voz.
- ¡Ah! Esteeee,esteeee, ¿Cómo estas?
- Pues bien ¿y tu?
- También, estoy esperando la llamada de Miguel.
- Escuché que te llamaría, bueno solo hablé para aclarar lo que nos pasó
- No hay nada que resolver. Asumo la responsabilidad, nunca debí dejar que pasara
- Es que yo
- No, no te preocupes, todos contribuimos.
- ¿Quiénes todos?-entendí que incluía a más personas.
- Yo, por no cuidar mi forma de vestir. Tu mujer, por dejarte ‘con hambre’ unos días. Tú por mirón y Miguel por llamar a esa hora.
- ¿Y por qué Miguel? – en realidad no entendí como pudo contribuir con su llamada.
- Ya no importa, ya pasó y ni modo.
- Esta bien, solo te pido que me digas porque Miguel tiene algo que ver.
- ¡Olvídalo¡
Yo insistí hasta que la convencí de decirme el papel de Miguel. Resulta que más o menos al mes que el tenía fuera, Alejandra se había ‘alterado’ un poco por la falta de sexo. Se lo comentó a Miguel, él en la misma situación, le narró como extrañaba las relaciones sexuales con ella. Según Alejandra, ella también le recordó detalles de su intimidad, cayeron en un juego erótico por teléfono que terminó por calentarles mucho, y ahora cada vez que Miguel habla tienen su sesión.
- ¿Y terminan? – le pregunté.
- La mayoría de las veces, pero bueno. A Miguel se le ocurrió jugar de esta forma cuando llamó por la tarde. Paró porque le dije que tenía que ayudarte, de todas maneras ¡Te imaginas! Y así como estaba yo ¡Me prendió! Jajajajajajaja
Su risa me tranquilizó. Alejandra estaba consiente y conforme con lo ocurrido.
- Entonces no hay ningún sentimiento encontrado ¿Verdad Alejandra?
- Para nada, y espero que mantengas tu acuerdo de la tarde
- Desde luego, y sigue en pie mi ayuda para lo que quieras, jajajajajaja
- Claro que te llamaría, jajajajaja, Bueno, ¡Chao!
- ¡Hasta luego!
La calma llegó a mis pensamientos. Imagino que yo tenía una sonrisa tan grande que casi mordía mis orejas. Me dispuse a ver la televisión, poco a poco fui quedando dormido.
Desperté sobresaltado por el timbre del teléfono, lo primero que hice fue ver la hora, eran las 00:25. El teléfono siguió sonando, despertándome por completo.
- ¡Bueno!
- Soy yo Alejandra, disculpa que te llame tan tarde
- Sí, si Alejandra dime, que pasa, ¿Tienes algún problema?.....
- No, nada no te alarmes, estoy bien
- ¿Entonces?
- Solo quiero hacerte una pregunta, ¿Tienes televisión por cable?
- ¿Qué? – su pregunta me pareció fuera de lugar.
- Que si ¿tienes televisión por cable?
- Sí, sí tengo ¿para eso me llamaste? – me comencé a sentir un poco molesto.
- Enciende tu televisor
- Está encendido – me había dormido, sin apagar el televisor.
- Ponlo en el canal 60.
- Esperame, ya esta
Era el canal The Film Zone, se mostraba una película erótica, casi pornográfica. La escena era de un tipo cogiéndose a una linda jovencita en una alberca. Las imágenes dejaban muy poco a la imaginación, la pantalla evitaba ver la penetración, aunque se deducía que en la película original si se mostraba.
- ¿Qué te parece? – me preguntó Alejandra, con tono evidentemente cachondo.
- Si tú estuvieras aquí, podrías ver mi respuesta.
- ¿En serio? ¿Se te paró? – su voz era completamente excitada, ¿Igual que en la tarde?
- Sí, igual - le contesté la verdad.
- Aahhhyy! - fue su respuesta.
- ¿Qué te pasa? ¿Te encuentras bien?
- ¿Qué si estoy bien?¡Estoy que ardooooo!!!
- Se nota…-le dije.
- Si tú supieras.-continuó hablando.
Alejandra me explicó, que el resto del día, después de que quedó sola estuvo en un estado excitado. Por la noche, esperó en su recamara, con ansias, la llamada de Miguel, de lo cual yo me había percatado cuando le llamé unas horas antes. Finalmente Miguel llamó e iniciaron su juego erótico por teléfono. Cuando estaban muy calientes, Miguel le propuso que abriera y usara un regalo que le había enviado hace dos semanas. Alejandra se negó. Miguel insistió mucho, y cuando casi la convencía, por alguna razón, la comunicación se interrumpió. Mientras esperaba que Miguel le llamara nuevamente, Alejandra encendió el televisor. Cambiando los canales llegó al 60. La película y toda la situación anterior, la pusieron en un estado extremadamente ‘alterado’.
- ¡Si vieras como estoy de mojada! – me confesó.
- ¡Me imagino! – su plática y sus detalles, me habían puesto caliente.
Pensé que quería continuar su juego erótico, por teléfono, que dejó incompleto con Miguel. Esto sería una experiencia nueva para mí y me encantó la idea.
- ¿Y estas probando tus jugos? – le pregunté.
- Síííííííííí, - me contestó demasiado excitada- los de muy adentro. ¡Mmmmmm!
- ¿Están igual de sabrosos como los que probamos en la tarde?
- ¡Noooooo, ahora están mááááááááássssss ricosssss, mááááááásssss dulcesssss y espesosssssssss, como la mieeellllllllll ¡Aaaaaahhhhhhhhhhhhhhhh!
- ¡Pinche Alejandra! Ya me pusiste el ‘camaron’ bien parado. Como quisiera estar contigo para metértelo – de verdad que lo deseaba.
- Sííííííííí, eso meee hace faltaaaaaaaa Aaaaahhhhhhhhh. ¡Que meeee cojan como a la puta que estááá en la televisiónnnnn!. Aaaaahhhhhh.
Ahora, en la película, estaba una mulata, muy guapa, cabalgando a un tipo. La cara de la actriz, denotaba mucho placer.
- ¿Te estas imaginado que te coge ese cabrón?
- Síííííííí !Y que me lo mete todoooooo!
- ¿Para que me llamaste? – quise confirmar – ¿para calentarme contigo?
- Nooooo, ¡uyyy!- dijo entre su masturbada – te llamé porque necesito que me ayudes a quitarme esteeeeee calooooorrrrrrrr. Aaaahhhhhhh!.
- Ahorita voy a tu casa!!! ¡No me tardo!!!
Me levanté como rayo. Me lavé los dientes y puse algo de colonia. Pasé a ver a mi hijo en su recamara. Me aseguré que se encontraba profundamente dormido y salí hecho la madre. En el tiempo más corto que yo me pudiera imaginar, tres o cuatro minutos, estaba tocando el timbre de la casa de Alejandra. ¡Pásale! -me dijo por el interfón- estoy en mi recamara.
La puerta de la recamara se encontraba entreabierta, la luz tenue de la lámpara del buró y del televisor iluminaban la habitación. Toqué suavemente la puerta, Alejandra me contestó impaciente: - Pásale, pásale. Me quedé perplejo viendo a Alejandra sobre su cama. Estaba recargada sobre las almohadas, con sus rodillas muy abiertas y sus pies juntos. A su lado, se encontraba una bolsa de plástico, con algún paquete dentro. Alejandra tenía el brassier debajo las tetas, con una mano acariciándose los pezones. La otra mano, por debajo de su tanga, metiéndose uno o quizá dos dedos en su vagina. Su rostro denotaba una sensualidad especial por la forma como movía sus labios y sus suaves suspiros.
Empecé a remover mis ropas con calma, pues supuse que pasaría un rato largo con ella. Nadie habló, no era necesario, sabíamos que esa noche era de cogedera. Mientras yo me desvestía, ella sacaba sus dedos de la vagina, llevándolos a su boca. Tan pronto estuve desnudo, tomé mi palo bien parado y lo sacudí al aire enseñándoselo, su boca dibujó una leve sonrisa. Me subí a la cama, gateando me acerqué a ella. Todo estaba calma, con el volumen bajo del televisor, reinaba un ambiente completamente sexual. Me hinqué junto a Alejandra, al momento que ella sacaba el dedo de su vagina para ofrecérmelo. Tomé su mano con las dos mías, y procedí a recorrer mi lengua en todo su dedo, absorbiendo sus jugos. Ella volvió a introducirlo en su sexo y me lo ofreció nuevamente. Justo antes de meterlo en mi boca, pegué un brinco por el pinche susto del timbre del teléfono. Hasta Alejandra gritó asustada. Inmediatamente contestó:
- Buenoooo?
- ¡Hola Miguel! ¿Qué pasó mi amor?
Mientras Miguel explicaba las razones de la interrupción y el tiempo largo para llamarle nuevamente, yo pensé: ¡Puta madre! ¡Ya valió madres! Ya me hecho a perder la noche este cabrón. ¡Ni hubiera venido! ¡Vine nada más a lo pendejo! Mi pito reaccionó igual que yo, se apachurró por completo. Alejandra daba respuestas cortas, asentando entender lo que había ocurrido con Miguel. Obviamente que yo solo oía la conversación y respuestas de Alejandra:
- ¡Aja! ¿y ahora ya se restablecieron las computadoras?
- Que bueno, que bueno
- ¡Sí me quedé esperándote! como una hora
- Pues sí, sí, un poco, pues que podía yo hacer -ella puso un dedo cruzando su boca, señalándome que guardara silencio completo.
- Esteee, esteee, sí, sí, todavía aquí lo tengo
Con señas de mis manos y hombros le pregunté ¿Qué?. Ella señaló la bolsa con el paquete dentro, sobre la cama.
- No, pues no Miguel, no se te hace que ya es un poco tarde
- No, no lo usé, ni siquiera abrí la caja - decía ella en alusión al paquete.
- ¡Ayy! ¡Claro que me hace falta, si tu supieras
- No, no, no, mejor cuando estés aquí
Era obvio que ella quería terminar la comunicación, pero tampoco le podía dar un cortón a Miguel.
- No te digo que no lo he visto - Miguel siguió insistiendo, hasta que ella cedió.
- Está bien, nada más por complacerte voy a abrirlo- Con sus manos me hizo señas para que le pasara el paquete.
Después de quitarle la envoltura al paquete, pude ver que se trataba de un consolador. ¡Ay cabrón Miguel! ¡Lo que le anda comprando a su mujer! – Pensé. Alejandra siguió su conversación:
- No, tú sabes que nunca he usado algo parecido
- Pues no se, no se, mejor cuando regreses
- Necesitaría verlo para decirte, pero cuando vengas
- No, en serio, cuando llegues
- Bueno, bueno déjame verlo – Alejandra quiso abrir la caja, pero por su posición acostada y el teléfono en la mano, se le dificultó un poco. Yo me presté a ayudarle.
Saqué el aparato de su envoltura, era dorado de tamaño regular, de la mitad a la punta muy liso. De la mitad hacia atrás con finas canaladuras y una tapa negra.
- Ya lo saqué - le dijo Alejandra tan pronto se lo mostré.
- Sí, se ve fino-respondió Alejandra.
- ¡Ay tu! ¿Cómo voy a saber?, mejor cuando estés aquí, no ahora no, después
- Bueno déjame ver- Ella lo tomó con su mano, como si se tratara de un pene.
- ¡Creo que sí!, más o menos del mismo tamaño
- ¿Baterías? ¿En la caja?- Presuroso las busqué enseñándoselas.
- Ya las encontré, ¿En la parte posterior, abriendo la tapa? – entendí que Miguel le pedía colocar las baterías. Yo se las puse al aparato.
- Ya, no hay problema. ¿Hacerlo funcionar?- hice funcionar el aparato.
- Sí, sí funciona, óyelo - ella acercó el auricular al aparato para que Miguel escuchara el zumbido del aparato.
- ¿Ya oíste?, todo esta bien. ¡No! Miguel, ¿cómo crees?
- No, eso no, mira tan pronto llegues. No, no me pidas eso ahora, porque no, mejor cuando estés aquí, es que no es igual - ella tuvo que ceder.
- Pero poco ¿eh?, sí, se siente bien, tu sabes que mis pezones son muy sensibles - entendí que Miguel quería que ella usara el aparato en sus tetas.
Ahí comprendí su negativa, en la tarde, a que le agarrara sus pechos. Seguramente era como más rápido se excitaba. Me quedé mirando con detalle sus senos. Eran de tamaño regular, con las areolas muy grandes y los pezones muy pequeños, que apenas se notaban como dos leves prominencias. Alejandra le fingió a Miguel, que usaba el aparato en sus tetas. Pues el consolador estaba en mi mano.
- Sí, sí me gusta ¡ya!, !ya lo probé!, ahora que regreses - no era verdad, ella no lo había probado.
- Sí, sí, lo tengo en mi pezón - al decir esto, yo puse el aparato sobre su teta.
Alejandra, retiró mi mano, aunque su reacción fue evidente, por la forma en como se inflamaron sus areolas. Miguel siguió insistiendo, yo volví a poner el aparato sobre su pecho, sin que ella lo retirara. Por el contrario, dio dos pequeños gritos suaves, y sus ojos se cerraron a la mitad. Ver su cara y sus pechos excitados también me estaba afectando a mí. Pero no debía delatar mi presencia. Alejandra continuó dándole los detalles a Miguel, y yo, manejando el consolador:
- Sí, tengo la punta del aparato en mi pezón, !uy! ¡que rico!, sí mucho
- Me enloquece, ¡uuyyy! – Yo continué poniendo el consolador en sus tetas
- Tu sabes que me encanta, eso me calienta, muuuchooooo
Debía tener las tetas muy sensibles, el tórax de Alejandra hacia movimientos lentos y tensos. Suaves suspiros salían de su boca mezclados con palabras de cuanto le gustaba que el consolador estimulara sus pezones. De repente, estiró su mano y agarró mi verga.
- Sí, sí, tengo tu pene en la mano, !aahhhhhh!, muchoooo
Pinche Alejandra, se calentó de volada. Mientras yo seguía acariciando sus tetas, le hablaba a Miguel pretendiendo que ella tenía el aparato en sus manos, y acariciaba mí falo. Yo sentía muy chingón, pues todo lo que le decía a Miguel se lo hacia a mi palo.
- Sí, Miguel, sí lo disfruto mucchoooooooo, tu piensa que es mi mano, sí mi amor, esta muy dura,!ahhh!, te masturbo rápido, ¡ahhh!
- Claro que te extraño, !ahhh!, sí, sí, que me cojas
Yo quería decirle cuanto me gustaba verla así y sus caricias, pero no podía delatar mi presencia. Yo tomé el consolador con mi mano izquierda, jugueteándole sus pechos, mi mano derecha la deslicé por su abdomen, directo a su sexo. Acaricie con suavidad su vulva sobre su tanga. Poco a poco fui metiendo mi mano acariciando sus labios vaginales, y luego su clítoris. Alejandra dio un grito más fuerte. Ella soltó mi palo y su mano la dirigió hacia su tanga levantándola hasta donde el elástico lo permitió.
- Sí mi amoooor, lo que digas, se lo daré al changuito, ¡aaaaahhhhh!!!
Entendí que debía ponerle el consolador sobre su sexo. Eso hice. Los jadeos de Alejandra fueron muy fuertes. Ella levantaba lo más que podía su tanga para darme espacio y mover el aparato sobre su clítoris. Sus tetas quedaron libres, yo me agaché para mamárselas, manteniendo mi brazo estirado con el consolador en su sexo. Lo que a continuación pasó me asustó: Alejandra dio el grito de placer más fuerte que yo haya escuchado. Incluso pensé que le había lastimado por lo que me detuve.
- ¡AAAAHHHHHHHHHYYYYYYY!!!!!!¡Síguele!!Síguele!, no pareeeess, ¡aaayyyhhh! ¡me estoy viniendo Miguel! ¡Aaayyyyyhhhhh!, ¡Aaaaayyyyyhhhhh!, ¡AAAAHHHHYYYYY!
Presuroso, regresé a mamarle las tetas, solté el aparato y continué acariciando su sexo con mi mano. Inmediatamente comencé a meter y sacar mi dedo en su vagina. Mi lengua lamía con fuerza sus areolas y sus pezones se sentían muy duros como dos botones de camisa. Alejandra tuvo un largo orgasmo. Sus jadeos y gemido duraron, no se cuanto tiempo, pero fue mucho. Hasta que Alejandra, giró su cuerpo para que yo dejara de acariciarle. Seguía hablando sofocada por teléfono.
- Si mi amor, ya acabé, ¿Y tú? ¿Te falta mucho?, claro, claro
Alejandra dio varios besos al auricular, para que su esposo los oyera.
- Te gusta como te la beso, ¿Te beso rico la cabeza? ¿en mi boca? ¿quieres que meta el aparato en mi boca? - Ella me quito el consolador, lo puso en su boca.
- ¿Qué? ¿Quieres escuchar como lo mamo? – cuando ella lo iba a meter nuevamente a su boca la detuve, le ofrecí mi verga. Ella sonrió maliciosamente diciendo:
- Pues escucha
Ella llevó su boca a mi falo, iniciando una mamada sensacional. Ella mantuvo el auricular en su oido y la bocina la acercaba a su boca. Mamaba mi verga haciendo mucho ruido, a ratos la sacaba para preguntarle a su esposo, que le parecía. Alejandra regresaba a mamarla con más ganas. En medio de lo más chingón de la mamada, ella se detuvo.
- ¿ya mi amor? ¿Te gusto?, cuando regreses te la mamo en vivo
- ¡Si mi amor!, lo estoy disfrutando, este quiero decir, lo disfrute muchísimo, fue sensacional, claro, sí, ya nos tardamos, besos, hasta la próxima, espero tu llamada, adiós
Finalmente colgó el teléfono y apagó el vibrador.
- Discúlpame – dirigiéndose a mi - no pensé que volviera a llamar después de tanto tiempo
- No te preocupes, tampoco me vas a dejar así. – le contesté enseñándole mi reata bien parada- ¿verdad?
- ¡Como crees! ¡Ni yo me lo perdonaría! ¿En qué estabamos?....
- Me dabas tus jugos -le respondí.
- ¿Qué esperas? ¡cómeme el changuito!
Alejandra hizo a un lado su tanga, dejando al descubierto su velludo y jugoso sexo. Pronto me encontré entre sus piernas, con mi boca comiéndole el ‘changuito’. Levanté mi mirada para verle, ella tenía sus manos sobre sus tetas y su cara hacia muecas de gozo y placer. Clave mi cara en su sexo, frotando mis labios y nariz sobre su vulva. Con mis dientes le di pequeñas mordidas a sus labios vaginales y el clítoris. Alejandra meneó su cuerpo hacia uno y otro lado, presionando mi cabeza contra su ‘changuito’. Ella levantó su cadera de la cama, su cuerpo se tensó y movió muy rápido su sexo chocándolo contra mi cara. Escuché el gemido que hacía Alejandra con su boca cerrada, el cual paró hasta que ella la abrió expulsando mucho aire
- Aaaaaahhhhhhhhhh! !Aaahhh! ahora te toca – dijo incorporándose y empujando mi cuerpo, para caer completamente acostado en la cama.
- ¡Epa! – la detuve-- esperate tantito
- ¡No te muevas!!quédate tranquilo! el changuito quiere más - me dijo.
- ¿Qué? ¿Qué?
- ¡Que mi changuito quiere más plátano, tiene mucha comezón
Yo me quedé inmóvil. No había duda que ella aún no estaba satisfecha. Ella se dirigió hacia mis pies. Ahí se despojo de su brassier y tanga. Pasó su mano sobre su pubis y sexo diciéndome:
- ¡Este es el changuito que quiere tu platanote! - seguí inmóvil, ella tenía la iniciativa.
- ¡Míralo! - ella despejó los pelos que cubrían su vagina y me mostró su hermoso sexo.
- ¿Te gusta? - yo asenté con mi cabeza.
Alejandra tomó mis pies y separó mis piernas. Deslizó suavemente la punta de los dedos desde la parte interna de mis tobillos hasta los muslos, muy cerca de mis huevos. Después las pasó varias veces por la parte interna de mis muslos. La caricia de sus uñas hicieron enchinar mi piel. Hizo el mismo tipo de caricias en la bolsa de mis huevos. Se sentía sensacional. Luego fue su lengua la que recorría la parte interna de mis muslos, acercándose cada vez más a mis huevos. Finalmente, le dio unas lamidas a mi escroto. Mi verga estaba muy erecta, pegada a mi abdomen. Yo cerré mis ojos. De repente, oí y sentí las vibraciones del consolador sobre mis huevos. Lo que obligó a que abriera los ojos. Alejandra, con su cara muy excitada, habló:
- ¿Verdad que se siente muy rico?
- Sí, se siente muy bien
Así, hincada como estaba entre mis piernas, retiró el aparato de mi pene, para ponerlo sobre sus tetas. Alejandra exclamó un ¡uyy! cuando lo sintió en sus pezones. La otra mano la tenía acariciándose el ‘changuito’. En segundos su calentura se elevó al máximo. Ella me veía con su cara llena de lujuria. Llevó el consolador a su sexo, separó un poco las piernas y lo apuntalo en su vagina, Se metió casi la mitad e inclinó su cuerpo para poner su lengua sobre mi escroto. Yo podía ver únicamente el movimiento de su hombro y brazo, sin duda, ella metía y sacaba el consolador de su vagina. Siguió subiendo su lengua sobre mi poste, lamiendo todo lo largo, desde su base hasta la cabeza. Con su mano, lo separó de mi abdomen, y lentamente lo introdujo en su boca. Poco a poco su mamada fue aumentando de intensidad, al igual que el movimiento de su cadera y de su brazo con el cual se masturbaba. Su espalda se arqueaba hacia arriba y descendía bruscamente, metiendo en su boca mi palo casi por completo y supongo que también clavándose un buen tanto del consolador. Volví a cerrar mis ojos, abriéndolos casi inmediatamente porque Alejandra volvió a gritar fuerte. -¡Aaayyyyy!!! ¡Aaaaaayyyyyhhh! Se estaba viniendo. Sacó mi verga de su boca, dejó caer su cabeza a un lado de mi cadera, seguía metiéndose el consolador, y con su mano masturbaba mi palo. Fue un orgasmo muy intenso pero corto. Ella se incorporó diciendo:
- ¡A la chingada! ¡Quiero una de verdad! ¡Acuéstate aquí! – me ordenó.
Ella quería que yo me acostara en sentido trasversal a la cama. Sin saber exactamente por qué, yo obedecí. Ella me cabalgó viendo ella hacia mis pies. Se sentó en cuclillas, se acomodó mi falo en su vagina dejándose caer de sentón. Mi verga entró toda, ella se levantaba para dejarse caer nuevamente con sentones muy fuertes. Sus rodillas las separó a lo máximo. Ella decía con voz muy excitada:
- ¡Cógelo! ¡Dale plátano al changuito! ¡Mira como se lo come!
Yo puse mis manos en sus nalgas, ayudándole en su movimiento hacia arriba. Veía muy claramente su ano y sus labios vaginales alrededor de mi poste engulléndolo. ¡Que rico!
- ¿Ves como se lo come papi? ¿Lo ves?- me preguntó.
- Sí, sí lo veo, se lo come todo - le respondí.
Alejandra voltio su rostro, sin dejar de coger, para confirmar donde tenía yo mi mirada. Al percatarse que le veía por atrás, ella me corrigió.
- ¡Ahí se ve mejor - me dijo.
Yo moví ligeramente mi espalda, para ver, se trataba de un espejo muy grande junto al closet de la recamara, al situarnos en esa parte de la cama, nuestros cuerpos quedaron exactamente frente al espejo. La luz de la lámpara del buró era suficiente para ver con claridad las imágenes reflejadas. Ella de frente tenía la vista completa de cómo su ‘changuito’ se comía mi ‘plátano’. ¡Ay cabrón! Pensé que ese espejo estaba ahí a propósito. Alejandra no dejaba de moverse, sin retirar la vista de cómo se le metía toda la reata. Sus sentones, cambiaron por movimientos hacia delante y atrás, en ocasiones hacia círculos, siempre con todo el plátano dentro. Sus jadeos y gemidos de cuando se viene aparecieron. Ella hizo su cuerpo hacia atrás, yo lleve mis manos a sus tetas para apretarlas y acariciarlas con fuerza. Con esto sus gemidos fueron más largos y fuertes. De pronto oí el ‘bbbbzzzzzzz’ del consolador y lo sentí sobre mis huevos. Alejandra lo manipulaba pasándolo por mis huevos, en la entrada de mi palo en labios vaginales. Las vibraciones llegaban hasta mi miembro, produciéndome un placer muy grande. Ella movió el aparato por todo su sexo, dejándolo largo tiempo sobre su clítoris.
- ¡Que rico papi! !Que ricooooooooo! ¡Aaaaahhhyyyyy! ¡Aaaaahhhyyyyy! ¡Aaaaahhhyyyyy! ¡Así chiquito! ¡Aaaaahhhyyyyy! ¡Que ricooooooooo! ¡Aaaaahhhyyyyy! !papi que rico! ¡Papiiiiiiiiiiiiiii!
Nuevamente su orgasmo le llegó. Se vino y se vino y se vino, de una forma que nada mas una mujer que haya tenido la verga dentro con un vibrador en su clítoris lo podría describir. ¡Como disfruté esa cogida! ¡Como me alegré que después de coger, como había pasado esa tarde, yo tardara en venirme! Yo quería seguirle dando plátano a su changuito el resto de la noche.
Le seguí masajeando las tetas y ella moviéndose como loca, hasta que ella se detuvo. Sin decir nada, Alejandra simplemente se voltio, dejó el aparato, y me cabalgó con su cara frente a mi. Llevó sus manos a sus nalgas, separándolas e introduciéndose nuevamente mi palo. Por supuesto que yo moví mi espalda, para ver en el espejo como Alejandra se cogía mi verga. Ella subía y bajaba su cadera, con su movimiento, ella bajaba sus nalgas cuando mi palo salía casi por completo. Ella también quería ver, voltio su cara hacia el espejo.
- ¿Lo ves papito? ¿Ves como lo come mi changuito?....
- Sí, mami, tienes un changuito muy comelón
- ¡Dale platanito, dale que lo necesita, dáselo todooooooo
Ver como mi verga se hundía en el sexo de Alejandra, .la verdad, es algo que nunca olvidaré. Yo puse mis manos en su estrecha cintura, para controlar los movimientos de su cadera. Ella dejó que mis manos impusieran el ritmo. Lento, dejaba yo que mi palo entrara por completo para sacarlo igual, lentamente hasta tenerlo fuera por completo, e igual de lento, volverlo a meter. Todo en mi cerebro fue silencio, mi vista quedo fija en el espejo. Los latidos de mi corazón rebotaban en las sienes de mi frente. Por el espejo yo disfruté como nunca, ver como mi palo desaparecía entre las grandes nalgas de Alejandra. Parecía que las imágenes corrían en cámara lenta. Varias veces, al querer introducirla, mi palo chocaba en su ano, Alejandra hacia su mano hacia atrás, para corregir la posición o bien, en un segundo intento, entraba nuevamente en su changuito. Poco a poco, al ir sintiendo más fuertes los apretones de su vagina, mis manos fueron aumentando la velocidad con que movía su cadera. El golpeteo de mis muslos con las nalgas de Alejandra se hizo rítmico poco a poco fue aumentando de volumen. Alejandra, entendió que pronto vendría mi eyaculación, comenzó a darme una fuerte cogida. Ella puso sus manos sobre su cintura, sus movimientos fueron muy sincronizados, mi palo casi se salía, pero ella se encargaba de meterlo. Nuestros cuerpos estaban sudando profusamente. Ella se agachó para poner sus tetas sobre mi pecho, aferrando sus manos a mis hombros. El sudor de nuestros cuerpos hacia que sus tetas se resbalaran tallándose contra mi pecho. Sentí las contracciones de su sexo en mi palo, ella llevó sus tetas muy cerca de mi boca, diciéndome:
- ¡Mis tetas!! ¡Mama mis tetas!!!!
Presuroso procedí a hacerlo. Me introduje una teta en la boca lo más que pude. Con mi lengua podía sentir que toda la areola había quedado dentro. La empecé a mamar, luego luego los ruidos de mi mamada se mezclaron con gemidos de Alejandra.
- ¡Me vengo Ale! !Me vengo! – le grité.
- ¡Échalos dentro papi! !dale lechita al changuito! !mmjjjjjmmm!
Alejandro apretó mi cabeza contra su pecho cuando sintió mi venida dentro de ella. Hice una especie de gruñidos cuando estaba eyaculando. Una y otra vez, le clavé mi verga lo más profundo que pude, tratando de depositar todo mi semen dentro de ella. Los jadeos de Alejandra se convirtieron en gritos nuevamente.
- ¡Aaaaahhhyyyyy! ¡Que rico papi ¡ ¡Aaaaahhhyyyyy!
- ¡Aaaaahhhyyyyy! !Dale leche! ¡Dale leche que me vengooooo ¡Aaaaahhhyyyyy! ¡Aaaaahhhyyyyy! ¡Aaaaahhhyyyyy!........
Sus gritos y gemidos fueron calmándose, hasta convertirse en una respiración muy agitada. Los dos estábamos sofocados. Ella se dejó caer en la cama junto a mí. Nos quedamos en silencio un rato largo. Hice el intento de abrazarla, sin que me lo permitiera.
- ¡No! ¡Ya! ¡Por favor ya!
- Pero
- ¡Ya por favor! ¡Fue suficiente!, lo mejor será que te vayas
- Ale yo solo
- Vete por favor, estoy agotada
Era cierto que su rostro reflejaba cansancio por lo ocurrido ese día. Me levanté de la cama y en silencio me vestí. Ella se acomodó para descansar en la cama. Antes de salir de la habitación, ella con una leve sonrisa en su rostro, me recalcó:
- De verdad estoy agotada. Gracias por tu ayuda, no pudo salir mejor
- Gracias a ti – le respondí.
- Sigue en pie nuestro acuerdo ¿verdad?- dijo esperando respuesta positiva.
- Te repito que soy un caballero, que pases buenas noches
- Adiós, tu también, que descanses
Regrese a la casa, feliz con mi sonrisota. Mientras intentaba dormir, pensé mucho tiempo en la cogidota con Alejandra, y en como nos había ayudado el pinche consolador. Me nació la idea de adquirir uno de esos aparatos para usarlo con mi mujer.
Cada vez que me acuerdo de lo que pasó con Alejandra, más me convenzo que debo comprar un vibrador, aunque no encuentro una excusa para sugerírselo a mi mujer. Nos hemos reunido con Miguel y Alejandra, como si nada hubiera pasado entre su mujer y yo. Digo como si nada, por que cada vez que le veo el trasero, luego luego se me para. Ojalá y pronto me pida alguna ayuda.
de verdad te envidio, no se como logras ser TAN realista, cuando se lee lo que escribes es como si se estubiera allí mismo, y los argumentos son los más originales y creibles de todo el sitio, de verdad que eres el mejor, mejor incluso que Aretino. suerte y me gustaría escribir como lo haces,