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ROSALBA, LA HIJA DE DON ROMEO

Don Romeo es uno de los primeros trabajadores que tuvo mi padre, él a mi me conoció antes de que cumpliera un año, conforme fuí creciendo nuestra relación mejoraba. Cuando llegaba a Escuintla, depto, de la costa sur de Guatemala, el no se me quitaba. En esa época el me dijo que se sentía mal, y si el lo decía es porque así era. Después de llevarlo al médico decidí darle dos mese de vacaciones con goze de sueldo. Un día le dije a mamá que me iba a la fábrica y que regresaba uno o dos días después porque quería visitar a don Romeo, pues ya poco faltaba para los dos meses y no sabía de él.

Ese mismo día lo que tenía que ver, estaba ya casi concluído por lo que a las nueve de la mañana, me fuí al mercado local a comprar algunas frutas, y de repente me hacía señas una mujer, y se acercó a mí muy efusiva a saludarme, y fué cuando ella se identificó, era Rosalba, hija de don Romeo, nos habíamos visto en la fiesta de la navidad pasada de los trabajadores y sus familias, pero la verdad yo no la recordaba. Entonces le comenté que precisamente iba a la casa de su papá a visitarlo, ella me dice yo vengo de allá por las compras de la semana, y en una media hora tomo el bus para la aldea, y entonces nos vemos en la casa, cuando le dije que no había problema que yo la esperaba a que hiciera sus compras, y que además la última vez que había ido me perdí en dos cruceros. Salimos de Escuintla media hora después, en una plática muy amena, y me reía de cada ocurrencia de ella, era igual de bonachona y bromista como su papá, y hablaba sin pelos en la lengua y además no se medía en sus palabras por así decirlo coloradas. Ella era morena como su padre, pelo lizo azabache, que le caía a la cintura, medía aprox. 1.60, sus facciones eran muy bonitas, mas bién era agradable, tenía unos pechos inmensos, y se le notaba en el talle del vestido que eran duros, el escote del vestido dejaba ver un poco menos de las mitad de los senos, y se veía un sujetador rojo, de caderas anchas y grandes nalgas durísimas, de piernas redondas duras, eso si nada de panzita, de unos 20 años, y era natural en una mujer de campo acostumbradas a que cuando hay necesidad, hacen las tareas agrícolas. Salió el tema del amor, me contó que era casada con un negro de raza, relatandome con lujo de detalles como lo conoció, y fue así: Era la fiesta de su aldea, y en el baile conoció al negrito que llegó acompañado de un su vecino que al igual que el negrito, trabajan en un barco mercante, y llegan a tierra seis, ocho o bien el año, que es cuando visitan a su familia por un lapso de quince a ceinte días. Pués me comentó que la atracción del baile era el negrito, que todas las personas le hacían rueda viéndolo bailar, llegó un momento que ella bailó con él casi toda la fiesta, la enamoró y cuatro días después se fugó con él, pero que dos días después don Romeo la perdonó, pues es la única mujer de cuatro hijos.

Sigue con su relato: A mi me habían contado que los negros eran palomudos, pero no me imaginé tanto Ud. cuando se desnudó pensé que solo una yegua le iba a aguantar, yo me reí de buena gana por su expontaneidad, pues me hablaba como que si estuviera con gente de la mayor confianza. Y después me dice fíjese que se fué hace dos meses, y viene hasta después de fín de año y ya resulté preñada, haber si cuando venga ya ha nacido el negrito. Luego se me queda viendo y me dice, será normal que después de haberlo hecho casi a diario mañana y noche, ahora que no está él uno siga teniendo ganas de marido, en ese momento solté la carcajada, y ella al darse cuenta de la metida de pata, empezó nuevamente a carcajearse. Y como la distancia para el pueblo era larga, si en vehículo se hacían aprox. 2 horas y en bus que hacía paradas en cada caserío o aldea, y camino de terracería hacía 3 horas y media. Pero con esa charla yo la iba pasando de maravilla. Cuando ya llevabamos una hora de camino, que no la había sentido, el calor apretó y yo iba surcado de sudor, ella me dice, si tiene mucho calor aquí adelante se puede meter uno en carro a un río que viene de la montaña, allí nadie va, hay una poza grande, y algo profunda, y con inocencia me dice yo le digo donde y vamos. En ese momento, medité si venimos hablando de sexo y no había pasado por mi cabeza la mínima idea de cogerme a la hija de don Romeo, no le contesté y disimuladamente empezé a verla y si era atractiva y me excito la idea, llegó el momento que le dije donde es, llegamos al río, el lugar es muy bonito, le dije voy a ponerme una bermuda, no hombre me respondió métase en calzoncillo, yo me voy a bañar en calzón y brasier, de todos modos compre nuevos en el pueblo. Inmediatamente se sacó el vestido, y quedó en calzón y brasier, que nalgas tan redondas y grandes, y los pechos grandes redondos y piernas gruesas duras, se metíó al agua y me dice está algo fría, entré al agua en boxer, y empezamos a nadar, y luego nos tirámos agua con la manos, parecíamos chiquillos, fué tanta la cercanía del momento, que la besé, ella me respondió al beso, y otro y otro, y me dice, que blanquito es usted, canchito, que bonitos sus ojos, y tiene brazos fuertes, baja su mano y toca mi pene sobre el boxer, que está bién parado, y me dice quiero verlo es inmenso, nos vamos sobre una piedra a sentarnos, me saco el boxer, y me dice no se vaya a enojar el del negrito es un poquitío mas largo, pero el suyo es mas gruesesito, se lo voy a chupar un poquito como me enseñó el negrito. Me pegó una mamada estupenda, ya muy excitado le quito el brasier, y tenís una pelotas oscuras duras, el pezón negro durísimo, y ella gozaba de la chupada, luego empezé a besar su vientre, saqué su calzón, y apareció una selva negra de vellos, le salían desde el ombligo hasta el ano, y a donde nacen las piernas, era increíble la cantidad, una cuca grandíma de labios morenos y gruesos, un clítoris inmenso, grueso y protegido con piel corrugada, le metí la lengua en su vagina y sentí sus jugos salados, su clítoris vibraba de un lugar a otro, nos arrastramos a la arena de la rivera del río, y quedamos mamandonos en un 69, primero se vino ella y segundos después le inundé la boca de semen. Estábamos bajo la sonbra de un arbol de almendro, las hojas secas que cayeron no servía como de colchon, al cabo de unos diez minutos, me dice, el negrito me enseñó a chuparle la pija, pero no me hizo la delicia que usted me hizo, y quisiera pedirle por favor que me haga otro poquito, y yo le hago a Ud. quedamos en un 69 nuevamente, y cuando estámos listos ella se puso boca arriba y la penetré hasta el tope de mi tallo, no quería moverme de esa posición, otras posiciones eran incómodas pues estámos sobre arena, y así al penetrarla mi pene enraba integro, su vagina super empapada, apretadita, sentía sus contraciones de las paredes vaginales que estrujaban mi tronco, así estuvimos largo rato, gimiendo, contorsionando, diciendome miles de cosas al oído, se vino en un orgasmo bárbaro, de sentirla así le inunde su cuca con mis chorros calientes de semen en el fondo de su cueva al fín y al cabo no habrían consecuencias estaba preñada. Nos metimos al agua para quitarnos el sudor, yo seguía con la pija parada, y ella me dice y todavía quiere más, se sienta pero se la saca y me dice me arde, pero le saco leche con la boca, y le digo Rosalba, lo que me encanta de Ud, es ese enorme trasero duro que tiene ahí quisiera poner mi pinga en medio de sus nalgas, y después si usted quiere meterselo despacito y echar mi leche adentro, al instante me responde, ¡¡HUEVOS!!, por ahí no lo he hecho, la comadre me contó que duele mucho, lo siento pero no, mejor se le mamo, y empezo a mamarme rico, y como de plano estaba excitada, se apartó y me dice: pero ya me acordé que la comadre dice que si se la meten a uno despacito, duele menos pero que después se siente rico, probemos, voy al carro saco crema líquida nivea, y nos aplicamos, ya dilatado el culo con mis dedos, empezé a penetrala, pero frotando el clítoris con mis dedos, lo que se facilitaba por lo grande que era, cuando entraba de apocos se reistía, pero después le dije al oído Rosalbita, afloja tu cuerpo para mi, y hazme felíz, besandole la parte de atras del cuello, y sobaba más rápido su clitorís, cuando vine a sentir estaba al fondo,`poco a poco salía y entraba, no lo sacaba mucho, sino lo necesario para tener fricción y eyacular, lo que hice momentos después de sentir su orgasmo en mis dedos. Llegamos a casa de don Romeo, salió a saludarme efusivamente, ya bastante recuperado, Rosalba le contó que nos habíamos encontrado, y de suerte para ella porque había evitado la apretazón del bus, si en peor caso no se íba de pié. Almorzamos y ya por la mera tarde salimos con don Romeo a caballo por la cercanías para platicar de varios asuntos. Al reggreso le dice a Rosalba, hay que prepararle una cama, yo creo conveniente que se quede en el cuarto de René. Ella me apacho un ojo, y me dijo traiga sus cosas para acá, ella empezó a arreglar la cama, y me dice a la par duermo yo, y esta puerta da mi cuarto, solo que yo le tengo candado al otro lado, esta noche me lo como porque mi mayor deseo desde que lo conocí era que me cogiera y que lejos estaba de fuera realidad mi sueño, pero después de esta noche, ni con ud, vuelvo a fallarle al negrito, solo esta noche. A la hora de la cena, le digo a don Romeo que salgo temprano al día siguiente y que me iba tranquilo de verlo muy bién. El me dice pues me evitó el viaje, porque iba a ir a visitarlo, porque mi hijo René se casa en quince días, y quería que Usted lo apadrinara con su señora, le expliqúe que mi mujer estaba en esos días en la finca de sus abuelos porque se habían enfermado, pero yo con mucho gusto lo apadrinaría, fué cuando el me dijo que habían pensado que si no era posible con mi esposa, entonces la madrina sería la profesora Rocío, la maestra de la escuela. Esa noche que no dormi pòr estar volando huevo con Rosalba, ya de madrugada me dijo que la profesora era muy hermosa, que tenía un cuerpazo, que no tenía marido y Usted le simpatiza mucho, ella ´lo comentó cuando fué con nostros a la fiesta porque ella vive en Escuintla, a ver si no se la termina cogiendo, a mi me gustaría que la hiciera felíz como lo hizo conmigo, a ver si le preparo el camino, y se rió de nuevo, iba a soltar una carcajada cuando le tapé la boca con la almohada, imaginense la situación, ya estaba amaneciendo, y don Romeo andaba regando flores por el patio . Pero la boda ya es otra historia que luego les relataré
Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
  • Media: 6.88
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1 comentarios. Página 1 de 1
lobo_calientee27
lobo_calientee27 14-02-2014 01:46:20

muy bueno y candente relato, estuvo excelente

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