~~Cuando terminé la Universidad, conseguí un buen trabajo en el corporativo de una gran empresa de mi ciudad. Entré como publicista en su área de comunicación y tenía casi dos años desempeñándome en ese puesto.
Desde que entré, todavía no me había podido hacer de un coche, por lo que me trasladaba de mi casa a la oficina (y viceversa) en bus. Todas las mañanas caminaba un par de bloques hasta la avenida donde pasaba el bus que me llevaría a mi trabajo.
En un par de ocasiones me tocó coincidir con un par de chicas que vivían por el rumbo, y las cuales identifiqué plenamente como secretarias de la empresa en la que laboraba, por el característico uniforme que las hacen portar.
Como no nos conocíamos, no me acerqué a ellas y esto pasó en varias ocasiones. Un día, mi jefe me pidió que bajara al primer piso a chequear el pago de derechos por la creación de un logotipo, esto se tenía que ver con el departamento legal, del cual una de estas dos chicas era la secretaria.
Bajé por el elevador y me dirigí con ella, su nombre, Elizabeth (Betty para hacerlo breve) una chica de 20 años, con un cuerpo muy delgado, de piel blanca, con una cabellera negra rizada que le bajaba por la espalda y un rostro de muñeca. esto y sus nalgas duras y paradas eran los mejores atributos de la pequeña.
Total, que finalmente conocí a esta chica, pude charlar con ella y me retiré para ver el asunto con uno de sus jefes.
Pasaron los días y nuevamente coincidimos en el bus, pero ahora ya había confianza y pude entablar charla con ella y su amiga, Claudia. Como para ese entonces mi padre ya me había dicho que tan pronto como comprara su auto nuevo me daría la pick up que usaba, yo en plan de buen amigo les dije a las chicas que tan pronto como tuviera mi auto les ofrecería llevarlas a la oficina.
De esto pasaron un par de meses, escasamente volvimos a coincidir en el bus y no había tenido necesidad de bajar con ella por algún asunto, así que la cosa se enfrió.
Finalmente tuve mi pick up, y como ya había pasado tiempo me olvidé de mi promesa y empecé a ir al trabajo en mi nuevo medio de transporte. Un día, fui a mandar un fax a la máquina que se encontraba en medio de las oficinas, para que todos pudieran usarla. Al llegar me encontré con Betty, a la cual tenía mucho rato de no ver, y nos pusimos a charlar.
Recordando en ese momento mi promesa le dije que ya tenía auto y que cuando quisiera un ride con gusto la llevaría. Pasaron otro par de días y una noche, cuando ya casi era hora de salir, me llamó a mi extensión. Me pidió que le diera un aventón a ella y su amiga y acepté con gusto.
Después de esta ocasión, comencé a recogerlas en la mañana y dejarlas en la tarde en el mismo lugar en donde esperabamos el bus, ya que ellas de ahí aún tenían que tomar otra ruta para ir a sus casas.
Después de unos meses, en los que nuestra amistad ya era más sólida, noté que Betty empezó a interesarse mucho en mi, me llamaba únicamente para charlar, a veces me visitaba en mi oficina sin ningún motivo, y cosas por el estilo.
Una tarde me pidió que le diera un ride a una tienda de departamentos (sólo a ella) y la acompañé. Estuvimos un par de horas ahí y nos la pasamos muy bien. ella y yo congeniábamos de maravilla. Después de esa ocasión, salimos un par de veces más. para esto, Claudia su amiga, ya me había dicho que Betty estaba enamorada de mi.
En fin, para no hacer largo el cuento, después de una salida a cenar, le declaré mi amor y le pedí que fuera mi novia. ella aceptó. Las cosas aquí se volvieron raras, porque ella me llamaba a la casa y prefería que yo no la llamara a ella. En escasas ocasiones me dejó que la llevara hasta su casa. los fines de semana de repente me decía que no podía salir, y cosas por el estilo.
Vaya, uno está acostumbrado a que al momento de hacerte novio de una chica, ella te invite a que conozcas a su familia y seas recibido en su hogar. Pero con ella esto no pasaba, además, teníamos más de un mes de novios y no le había dado ni un beso.
Llegó diciembre. un par de amigos y yo teníamos ya reservado un viaje a una playa de mi país, para pasar el fin de año de parranda. A Betty esto la hizo disgustarse muchísimo, ya que era muy celosa. Pero de cualquier forma, aunado al hecho de que nuestra relación era demasiado irregular, no había poder humano que me hiciera cambiar de planes.
Llegó Navidad, nos vimos en la oficina, ya que trabajamos medio día el 24 y no pasó nada interesante. Yo comenzaba mis vacaciones a partir del 25 y le dije que le traería un regalo de allá. Ella molesta, me deseó suerte.
Las vacaciones fueron excelsas, alcohol, playa, sexo. no me puedo quejar. Cuando regresé a la oficina y me encontré con ella para darle su regalo, me mandó a volar.
Así es, dio por terminada la relación, carajo! Ni siquiera le había robado un beso a la perra y ya me daba avión. De cualquier forma le entregué su regalo, le dije que tuviera mucha suerte y me olvidé de ella. Al paso de los días y gracias a que en el ambiente de las secretarias los chismes corren como reguero de pólvora, me enteré de que Betty tenía como 4 años con un novio y que éste finalmente le acababa de pedir la mano.
Imagínense mi rabia, resultó que todo este tiempo que estuvo saliendo conmigo ella estaba ya en una relación con otro tipo. Me sentí triste, decepcionado, iracundo, sorprendido. Ya para estas alturas la odiaba francamente y a toda costa evitaba cualquier contacto con ella.
Pasaron los días y comenzó a llamarme a la oficina, como en mi lugar había un compañero, le pedí que siempre contestara él el teléfono. Cuando era ella, el le decía que yo no estaba en mi lugar. Lo mismo pasaba en mi casa. mi hermano y mi madre me ayudaron en ese aspecto. Llegó el cumpleaños de ella y todos mis compañeros la acompañaron a una comida, yo no asistí.
Un sábado estaba sólo en casa y sonó el teléfono, era ella. Finalmente decidí tomarle la llamada, me pidió que nos viéramos. Yo le dije que nos veríamos en el lugar donde tomábamos el bus. Saqué mi camioneta y me dirigí ahí. A los pocos minutos llegó ella. Me pidió que fuéramos a otro lugar. Como yo en ese momento la alucinaba, le dije que iríamos a mi casa, que a fin de cuentas no había nadie. Ella aceptó. Metí mi pesado vehículo a la cochera. Los vidrios ahumados de la camioneta nos daban privacidad extra, así que arranqué tomando yo la palabra.
Mira Betty, no se porqué me has estado llamando, no he querido hablar contigo porque ya supe que te vas a casar, ya se que te pidieron en matrimonio, y lo peor de todo es que en el tiempo que 'dizque' fuimos novios tu ya tenías novio. Yo no soy ningún pendejo para ser tratado de esa manera. Si yo te pedí que fueras mi novia es porque te quería bien. Jugaste conmigo y eso no se vale.
Betty sólo bajaba la vista con cara triste. Finalmente, después de todo mi speech me pidió perdón con lágrimas en los ojos, que estaba muy arrepentida por lo que había hecho y que quería que siguiéramos siendo amigos, porque ella me apreciaba mucho.
Como yo ya había descargado mi cólera, le dije que sí aceptaba que fuéramos amigos. En eso, ella me reprochó que no la hubiese felicitado en su cumpleaños, que eso le podía mucho.
Bueno Betty, estaba enojado contigo y por eso no te felicité, pero si quieres te felicito ahora.
Ella abrió los brazos para que la abrazara, yo francamente pensaba abrazarla y besarle la mejilla, como se estila entre amigos, pero. . cuando la abracé, ella se prendió de mis labios y me dio un largo y profundo beso. Yo me quedé petrificado. honestamente no me lo esperaba! Ella pegada como rémora no dejaba de besarme mientras me abrazaba con fuerza. Yo seguí el juego y seguí besándola.
Muchacha con novio, pedida en matrimonio, me está besando. que diablos! Vamos a ver. pensé mientras seguíamos intensamente besándonos. Como no tenía nada que perder, y francamente, si una chica que se va a casar se besa con otro es porque de plano es muy puta, así que deslicé mis manos hacia abajo para agarrarle las nalgas, las cuales estaban enfundadas en unos pantalones de tela brillosa para correr. Ella se estremeció al sentir mis manos en sus glúteos pero no respingó. Después de estrujarle las nalgas por encima procedí a meter mis manos por dentro de sus bragas. Ella se separó de mi y abrazándome fuertemente me pidió que no lo hiciera.
No mi amor, no hagas eso.
No digas que no, si eso es lo que quieres chiquita. le dije mientras que sin mucho problema pasé mis dedos por debajo de la tela para acariciar la suave piel de su culo. Betty se estremeció y siguió besándome. Estuve por minutos sobando, estrujando, palpando ese par de nalgas. Recordando que no había nadie en casa, le dije que fuéramos a mi habitación. Ella se negó, le dije que si quería que nuestra amistad siguiera, me tenía que acompañar. la calmé diciéndole que en mi casa no llegaría nadie por lo menos en 4 horas. Esto la tranquilizó y decidió bajarse para seguirme. Rápidamente entramos a mi casa, caminamos por el pasillo a mi habitación y cerré las cortinas para quedarnos a media luz, Ella estaba parada al lado de mi cama, expectante. Yo regresé y la abracé, comenzamos a besarla y esta vez, después de volver a pasarle las manos por las nalgas, tomé los pantalones con todo y bragas y los bajé hasta sus rodillas.
Betty exhaló en señal de sorpresa, trató de detener mis brazos en la acción pero ya era demasiado tarde, sus blancas piernas delgadas pero bien torneadas y su sexo, cubierto por un triángulo velludo de negros vellos, estaban totalmente al descubierto. Ella trató de taparse el sexo con la mano pero yo se la quité, para obligarla a abrazarme. Ella obedeció mientras mis manos jugueteaban con su culo, estrujando sus ricas nalgas. Empecé a besarle el cuello y aprovechando que se estaba perdiendo en la emoción, tomé su blusa de la parte de abajo para jalarla por encima de la cabeza. Sus pecho pequeños pero ricos, cubiertos por un bra de encaje quedaron al descubierto. Ella apretó los brazos para impedir que le quitara la blusa.
Déjame, Betty, te quiero ver sin ropa.
No por favor, no lo hagas.
Vamos, yo se que te va a gustar todo lo que te haga, déjame.
Esto ya parecía un ritual en el que primero se oponía pero finalmente accedía, después de la blusa siguió el bra y finalmente la tenía con su lindo y pecoso pecho al desnudo. Me incliné para mamar uno de sus pequeños y erguidos pezones, mientras que con mi mano jugaba con su pubis. Ella ya estaba totalmente perdida, a mi merced. La acosté en mi cama y le quité el pantalón que estaba enlazado a sus tobillos, con todo y bragas. Ahora sólo tenía puestas un par de calcetas. Rápidamente me desnudé y le acrequé la verga al rostro.
Agarrala
Ay, me da pena.
No seas tímida, seguro a tu novio ya se la has agarrado también.
Esto la hizo obedecer. Tomó mi verga en la mano y la comenzó a pajear, de una manera medio inexperta.
Chúpala.
No! Eso no.
Si me quieres, me la tienes que chupar.
Betty sacó la lengua y empezó a deslizarla por el glande, se notaba que no era experta en eso de las mamadas. Me agarré la verga y empecé a empujarla en su boca, ella la abrió y la recibió, con una cara de sorpresa. Yo le follaba la boca y me la sacaba, para deslizarle el glande por los labios. Tenía el control de la situación, esta cabrona estaba a mi merced y le estaba haciendo pagar caro por lo que me había hecho. Betty atinaba a darle besos, le indicaba que me besara las bolas también y ella obedecía, nuevamente le empujaba la verga para que se la comiera y volvía a obedecer. Noté que no era algo que le agradara mucho, así que decidí dejarlo por la paz.
Me acosté a un lado de ella y comencé a acariciarla al mismo tiempo que le besaba los pechos. Ella volvió a sentirse a gusto con lo que le hacía. Con mi mano le abrí las piernas y comencé a acariciar su sexo. La flaca se retorcía bajo mi mano y decidí que era hora de comerle el coño. Me posicioné entre sus piernas y me hundí en su vagina, Ella exhaló sorprendida al sentir mi lengua que se hundía en su cueva, mientras que con las manos me tomaba de los cabellos.
Con los dedos separé los pliegues para dejar a la vista su clit. Con mi lengua empecé a juguetear con él mientras que Betty jadeaba ardiente por el tratamiento. Le metí un dedo en el hoyo y empezó a gemir más fuerte. Comencé a follarle con mi dedo mientras con la lengua me la comía y ella estaba en el mismísimo cielo. . Se retorcía y se agarraba de los cabellos gritando mientras ejecutaba mi labor. Así seguí por largos minutos hasta que ya no aguanté más.
Trepé por su menudo cuerpo hasta quedar frente a frente, le besé y ella hizo un gesto de sorpresa al saborear su sexo en mis labios.
Estas bien rica Betty, te la voy a meter.
Despacio, por favor, me va a doler.
Empecé a frotar la cabeza contra su chocha, a pesar de que ese sexo de seguro ya había comido verga, se sentía muy estrecha, poco a poco empecé a bombearle el trozo, con lamentos gozosos por parte de la flaca, quien me abrazaba y cerraba fuertemente los ojos en lo que parecía un rictus de dolor. Finalmente la tuvo toda adentro y estaba como enajenada, lágrimas comenzaron a salir de sus ojos al sentirse totalmente empalada. Yo sólo atinaba a verla a la cara, extasiado por estar invadiendo un chocho tan estrecho.
Lentamente comencé a sacarla de nuevo, acompañado de su respiración sumamente agitada y su cara de dolor. Cuando la cabeza casi se asomaba de su guarida volví a meterla toda, ahora con un poco más de velocidad. Los lamentos seguían, francamente Betty gritaba como esas tías que ve uno en las películas porno, un gemido doloroso que suena hasta cierto punto exagerado. Comencé a hacer ritmo, metiendo y sacando y todo ese tiempo la pobre flaca gemía y sufría al ser taladrada por mi durísimo mástil.
Empecé a chuparle las tetas mientras le follaba, ella me abrazaba fuertemente y seguía con sus lamentos. El sudor empezaba a coronar nuestros cuerpos y yo me sentía a mil por hora. En esta posición de misionero le estaba dando batería pero ahora quería que me montara. Me salí de su sexo y la hice que se levantara, mientras le besaba me acosté boca arriba y le indiqué que se sentara en mi duro fierro. Ella me montó y tomando la verga con la mano se la acomodó en su húmeda raja, para después empezar a sentarse muy lentamente, entre sollozos y quejidos, hasta que finalmente sus nalgas quedaron sobre mi pelvis.
Así se quedó por instantes, como no sabiendo que hacer. Yo le tomé de la cintura y empecé a menearla de atrás hacia adelante, y ella, entendiendo la órden, comenzó con el meneo. realmente estaba poniéndome muy cachondo porque la verdad Betty gritaba como una vil puta calenturienta, sus ojos seguían fuertemente cerrados. y aunque su cara mostraba una cosa, la cantidad de jugos que emanaban de su chocha decían que lo estaba gozando como loca.
Siguió meneándose ya con más ritmo, hasta que después de tanto zangoloteo, ocurrió algo que para mí es rarísimo que me pase. nos corrimos casi al mismo tiempo. Betty de repente se quedó paralizada y empezó a sacudirse con el orgasmo y tan absorta estaba en eso cuando yo empecé a disparar mi carga de leche dentro de su vagina. Yo quedé petrificado, disfrutando como mis ultimas gotas se perdían en aquel sexo estrecho. Betty finalmente se tumbó encima de mi, cansada, con su sexo adolorido y relleno de crema, con el movimiento mi pene salió de su chocha y cayó a un lado, completamente embadurnado de nuestros líquidos.
Betty se tiró a un lado mío, sumamente cansada. Yo estaba feliz por todo lo que había pasado, y aunque estaba cansado, todavía quería más. Le dije que no podía irse así a su casa, que estaba hecha un batido, y la invité a que nos ducháramos, ella al principio no quería pero finalmente aceptó. Nos metimos al baño y ella sacó de su bolso unos hincaibles para sujetarse la cabellera, ya que no quería que se le mojara. Ya en la regadera comenzamos a besarnos otra vez. El agua ya estaba bastante caliente y nosotros estábamos hechos uno solo bajo ella. MIs manos recorrían todo su cuerpo. Saqué el jabón y la enjaboné toda, prestando atención especial a su culo, sus tetas y por supuesto, a su chocha. Ella obedientemente me lavó el pecho y me dio un lavado especial a mi miembro y bolas. Ya para ese momento me encontraba nuevamente en guardia, así que la puse de espaldas a mí, la hice que se inclinara hacia adelante y le volví a clavar la verga. Tuve un poco más de dificultad porque ya se había resecado un poco su sexo, pero los embates que ahora si, también me dolieron a mi, finalmente lograron que su sexo se lubricara nuevamente.
Betty se agarró de las llaves de la regadera, lloriqueando nuevamente mientras que le follaba en esta excitante posición. Yo le tomaba de su breve cintura, usándola como funda para mi chile. Esta vez me importó nada hacer que llegara a otro orgasmo, ya que después de bombearle ferozmente por unos minutos me saqué la verga para disparar mi segunda descarga contra los azulejos del baño.
Después de esto, salimos de la regadera. ya había pasado mucho tiempo y era hora de que Betty llegara a su casa. Así que nos vestimos, salimos de mi hogar. Subimos a mi camioneta y nos despedimos en la parada del bus. ya que tenía que regresar a casita, donde la esperaba su prometido.
Próximamente les contaré la vez que Betty y yo lo hicimos en la camioneta, después de salir de la oficina.