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Categoría: Sadomaso

Sumisa Madura

Llevaba suficiente tiempo en aquello para poder valorar y puedo afirmar que aquel fue una buena cita a ciegas.
Había puesto el anuncio en la revista con la esperanza de que alguien lo contestara, pero sin hacerme demasiadas ilusiones al respecto.
Tenia una pareja mixta de esclavos pero me estaba cansando de ella y deseaba ampliar la cuadra.
Me gustó la mujer, bajita, madura, elegante a su manera, y con unas buenas nalgas, un pequeño detalle al que yo doy mucha importancia, grandes pero prietas, o así dejaba adivinar sus ajustados pantalones de malla.
Era una pareja madura, una pareja de amigos según me indicaron, ello llevaba a intuir que se trataba de una historia extramatrimonial, lo que no hacia si no incrementar mi interés por la sumisa, aun que como se me indico tal hecho tenia un inconveniente; debía controlar bien mis actos para no dejar marcas.
Para tal ocasión había pedido a unas amigas profesionales que me dejaran su lugar de encuentros, un pequeño piso preparado para eventos como los que tendrían lugar aquella noche.
Al llegar note el nerviosismo habitual en la primera entrega, si embargo y tal como demostraron, tenían toda la intención de llevarla a cabo.
Iniciamos las presentaciones y aun que yo estaba dispuesto a charlar un rato entre los tres y a preparar el ambiente con algunos videos que tenia a mano para tales ocasiones, su actitud fue bien distinta.
Él me preguntó enseguida donde tendría lugar la sesión, así que le enseñe la mazmorra.
Llamó a su amiguita y me pidió que me esperara fuera mientras la preparaba para mi.
Al rato salió, estuvimos charlando, tanto para darme indicaciones sobre los gustos de ella, como para relajar un poco la situación. Lo cierto es que me recree un poco, pensando en que así ella se tranquilizaría y al mismo tiempo empezaría a estar ansiosa.
Cuando entre, solo, según me pidió su AMO, diciéndome que entraría al rato, me la encontré de pie y completamente desnuda, con las manos atadas a la espalda y amordazada. Recuerdo que mis ojos se posaron, mejor dicho se clavaron en sus nalgas. Realmente eran como las imaginaba, en realidad aun más apetitosas debido a la blancura de sus carnes.
Me falto tiempo para alterar su postura haciendo que sus brazos se levantaran atados del techo, así y con las piernas abiertas, ofrecida para todo
Cuando mis manos recorrieron suavemente su espalda noté sus escalofríos y supe que me encontraba delante de una verdadera perrita y que no la dejará que escapara.
Cuando su AMO entró ya tenia sus nalgas rojas por mis azotes, tal y como dijo el solo observaba. Observaba a aquella putilla, cada vez mas caliente. Solo hacia falta ver como se humedecían sus ojos para adivinarlo.
Cuando empece a penetrar su ano con consoladores, cada vez más gruesos, vi que no era la primera vez, y que esto la volvía loca. Mi exitación iba en aumento al ver la suya.
No sé si fueron las pinzas que coloque en sus senos, los azotes con la fusta que recibió en su espalda y nalgas, el hecho de que la llamara puta, o el efecto de todo, junto con los consoladores y el espejo de cuerpo entero que tenia enfrente y que no paraba de mirar, lo cierto es que el poco tiempo perdió el control culenado como una posesa, como una zorra en celo.
Tuve que parar para darme un respiro y dárselo a mi polla que ya estaba tensa, quería alargar todo aquello. Quería disfrutarlo más.
Me tome el tiempo de un cigarrillo
La desate, quería que me la chupara, humillada, arrodillada delante de mi. Con solo ordenárselo su boca habida de polla empezó a trabajar, lo hacia de maravilla aun que me permití indicarle que no era así, quería verla humillada, entregada y lo estaba consiguiendo.
La hice andar hasta el potro para seguir atormentándola, esta vez con cera, y de nuevo los consoladores para su ano y su coño de puta, evitando que llegara a orgasmar.
Aún recibió más azotes antes de follarla como se folla a una perra. La muy cerda no paraba de orgasmar.
Salí de la mazmorra con el propósito de sacar todo el jugo de aquella mujer, los deje a los dos allí, oí nuevos azotes, pero estos ya no los daba yo, por lo visto aún no había tenido suficiente.
Al rato salieron, ella totalmente vestida, como si de una señora se tratara, aún que yo sabia lo zorra que era y lo que en realidad necesitaba, y estaba seguro de saberlo mucho mejor que aquel hombre que la acompañaba.
Al despedirnos les dije que me podían llamar siempre que quisiera, sabia que el no lo haría por miedo a perderla. Aun así creí que era de caballero decirlo y darle así a aquel hombre una oportunidad de no perderla, naturalmente me había preocupado de colocar un papel con mi numero de teléfono en el bolsillo del abrigo de tan rica sumisa, mientras ellos estaban a solas en la mazmorra.
Sus ojos aun brillaban y yo deseaba más de aquella mujer, sabia que se le podia sacar mucho provecho, de esto hace unos cinco años y aún esta vivo en el recuerdo
Datos del Relato
  • Categoría: Sadomaso
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