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Las Aventuras del Picha Doblada 7

Es increible el nivel de corrupción y la decadencia de nuestros tiempos... a la edad de 19 años andaba en un descontrol total, me la pasaba tomando, iba a todas las fiestas posibles y andaba con cuanta chica se me atravesara. Tenía una gallada o grupo de amigos como todo joven de mi edad y bueno nos encontrabamos en una fiesta esa noche en un barrio a las afueras de la ciudad. El barrio estaba empezando y se notaba en que habían muchas casas en estado de construcción.

Esa noche noté que todos los chicos estaban acompañados y mi novia no me había acompañado, pero entre las chicas estaba Margareth, una jovén de 17 años, delgada, de ojos color miel, y una voz extremadamente sensual, sus piernas eran largas y bien formadas y era muy buena para conversar. Ya había tenido mis acercamientos con ella, pero no habíamos podido echar un polvo con todas las de la ley porque en las pocas oportunidades que habíamos tenido siempre nos interrumpían. En fin, esa noche todos los chicos estabamos bailando y tomando. Todos gozabamos de buena popularidad y nos destacabamos por nuestros aspectos. Recuerdo que me había dejado crecer el cabello y como lo tengo un poco ondulado, se me alborotaba mucho y para disimularlo ya que en la casa me la montaban lo había cortado a los lados y atrás de forma que al colocarme una gorra parecía que lo llevaba corto, mi padre me acababa de regalar unos tenis ultimo modelo y llevaba mi anillo de gradución de secundaria.

Noté que los chicos se desaparecían uno a uno y decían que iban a buscar un lugar donde tomar un refresco con sus chicas, era muy tarde y la verdad era que se estaban escondiendo en las casas a medio construir y que estaban sin vigilancia para hacer de la suyas con sus novias. Al ver esto decidí proponerle a Margareth hacer lo mismo, pero no encontramos lugar cercano. Caminamos varias cuadras y encontramos un lugar con unas bancas en madera y con poca luz, instintivamente me quité el anillo de graduación y lo introduje en mi bolsillo, empezamos a besarnos con fogosidad y escurrí mi mano por debajo de su falda. Introduje mi mano en su chochito y empecé a masajear su clitoris con mi dedo medio. Ella gemía y me besaba con más pasión. Ella bajó el cierre de mi pantalón y empezó a masturbarme en agradecimiento al placer que yo le estaba dando. No aguantaba más la excitación cuando decidí correr su tanguita a un lado y meterle mi verga en su chuchita calientita y mojadita, avida de una buena verga que la cogiera. Margareth, reaccionó y metió mi verga en el pantalón y subió el cierre. Se arregló la falda y me dijo que no quería que fuera así. Cuando intenté convenserla...

-Quietos ahi!!! Nojoda, quietos!!!

Mucha mala suerte!!! Eran cuatro sujetos armados con cuchillos, piedras y maderos. Me quitaron la gorra de beisbol que llevaba, mis zapatos nuevos y me pidieron el dinero. Afortunadamente, el efectivo siempre lo guardaba en un lugar escondido en la cartera y se las mostré al parecer vacía hacieno alusión que no llevaba nada más. A Margareth le quitaron una cadena de oro que llevaba y todos los anillos que le habían regalado por cada cumpleaños desde sus 13.

-Listo, compadre. Quedese sano y nos largamos!!!

Estabamos muertos de miedo y vimos como se alejaron corriendo y riendo con nuestras pertenencias. Como un loco, con el cabello alborotado y descalso nos fuimos hasta la carretera mas cercana y tomamos un taxi. Ella me explicó que estaba muy nerviosa y que no quería llegar a su casa en esas condiciones. En verdad yo no pensaba bien y a duras penas nos paró un taxi y nos fuimos hasta mi casa. Eran como la 1 de la madrugada y nos quedamos en la terraza de mi casa, mientrás ella se calmaba de la impresión que se acababa de llevar. Frente a mi casa hay un lugar donde hay arboles y escasa luz y a esa hora no pasa nadie por ahí.

-Ay, no papi... mira lo que están haciendo ellos. Vamos a entrar a tu casa!

Yo pensaba que era cosa de los nervios y que ella estaba alucinando, pero al girar la mirada noté que arrecostado a uno de los arboles estaba un tipo y una chica estaba agachada propinandole tremenda mamada de verga. Increible, pero cierto. Nunca había visto algo así en publico y procedí a entrar sin hacer ruido y nos quedamos en la sala de mi casa. Ya todos dormían y las habitaciones de encuentran es el segundo piso, luego era poco probable que se dieran cuenta que había llegado. Las luces estaban apagadas y nos asomamos por la ventana para ver el espectaculo de los extraños que estaban haciendo de las suyas en plena calle. Margareth parecía haber olvidado lo que nos había pasado y estaba concentrada en los eventos y me preguntaba que cómo se atrevían a hacer algo así y cosas por el estilo.

-Ya te sientes mejor, nena? Ha sido todo muy horrible cierto?

Y procedí a darle de besitos en la mejilla hasta alcanzar sus labios, ella correspondió al beso y sequé los caminos que las lagrimas que había derramado antes. Nos encontrabamos de pie comiendonos a besos y decidí intentar avanzar una vez más. Metí mi mano en su tanguita y ella no opuso ninguna resistencia, su chochito estaba empapado. Estaban las luces apagadas pero la luz de la luna se colaba por los ventanales y permitía ver suficiente. Su blusa era de tirantes y los bajé junto con su sujetador y pude apreciar sus senos redonditos y firme, paso seguido baje a chuparselos con avidéz e intercalaba las chupadas de sus deliciosos pechos con apasionados besos y caricias a su rajita por encima de su tanguita.Bajé aún más y metí mis manos bajo su falda y bajé su tanguita hasta el piso, ella levantó los pies para que pudiera quitarsela completamente. Me levanté y empecé a quitarme el pantalón. Lo bajé hasta mis tobillos y al levantarme ella agarró mi verga y empezó a masturbarme suavemente. Como un pingüino, di unos pocos pasos y tiré los cojines del sofá en el piso y ella procedió a acostarse sobre ellos.

-No puede bajar alguien, papi?

-No tranquila, todos duermen.

Me incliné y metí mi cabeza bajo su falda y le puse la punta de la lengua en su clitoris y la masajeé suave, pero rápidamente. Bajé mi lengua y empecé a chupar su chochito rico. Ella agarraba mis cabellos y dirigía los movimientos de mi cabeza a su gusto. Después de un rato de comer su chochito, subí y procedía a besar sus pechos y la cabeza de mi picha doblada golpeó la entrada de su rajita, la besé y deslicé la punta de mi mondá por su chuchita calientita y empapadita, a introduje lentamente y hacía movimientos de mete y saca, ligeros, pero tratando de meter un poco cada vez más. Ella empezó a corresponder a los movimientos y su vagina hacía contracciones impresionantes, tanto que sentía que estuviera apretando mi verga con su mano. Ella se estremecía y se movía con mucha excitación. Nos besabamos y chupaba sus pechos, cambiaba de ritmo en mis embestidas. La levanté en un abrazo y quedamos los dos sentados completamente acoplados en una clavada monumental, ella seguía moviendose sentada sobre mi y yo seguía llenadola con mi verga.

-Que rico, papi, que ricooo... no pares, nene, no pares...

Asi estuvimos un rato y la deje caer en los cojines y ella me besaba con pasión y seguía moviedose, pero más calmada. Era evidente que ya había alcanzado varios orgasmos y se tomaba con calma para el final. Me incline y abri sus piernas para poder penetrarla hasta el fondo y seguí cogiendola con un ritmo creciente, ella empezó a aumentar su respiración. Sentí nuevamente las constracciones de su chocho y era como si me ordeñara con fuerza, no pude contenerlo mas y llegamos al unisono en una gran explosión de sollozos y electrizantes espasmos. Seguía arremetiendo contra ella hasta ya perder las fuerzas y la llené completamente de leche. Nos repusimos y le llamé un taxi por telefono. Al pasar los dias ella me llamó para decirme que creía que estaba embarzada, pero afortunadamente solo fue un retraso por problemas hormonales. En verdad me asustó porque esa vez me descuidé y no nos protejimos para nada, después seguimos teniendo sexo seguro y muchas otras aventuras más, pero ya se las contaré en otra ocasión. Ahi nos leemos. Bye.

El Picha Doblada.

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Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
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