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Conociendo a Rafael

Era viernes en la oficina, yo regresaba de mi hora de comida y sin ganas de trabajar comencé a navegar por internet y terminé entrando a un chat. Después de platicar con algunas personas me escribió Rafael, un chico de mi misma localidad y que al igual que yo argumentaba solo pasar el rato. Conversamos un poco de tonterías del clima, del cine, etc. Y en eso me dice "tengo ganas de pasarla bien, no te gustaría que nos viéramos?". Pensé que solo era un chico calienta huevos, pero como la verdad no tenía ganas de hacer nada y me sentía aburrido le dije que si, total no perdía nada.



Me dio su descripción, 27 años, 1.60 de estatura y delgado. Yo le comenté que era más grande que él, que le llevaba 10 años, 10 cm más de estatura y algunos kilos de más, a lo que el no tuvo problema y total, quedamos en vernos sobre la carretera que va para mi casa. Le comenté que yo iría manejando así que el debería estar parado en un lugar específico, de lo contrario, si no veía a nadie con su descripción seguiría mi camino a casa.



Cuando llegué al punto de encuentro vi a un chico efectivamente como de 1.60 de estatura y delgado, pero mucho más joven, y al estacionar se acerca al auto y con una hermosa sonrisa me saluda diciendo "Hola, soy Rafael".



Una vez dentro del auto, seguí sobre la carretera y para no quedarme con la duda le pregunte ‘¿tienes 27 o entendí mal?’, a lo que el con una sonrisa me dice "tengo 21, solo que pensé que si te decía mi edad no hubieras querido venir". Los dos nos reímos y no me detuve hasta el motel más cercano.



Entramos y lo primero que Rafael hizo fue buscar mis labios para besarme, era un chico hermoso y desinhibido, su naturalidad lo hacía muy agradable. Nos sentamos en el sillón de la habitación y comenzamos a platicar, estaba a punto de terminar la escuela, vivía solo con su padre y pasaba mucho tiempo solo porque su papá salía temprano a trabajar y regresaba tarde. No tardamos en sentirnos a gusto el uno con el otro, nunca utilizamos groserías o vulgaridades para conversar, todo se estaba dando de una manera que ambos nos sentíamos como si nos conociéramos de tiempo. Hubiéramos podido estar así por horas.



En una parte de la conversación se hizo una pausa, nos besamos dulcemente, como lo harían dos enamorados, después de ese beso siguió otro, y otro, y otro... Lentamente comenzamos a desvestirnos el uno al otro, alternando prendas para irnos descubriendo casi al mismo tiempo.



Cuando ambos estuvimos desnudos, regresamos al sillón para la sesión de besos, con una mano acariciábamos nuestros cabellos y con la otra casi de manera simultánea buscamos la virilidad del otro, y entre una lenta y pausada masturbación mutua seguíamos con los besos.



Me puse de pie frente a Rafael y le extendí mi mano para que se pusiera de pie. Nos sonreímos y aprovechando que él era físicamente más pequeño que yo, lo cargué y lo llevé a la cama y nos recostamos un momento para continuar con los besos al tiempo que nuestros cuerpos tenían un mayor contacto. Poco a poco comencé a besar su cuerpo hasta quedar en posición de 69 y ambos nos dimos placer por un buen rato y cuando sentimos que no podíamos aguantar más decidimos ponernos de pie junto a la cama para que cada uno se masturbara, en instantes el piso estaba llenos de su semen mezclado con el mío.



Tomé a Rafael por la cintura cargándolo y el me rodeó con sus piernas... Era una pose muy sensual, yo de pie a mitad de la habitación cargándole, el con sus piernas rodeándome, nuestros torsos pegados y sus labios junto a los míos, me encantaba su boca y a él la mía, no dejábamos de besarnos y en un momento que separamos nuestras bocas y con la mayor sensualidad me dice mirándome a los ojos "me gustas por macho". Lo cual terminó de penderme así que lo llevé al tocador de la habitación para sentarlo en la orilla y buscar su cavidad anal para penetrarlo.



No éramos dos desconocidos, éramos dos amantes sintonizados. Después de penetrarlo fuimos a la cama, yo quedé tendido de espaldas y el deslizó su cuerpo arriba de mi, volvimos a buscar nuestras bocas, ahora fui yo quien abrió sus piernas para que Rafael pudiera acomodarse. Nuestros miembros volvieron a ponerse duros, se tallaban uno al otro. Yo abracé la cadera de Rafael con mis piernas para después entreabrirlas subiendo mi cadera invitándolo a que ahora fuera él quien llenara mi ser, pero él estaba complacido sintiendo como nuestras vergas luchaban entre ellas, hasta que me susurró al oído que lo masturbara porque quería terminar sobre mi vientre.



Nos quedamos un rato tendidos en la cama conversando. Nos vestimos y antes de dejar la habitación. Una vez más Rafael me sorprendió con una última petición "hazme un chupetón en el cuello quiero seguir recordando este momento cuando lo vea al espejo".


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