Me tumbé y separé las piernas y la dejé hacer. Cuando solo había pasado tres minutos, comenzó a bajar lamiendo todo mi tórax y abdomen, pasando la lengua por mi cintura, tan sensual y superficialmente que me produjo incluso cosquillas, y me provoco la risa.
Anabel se dio cuenta y se disculpo, yo no dije nada y solo sonreí, y volvió a tumbarme y cerrar los ojos. Sentí un torrente de sensaciones cuando sus dedos se colocaron bajo mi cinturón y mi pantalón, corriendo toda la cintura, hasta llegar al centro de la misma, y presiono con fuerza para poder introducir su mano.
Muy habilidosamente la introdujo entre mi pantalón y mi calzoncillo, acariciando nuevamente mi paquete, pero esta vez, solo separaba mi polla y su mano el calzoncillo. Permanecí con mis ojos cerrados, y me deje hacer. Mi polla, como con vida propia empezó a crecer hasta llegar a su plenitud, de aproximadamente los 23 cms. Pasaron algunos segundos, cuando sacó la mano de mi pantalón, y procedió a desabrocharme el cinturón y el botón de los pantalones. Noté entrar el frescor del ambiente, en mi extremadamente caliente paquete. Anabel se levantó, y comenzó a tirar de los pantalones. Me levanté un poco para facilitarle la tarea. Cuando los mismos chocaron con mis zapatos, de un simple tirón los saco, seguidamente de mis calcetines. A esas alturas, yo ya solo tenía mis calzoncillos. Pensé que seria lo siguiente en salir, pero para mi sorpresa, lo siguiente que sucedió es que volvió a tumbarse sobre mí, y empezó a pasar su lengua por mis ingles y posteriormente sobre la parte del calzoncillo donde se dibujaba mi extraordinaria polla. Era la primera vez que alguien me hacia algo así, y sentí que mi polla podía reventar de dura y caliente que estaba, pues ya empezaba a anhelar sentirla dentro de su dulce boca. En ese momento abrí los ojos, y vi como empezaba a tirar de los mismos para bajarlos. Nuevamente me levanté para facilitarle el trabajo. Cuando los saco por mis piernas, pensé que ya llegaba la mamada, pero me volví a equivocar, porque lo que hizo fue empezar a masturbarme con frenesí. A pesar de que ya había salido algo de líquido preseminal por la punta, no fue suficiente para lubricarla bien, por lo que colocando simplemente sus labios sobre mi capullo, dejo caer un pequeño chorrito de saliva, suficiente para que empezara a correr mejor mi prepucio, y empezara a gozar más de la paja que me estaba proporcionando. Estaba gozando tanto, que no se cuanto tiempo había pasado, cuando colocó los pechos a la altura de mi polla, la coloco en posición de mástil, y la abrazó con sus pechos.
¡No lo podía creer!, me iban a hacer mi primera cubana. ¿Dios, de donde ha salido esta tía tan prodigiosa? -, pensé por un instante. En cuestión de segundos, mi cuerpo empezó a levantarse del suelo para conseguir que mi polla se restregara entre sus pechos, y hubo momentos que tuve que aminorar el bombeo o me corría en su cara. Mi curiosidad por saber a donde era capaz de llegar esa chica me tenía intrigado. Jamás había echado un polvo de esas características, y eso que solo habíamos llegado a los preliminares. Abrí los ojos, y aun así no podía comprender como se había tumbado para poder colocar sus pechos sobre mi polla, pero poco importaba.
- Anabel, creo que es hora de devolverte el favor, ¿no crees? -, dije un poco con cara de serio y tono de agradecimiento.
Ella sin mediar palabra, se levantó dejando caer su falda, la cual había desabrochado yo hacia unos minutos. En cuanto cayó al suelo me encontré a una chica con unas braguitas negras de encaje que ya había visto antes, pero que ahora parecían más sensuales y apetitosas. Sin mediar palabra alguna, me levanté poco a poco, hasta conseguir tener mi boca bajo ella. Al igual que lo había hechoAnabel, acerque mi boca a su vulva y sobre sus braguitas pasé mi lengua, notando que ya las tenia algo mojadas. Se notaba que ella también estaba bastante excitada. Mientras tanto con mis manos, comencé a acariciar su muslos y su culo, aun cubiertos por las medias negras. Introduje mis manos en las medias, y poco a poco fui desenrollándolas hacia sus pies. Cuando llegaron al fondo se saco los zapatos, y levanto uno de los pies, para que la sacase, y poco después la otra. En ningún momento deje de pasarle mis labios por la braga, dándole pequeños mordiscos en los labios de su coño, los cuales le producían algún que otro fuerte gemido de placer.
Una vez las medias las habían quitado, me fui directamente con mis manos a sus glúteos y empecé a bajar un poco sus bragas, para a continuación, cuando había bajado un poco, comenzar a sobar su redondito y suave culo. En ese instante, y ante tanta excitación, cogí la braguita entre mis dientes, solo en un puntito, y empecé a deslizarlas hacia abajo. En el transcurso de la operación, se me escaparon de entre los dientes, produciéndome una incomoda dentera al soltarse, por ello y rápidamente con mis manos las terminé por coger y arrancárselas violentamente, sacándolas y lanzándolas lejos.
En ese momento, y por primera vez, estábamos los dos desnudos por completo. Volví a tumbarme y mirándola fijamente a los ojos le hice una seña, a la vez que me relamí de forma sensual. No se como, pero capto exactamente mi intención, y se colocó a horcajadas sobre mi cabeza, dejándome su rasurado coño ante mis narices. Olfateé unos segundos, y sentí el frescor típico de haberlo lavado recientemente, lo que me incitó a comérselo con más ganas. Antes de darme cuenta, ya estaba chupando, lamiendo, y pasando la punta de mi lengua por los labios interiores y exteriores de su vulva. Los gemidos de Anabel eran cada vez más agudos, y mi ansia por comer también. Con mis manos me dediqué a acariciar su culo y parte baja de la espalda. Pasaron tan solo cinco minutos, cuando Anabel se colocó en posición 69. Antes de poder decir nada, ya había empezado a dar besitos a la punta de mi nabo, haciéndola nuevamente llegar a su máxima plenitud. Colocó sus brazos bajo mis muslos, y los introdujo entre mis piernas, empezando a acariciarme los huevos desde esa posición. Mientras tanto, y no conforme con eso, empezó a lamer desde la base de los mismos, hasta la punta de mi polla con la lengua, para unos segundos mas tarde abrir la boca tanto como pudo, y tragarse hasta un poco mas de la mitad de mi falo. Una vez la había abarcado bien, note el calor que la envolvía, y una extrema suavidad sobre ella. Sus lisos y suaves labios comenzaron a subir hacia la punta, consiguiendo que casi me corriera de gusto. Joder que mamada me estaba haciendo, y que 69 ambos disfrutábamos. Si aquello era un sueño, no quería despertar nunca. Pasó algo mas de tiempo y lo que había empezado como una sensual y suave mamada, se había convertido en algo de vital necesidad para ella, pues comenzó a bajar cada vez más rapidez hacia la base de la polla, y a acelerar el ritmo y la presión sobre ella. Estaba claro, aquello era una mamada de primera. Yo por mi parte no perdía el tiempo, y me esmeraba en llegar con mi lengua lo mas profundo posible, a fin de devolverle tan fenomenal favor. Llevábamos por lo menos otros cinco minutos en esa posición, y la tía no se cansaba de chupar. Yo por mi parte ya casi no podía respirar, y para colmo estaba apunto de descargar en su boca.
- Anabel, tía, ¡dame un respiro! -, dije para evitar el correrme y poder tomar algo de aire.
- ¿Ya te cansaste chaval? -, dijo con un tono un tanto burlón.
- No, no, en absoluto, esto es la gloria, pero no quiero que acabe tan pronto -, respondí aceleradamente.
De su boca salió una amplia sonrisa, y se levantó para dirigirse a su bolso. De no haber sido por esa sonrisa, hubiere pensado que se había mosqueado y se marchaba, pero al contrario, pues abrió el bolso y sacó un pequeño bote de lubricante, además de un puñado de preservativos.
- ¿Anabel, cariño, para que quieres el lubricante, o te parece que tienes poco hidratado el agujerito? -, pregunte un poco extrañado.
- No Alfonsito, donde quiero su aparato no esta muy húmedo que digamos -, respondió sonriente.
Ostias, no podía ser, ¿aquella tía estaba insinuando que quería tener sexo anal?, imposible -, pensé. Con tantas tías que había estado, y ninguna había nunca querido proporcionarme esa fantasía mía, y ahora Anabel ¿me lo estaba pidiendo ella?. Joder, Dios, que felicidad. No cabía en mi cuerpo de satisfacción. Aquel día, y después de haberme acostado por lo menos con 25 ó 30 tías distintas, en un mismo polvo iba a probar lo que era una cubana y la penetración anal.
Así pues volvió a colocarse en la posición que había estado antes, me colocó su culo frente a mi cara, y colocó el condón sobre mi glande. Pensé que quería que lo desenrollara yo, pues pasaron unos segundos entre que lo colocó, y vino lo siguiente; cuando moví mis manos hacia mi nabo, note que hacia ademán como volver a majármela, pero en realidad lo que estaba empezando era a colocar el condón con los labios. De ese modo consiguió producirme placer, además de obtener mejor lubricación. Le costó un poquito traspasar mi gordo glande, pero en un minuto lo tenía totalmente colocado. Así pues, separó un poco mas las piernas, dejándome al descubierto su rosadito y estrechito culo. Supuse que quería que lo lamiese y preparase para mi herramienta, pero ¿seria capaz de soportar mi enorme tranca en tan estrecho hueco?. Seguro que si, pensé, viene muy bien preparada, seguro que no es la primera vez que lo ha hecho, como ya corroboraría. Empecé a pasarle la lengua por la zona exterior, luego metí mis dedos en mi boca, los ensalivé bien, y empecé a lubricar la zona exterior, para posteriormente empezar a introducir uno de ellos. Por parte de Anabel, no decía nada al respecto, estaba cogiendo la crema lubricante, y empezando a embadurnarmela. La sensación de la crema fresca, con la suave paja que me procuraba conseguían mantenerla totalmente erecta. Yo continuaba introduciendo cada vez más dedos, hasta conseguir introducir tres de ellos.
Anabel se dio cuenta de que el culo ya estaba listo para mí, se levantó, se dio la vuelta, volvió a colocarse a horcajadas sobre mi, y guío con su mano mi polla a la entrada de su culo. Empezó a dejarse caer e inmediatamente entró mi glande, sentí una fuerte presión que era distinta a cuando las follas por el coño pues era un lugar mas estrecho, mas calido, mas excitante en resumen. Poco a poco, con lentitud pero sin pausa, a los pocos segundos mi polla estaba hundida en su culo. ¡Que sensación!, era maravillosa. Ee sentí como un novato en asuntos del sexo, yo que creía haberlo descubierto todo, y me daba cuenta de las cosas que aun no había probado. Se quedó quieta para que su culo se terminara de adaptar a mi tranca al menos durante un minuto, para luego empezar a subir y bajar. Aproveché para volver a sobarle el culo, y ayudarla en su tarea. Sus manos estaban colocadas en mi pecho, y me acariciaba toda la zona, produciéndome un delicioso hormigueo. Poco después se agachó y me besó lujuriosamente. ¡Que leona, Dios!. Pero mi sorpresa no acabaría allí, pues cuando llevábamos unos minutos en esa posición, giré mi cara hacia la puerta de la habitación, y descubrí a mi amigo Santi, con los ojos muy abiertos, cara de sorprendido, y ya un poco babeante. Seguro que habíamos dejado la puerta del piso abierta, y la del portal como estaba estropeada, no había tenido problema en entrar. Seguramente con los gemidos no lo habíamos oído llamarnos.
Anabel, al percatarse de que miraba durante mucho tiempo hacia la puerta, giró su cara y se encontró con la mirada de Santi. Al contrario de mis pensamientos, que pensé se iba a avergonzar, lo único que hizo fue un gesto a este para que se uniera a la fiesta. Santi se quedo mirándome y volviendo a hacer uso de los gesto me pregunto que hacer. Yo nunca había compartido a ninguna de las tías con las que había estado con nadie, pero vamos, era un muy buen amigo, y pensé que tampoco pasaría nada y así pues, encogí mis hombros a modo de “tu mismo”, y volvió a concentrarme en Anabel. Mis manos estaban masajeando sus muslos, pero Anabel las cogió y las llevó hacia sus pechos. Empecé a acariciarlas suavemente, para posteriormente incorporarme y comenzar a lamerlas nuevamente. Haciendo gala de mi fuerza, me incorpore totalmente, sin sacarla de su culo. Me lancé hacia la pared, dejándola atrapada entre ambos, y empecé a acelerar el ritmo de mi bombeo. Ella cruzó sus piernas sobre mis glúteos, sus brazos sobre mis hombros, y empezó a mordisquearme el lóbulo de una de las orejas..
Por su parte, Santi ya estaba en calzoncillo, y su paquete reflejaba su calentura por la situación. Se acercó a donde estábamos nosotros, y pegó su pecho a la espalda de Anabel. Está solamente hizo un mayor esfuerzo, y se levantó un poco mas en la siguiente embestida, y consiguió que mi polla se saliese. Se colocó de pie, y cogiéndonos de la mano nos dirigió a la cama. Colocó su cuerpo de modo inverso al normal que usamos para dormir, y levantó sus piernas, a fin de que volviera a metérsela. Me subí en la cama, coloqué sus piernas sobre mis hombros, y la metí en su culo nuevamente de una sola embestida. Anabel lanzó un pequeño quejido, y vi que me había pasado. Me disculpe, pero ella me perdono con una sonrisa.
Anabel dejo caer su cabeza por el borde de la cama, y mientras la follaba por el culo, le dijo a Santi que se acercara. Le colocó de modo que su cabeza quedo bajo sus piernas, tiró del calzoncillo lanzando la erecta polla de Santi hacia su estomago, y se fue a por sus testículos. ¡Ostia, que fuerte vas chica! -, dijo Santi, pero con cara de pura satisfacción.
Mientras la follaba por el culo, ella chupaba los huevos de mi amigo, para poco después abrir la boca tanto como pudo, y tragarse los casi 21 cms de polla de Santi, eso si, la cual era de mas grosor que la mía. No entendía como no se atragantaba con aquello, se lo tragaba hasta la propia base de la misma, ¡que pedazo de mamona!.
- Santi, ¿tu por donde vas a querer follarme, por el culo o por el coño? -, pregunto Anabel dejando a éste tan sorprendido como a mi me había dejado hacia unos pocos minutos.
- Bueno, pues a mi me gustaría probar lo que es meterla en tu culito -, dijo algo cohibido.
Así pues, y al escucharlo, fui a retirarme para dejarle lugar, y Anabel me dijo que cogiese otro preservativo para mí, y le pasase uno a Santi. Obedecí su orden, y le pase a él el condón, y el bote de crema. Anabel me dijo que me tumbase bocarriba, para volver a ponerse a horcajadas sobre mi, y hundir mi polla nuevamente, pero esta vez en su jugoso coño. Rápidamente empezó a cabalgar sobre mi, y luego dejo caer nuevamente su cuerpo sobre el mío, dejando su culo totalmente al descubierto. Santi pregunto si tenia que dilatarlo y lubricarlo, pues nunca lo había hecho, y Anabel le dijo que ya lo había hecho yo. Así pues, solamente se colocó el preservativo, y colocándose a un lado de la cama, la dejo a disposición de ella para que la embadurnarse de crema.
Cuando terminó de ello, se volvió a tumbar sobre mí, llevó sus manos a su culo, y lo separo a modo de invitación. Santi se subió en la cama, se colocó en modo perrito, y note como sus gemelos se pegaban a mis muslos, acerco poco a poco el cuerpo a Anabel, y en dos embestidas la tenia totalmente metida. Yo me había detenido para facilitarle a mi amigo la maniobra, pero Anabel se notaba satisfecha pues estaba ya rellena por sus dos agujeros. Cuando se había acostumbrado, ella nos pidió que empezáramos a movernos, y así lo hicimos. Santi daba fuertes embestidas contra ella, al límite de que en algunos casos nuestros huevos se tocaban, y yo casi sin tener que moverme, las mismas embestidas de él contra ella, hacían que mi polla entrase y saliese de ella.
Eso era una experiencia nueva para mí, y al contrario de lo que yo pensaba sobre que dos tíos se rozaran por esas partes, me pareció una cosa totalmente irrelevante. Muchas veces lo había pensado cuando veía las porno, y no lo comprendía, ahora si lo entendía, todo por gozar con una tía así. Santi y Anabel gemían de puro placer, y yo estaba experimentando lo mismo sin hacer el más mínimo esfuerzo. No obstante nuestros cuerpos estaban sudorosos por el calor, y la excitación. Cambiamos de posición, y en ese momento volvimos a cambiar de condones, y ahora fue Santi el que se tumbo bocarriba, y siguió follándola por el culo, pero ella le dio la espalda a él, quedándose con su coño a mi disposición. Nuevamente me tumbe sobre ella, y volví a follarla por su húmedo coño, consiguiendo en tan solo 2 minutos mas que me corriera salvajemente.
Caí exhausto junto a ellos, pero Santi seguía dando fuertes embestidas sobre Anabel. Solo habían pasado otros 2 minutos más, y Santi dando un fuerte alarido comenzó a correrse también. Sus respiraciones estaban muy aceleradas por el fuerte ritmo final que habían llevado. Anabel cayó entre Santi y yo, intentando recuperarse. Luego nos dimos una ducha ella y yo, y poco después Santi.
Ni que decir que nos quedamos con el piso que nos había proporcionado, al menos para mí, el mejor polvo de mi vida, el cual luego se repetiría unas cuantas veces. Ahora, de vez en cuando Santi y yo buscamos a chicas como esa para repetirlo, pero no es nada fácil de conseguir, pero estamos muy bien compenetrados. Anabel le salió un trabajo mejor en Almeria, donde vive su familia, y se marchó, aunque de vez en cuando volvemos a quedar con ella. Por mi parte, nunca olvidaré ese glorioso polvo…
Quiero dedicar este relato a mis amigos A.R y S.T. Si quereis contactar conmigo para mostrarme vuestros comentarios o agregarme a Messenger, la dirección es mrpamx@hotmail.es. Un saludo a todos.