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Noches de luna llena

NOCHES DE LUNA LLENA

A las mentiras que me han hecho feliz desde
15 días hasta 3 años.




Eres todavía un hombre (una mujer) joven,
Deberías sentar cabeza de algún modo.
¿Quién ha dicho que la vida hay que vivirla arriesgadamente?
Entrégame tu abismo,
Lo cubriré de sueño,
Me estarás agradecido (agradecida)
Por haber caído a mis pies.
Véndeme tu alma
No habrá más comprador.
Ya no hay otro demonio.
Wislawa Szymburska


Doctor, vengo a pedir ayuda, pero…no quiero me interrogue, no, muy al contrario, más bien es un tipo confesión.

No, usted no es un sacerdote, aunque su criterio es amplio y comprensivo. No me vea así, con ojos de incrédulo. Tampoco se incomode, no vengo a ligarlo. Recuerde el juramento de la salud…nada de lo que mencione en este consultorio saldrá fuera de aquí.

Sé que ya se iba y está cerrando el consultorio. Su recepcionista...pues me supongo salió temprano, ¿por qué razón? No entraremos en detalles.

Mi mal es…como decirlo…un poco distinto. Es una enfermedad o adicción o ¿quizá hormonal? Usted sabe que las mujeres a cierta edad comenzamos a cambiar. Juro que venir a contarlo ya es algo bochornoso para mí.

Sólo una vez al mes me viene... y no, las cuestiones de sangre…Perdón, serán más adelante. Insisto, me pongo medio rara: Neurótica, alocada, sensible, todo…¡maldita sea!

Es como querer hastiarme, es una sensación que deseo desaparezca…pero poco a poco, me deleita recordar los inicios, el clímax, el final. Mi apetito es diferente...he comenzado a degustar platillos jamás imaginados. Ahora son el género masculino. Es una perversión malsana cuando comentan mi nombre y pronuncian con fuerza: ¡Para Mariana, para! ¡Ups! debe llenar su diagnóstico. Deje me presento y tomo asiento. Soy Mariana Celis…No necesito expresar que soy joven, alta, de 60 kilos, profesionista…ojalá hayan quedado específicos los datos. Le he visto un pequeño brillo en sus ojos, si, lo sé...

Continuó con el motivo de la visita. Ay, doc, ¿le puedo decir así, verdad? Me da alegría le haya brotado una sonrisa. Si, lo reconozco: soy un poquito coqueta…no le hago daño a nadie con esto. Y no piense que si en este momento me lleve el índice a mi barbilla es por verme interesante…no, es un mero instinto inconsciente. ¡De verdad!

Ash…si, viéndome en el espejo con mi cara de inocencia por pervertir si parezco una niña cruel, muy cruel (mi risita ahogada me fascina).

Ser mujer no es nada fácil…bueno, yo soy una mujer muy especial. Más cuando la luna llena se acerca me viene una fiebre, un calor, un escalofrío en la piel. Disculpe las palabras, es que me encuentro desesperada, lo siento, de verdad, al iniciar, al llegar a mi punto exacto, soy insaciable. Si llega a pasar un hombre cerca de mí, pero no cualquiera, debe ser el adecuado, y me transformo, le veo fijamente y comienza la seducción. Pido me invite a cenar y lo complazco. Para unas personas como los casanovas, es la cacería.

Algunas veces, lo reconozco, lo he hecho sólo por mera diversión. Otras por juego, por aventura, por probar labios y la carne de sus hombros. Claro, mi parte preferida, según un documental donde dice que las feromonas se activan, es el cuello. Vaya, son tan sugerentes, tan duritos y suaves al mismo tiempo. Y luego…pues ese pequeño gemido reprimido quedamente que arrojan cuando se les muerde…mmm, que delicia escuchar y seguir y seguir hasta donde los sentidos exploten.

De nuevo disculpe mi forma de hablar y ahora aludir animales. Si lo pensamos científicamente, pues nuestro instinto es animal. Venimos de una evolución. Por supuesto, algunas especies mutan para sobrevivir. Buscar nuevas…ahh…es…vergonzoso, un poco abrumador comentarlo, pero yo busco también, como la selección natural, el mejor patrón y el más apto.

Recuerdo que una ocasión, cuando trabajaba en las noches contestando teléfonos, tuve mi mayor número de conocidos, de “amiguitos”. Me gustaría mencionar, que una vez, una, aclaro, pues en medio del ambiente de primavera y con unas copas encima, no medí la diferencia y casi, de recordarlo me muero de risa, me confundí y…ay, mis suspiros de pena, pues andaba errando de género, al despertar antes, afortunadamente, de amaneciera descubrí era una mujer.

No, en definitiva, nada como los hombres, me encantan más, me fascinan. Son tan especiales. Su tacto, su forma tan “emergente” en que demuestran su amor…no, no me vea con ojos de inquisidor. Recuerde, tengo una enfermedad.

Me viene cada mes, ya está por aproximarse. De hecho, no sé porque, al verlo, me siento como en casa. Los dos compartimos algo en común. El olor a sangre, la lujuria de la carne viva y medio muerta. La interminable visita de las personas, de buscarnos, de encontrarnos. Del dolor.

Se lo dije, soy una mujer especial. No, no haga gestos de asustado. No traigo cuchillos, no los necesito.

Vine porque requiero un buen dentista, mis colmillos están atrofiados. Es parte de mi enfermedad. Me brotan, me crecen, se excitan y salen.

Vengo, pues por la razón de que ayer, en la fiesta, tuve un pequeño accidente. Usted sabe, los juguetitos de adultos pueden ser peligrosos.

Me lastime horrible, me duele. Esta maldita enfermedad de convertirme en un ser salvaje... cada luna llena me lleva a probar siempre cosas diferentes.

Esta ocasión, me sobrepase. Mordí donde no debía…no necesito más explicaciones. ¿Verdad? Si, el acero se me clavó en mi encía y tengo una pequeña hemorragia.

No, no me importaría sino fuera porque precisamente debo comer…es fundamental como todo ser vivo alimentarse.

Así que si usted no dice nada de mi transformación y me ayuda a curarme esta pequeñita herida, yo no me lo comeré, por decirlo de una forma, en el sillón reclinable, ni intentaré morderlo. ¿Estamos? Somos seres civilizados.

No, no se atemorice…no tengo el menor intento de probarlo. A pesar de ser joven y vigoroso...

O acaso piensa lo contrario…

Los lobos somos seres solitarios. Y odiamos alguien nos descubra. No deseo sea el primero en hacerlo…Al contrario, debe sentirse orgulloso de conocer a un ser extraordinario como yo.

No tiemble… mis uñas acarician con cariño su cara para demostrarle confianza. Eso si, no intente nada extraño y comience a trabajar…Nada de agradecimientos por haberlo elegido.

¡Apúrese carajo! No se quede embelesado. No ve que pronto llegará la noche…y entonces, sólo entonces, soy peligrosa…

De reojo, Mariana con la sangre brotando de su boca, cerró los ojos.

A lo lejos, entrando la oscura noche…un aullido se escucho en el consultorio.


FIN

LAS CUCAS NO LLORAN
Datos del Relato
  • Categoría: Varios
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