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Categoría: Infidelidad

Cómo mi esposa se convirtió en una puta y yo en un cornudo feliz

Hola, llevo meses leyendo estos relatos. Quisiera compartir con ustedes lo que mi esposa ha experimentado en los últimos meses, y cómo poco a poco he ido convenciéndola de convertirse en una puta.

Somos de la Ciudad de México. Ella tiene 36 años y yo 34. Tenemos cinco años de casados. No tenemos hijos. Ella no trabaja. La llamaré Claudia.

La describo porque algunas partes de su cuerpo son relevantes para la historia. Claudia es de piel blanca, cabello castaño claro chino, tiene pecas en la cara que a muchos les gustan. Tiene unas tetas medianas, no sé qué copa sean, pero cada una sí me llena una mano. Si sus tetas llaman la atención con ropa, al desnudo son un encanto a la vista. Siendo de piel clara, la palidez de sus senos se ve espectacular, con unos pezones pequeños rodeados por una areola igualmente pequeña de un color café muy claro que hace que se vean casi rosas. Como no tenemos hijos, sus senos han permanecido firmes y erguidos como desde hace quince años. Aunque con el tiempo se le hicieron llantitas, lleva unos meses yendo a hacer ejercicio, lo que poco a poco le ha ayudado a desaparecer esas llantitas y que vaya recuperando su cinturita de hace quince o veinte años. Pero su principal atractivo definitivamente son sus nalgotas. Son enormes. Y al desnudo dejarían con la boca abierta a cualquiera. Son pálidas, con un lunar en el mero centro de la nalga izquierda.

Hace más o menos un año, nuestra relación se había enfriado, y yo ya estaba aburrido del matrimonio, con mucho trabajo y presiones, al punto de estar pensando seriamente en separarme de ella. Pero todo cambió un día.

Todo empezó cuando estábamos cogiendo una noche, y Claudia me preguntó si alguna vez la había engañado. Yo le dije que no, aunque ella en el fondo sabe que sí, porque me ha descubierto mensajes míos con otras mujeres, pero me valía madres mi matrimonio.

Lo que me sorpredió fue que, cuando yo le pregunté si ella alguna vez me había engañado, me dijo que sí. En lugar de enojarme, me excité más. Le pregunté que me contara más.

PRIMERA INFIDELIDAD DE MI ESPOSA

Como dije antes, nos casamos hace cinco años. Claudia me empezó a contar que, poco antes de casarnos, una vez que nos habíamos peleado, fue a ver a una de sus amigas, llamémosle Yesenia, y que con Yesenia estaba otro hombre, llamémosle Alejandro, yo diría que era más bien un señor porque estaba más grande que ellas. En ese entonces mi mujer tenía 29 años y Alejandro 40-y-tantos.

Me siguió contando que el señor Alejandro era casado pero estaba con su amiga Yesenia porque se la quería coger pero que, en cuanto vio a mi (en ese entonces) futura esposa, se olvidó de la amiga y empezó a coquetear con mi mujer. Ese mismo día se pasaron sus números de teléfono y Alejandro empezó a escribirle.

Unos días después, el señor Alejandro le escribió a Claudia para invitarla a su casa, y como en esos días fue que ella y yo nos peleamos, ella aceptó ir con él. Yo pienso que por despecho.

Claudia me siguió contando lo que hicieron en casa del señor Alejandro.

Llegaron a su casa, y se sentaron en el comedor a platicar y tomarse una cerveza. Después él se acercó a ella y la empezó a besar, ella correspondió el beso, pues sabía que a eso iba. El señor Alejandro la tomó de la mano y le dijo que subieran a la recámara, pero ella le dijo que no quería coger en ese momento porque andaba en sus días. Entonces él nada más le quitó la blusa y el brasier y empezó a sobarle y chuparle las tetas. Después la llevó al sillón de la sala, se sentaron, y ahí él se bajó el pantalón y el bóxer para revelar una enorme verga. No les miento, en palabras de mi esposa:

"Hasta el día de hoy no he visto una verga tan grande en persona."

Claudia me dijo que la verga del señor debía medir más de 20 centímetros. Creo que esa parte fue la que más me excitó, que ella siguiera sorpredida de haber tenido en frente un miembro tan impresionante.

Ya en el sillón, el señor tomó la mano de Claudia y la guió hacia su verga para que lo masturbara, mientras se seguían besando y él se agasajaba sobándole esas ricas tetas.

Así se siguieron besando y ella lo siguió masturbando, hasta que —me siguió contando Claudia— él la tomó de la nuca y la bajó hacia su verga para que se la mamara. Hasta ese momento, ella nunca había dado sexo oral, ni siquiera a mí, y eso que llevábamos casi ochos años de novios y estábamos a semanas de casarnos.

Claudia se la mamó como pudo, dice que casi ni le cabía en la boca de tan grande que estaba, así que se concentró más en pasarle la lengua por las venas del tronco y juguetear con la lengua en la punta, que para entonces ya chorreaba líquido preseminal a montones. Dice que al principio no le gustaba el sabor pero que después de unos minutos se acostumbró.

Mi entonces prometida se la estuvo mamando así unos minutos hasta que él la apartó y se puso de pie en frente de ella. El señor Alejandro recargó a Claudia sobre el respaldo del sillón, y puso sus rodillas al lado de las piernas de Claudia sobre el borde del sillón, para poder acercarle más la verga. Con una mano le empezó a agarrar una teta mientras que con la otra se siguió masturbando unos segundos hasta que vació toda su leche sobre las tetas de Claudia.

El señor Alejandro debió tener mucha leche acumulada porque Claudia me dijo que sus dos tetas quedaron casi todas cubiertas de semen.

Después de que se vino, el señor se sentó junto a ella y se siguieron besando hasta que él se paró para ir por papel para que Claudia se limpiara. Claudia tomó el rollo papel y se empezó a limpiar lo mejor que pudo. Mientra se limpiaba, el señor Alejandro le dijo que iba a subir a la recámara por unos documentos antes de irse.

Resulta que el señor Alejandro no era de aquí de la ciudad, sino de Michoacán, allá tenía a su esposa y a sus hijos, y sólo había venido acá para arreglar unos papeles y, mientras, se estaba quedando con unos sobrinos que estaban rentando esa casa para estar más cerca de la universidad.

Mientras Claudia se limpiaba el semen de sus tetas, de repente escuchó la puerta de la casa y sin avisar entraron los sobrinos del señor Alejandro junto con unos amigos, eran cinco chavos en total. Cuando entraron, Claudia estaba en el sillón con las tetas al aire, pero su blusa y su brasier se habían quedado en una silla del comedor cerca de la entrada. Así que sus sobrinos tuvieron oportunidad de ver esas ricas tetas. Claudia dice que se paró rápido y corrió por su blusa para taparse.

Los chavos —que debían tener alredor de unos 20 años— se disculparon y preguntaron por su tío. Claudia les dijo que el señor estaba arriba en su cuarto, y los chavos se dirigieron a las escaleras, pero mientras subían por las escaleras, uno de ellos no podía dejar de tratar de verle las tetas.

Claudia agarró su ropa y se fue al baño a terminar de limpiarse y vestirse, y cuando se vio en el espejo se dio cuenta que tenía semen escurriendo en su cuello. Dice que se moría de la pena porque obviamente los chavos debieron haberse dado cuenta de lo que acababa de pasar.

Claudia ya no quiso salir del baño hasta que escuchó bajar al señor Alejandro, que la llamó para que ya se fueran. Dice que ésa fue la única vez que salió con él, porque a los pocos días el señor se regresó a Michoacán y ya no supo nada de él.

FIN DEL RELATO DE LA PRIMERA INFIDELIDAD DE MI ESPOSA
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Unas semanas después nos casamos, y yo ni por enterado de todo esto. Hasta hace apenas un año ella me contó todo eso, cinco años después. Fue entonces que me entró el deseo de ser un cornudo. Me la cogí varias veces recordando lo que me contó y fantaseando con la imagen de esos cinco chavos cogiéndose a Claudia entre todos.

Le pregunté si no había manera de que le volviera a hablarle a ese señor y me dijo que no, que desde ese día ya no supo nada más de él porque se regresó a su estado.

Entonces yo le dije que si alguna vez se le volvía a presentar la oportunidad de coger con alguien más, que lo hiciera. ¡Pero que me contara todo!
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SEGUNDA INFIDELIDAD DE MI ESPOSA

Unos dos meses después de que mi esposa me contó lo anterior, nos cambiamos de departamento, ahora vivimos más cerca de donde viven la mayoría de sus amigas de la infancia. Así, ella empezó a agarrar el gusto por salir con sus amigas a tomar casi cada semana o cada quince días. Y así empezó la nueva aventura de mi esposa.

En una de esas salidas, hubo una reunión con sus amigos de la secundaria. Ahí se reencontró con un tipo, llamémosle Érick. Parece que Érick se sorprendió mucho de ver cómo había cambiado mi esposa desde que se dejaron de ver en la secundaria, pues he visto fotos de mi esposa cuando era adolescente y la verdad no estaba tan desarrollada en ese entonces.

Érick no dejó pasar la oportunidad para pedirle su número y así empezaron a escribirse. Érick es casado y con hijos. Desde el principio, Érick fue bastante directo con Claudia y la invitó a salir para coger, hasta le mandaba fotos de su verga.

Claudia me contó todo eso y le pedí que ella también le mandara fotos de sus tetas y de sus nalgas. Así lo hizo Claudia, hasta se ponía algo de lencería o tangas —que casi nunca usa— para tomarse esas fotos. Las fotos prendieron más a Érick y se puso aún más insistente. Érick le escribía que ya no aguantaba las ganas de cogérsela.

Por fin llegó el día en que quedaron de verse. Claudia usualmente no se pone ropa ajustada o provocativa, pero ese día se puso unos jeans muy apretaditos de ésos que levantan las nalgas, y se puso un suéter negro con cuello de tortuga que le quedaba muy ajustado, haciendo resaltar esas deliciosas tetas. Ese día hasta se puso un perfume diferente.

Justo antes de salir, me preguntó:

—¿Estás completamente seguro de que quieres que haga esto?

—Sí, ve, pero me cuentas todo cuando regreses, ¿eh?— Le dije.

Ella se despidió y la besé emocionado de pensar que quizá en algunos minutos esos labios estarían alrededor de otra verga.

Yo tenía trabajo pendiente así que esa tarde no tuve mucho tiempo para pensar en lo que iba a estar haciendo mi esposa. En la noche que llegó, ya era tarde, más de medianoche, y llegó agotada. Les cuento lo que ella me contó.

Dice que Érick ya la estaba esperando en su carro a una cuadra de nuestro departamento. Ella se subió y él de inmediato la besó apasionadamente. Él ya tenía todo planeado porque dice que después de besarse y saludarse, él de inmediato se puso en marcha rumbo a un hotel cercano.

Si la siguiente parte les parece corta, es porque apenas entrando a la habitación, Érick hizo con mi esposa lo que él quiso, tanto que ella no podía acordarse de todo, ni el orden en el que todo pasó.

Lo que ella me contó es que apenas cerraron la puerta, Érick se desnudó completamente, y empezó a besar a Claudia como si tuviera años sin haber estado con una mujer. Después, él se sentó en la cama y puso a mi esposa a mamársela. Después la levantó y le dijo que se quitara la ropa despacio, mientras él la veía lujuriosamente, tocándole las tetas y las nalgas, como probando la calidad de la carne que se iba a coger. Cuando ya la tuvo encuerada, se la cogió en todas las posiciones que se le ocurrieron, de perrito, con los pies al hombro, de lado,... "Como tú nunca me has cogido", me dijo Claudia. Eso medio me molestó pero también me excitó, pues acepto que es verdad.

Claudia me dice que a veces le duele coger conmigo porque tengo la verga muy gruesa, o eso dice ella. Yo la verdad no me la veo tan gruesa. Ella me dijo que Érick tiene la verga delgada, y que por eso le entraba y le salía más fácil y sin dolor, y que hasta lo disfrutó más.

Ya para terminar, él la acostó sobre la cama, se colocó encima de ella y se empezó a masturbar con las tetas de mi esposa, Claudia le ayudaba apretando sus tetas con las manos. Dado el tamaño de sus tetas y la verga delgada de Érick, se ajustaban casi perfectamente, hasta que él le preguntó:

—¿Te los puedo echar en la cara?

Claudia dice que apenas le iba a contestar cuando Érick le echó toda su leche en la cara, que le abrió un poco la boca con un dedo y terminó de vaciarse adentro de su boca. Ella le agarró la verga y empezó a limpiársela con la boca y la lengua hasta tragarse la última gota. En ese aspecto, Claudia sí es una experta mamando.

Eso fue todo lo que Claudia me contó esa noche mientras ella me masturbaba. Cuando me contó la última parte, me acerqué más a su cara a besarla y efectivamente percibí un ligero rastro de ese característico olor a semen.

FIN DE LA SEGUNDA INFIDELIDAD
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TERCERA INFIDELIDAD

Después de esa vez, él la siguió invitando para coger, y le dije que volviera a aceptar salir con él, pero que esta vez quería que se grabara, aunque fuera un poco. Iba a ser difícil porque, después de todo, Érick no sabía que ella estaba siendo una puta con mi permiso.

La siguiente ocasión fue parecida, pasó por ella, y se fueron directamente a un hotel. Lo interesante en esta ocasión es que ella no tuvo que ideárselas para grabar, Érick sacó su celular y le preguntó si podía grabarla mientras ella le estaba mamando su verga. Ella le dijo que sí pero que le pasara el video al final. En esta ocasión, él se animó a penetrarla por el ano y eyaculó sobre toda sus nalgas y su espalda.

Cuando Claudia llegó en la noche y me dijo que tenía un video, no podía esperar para verlo. Aunque el video no es muy largo, muestra muy bien a mi esposa mamándosela a Érick, él acostado y ella encima de él. Sus tetas se ven increíbles colgando sobre las piernas de su hombre, se ve cómo ella lo está chupando tranquilamente y con gusto, pasándole la lengua sobre la punta como sólo ella lo sabe hacer.

Fue una experiencia increíble cogerme a mi esposa sabiendo que horas antes tenía otra verga ensartada en su panocha y en su ano, y que su boca estuvo probando la leche de una verga ajena.

FIN DE LA TERCERA INFIDELIDAD
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CUARTA INFIDELIDAD

Desde esa vez, se escribían más seguido, casi como mejores amigos. Según ella, sólo se vieron otra vez. Érick le pidió que lo acompañara a recoger unos útiles escolares para sus hijos, pero esta vez él no tenía tanto tiempo disponible, así que Claudia sólo se la mamó en el coche.

De esa ocasión, lo excitante es que se estacionaron a una cuadra de la casa de Érick, y que la esposa de Érick le llamó por teléfono para preguntarle si ya había conseguido las cosas para sus hijos. Él estuvo hablando unos minutos con su esposa, mientras mi esposa tenía su cabeza entre las piernas de Érick mamándole la verga. Él se vino adentro de la boca de Claudia y ella se tragó todo el semen para no dejarle ninguna mancha a Érick, porque él estaba preocupado de que su esposa se fuera a dar cuenta. Sin embargo, sí cayó un poco de semen en la chamarra de Claudia.

Ahí mismo él le pidió un Uber porque ya no le daba tiempo de traerla hasta acá, porque su esposa ya lo esperaba. Érick se excitó mucho besándola, con la boca de Claudia oliendo a semen. Llegó el Uber, Claudia se pasó al otro coche y Érick se fue, mandando a mi esposa en su Uber como una puta recién usada, algo en lo que ya se estaba convirtiendo.

Cuando llegó, Claudia me enseñó su chamarra manchada del semen de mi socio. La besé y efectivamente su boca olía a otro hombre. Me la cogí riquísimo ese día.

FIN DE LA CUARTA INFIDELIDAD
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ÚLTIMA INFIDELIDAD CON ÉRICK

Después de un tiempo, parece que Érick empezó a enamorarse de mi esposa, porque la buscaba cada vez más seguido, incluso llegando a proponerle a Claudia que me dejara y que él también dejaría a su esposa y a sus hijos. Pero Claudia se espantó y lo mandó a volar, le dijo que mejor ya no se vieran. Claudia me dijo:

"Acuérdate que todo esto empezó por ti, y lo seguí haciendo por ti. Nada más."

A pesar de que Claudia rechazó su propuesta, Érick se puso más insistente. Mi esposa aceptó salir con él una última vez, pero esa vez no me dijo a dónde iba. Sólo hasta días después me dijo que ya había terminado con él.

Claudia me contó que se vieron en un estacionamiento atrás de la unidad de departamentos donde vivimos. Ahí ya la estaba esperando Érick en su coche. Estuvieron platicando, una cosa llevó a la otra, y Claudia terminó mamándosela otra vez ahí mismo. Después de que terminó en su boca, siguieron platicando, pero Claudia le dijo que ya era la última vez, porque supuestamente yo ya estaba sospechando.

Después de eso, Claudia me dijo que lo borró de WhatsApp y de Facebook, aunque él la ha seguido buscando, pero ella ya no le ha respondido.

FIN DE LAS INFIDELIDADES CON ÉRICK
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UN NUEVO COMIENZO

Aunque la historia con Érick parece que ya terminó, Claudia ya encontró a un nuevo macho que la va a hacer su puta.

Hace unos días, salió con sus amigas a tomar al mismo bar de siempre. Yo me dormí temprano, entonces ni me di cuenta a qué hora llegó. Al otró día que me levanté, ella estaba dormida en la sala, me dijo que llegó como a las cinco de la mañana.

Le pregunté cómo estuvo la noche, con la esperanza de que me dijera que había ido a coger con alguien más pero no fue así. Lo que sí me dijo es que sus amigas llevaron a otros amigos, en total eran tres hombres y tres mujeres. Ya tomados, empezaron a hablar de las areolas de los pezones de las mujeres, que unas las tenían muy grandes, otras muy pequeñas, otras oscuras y otras claras.

Los chavos, ya tomados y calenturientos, les dijeron "A ver, a ver las suyas". Ya al calor de la noche y desinhibidas por el alcohol, ninguna de las mujeres dudó en enseñar las tetas para que les vieran los pezones. Cuando llegó su turno, Claudia se levantó el suéter que llevaba y se bajó el top y el brasier para que pudieran apreciar sus pezones. Dice mi esposa que, más tarde, dos de los tipos le dijeron que ella tenía los senos y los pezones más bonitos de las tres, porque su otra amiga los tenía grandes y oscuros, y la otra chava tenía los senos algo caídos.

Me contó que siguieron tomando y jugando. En una ocasión que Claudia perdió un juego, tuvo que besar a uno de los chavos, a Juan, y que a partir de ese momento, Juan no desaprovechó ninguna oportunidad para estar besándola toda la noche.

Al final de la noche, todos quedaron de acuerdo en que la próxima reunión la harían en una habitación de hotel, "para seguir jugando y a ver qué pasa".

Cuando Claudia me contó eso, otra vez sentí ese fuego de excitación en mi interior. Le pregunté "¿Y sí vas a querer ir? ¿Crees que pase algo?" Y ella me contestó, con la sonrisa de una mujer traviesa que cada vez más descubre que le gusta ser una puta:
"Va a ser en un hotel, ¿qué más crees que pueda pasar? Es más, ¿no te gustaría que me cogieran entre dos?"

¡Uy! Casi me vengo en ese mismo momento.

Le sugerí que días antes de que se vean, se ponga de acuerdo con su amiga para que su amiga la grabe si llega a coger con Juan o con quien sea, y le dije que si se la cogían entre dos o más, ¡estaría fabuloso!

Espero con ansias ese día, ¡y poder venir a contarles que se cogieron a mi esposa entre tres!

Datos del Relato
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