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Categoría: Infidelidad

No podía evitarlo, necesitaba de sexo y cuando su marido no estaba...

No podía evitarlo, necesitaba de sexo y cuando su marido no estaba presente. Se encontró con un mecánico que le dio sus mejores orgasmos.



El mecánico estaba tan obsesionado con mami que venía a nuestro departamento frecuentemente y algunos vecinos chismosos, incluyendo al portero que era el peor de todos, sospechaban que él se estaba cogiendo a una casada del edificio. Adriana la vecina del quinto piso (uno más arriba que el nuestro) tenía aproximadamente la edad de papá y era muy compinche con mamá, se visitaban ambas con mucha asiduidad, vivía sola, no tenía hijos y estaba divorciada desde hace unos años a causa que su marido la había dejado por otra mujer mucho más joven, de ahí quedó con un gran resentimiento hacia el género masculino. Varias veces ella venía a matear a nuestro departamento y se encontraba con Sandro, mami le decía que era un amigo, pero dado todas las veces que lo halló y los chismes que corrían, la encaró a mamá:



 



– Petiza decime la verdad ¿Vos te estas cogiendo al mecánico, no?



– ¿Eh? Nnnnnnnno, ¿Cómo se te ocurre? (respondió balbuceando por la sorpresa)



– A mi no me engañas, antes cuando tu marido no estaba, te aburrías tanto que vivías en mi casa y te tenía que echar para que te fueras y ¿Ahora tenés “un amiguito”?… ¡Daleeeeeee negra que te conozco muy bien! No te culpo, haces muy bien, si no le metes los cuernos a los hombres, ellos te los meten a vos, son todos iguales, una mierda… Tené cuidado nena, porque en el edificio todos los chismosos andan comentando que ese tipo se está moviendo a una casada, vos no te das cuenta porque tenés la cotorrita contenta, pero si te llegan a ver con él fuiste, andá buscando otro departamento para mudarte antes que venga tu marido y enviale la dirección por correo, porque se te pudre el rancho…



– ¡¿No me digas?! ¿De verdad me lo decís? ¿Pe-pero sssssospechan de quien puede ser esa mujer?



– Por la manera de preguntar, te estás deschavando vos solita. Si te gusta como te coge y pensas seguir con él, aprendé a mentir, como me mentía el inútil e impotente de mi marido.



– ¡¡¡Si mi marido se entera me mata!!!, ¡Pero que macana me mandé, fui una boluda!



– Tranquilizate Alicia



– ¿Que me calme? Si me acabas de decir que los vecinos sospechan…



– Pero no escuché que mencionaran tu nombre… En todo caso le decís a “tu amiguito” que cuando venga a verte suba en el ascensor hasta mi piso y si nadie lo ve, que baje acá, además podemos arreglar que a él y a mí nos vean juntos en el edificio, van a creer estos boludos chismosos que me viene a verme y como yo no tengo que rendirle cuentas a nadie me chupa un huevo lo que digan. ¿Te parece?



– ¿Harías eso por mí?



– ¿No somos amigas?



– Siiiiiiiiiiiiii, me salvaste la vida



– Para eso están los amigos. Vos disfrutá todo lo que puedas de ese machote que te conseguiste que parece un semental y en todo caso, echale un polvo en mi honor jajajaja



Corrieron los días y gracias al teatro que organizaron, todos pensaban que Sandro estaba noviando con Adriana, debido a esta cuartada, ya no se tenían que cuidar tanto; Por miedo a que alguien lo vea parado en nuestra puerta esperando a que le abran, mami le hizo una copia de nuestra llave, para que su entrada y salida sean más ágiles, desde entontonces el tipo prácticamente vivía con nosotros, sólo le faltaba traer sus muebles para concretar la mudanza, muchas tardes venía a tomar mate con mamá y por las noches, ni bien cerraba el taller, pasaba por el departamento.



Cuando me llevaba a la escuela pasábamos por el taller y ella entraba unos minutos para saludar a Sandro, salvo excepciones el saludo era formal, para quien pudiera verlos no sospechara nada, y acordaban para volver a verse después a la vuelta de dejarme en la escuela o si él andaba con mucho trabajo, un rato por la tarde, o sino directamente por la noche.



Los encuentros por la tarde, eran más que nada un preámbulo de lo que pasaría a la noche, un calentamiento de motores como el sucio mecánico lo llamaba. Por lo general, entre las 5 y 6 de la tarde, mientras yo estaba en la sala haciendo los deberes o miraba dibujitos en la tele, el mecánico pasaba a merendarse a mi madre.



Ni bien se saludaban, ella me decía que me quede sentadito que me iba a preparar la leche y se encerraban en la cocina. A esta altura de la vida creo que la leche se la preparaba para ella, porque por la cerradura de la puerta de la cocina los veía que se mataban en caricias y besos, él parecía un pulpo y le metía manos por todo el cuerpo a mamá y ella se dejaba hacer, era tan bruto que las pequeñas bombachas que usaba ella terminaban rotas cuando se las sacaba desesperadamente, creo que por eso con el tiempo, mamá ya no se ponía más bombacha en los encuentros con su amante.



No había muchas variantes, luego de sacarle o bajarle las prendas intimas a ella, él la subía en la mesada y abriéndole las piernas, enterraba su cabeza para lamerle la concha un rato largo, mientras mamá le acariciaba la cabeza disfrutando de la lengua en su interior. Cada tanto Sandro subía a chupar las tetas como si fueran tanques de oxígeno antes de volver a descender a las profundidades de la entrepierna.



Con ansía desmesurada sopesaba esos melones enormes, tironeando de los pezones para que crezcan y hacerla gemir, y ella para que yo no escuche se tapaba la boca con un repasador; Las fuertes manos aplastando cada centímetro de los abundantes pechos, amasándolos, estrujándolos como queriéndole sacar jugo y dándoles múltiples chupones con hambre.



Algunas veces el mecánico se sentaba en la banqueta de la cocina, con mamá arrodillada a sus pies y le acomodaba su gorda pija entre las tetas, las cuales ella apretaba con sus delicadas manos, para que su amante las cogiera al tiempo que era besada apasionadamente. En ese caso, la lengua de ella alternaba entre responder los besos obscenos de él y lamerle el glande, que con cada golpe de verga le golpeaba el mentón. La abundante saliva que caía lubricaba la masturbación tetuda.



Cuando estaba por acabar, Sandro obligaba a que ella le chupara su durísimo pito, con algo de dificultad engullía la cabeza de la chota y con una mano lo ordeñaba sujetando la poronga de la base para ponerle un tope y que las fuertes embestidas no le golpearan el paladar. Observar la cara de lujuria de mamá, me excitaba endemoniadamente. Las siempre desbordantes eyaculaciones terminaban dentro de la boca, en las tetas o en el bello rostro de mamá, contada veces la calentura los sobrepasaba y él la penetraba vaginal o analmente, prefería esto guardarlo para la noche.



Concluido el encuentro vespertino, ellos se tomaban varios minutos para arreglarse, y como si nada, mamá me traía la merienda, pero a pesar del esfuerzo en asearse, siempre hallaba yo alguna indicio del encuentro sexual, como un guscaso en el pelo, una blusa o remera pegada humedamente a su pecho y el inconfundible olor a pija que emanaba el cuerpo de mami.



Entretanto yo comía, ellos mateaban compartiendo risitas, miradas cómplices y algún que otro roce ocasional.



Como mencioné anteriormente, mamá cuando papá estaba embarcado, cambiaba su manera de vestir normal, a lucir más provocadora, con prendas ajustadas a su exhuberantemente cuerpo, faldas cortas, sandalias de taco alto para estar más a la altura de Sandro, labios pintados, uñas largas y esmaltadas y hasta fue a la peluquería para que le cortasen la melena hasta los hombros, estilo carré dejándole un mechón sensual que le caía a un costado de la cara y la tiñeran de pelirroja, todo esto para complacer un capricho de él. La verdad que con este cambio, ella no pasaba desapercibida en ningún lado, yo la veía muy linda y Adriana decía que tenía un look “come hombres”.



Cuando papá regresó y la vio no podía creer que esa mujer era su esposa, le preguntó varias veces que la motivó a ese corte de pelo y ella respondía que cambió para sorprenderlo y salir de la rutina. Aclaro que estando él, ella vestía casi normalmente y para que no se le armara quilombo, todo su ropa incitadora se la dio a Adriana para que se la guarde, no quería darle ningún motivo a los celos de él, que la miraba con algo de desconfianza.



Con papá en casa, mamá estaba nerviosa y con notable ansiedad. Los primeros días los encuentros con Sandro se redujeron a cuando me traía de la escuela, disimulándole la tardanza a papá, argumentando que se había quedado charlando con la madre de algún compañerito mio o con mi maestra, pero en realidad mientras Bujía hacia que me cuidaba, ella regalaba el cuerpo a su macho en un polvo rápido, pero bestial, sin momentos para perder en mimos cariñosos, el escaso tiempo era consumido en sexo puro, desenfrenado y luego del combate sexual, producto de la marcada diferencia de anatomía entre ellos, mamá resultaba algo lastimada por los hirientes pijazos y con notoria dificultad al caminar, pero calmada. Nunca faltaba camino a casa el ruego de que no le contara a papi que pasamos por el taller.



Papá era como un obeso elefante marino, que no se movía de casa para nada, la rutina de él consistía en ir de la cama al living, con frecuentes incursiones a la cocina, pero gracias a la complicidad de su amiga, mamá le decía a su marido que subía al departamento de Adriana para charlar, pero yo estaba enterado que ella le prestaba su hogar para que pudiera encamarse con Sandro. El cornudo de papá pensaba que Adriana era una sucia, porque mamá justificaba a su regreso, la agitación de su respiración y prendas desacomodadas, a que estuvo ayudándole a limpiar a la vecina. Con el transcurrir de los días, las supuestas visitas a Adriana se hacían más largas y la pereza de papá para prepararse algo de comer, llevaba a que me pidiera que fuera a buscar a mamá, yo obedecía con el corazón golpeándome más fuerte el pecho con cada escalón que subía y cuando tocaba el timbre de Adriana era como esperar una sentencia de muerte.



Si me habrían rápido la puerta era porque Adriana estaba presente. El día que ella me despabiló lo tengo grabado a fuego en mi mente:



 



– Querido, sentate en el sillón que le voy a avisar a mamita que la viniste a buscar, ella va a tardar un poquito porque está en mi habitación “charlando” con su novio… vos sos un chico inteligente, creo que ya te habrás dado cuenta que el mecánico es algo más que una simpatía… es como un amiguito íntimo que tiene mami para que le haga compañía cuando no está su marido…



– Pero papá ahora está en casa…



– Seee, pero se aburre mucho con él, le divierte más jugar con Sandro. ¿Vos con quién la pasas mejor, con Sebastián que sé que es tu mejor amigo o con un pibe que va a tu mismo grado y que lo ves todos los días?



– ¡Con Sebas!



– Bueno a tu mamá le pasa lo mismo, a pesar que quiere mucho, mucho a tu papá, le gusta más estar con Sandro, porque él según me dijo, tiene un juguete lindo y grande… pero eso no quiere decir que va a dejar a tu papi, eso no va a pasar, quedate tranquilo y no tengas miedo… pero Lito es muy celoso y no quiere que ella juegue con alguien más… ¿Vos no te aburrirías de jugar con el mismo chico todos los días?



– Y, si…



– ¿Ves? A mamita le pasa lo mismo… y para que tu papá no le dé celos, ella se escondé acá… a tu papito no le contés, porque se va a poner mal. Y vos sos un buen hijo, ¿No creo que lo quieras ver llorar?



– Nooo



– Entonces ayudá a mamá y cerrá la boca, que sea nuestro secretito…



– Dale… yo ya sabía que con Sandro mami está más contenta, con papá en casa tiene mala cara y me reta seguido, pero cuando él no está me deja hacer todo… ¿Pero por qué dijiste que es su novio?



– Pendejo no te hagas el boludo que con lo mano larga que es el mecánico, lo habrás sorprendido más de una vez tocando a Alicia o besándose…



– Y, si… pero no se lo digas que me va a retar mamá…



– Quedate tranquilo, que yo no se lo cuento si vos no le vas con el chisme a tu viejo… en mí podés confiar para contarme lo que quieras… Sandro es un amigovio de mamá, un tipo que además de hacerla feliz le da los mimos que tu padre no le dá… cuando crezcas te vas a dar cuenta que una mujer con el cuerpo de tu madre no puede estar sola tantos meses como la deja tu viejo, ella es joven y necesita divertirse, andá a saber que hace el cornudo de Lito cuando está embarcado…



Mientras hablábamos una manta de gemidos cubrían el departamento; No hizo falta que preguntara, por mi cara ruborizada se habrá dado cuenta Adriana y me dijo:



 



– Esos sos los ruidos que hacen los adultos cuando juegan y se divierten… es señal que mamita la está pasando muuuuuuy bien… para que sepas, los grandes jugamos desnudos, asique si ves a mamá o a su novio en bolas, no te sorprendas…



Mamá se habrá enterado de la conversación que tuve con su amiga, porque después de ese día, se mostró más desinhibida y compinche conmigo, cuando iba al departamento de Adriana a buscarla y no estaba la dueña presente, atendía mamá con un deshabillé rosa, que le quedaba chico y le era imposible cerrarlo del todo, dejando a la vista parte de las areolas y algún pezón que se escapaba y la entrepierna con una fina de mata de pelos bien cortitos, evidentemente la prenda no era de ella, sin vergüenza me hacía pasar, me encendía la tele y me decía que la espere sentado, que en un rato acababan y volvíamos a casa.



Y descalza como estaba, con la mitad del culo al aire regresaba a la habitación cerrando la puerta. En medio del concierto desafinado de gemidos, repasaba en mi mente las eventuales marcas que mamá mostraba, como un eventual chupón en el cuello, algún mordisco, el brillo de saliva en sus pechos, el maquillaje corrido o tal vez un hilo de sangre en el labio inferior.



Cuando al fin lograban saciar el apetito sexual, salían del cuarto desnudos rumbo al baño para ducharse, como el departamento era mas pequeño que el nuestro, era inevitable que pasen a mi lado, permitiéndome observar la enorme verga con una cabeza desproporcionada del tamaño de mi puño, balanceándose morcillona, y las magnificas tetas de mamá con su prominente culo; Su baja estatura acrecentaba las prominencias de su cuerpo profanado de manchas de semen, en especial la abertura vaginal que lagrimeaba gotas blancuzcas a cada paso, sin importarles mi presencia él la abrazaba o la llevaba en andas. Creo que no usaba el deshabillé para no ensuciarlo de guasca. Salían del baño envueltos en toallas para vestirse en la única recamara.



No era raro que en la ducha la volviera a coger a mamá.



Muchas veces sonaba el teléfono y al atender yo, resultaba que era Sandro que me pedía que le dijera a mi mamá que subiera, por supuesto que si preguntaba papá quien era decía que Adriana.



Al embarcarse nuevamente, mamá me avisó que iba a dar una fiesta esa noche para celebrar que volvíamos a estar solos, sin el pesado de papá. Pensaba yo que sólo iba a venir Sandro y capaz que Adriana, pero me sorprendí al ver al viejo Bujía.



Tanto Adriana como mami hicieron ricos platos, pero ellos trajeron muchas bebidas alcohólicas, Bujía ponía discos de cumbia a alto volumen obligando a las mujeres a bailar con los hombres, que de tanto baile morían de sed y consumían más alcohol, a la hora ellas estaban borrachas, se les trababa la lengua al hablar y se movían tambaleantes.



Mamá se vistió con un vestido blanco tipo solera, sin tirantes, dejando sus hombros desnudos, cubriendo desde el nacimiento de sus senos hasta la mitad de los muslos, en la parte superior tenia un sobrevuelo de encaje que rodeaba la prenda, llevaba sandalias de taco aguja del mismo tono con tiras doradas, la fina tela denotaba que no usaba corpiño.



Adriana usó un vestido hippie Violeta con amplio escote en V largo hasta la rodilla y chinelas de cuero marrones. Ella es delgada y alta, casi sin lolas y con una cola normal, pero dueña de un rostro precioso con ojos celestes y pelo lacio rubio hasta la mitad de la espalda.



Ellos se pusieron jeans y camisas obscuras, la diferencia era que el viejo la usaba desabotonada hasta la boca del estómago dejando ver una cadena dorada, fue la primera y única vez que lo vi sin mameluco.



En toda la noche Bujía no dejó de bailar con Adriana y cada tanto la otra pareja los acompañaba. Mamá para que no me aburriera me sacó a bailar tomándome de las manos pero Sandro al rato se pegó atrás de ella y sujetándole las caderas a ambos lados comenzó a moverse incomodándola. En la segunda canción el mecánico se agachó apoyando su entrepiernas entre los glúteos de ella, mamá quiso girar pero las fuertes manos se lo impidió, unicamente podía bailar dando un paso adelante y atrás pero siempre con él frotando su pelvis contra ella. Las rusticas manos fueron subiendo hasta sobarle las tetas por los costados haciendo que el elástico de su escote descendiera, el alcohol obnubiló sus sentidos y no se dio por enterada que hacia rato sus grandiosos pechos estaban al aire, sin soltarme de las manos continuó bailando conmigo. Cuando la boca de él recorrió su cuello, cerró los ojos y entreabrió los labios, jadeando, me dí vuelta vergonzosamente y ella me sujetó por los hombros, a la siguiente cumbia, las uñas de mamá se clavaban en mi piel haciéndome daño, me dí vuelta para zafar del dolor y sonrojado advertí que su vestido estaba en el suelo, dejando ver una tanga transparente clara estilo brasilera bien cavada, con un diminuto rectángulo de tela por delante y las tiras por arriba del hueso de la cadera, los puntiagudos pezones carnosos amenazaban pinchar mis ojos. Tanto los vaqueros como los calzoncillos de él estaban abajo de las rodillas y su descomunal verga bien erecta, pasaba por entre las piernas de ella, para que no me toque esa hinchada cabeza ya emanando liquido preseminal, abandoné a mamá y me senté a la mesa sin apartar mi vista de ellos. Con movimientos coitales la pija iba y venia rozando la empapada tanga, mientras reían Bujía y Adriana, ambos acostados en el sofá desnudos y ella pajeándolo con una mano.



Sandro de un tirón arrancó la tanga y de atrás la penetró manoseándole las tetas.



 



– Petiza que gomas tenés, hija de puta, no me canso de apretarlas… ni una embarazada las tiene tan redondas como vos…



– Ahhhhh… que ricooooh… -murmuraba ella al sentir los ásperos dedos sobarle las ubres y pellizcarle los pezones-



– Que cerrado esta el tajo… mmmm… como te gusta la verga putitaaa…



– Aiaaaaaaaa… uyyyyyy… ay ay ay… oghhhh… ahora me vas a poder tener cuando quieras…



– Ahhh, que buena estás… asiiiiii… sacame la leche petiza…



– Amor, acariciame las lolas que las tengo sensible….



– Divina me estás matando… movete asiiiiiii… te voy a llenar la concha de leche… trillizos te voy hacer…



– Que vergaaaaaaaaaaahhhhh… me rompés la argolla… madre mía que dura la tenés… ohhh… me gusta sentir lo gorda que essssss…. ¿Me sentías lo mojadita que la tengo?



– Siiiiiiiiiiiii putaaaaaahhh… ojalá estuviera presente tu marido para que vea como te tengo ensartada… las hembras como vos no se abandonan se cogennnnnnn



– La quiero toda adentrooooooh…. Uffffff… me haces acabaaaaaaar… mmmmm… seguiiiii… no pares…. Dame lecheeeeeee… ahhhhh papito…



– AGHHHHHHHHHH



– Siiiii… la siento correr en mí interior…



Chorreando leche de la vagina irritada, se volteó situándose frente a él y fundieron sus bocas en un beso candente de deseo, las manazas de él cacheteaban el culazo hasta dejarlo rojo, le abrían las nalgas enseñándome una ano algo abierto, a pesar que sonaba cumbia del equipo de audio, ellos bailaban muy lento, mamá solo tenía puesto los altísimos zapatos.



Sentados en el sofá, Adriana cabalgaba incansablemente, dándole la espalda, a Bujía, ella se sujetaba de las rodillas, subiendo y bajando el culo a buen ritmo, a pesar de no tener tetas, los pezones eran dos botones rosados, gordos como pulgares. La verga del viejo era de tamaño normal pero muy curvada hacia arriba, enloqueciéndola de placer. Por los huecos que dejaban los dientes faltantes de Bujía escapaba su saliva, ella una mujer bellísima clavándose la pija de ese hombre horripilante era un espectáculo morboso. Bujía la acostó boca abajo y le taladró enérgicamente la concha hasta hacer brotar semen del agujero vaginal.



Sandro se desnudó completamente y sin haber perdido la erección, abrazaba a mamá totalmente erguido, a pesar de los tacos la cabeza de ella no alcanzaba plenamente los pectorales de él y el atroz glande apuntalaba por la base la teta izquierda y moviendo su pelvis la hacía elevar unos centímetros, daba la impresión que la venosa pija quería pincharle la lola. Mamá entendió el mensaje y arqueando la cintura se encorvó hacia adelante para que la punta de la verga timbrara el pezón repetidamente.



 



– Petiza sos tan puta como exuberante… vos naciste para putear, los hombres harían cola de una cuadra para garcharte… sos ramera de alma…



– No necesito otro hombre, con está pija que tengo acá -dijo aferrándola y masturbándola- me alcanza y me sobra…



– Ali vos no tenés un sólo hombre, sino dos, ¿Te olvidaste de tu marido? Jajaja



– Tengo dos porque soy muuuuuuuy putita…



Y arrodillándose en cuclillas, bajó a mamar la terrible verga de una manera voraz. Yo no veía a mi madre sino a una de esas mujeres que aparecían desnuda en las revistas que escondía papá en la biblioteca. Deslizaba la punta de la lengua a lo largo del tronco surcado por las venas, con besos maternales tapizaba los cargados huevos y juguetonamente hacia sopapa con el glande. Mirándolo a los ojos, abrió grande la boca de labios pintados de carmesí y quedó quieta esperando que su macho le entierre en lo más profundo de su caliente garganta, la pija. Él bombeaba y ella tragaba sin ayuda de las manos. Sólo dejó de comer carne, para decirle:



 



– Esperame que me saque los zapatos que me molestan.



– Nooo, dejatelos puestos que te hacen ver más trola.



Fue en ese momento que ella miró hacia mi lado y se anotició de mi presencia.



 



– Guuu…Gustavo… ¿Hijo que estás haciendo acá?… Hay me muero, nooo, esto no puede estar pasando…



Todos los presentes me observaron impávidos, nadie se atrevía a mover un músculo, fue Adriana quien rompió el hielo y parándose a mi lado me dijo:



 



– Te adelanté que los adultos jugamos desnudos… esta es nuestra manera de jugar, no estamos haciendo nada malo… cuando tengas edad vos también vas hacer lo mismo que viste… tomá esto como un aprendizaje de la mujer que más te quiere en el mundo, tu mamá… no te enfades con ella, ni con nosotros.



La pija a Sandro parecía que le había crecido, la tenía mucho más gorda y dura, no sé si era por el alcohol o por el morbo, pero estaba como un semental alzado esperando a su hembra en celo para servirla. Golpeaba la rojiza nuca de mamá con su falo.



 



– Estate quieto por favor ¡¿Querés?!



– ¿Pero Adriana no dijo que esto era una clase de educación sexual? Que siga aprendiendo, todavía le falta…



– ¿Cómo podes decir eso?



– ¿Con qué se va asustar que no haya visto hasta ahora?



– Y no es la primera ves que los espía jajajajja… -expresó el traidor de Bujía-



– ¿Qué?, ¿Cuándo? -replicó mamá-



– En el taller… cuando se encontraban para garchar… pajerito te salió el nene, Alicia… -mencionó Bujía casi inentendible por la ingesta industrial de vino-



– Ay, no, por favor… -dijo mamá sentándose en una silla, con el escaso aire que entraba en sus pulmones-



– Ali, no te hagas la mojigata que ya bastantes veces nos vio en bolas en el departamento de Adriana.



– ¡¡¡Sandro una cosa es que Gustavo nos vea desnudos y otra muy distinta es que presencie como te coges a su mamá!!!



– Es que ya lo vio jajaja… si le gusta… por mí… -Sandro-



– Que aprenda a ser hombre, ¡Carajo!… -exclamó Bujía parándose atrás de mamá y agarrándole las tetas por sobre sus hombros de una manera brusca-



Cagándose de risa Sandro con sus musculosos brazos, levantó a mamá como a una pluma, la llevó a la habitación matrimonial y la arrojó a la cama, sin darle tiempo a nada se tiró sobre ella y la penetró hundiéndole todos su miembro de un solo golpe, ella pegó un grito como si la hubieran apuñalado, sin contemplación alguna, la cogía violentamente.



 



– Dejame hijo de puta… me estas violando… así noooooo y menos delante de mi hijo…



– Alicia no te hagas la santa que todos sabemos que sos muy puta… hasta tu hijo lo sabe… el único que no está enterado es el cornudo de tu marido…



Bujía me llevó a la recamara y me sentó en el sillón que estaba a los pies de la cama, luego sujetó a mamá de las manos para que no golpee a su amigo con los puños. Adriana le recomendaba que no sea boluda y disfrutara, que tenía dos machos con las vergas bien paradas para ella.



 



– Pendejo, así se monta a las yeguas… cuando son putas y te quieren dejar caliente como una estufa como si fueran una virgen, hay que domarlas a pijazos…



Me decía el viejo, pasando su pija por toda la cara de mamá y Sandro le apretaba el cuello, asfixiándola, para incrementarle la excitación.



La cosa se había puesto tan violenta que me daba pánico pedir por mamá y lloraba sin consuelo, hasta que Bujía me señaló como mami entrelazaba sus pies enfundados en las sandalias de taco aguja, en la cintura de su novio, y acompañaba con su ritmo cada embestida salvaje de él.



Pasó como quince minutos hasta que Sandro la acomodó de costado sin desmontarla y le ofreció el descomunal culo a Bujía, que aprovechó la invitación como si su vida estuviera en juego. Entre los dos hombres la penetraban vaginal y analmente.



Al rato, rodaron y Bujía quedo de espaldas, soportando el peso de mamá y su amigo. Adriana se dedeaba mientras se comían la boca con Sandro.



 



– Me están enloqueciendo de placer… hijos de putaaaaaaaaa… OHHHHH… como me gozan guachos… siiiiiiiii… quiero máááááás… por favor hijo no mirés… tu madre es una trola de mierda… pero es que las pijas son tan ricas… me están haciendo mierda… estos hombres le están rompiendo los agujeros a tu mamá… ahhhhh…



Adriana desesperada, se acostó al lado de ellos y con las piernas abiertas, llamó a Bujía para que la atienda y el viejo ya hecho mierda por haber aguantado tanto tiempo el peso de los otro dos, como pudo escapó dejando libre el tesoro de mamá, que fue ocupado por la verga de Sandro. El ojete de mi vieja era rellenado por esa anaconda que portaba su novio entre las piernas y al mismo ritmo que la cogía por la concha, la culeó.



En ese cuartó no se sabía quién chillaba más, si mami o nuestra vecina.



Sandro, se apartó unos minutos de su novia, agarró los almohadones que estaban a la cabecera, la acomodó en cuatro patas y poniendo las almohadas bajo el vientre de ella, la enculó a lo perrito masacrando el dilatado esfinter anal con las feroces acometidas.



Apoyando sus antebrazos en la cama, mamá erguía su torso, mientras que sus pequeños pies de talla 36 colgaban desde borde; los pitones que tenía por pezones, erectos como gordas fresas, amenazaban con desgarrar al cubrecama en cada bombeo.



La base de la verga que quedaban sin ingresar en los intestinos, estaba tan inflamada que daba la impresión que le haría explotar el orto si lograba acceder.



Dándome su espalda huesuda, Bujía cogía a Adriana en posición misionero, bufando y con embestidas lentas pero profundas y ella besaba de lengua la asquerosa boca sin dientes.



Me levanté de mi lugar y me acomodé del lado de la pareja más joven para verlos mejor, el vaivén de las tetas me hipnotizaba y al día de hoy sin saber de donde saqué valor para hacerlo, me acomodé debajo de mamá y llevándome un pezón a mi boca, ministrás que el otro me rozaba la frente. Mami al sentir como le succionaba el pezón como cuando era un bebé, estalló en un orgasmo interminable, mojando con sus chorros de flujo, la chota de su macho y la cama. Sandro la desenculó con un ahogado “PLOP” y se entretuvo frotando el glande sobre el clítoris, logrando una nueva eyaculación femenina más copiosa que la anterior, un instante más tarde le hundió la pija hasta el útero.



La tenaz cogida hizo que mami se desplomara sobre mí, como no podía respirar intenté salir de ahí, pero ella volvió a levantar su torso empinando bien el culo para recibir mejor los pijazos del mecánico.



 



– Por favor mi cielo no te vayas… mmm… seguí tomando la teta… ahhh… las usa Sandro pero son todas tuyas mi coranzoncito… vuelvo a sentir el placer que me dabas cuando te amamantaba… ooooooooohhh… uuufffff… ¡QUE PLACER!… le doy el pecho a mi bebé ministras mi macho pijudo me hace mierda la concha… aaaaaah… que puta sooooooooooy… ¿Te gusta que mami sea una putita buscona?.. ¿Eh?… ¿Decime Gusti te gusta verme montada por otros hombre que no son tu papá?.. si te gusta bebé no te vas a cansar de ver a mamita como la cogen… pero sólo tipos que la tengan como la de un burro…



– Tu mamá es un hembrón que no merece estar con otro pito corto como el cornudo de tu papá -me dijo Adriana recibiendo las descargas de Bujía en su interior-



– Ya no vas a tener que espiarme mi amor… uyyyyyy… mamá va dejarte participar… pero ese va a ser nuestro secretito… mmmmmmm… no se lo tenés que contar a nadie…



Al tiempo que me lo decía, ella metió su mano dentro de mi pantalón para hacerme conocer el placer de mi primera paja; Bastó menos de cinco sacudida para hacerme eyacular, entonces ella como una vampiresa en busca de sangre, me desnudó de la cintura para abajo, juntó con un dedo toda mi lechita y se lo llevó a la boca. Sandro al verla no pudo contenerse y eyaculó su espesa leche hasta mojarle los ovarios.



 



– AAAAAAAGGGGGGGGRRRRRR… tomala putaaaaaa… te voy a embarazar… -dijo Sandro-



– Siiiiiiiiiii… preñala, hacele un hijo a la atorranta… -contestó Bujía-



– AAHHHHHHHH… cuanta leche largaste… y no tomé la píldora… mmmnooooo… ¿Te gustaría Gusti que mami te diera un hermanito?… es casi seguro que con todo el semen que salió de sus huevos, Sandro me haga un hijito… si quedo de encargue mis tetas se van a cargar de leche y vas a poder tomar la teta como cuando eras chiquito… y mi macho hermoso también… mmmmm… que lindo tener a mi hombre y mi hombrecito vaciándome las tetas… Gus yo te enseñé a no ser egoísta, vas a tener que compartir las gomas de mami con Sandro… después de todo él comparte su monstruosa verga conmigo… decile a mi macho que le vas a prestar tus tetas para que me las chuponee… oghhhhh…. él es muy bruto y me las estruja pero a mí me encantaaaaaaaaa… me mojo cuando me domina, porque yo soy su hembra… mirá que como se ta para el pitito jajajaja…



– Sandro, te…te… te presto las tetas de mi mamá…



Todos rieron y en vaho de alcohol sueño quedaron dormidos desnudos, sobre la cama, con notorias costras de semen en los cuerpos, aproveché para regresar a mi habitación y taparme bajó las sabanas, sentía dentro mío como si un tren de carga me hubiera pasado por encima.



Por la tarde, después que se fueran todos, mamá vestida con un camisón largo, de raso, color azul, entró a mi cuarto, con una gran pena dibujada en su rostro, se sentó a los pies de mi cama y me miró sin emitir palabra, pasó un rato muy largo hasta que con un hilo entrecortado de voz, me pidió disculpas por lo que ocurrió, me dijo que yo no tendría que haber estado ahí y llorando me prometió que todo volvería a ser como antes, pero que no dijera nada.



Más de 20 días estuvimos recluidos en el departamento, a pesar de sobar el teléfono y el portero eléctrico, ella no contestaba y cuando me llevaba a la escuela dábamos una vuelta de muchas cuadras para no pasar por el taller, lo mismo sucedía a cuando me pasaba a buscar.



Con el correr de los días la pena de mamá dió lugar al inquietud, el cigarrillo lo había dejado ates que yo naciera, pero volvió a adquirir el vicio y se bajaba casi la mitad de un atado por día.



Un sábado casi a medianoche me levanté a beber agua de la heladera y con sorpresa encontré a mamá y Sandro en el sofá de la sala, abrazados, besándose. Ella al verme, sólo dijo:



 



– Hijo perdoname… soy débil… es más fuerte que yo… pero te prometo que nos vamos a portar bien, como una parejita de novios normal…



Y



sin decir nada más, se levantaron y tomados de las manos, se encerraron en la habitación matrimonial.



 



 



Gus Becker & Marcel Milord



 



Saludos!


Datos del Relato
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