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Categoría: Maduras

Loco por las maduritas

Hola



Empiezo por presentarme, soy un hombre de 27 años de Veracruz, México. Mido 1.80m, complexión normal, blanco de ojos verdes. Tengo una fascinación por las maduritas, especialmente por aquellas que desean seguir disfrutando de la vida y no tienen miedo de arriesgarse a vivir placeres prohibidos.



La siguiente no es una historia real…



Todo comenzó después de que publiqué mi perfil en una página de contactos personales, donde expresé mi gusto por las maduritas. Pasaron algunas semanas, hasta que empecé a recibir algunos correos de mujeres que deseaban tener una aventura con un chico joven, algunas de ellas casadas, otras divorciadas, pero todas mostraban una necesidad de tener un despertar en su vida. No todas eran de Veracruz que es donde vivo, cosa que no me importaba, ya que debido a mi trabajo tengo la libertad para desplazarme con frecuencia a cualquier parte de mi país. Le respondí los emails a las que parecían más aventadas por su forma de escribir, a estas mujeres les pedí me enviaran algunas fotos y me dijeran cuál era su fantasía.



Al día siguiente comencé a recibir los correos, no todas se atrevieron a mandarme sus fotos, de hecho la mayoría eran fotos solo del cuerpo sin mostrar la cara. Hubo dos correos que me llamaron mucho la atención, uno de ellos era de una mujer de la ciudad de Puebla, 38 años, rubia con un cuerpo espectacular: grandes tetas, cintura estrecha, unas piernas de vértigo y un delicioso culo. Estaba casada, con dos hijas, decía estar muy descuidada por su marido, ya que él viajaba mucho y cuando estaba en casa lo que menos hacía era tocarla. Estaba dispuesta a tener una aventura con alguien que le diera todo lo que su marido no le daba.



El otro correo era de una mujer de Veracruz, 41 años, de piel blanca, con una larga cabellera negra. Con unas tetas tan grandes como de la mujer de Puebla, pero coronadas con dos grandes pezones oscuros que me provocó una erección de solo ver esas tetas que se veían firmes a pesar de la edad. Además mostraba un pubis muy cuidado y un trasero enorme. Era casada también con dos hijos adolescentes y una niña pequeña. Decía que le encantaban los jovencitos, con ese cuerpo no dudo que hayan pasado muchos chicos por entre sus piernas, habría que ser ciego u homosexual para despreciar una mujer así. Su fantasía era ser dominada por alguien más joven que ella, que le hiciera cosas que su marido jamás se había atrevido. Estaba totalmente abierta a experimentar cosas nuevas.



Después de ver estos dos corres estaba excitadísimo y decidí escribirle a ambas y haber con cual se daban las cosas. Les mandé una foto de mi verga erecta y les pedí esta vez que si de verdad estaban dispuestas a vivir una aventura conmigo me lo manifestaran, les dí mi teléfono celular para que me contactaran en cuanto se decidieran, y les pedí me mandaran más fotos de ellas, pero lo más cachondas posibles.



Me ví sorprendido porque como a la hora de haber enviado los emails recibí una llamada de un teléfono de Veracruz que desconocía, era la deliciosa madurita a la que llamaré Bety. No había duda que esta mujer iba en serio, me dijo que estaba muy excitada con esto, que se le había antojado mi verga y que no podía esperar más a probarla. Le pregunté si de verdad estaba dispuesta a cumplir su fantasía de ser dominada. No dudo en responder que SI.



Le dije entonces que desde ese momento sería su amo, y se dirigiría a mi como “mi señor” o mi “amo”, y que obedecería todo lo que le pidiera, Me comprometía eso si a no golpearla ni a exponerla a que tuviera problemas en su matrimonio, sería discreción absoluta. Además le dije que detendríamos todo en el momento que ella así lo decidiese, que después de todo era solo un juego, eso si un juego de adultos.



Ella aceptó. La primera instrucción que le di es que al día siguiente iría a un conocido centro comercial de Veracruz vestida de la siguiente manera: con una blusa de encaje o semi-transparente con nada debajo, con un pantalón blanco lo más ajustado posible y con una tanguita de un color que se viera a través del pantalón. Y que yo la contactaría en el centro comercial a su celular.



Bety dudo un poco ya que a ese centro comercial va mucha gente que la conoce y que se moriría de vergüenza si la vieran así.



-         Yo: Si no te atreves haremos algo diferente, pero implicaría un castigo por no acatar mi orden.



-         Ella: Mmmm Lo haré, la verdad que me excita el saber que me puedan ver vestida así.



-         Yo: Ok, irás mañana a las 7pm, además como es lunes seguramente no habrá mucha gente.



-         Estoy deseosa que sea mañana.



Ella hasta el momento no me conocía, la única foto que le había mandado era la de mi verga, entonces tendría la oportunidad de verla sin que ella lo notase y divertirme viendo como la metía en apuros con mis instrucciones.



Llegó el momento, la ví entonces caminando en uno de los pasillos del centro comercial, llevaba puesta una blusa de encaje, sin mangas y muy escotada color rosa. Sus tetas se veían imponentes y se veían claramente los pezones a través de la blusa. Llevaba también un pantalón de lino blanco muuy ajustado y debajo una tanguita color negro que era fácilmente observable. No faltaban los hombres que volteaban a verla y seguir con la mirada sus pasos, incluso algunas mujeres voltearon a verla, seguramente muriéndose de la envidia al ver a semejante madurita vistiendo tan atrevida.



Le llamé a su celular le dije lo rica que se veía pero que si quería que me la cogiera tendría que cumplirme algunos caprichitos. Lo primero que le pedí es que entrara a una tienda de lencería y escogiera algunos conjuntitos de lo más sexys. La seguí hasta la tienda y discretamente la observé como compraba un par de conjuntos con mucho encaje como me gustan y que mostraban más de lo que tapaban.



Lo segundo que le pedí es que entrara a una tienda departamental muy conocida y le instruí que fuera a la sección de caballeros con el pretexto de comprar algo para su marido y que aprovechara para coquetearle a todos los hombres con los que se topara. Lo hizo a la perfección, los hombres no dejaban de mirarla, el chico que la ayudó a escoger las prendas no apartaba ni un instante la mirada de sus tetas y como no si traía los pezones como piedras en parte porque el aire acondicionado estaba muy frío y otro poco por lo caliente de la situación.



La siguiente instrucción fue que entrara a un baño que se encuentra en la planta baja y que se masturbara pero sin quitarse la tanga, esto con la intención de que la llenara con sus jugos. Le ordené que no saliera hasta que sus pezones estuvieran a reventar y la tanga bien mojada, pero que si sintiera que iba a tener un orgasmo se detuviera, si se venía tendría que castigarla. Le pedí además que al salir del baño le diera su tanga a un chico que estaba sentado leyendo una revista y que inmediatamente se enfilara a su automóvil. No se imaginaba que al chico al que le entregaría su tanga era yo, que esperaba impaciente a que saliera del baño… Pasaron los minutos hasta que por fin salió del baño, se había puesto unos lentes polarizados que le cubrían parte de su cara seguramente para tratar de esconder la mirada de excitación que traía, además de que presentaba un tremendo rubor en las mejillas, no había duda estaba como horno, logré además distinguir una pequeña mancha en el pantalón a la altura de la entrepierna, la muy perra venía derritiéndose. Se acercó a mí y me entregó su tanga disimuladamente y salió prácticamente huyendo por el pasillo sin voltear a verme. La tanga estaba empapada. La seguí con discreción y le marqué nuevamente, le pedí que tirara algo al suelo y lo recogiera agachándose sin flexionar las rodillas. Volteo para todos lados y rápidamente tiro al suelo unas llaves, yo que venia a pocos metros tuve una espléndida vista de su culazo y noté como la mancha en su entrepierna se había agrandado, ahora si estaba lista para que le diera una buena cogida como se merece.



Le ordené entonces que fuera a su automóvil, que me dijera que auto era y en donde estaba aparcado, yo la alcanzaría ahí en pocos minutos. A eso sí, que quería encontrarla con su mano jugando en su caliente panocha.



Esperé unos 5 minutos para darle tiempo a que sus deditos empezaran a hacer su trabajo en su panochita. Llegué a su camioneta, era una Jeep Liberty Roja, la encontré recostada en el asiento del conductor, con los ojos cerrados, mordiéndose el labio superior de la boca, con su mano derecha dentro de sus pantalones masturbándose y con la mano izquierda acariciando sus tetas sobre la blusa. Toqué la ventanilla y dio un pequeño brinco sobresaltada pensando que la habían descubierto. Le mostré su tanguita que minutos antes me había entregado, me la llevé a la nariz mientras le marcaba a su celular para mostrarle que era yo “su Amo”. Subí al asiento del copiloto y ella nerviosa puso sus manos sobre el volante, la reprendí:



-         Yo: En ningún momento te ordené que dejaras de masturbarte. Sigue haciéndolo, y mientras lo haces dime cuantas ganas quieres que te coja.



-         Bety: Mi señor (entre gemidos) Necesito que me cojas ya!.



-         Yo: ¿Por qué he de cogerte?



-         Bety: Porque estoy muy caliente y necesito que me cojan.



-         Yo: ¿Quieres mi verga??? Pidemela



-         Bety: Mi señor, dame tu verga, la quiero dentro de mí!!! (aceleraba la masturbación)



-         Yo: No te escucho dilo más fuerte!



-         Bety: Mi Amo, dame tu verga, quiero ser tu puta, tu objeto sexual.



-         Yo: Más fuerte!



-         Bety: Quiero que me des tu verga, cogeme por favor (gritando).



En ese momento y por los espasmos que tuvo su cuerpo me di cuenta que había tenido un orgasmo. Le pedí entonces que si tanto deseaba mi verga, que me la sacara del pantalón y me la chupara.



Me miró a los ojos con una mirada sumisa y se agachó hacia mi sacar de su prisión a mi pene que ya estaba más que tieso.



Continuará…



En las próximas entregas mostraré como llevé a Bety a cumplir cabalmente su fantasía de ser dominada y convertirla en mi esclava sexual. Además de cómo se fueron dando otras situaciones con otras bellas maduritas.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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