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LA INTIMIDAD DEL AMOR

LORNA... maravillosa.
Salgo de la ducha riéndome de mi pene parado y duro como el de un chico de 15 años. Bajo la ducha el calor del agua tibia corriendo por mi piel me había producido una erección fenomenal. Parado frente al espejo lo miro erecto y luego de perfil. Estoy fascinado con mi erección, me produce un enorme placer mirarlo y acariciarlo sabiendo que pronto estará en las profundidades donde habita el amor. Mientras camino hasta el dormitorio me voy secando en forma apresurada para que Lorna no empiece a reprocharme por ir a la cama mojado. Al entrar al cuarto me pongo mi bata preferida, fingiendo que no me doy cuenta que su mirada reflejaba una picara sonrisa. Con una canción en los labios, me siento al borde de la cama; elevo la cabecera para poder ver mejor la TV y es justo cuando pretendo por primera vez ver tu rostro apoyado sobre la almohada mirándome. Si, estas hermosa como siempre y con esa sonrisa encantadora que me invita a estrecharte entre mis brazos y comenzar el juego erótico, la iniciación, la antesala a la unión de nuestros cuerpos. Ocupas el centro de la cama acostada boca abajo esperando el ritual deseado. Comento como al pasar que jamás vi cuerpo mas hermoso, unas espaldas perfectas con los cabellos cayendo sobre ellas irradiando una sugestiva imagen erótica mientras palmeo tus glúteos. Se que escondes la cara en la almohada con una sonrisa de satisfacción. Levantas un poco la cola halagada pero ansiosa, sugiriéndome que me apresure. Me levanto y retorno nuevamente al cuarto de baño a buscar las cremas con esencias aromáticas.
Con los ojos cerrados y la cabeza sobre tus manos cruzadas comienzo a masajearte. Pronto el perfume impregna el ambiente y te entregas a la ensoñación dejándote ir, casi durmiendo. Pierdes la noción del tiempo, en un estado en que no estas ni dormida ni despierta.
Sientes mis manos amasando tus hombros y espalda, trabajando lentamente y relajando con precisión firme pero suave, tu cuerpo que adoro eliminando nudos y tensiones. Bajo hasta el final justo antes de tus nalgas. Se que esperas las caricias sobre ellas mas que un masaje, pero no las toco y te sorprendes porque nada de eso ocurre.
Me inclino hacia la mesa de luz y bajo las luces mientras Canon de Pachebel suena muy bajito. Te sobresaltas cuando notas que acaricio tus pies para lentamente comenzar a subir por tus piernas, masajeando suavemente. La relajación comienza a dar paso a un cosquilleo mientras mis manos suben por tus muslos, acercándose a tus nalgas. Abro un poco las piernas para masajear la parte interior de tus muslos. Gozas de la intención erótica de los masajes que estas recibiendo, tu reacción es dejar escapar unos gemidos de placer, de una leve excitación que va aumentando casi imperceptiblemente. Justo antes de llegar a tus nalgas, o a tus labios semiabiertos, retiro las manos masajeando los muslos. Dejas oír un ¡como te amor mi amor! Entre jadeos y suspiros. Después comienzo un sentido inverso hasta tus pies, gruñes una cierta insatisfacción. Ahora mis manos te masajean y acarician a la vez. Se que la sensación es deliciosa y aumenta aun mas con esta dualidad de masaje y caricia. Se como tu vagina empieza a lubricarse mientras las manos pasan por tu cuerpo acercándose a ella pero una vez mas me detengo. Comienzo nuevamente un masaje ahora un poco mas fuerte, relajante, es el turno de tus brazos y manos. La tensión sexual empieza a bajar.. pero nuevamente la despierta la cercanía de las manos a tu pubis depilado. Tu humedad retorna, las manos te recorren entera, en un masaje que es más una caricia, evitando tus pechos y pubis con deliberación. Tus pezones están endurecidos, pidiendo atención, pero esa atención no llega. Te estás mojando cada vez más, pero no hay atención alguna. No sabes si estar satisfecha o frustrada cuando esta parte termina. Mi boca comienza a lamer tus hombros, tu columna, tu espalda lentamente, con toda deliberación, besando y dejando una estela de saliva infinita y amorosamente. Tu cuerpo reacciona con una excitación incontrolable. Tu concha arde y los pechos se inflaman, pero mi lengua sigue, vértebra por vértebra, precisa, casi torturante hasta llegar adonde termina la espalda y tras lamer y mordisquear suavemente entre los glúteos me retiro.
Chupo uno por uno los dedos de tus pies, lamiendo la planta con suavidad, besando los tobillos y subiendo por tus piernas mientras tus muslos se abren esperando mi lengua que se hunde en su cavidad. Mis manos los abren y mi boca chupa hasta el comienzo de tus labios mayores para luego volver a retirarse. Un suspiró se te escapó del alma, mientras sentía en mi interior llenarse un vacío no sólo físico. Como si se tratase de un impulso eléctrico tu piel se iba erizando y mi sexo endurecido e hinchado deseaba tu sexo con un creciente cosquilleo. Estas mojada y excitadísima; tu clítoris pide atención ansiosamente hasta que bruscamente te das vuelta y quedas boca arriba con la mirada perdida entre mis ojos. Me veo reflejado en ellos y me estremezco al verlos humedecidos. Ahora si, mis lamidas enloquecedoras son todas para tus pezones y comienzan a extenderse hacia tus pechos, para bajar lentamente hasta la axila. Escucho tus jadeos por el calor y la succión de tus pechos como si estuvieras ahogándote mientras tus pezones uno por uno desaparecen en mi boca hasta que no cabe mas. Finalmente mordisqueo la parte interna de una de tus rodillas, y empiezo a subir imperceptiblemente por tu muslo, besando, lamiendo, avanzando y retrocediendo pero acercándome cada vez mas a tu vagina, que grita por atención, mientras tus manos aprietan los pechos en forma lenta y suave, saboreando la tortura de la aproximación a tu vagina. Finalmente mi lengua se acerca, tras haber chupado y succionado cada centímetro cuadrado posible antes de llegar. Aprieto un labio con mi boca y luego el otro en una división lenta y deliberada. Un labio interior por vez después de saborear los mayores... pretendo que la tensión aumente y sientas la necesidad del orgasmo, pero se que con este tipo de estímulos puede tardar horas en llegar. Crees sentir que me dirijo hacia la entrada de la vagina o el ano. Pero finalmente bajo hacia el ano, y empiezo a lamer con pasión y a recorrer los bordes de este, justamente cuando tus manos frenéticamente acarician tu clítoris masajeándolo con firmeza para terminar en un orgasmo que parece no terminar nunca. Mientras continuas acariciándote los pechos, tirando de tus pezones, tu vientre, tus labios vaginales. Nuevamente tu clítoris con furia hasta liberar otra vez su fuerza interior, y soltar la tensión acumulada, desencadenando intensas convulsiones que recorrían tu cuerpo por varios minutos sin que nada lo pudiera detener.
No sé cuanto tiempo pasó, pero sin darme cuenta sentí que podía tocar las estrellas. Miraba tu cara con esa expresión de placer que inundaba cada una de tus muecas y no pude contener las lágrimas, que resbalaban por mí rostro como gotas de lluvia, incapaz de retener un momento que se me escapaba de las manos. Me abracé a tu cuerpo cálido, a tu suave piel, mientras en mí aún permanecían las imágenes de cada partícula de tu cuerpo que había besado, chupado y lamido . Nos separamos lentamente, y nuestros labios se juntaron como dos imanes y de nuevo la pasión comenzó a desbordarse por mis labios, y empecé a cubrir tu piel centímetro a centímetro, bajando por tu cuello, por tus pechos, por tu vientre y cuando llegué abajo, tu vagina, mi adorada concha ya había comenzado a hincharse de nuevo. El deseo de que me pertenecieras se hacía más y más grande y te deseaba con desesperación. Pero de pronto sentí tu lengua que empezó a jugar con mi pene para atraparlo entre tus labios, sintiendo que en el interior de tu boca iba creciendo, mientras tus manos dibujaban caricias en mis huevos y hundías lentamente como tanto te gustaba y me gustaba, la punta de uno de tus dedos en mi culo. Podía saberlo sin mirarte, que inmediatamente después te subirías sobre mi, muy despacito como si me quedase atrapado en un eterno segundo introduciéndote en ese (para mucha gente) agujero prohibido, mientras tus pechos se apretaban contra mi cuerpo y tus cabellos se escondían en mi cara. Y era el principio de la venganza y del premio, a moverte encima mío mientras tus manos iban clavándose en mi espalda, al compás de un sube y baja con las bocas abiertas y el sudor de nuestros cuerpos que parecían inundar todo. Nuestros dos cuerpos llevaban el ritmo frenético de una canción que al llegar al final estalla, porque de repente todo mi interior se llenó del tiempo de nuestro amor, del recorrer de cada día, de nuestros sueños de nuestras ilusiones. De esa felicidad que solo se logra cuando se superan los obstáculos en una fuerza común. Era como si millones de mariposas nos recorrieran palmo a palmo. Me encantaba ver tu cara relajada que segundos antes soportaba la tensión de retener el placer que llegabas a sentir. Todo se borró de mi mente y sólo podía mirar tus ojos, escuchar tu aún agitada respiración y me dejé llevar por un ambiente abrumado por una pasión que me absorbía entre un torbellino de gemidos, de deseo, de sentidos y de sexo; sintiendo el calor de nuestras lagrimas que una vez mas llegaban a un paraíso de paz.
Mi alma llegara hasta tu lecho,
En un sueño creíble en mi memoria
y estaré junto a ti para amarte
toda una noche de suspiros y gemidos,
hasta dejarte extenuada, llena de mi amor,
de mis caricias y mis besos
y llorare de emoción al sentirte solamente mía.
25 de septiembre de 2003
Datos del Relato
  • Categoría: Varios
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
poeta loco
invitado-poeta loco 04-10-2003 00:00:00

Solo porno vulgar viene este burro a excretar si fuera original alguna vez pero tristes plagios ya ves si tan buen escritor es deberia escribir en otro genero tan solo una pequeña vez y asi dejarme callado el hocico por que no le creo a este tipo

MINERVA
invitado-MINERVA 01-10-2003 00:00:00

¡BRAVO MATEO¡ Gracias por compartir tu alma en estos cuentos, que cada vez son los mejores de todo el busca cuentos. ese lirismo tuyo me fascina...

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