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ÁNGELES Y DIABLOS

"... que ese cielo azul que todos vemos, ni es cielo, ni es azul ..."

Gunter, ...., ese era su nombre, imposible olvidarlo, imposible borrarlo de mi mente, ..., ojos fríos como el hielo, gélido aliento, ásperas manos, oscuro corazón.

Le conocí, por casualidad, en la biblioteca, yo trabajaba en una traducción y él se paseaba por allí mirando libros, hasta que llegó a mi lado y se sentó, mientras yo seguía con lo mío, él me miraba fijamente, podía sentir como me atravesaba aquella mirada, estaba empezando a ponerme muy nerviosa, así que sin decir ni una palabra, cogí mis libros y me fui a otra mesa, pero no se dio por vencido y me siguió volvió a sentarse a mi lado, ..., la paciencia tiene un límite ....

- ¿Quieres algo?

- No - dijo secamente, tenía la voz muy grave daba miedo.

- ¿Entonces, porqué me sigues?

- No digas tonterías, eres tú la que has venido como una perra hasta mi - aquella respuesta me dejó sin palabras, me estaba vacilando, se estaba riendo de mi o simplemente era así de rarito - ¿Qué, no me contestas? - le miré, pero no pude articular ni una palabra - ¡Vaya! así que a la perrita se le ha comido la lengua el gato .... - me tenía intimidada, no sabía como reaccionar, jamás en mi vida me había pasado aquello, así que me armé de valor y le dije:

- Creo que te estás equivocando de persona.

- Yo creo que no - me contestó, ese chico tenía respuesta para todo.

- Oye no te conozco, déjame en paz.

- ¿Tú crees que esa es manera de contestar a tu amo, perra? - levantó la mano, me quedé sin habla, ahora sí que había tocado fondo. - Vamos - dijo, me cogió de la mano y me sacó de allí, no puse resistencia, aunque pensándolo bien tampoco hubiera servido de mucho, así que le dejé que me llevara donde quisiera.

Me montó en un coche de color negro y allí me tapó los ojos.

- ¿Dónde vamos? - pregunté.

- Cuando lleguemos lo verás y no se te ocurra volver a abrir la boca si yo no te doy permiso, ¿me has entendido? - asentí con la cabeza, paró en seco el coche y me pegó - Si te hago una pregunta espere una respuesta, así que nunca vuelvas a menear la cabeza de esa manera - siguió su camino - perra estúpida, mereces un castigo - dijo entredientes, yo mientras detrás sin poder ver nada y sin poder emitir ni un pequeño sonido, no entendía nada, aquel hombre era un absoluto desconocido, ¿me había secuestrado? ... ¿qué querría?

Pasaban las horas, seguíamos conduciendo, no podía ver nada, ahora estaba empezando a reaccionar ¿porqué le habría dejado que me llevase con él? ¿acaso no sé que hay gente mala que se aprovecha de los demás? mis padres me lo habían dicho miles de veces de pequeña, no te fíes de nadie ¿porqué me habría dejado de esa manera? aún no tenía respuesta para eso, sólo sabía que tenía que irme de allí. Me destapé un poco los ojos y vi que estábamos en medio del campo, no se veía nada, sólo montañas y árboles, no sabía donde estaba, no sabía donde iba.

- ¿Qué haces? - dijo él.

- Nada, nada .... sólo quiero saber .......

- Cállate - dijo enseguida - no hagas preguntas.

- Pero .......

- ¿Quieres que te vuelva apegar? te aseguro que no me costaría nada, tú irás donde yo te diga y sin rechistar. - Comprendí que debía estar callada, sino me pegaría otra vez y la verdad no me gusta que me peguen. Volví a taparme los ojos, no quería que se enfadase, me senté y no dije nada.

Se hizo de noche, lo sabía porque antes notaba el sol a través del cristal en mi brazo y ahora sentía frío. La carretera era de piedras, no hacía más que saltar de un lado a otro, hasta que de repente paró el coche, salió, me abrió la puerta y me sacó del pelo, grité, pero le dio igual me arrastró por el camino hasta llegar a una casa, la vi, lo que me había puesto en los ojos se había caído por el camino, tenía las rodillas ensangrentadas y me dolía la cabeza.

- ¿Y esta quién es Gunter? - dijo otro hombre.

- Es Eva, la chica de la que os hablé.- en ese momento me quedé blanca, sabía mi nombre - es traductora, pero un poco desobediente - me miraron los dos - pero se portará bien - dijo Gunter - ¿verdad Eva?

- Sí.

Gunter me cogió de la muñeca y me llevó a una habitación, estaba oscura, olía a humedad, sólo había un colchón en el suelo medio roto, una silla de madera y un armario, el olor era insoportable, el suelo estaba pegajoso y los pies se me quedaban clavados, una ventana tapada con maderas y barras , era imposible escapar de allí, era imposible.

- Ahora te quedarás aquí, no harás ningún tipo de ruido, no preguntarás a nadie que entre en este cuarto, no intentarás escapar, no comerás sin mi permiso, no harás nada de nada sin mi consentimiento, todas las personas que hay aquí tienen todos los derechos que quieran sobre ti, y sobretodo jamás mirarás a los ojos de quien te hable ...... ¿te has enterado de todo?

- Sí .

- Ahora ponte lo que hay en ese armario, dentro de unos minutos vendrá un hombre para llevarte a cenar, recuerda que hoy es tu primer día, si lo estropeas o me pones en evidencia .... ¿tengo que recordarte las consecuencias?

- No - dije bajando la mirada tal y como él m e había dicho que hiciera.

Salió de la habitación y lo único que pude hacer fue ponerme a llorar encima de aquella especie de cama, ...., llegué a la conclusión de que tenía que hacer todo lo que me dijesen, mejor eso que otra paliza, abrí el armario y encontré un vestido largo, negro con aberturas a los lados, unos zapatos del mismo color y una caja de maquillaje muy gastada, hice lo que pude, el vestido no me sentaba nada mal, no dejaba nada para la imaginación un escote demasiado generoso y las aberturas laterales subían hasta los muslos.

Llamaron a la puerta, la abrí, ...era Gunter

- Muy bien, siéntate un minuto Eva.

- ¿Cómo sabes ......

- ¿No te dije que no hablaras si antes no te habían preguntado?

- Sí, pero .......

- Eva por favor, odiaría tener que pegarte ahora y que mis invitados vean que eres mala y desobediente. Ahora siéntate en la silla - ordenó.

Me senté, me levantó la falda ante mi vergüenza, inspeccionó cada centímetro de mi cuerpo mientras añadía adjetivos que me ofendían, tenía las manos muy ásperas y al pasarlas por mis pechos éstos se erizaban.

- Vaya Eva, por lo que veo te gusta esto ¿eh?

- No, no me gusta nada, quiero irme, quiero irme ..... - lo dije todo antes de que me mandara callar, pero no sirvió de nada se quedó mirándome y acto seguido me pegó. Sobra decir que esa noche no bajé a cenar, me había dado tal paliza que me había quedado inconsciente.

A la mañana siguiente me levanté con un dolor de cabeza descomunal, tenía el labio roto, un ojo morado, no podía moverme, además me habían atado a la cama con unas correas de cuero, estaba desnuda y había una chica estaba sentada en la silla, intenté hablar, pero no podía, tenía que hacer que ella se fijara en mí y me dejara salir de allí, pero estaba dormida. Me di por vencida intenté soltarme, pero era imposible estaba bien atada, había una caja en el suelo, parecía un maletín, un espejo y unas cortinas ¿qué irían a hacer con todo eso? ....

- Despierta Eva, despierta - una voz dulce y suave, pensé que era la de mi madre y que por fin había salido, pero al abrir los ojos la volví a ver, aquella chica que antes dormía. - Eva ¿qué tal estás? - era un mujer muy guapa, ojos oscuros, piel pálida, pelo largo negro, además tenía aquella maravillosa voz que me llenaba de calma. Intenté contestarla, pero ..... - Eva te vas a mirar en el espejo, pero estate tranquila ¿de acuerdo? - asentí con la cabeza, lo que vi después no puedo rememorarlo, demasiado duro, me habían cosido los labios con hilo negro, pero ... ¿porqué? ¿para qué? .... tiré el espejo al suelo, y me volví loca de rabia.

- Tranquila Eva, no pasa nada, tranquila - dijo mientras se acercaba a mí- me llamo Meira, soy enfermera, no pasa nada ....



Durante los siguientes días sólo vi a Meira, no se oían ruidos, ni nada, parecía que estábamos las dos solas, un día me desataron, supongo que me habría acostumbrado a estar allí, y que ellos sabían que no iba a escaparme, ¿dónde iba a ir después de tanto tiempo sin dar señales de vida? ¿y mi familia, habría pensado que me había fugado? ¿me estarían buscando? me asaltaban tantas dudas.

- Eva ¿puedes hablar? - dijo mientras me incorporaba en la cama.

- Sí

- ¿Te duele la boca?

- No - era extraño no me dolía nada, me sentía muy bien y eso que había tenido los labios cosidos unos cuantos días - estoy bien Meira.

- Sólo déjame decirte una cosa, no enfades a Gunter porque no le costaría nada matarte a palos, está un poco loco, yo estoy aquí recluida como tú, no puedo salir, pero si te portas bien y les obedeces no hay castigos, sólo recompensas.

- ¿Qué clase de recompensas?

- Si te refieres a la libertad, olvídalo, ellos no dejaran que te vayas, mira Eva me caes muy bien, pero con esa actitud sólo conseguirás que Gunter acabe contigo, me gustas mucho Eva y no quisiera eso para ti.

- Meira - grité, pero ella salió por la puerta y cerró con llave.
Datos del Relato
  • Autor: LORELAY
  • Código: 8692
  • Fecha: 27-04-2004
  • Categoría: Varios
  • Media: 6.39
  • Votos: 36
  • Envios: 1
  • Lecturas: 2096
  • Valoración:
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