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Categoría: Confesiones

ALGO INESPERADO PERO DELICIOSO

"Sali a hacer unas compras con mi marido, pero me tuve que regresar sola y casualmente me encontre a Alejandro quien me pretendìa desde antes de casarme y... vean lo que sucedió."

Soy una mujer de provincia, una ama de casa común y corriente, nada especial. Las personas de provincia que lean este relato, sabrán que en muchos pueblos y regiones rurales de mi país y en algunas otras partes del mundo, el casarse virgen, es casi un requisito para la mujer; ese fue mi caso; me case virgen con un hombre codiciado por muchas de mis amigas y mi esposo á resultado ser un buen marido al que quiero mucho. El único detalle es que desde el principio ha sido celoso; en algunas ocasiones, llego a hacerme algunas escenitas de celos sin motivo que me avergonzaron, Y es por eso que esto que les platico fue una enorme sorpresa para mi y que marco un parte aguas en mi vida matrimonia

 

Aunque nunca me cuide, durante los primeros 5 años de casada no quede embarazada. Es muy común en mi pueblo tener el primer hijo al año de casados y eso esperaba yo, pero pasaba el tiempo y nada, asi que deje de pensar en eso, aunque la gente nos criticaba por no tener hijos.

Teníamos 3 años de casados cuando nos mudamos a un pueblo un poco mas grande que mi pueblo de origen, esto por motivos de trabajo de mi esposo. Cerca de dos años después el perdió ese trabajo y estaba en busca de otro.

Era una tarde de viernes y estábamos mi esposo yo en casa viendo televisión, algo aburridos. Entonces el comento que fuéramos a comprar alguna bebida para tomárnosla juntos, ya que se sentia un poco inquieto por estar sin trabajo. Yo casi no tomo y el muy poco, pero esa ves se le antojó, tal vez tambien por el aburrimiento. Salimos y de paso el aprovecho para pasar a visitar a una persona que le había hablado de un trabajo. Pero cuando íbamos en camino pasamos por los portales de la plaza principal del pueblo y, en uno de los locales vi parado en la puerta de un taller de reparación de relojes a un sujeto que hacía muchos años me había pretendido allá en mi pueblo. De hecho, desde que era una chiquilla de 14 años este hombre me pretendía. Era un hombre mayor que yo como por unos 12 o 13 años. Nunca fue de mi agrado ni me simpatizó y por esa razón nunca le hice el menor caso, pero él me perseguía con insistencia; por falta de trabajo se fue del pueblo y deje de verlo, hasta esa tarde. Se nos quedó mirando con mucha fijeza mientras pasábamos a cierta distancia de él, y tuve el temor de que mi marido lo notara, aunque el no lo conocía, pero al ver la forma en que me miraba podría haberse molestado; pero no paso nada.

Cuando llegamos al domicilio que mi esposo buscaba, resulta que aún no llegaba la persona que iba a buscar. Le dijeron que como en una hora llegaba y decidió esperarlo. Para esto me pidió que mejor me regresara a casa y que el se iba enseguida y de paso compraria lo que hibamos a beber. Me regresé a casa, pero el problema es que tenía que pasar otra ves cerca de donde estaba el taller de Alejandro, el sujeto que me perseguía y para mi desgracia, allí seguía en la puerta y, aunque trate de pasar lo mas lejos posible y evitar que me viera, alcanzo a verme y me siguió. Yo me sentí muy incomoda y trate de ser cortante para que se alejara de mi, pero siguió insistente reclamándome el no haberle dado siquiera una oportunidad y de haber sido capaz de casarme con solo unos meses de conocer al que es mi esposo, siendo que el me había buscado durante años, etc. Para acortar camino y evitar que siguiera a mi lado, me cruce por el atrio del templo de San Agustín, para que ya se alejara, pero como cruzamos por un lugar en penumbra, me detuvo y siguió insistiendo en que le permitiera al meno ser mi amigo. Lo note como si hubiera estado tomando, por el aroma y porque estaba muy terco. Así que trate de llevármelo por la buena y le dije que si, que podía saludarme al pasar y que en cualquier otra ocasión podríamos conversar un poco como amigos. Esto para que ya se retirara. En eso estaba, cuando veo a mi esposo entrar al atrio del templo de prisa, ya que acostumbrábamos cruzar por ahí para acortar camino. El venía con el fin de alcanzarme, pues lo citaron para el día siguiente a las 8 am. Salió de repente como a unos 10 metros de nosotros de forma inesperada y al mirarnos se detuvo de golpe sorprendido.

---¿Que sucede?-- pregunto extrañado. Lo único que se me ocurrió para evitar un posible problema fue decirle: --¡mira, es Alejandro, un amigo de la infancia! Me lo encontré casualmente ahorita que venía--- Hola, mucho gusto --dijo Alejandro de inmediato entendiendo la razón de mi argumento-- Mi esposo le da la mano desconfiado y se saludan y se presentan ambos. Alejandro tenía mucha facilidad de palabra y supo envolver pronto a mi esposo evitando "un mal entendido". Siguió diciéndole como en broma: --"de hecho, le estaba reclamando a tu esposa que no fueron capaces de invitarme a la boda. ¿Cuanto llevan ya de casados?" --Tenemos casi cinco años-- dijo mi esposo algo desconfiado aún --aunque fue algo sencillo, casi familiar y en realidad no pudimos invitar a la mayoría de nuestras amistades y además yo no te conocía.-- “A tu esposa la conozco desde que era una niña—dijo Alejandro--, se puede decir que somos amigos de toda la vida. Y ahora que te conozco también a ti, espero un día me permitan invitarlos a comer o a tomar algo ya que no pude acompañarlos cuando se casaron”. ¡Vaya, que casualidad! –dijo mi esposo cayendo redondito en la jugada de Alejandro, porque le dijo: --“Presisamente ahorita íbamos con el fin de comprar una bebida con el fin de tomárnosla viendo una película en casa u oyendo música. Ando sin trabajo y me siento algo "apachurrado". "¡Pues que excelente oportunidad! ¡permítanme invitárles yo esa bebida! claro, si ustedes quieren y me permiten acompañarlos; que sea por el gusto de vernos y conocerte a ti”.-- dijo Alejandro muy expontáneo. –“¿Como ves?” --me pregunta mi esposo-- "tu sabrás"-- fue todo lo que yo le dije, tratando de parecer normal. Y es que Alejandro no me simpatizaba en absoluto, me era desagradable y sabia muy bien sus intenciones, pero no me atrevi a decir que no por temor a la reacción de mi esposo. Y el ingenuamente le dijo: --"esta bien, pero nos la tomamos en casa, porque ando falto de dinero" "No hay problema --dice Alejandro—“yo compro todo si me lo permiten, vamos" --Compro un brandi para nosotros y una botella de tequila para el y nos fuimos a casa. Nuestra casa era muy sencilla. Un simple departamentito que consistía en una cocinita a la entrada junto con su comedor, un cuarto bastante grande que hacía las veces de sala y recamara a la vez y un patiecito de servicio con el bañito y eso era todo. Así que al entrar yo me senté en el borde de la cama por el lado de los pies, mi esposo acerco la mesita de centro, el sillón individual de la sala para Alejandro y una silla para él. Pusimos las bebidas en la mesita y Alejandro nos sirvió y se sirvió él y empezamos a platicar y nos tomamos tres copas mientras conversábamos trivialidades durante una media hora. Debo confesar que Alejandro tenía mucha facilidad de palabra y era envolvente en su conversación y rápido se gano a mi esposo, platicando con el y casi ignorándome deliberadamente a mi; creo que lo hizo para confiar a mi esposo, cosa que logro sin duda; asi que a los pocos minutos ya conversaban como viejos amigos. Platicaron de deportes de trabajo y de muchas otras cosas durante casi una hora y en cierto momento, cuando ya los efectos de las primeras copas eran visibles, Alejandro pregunto si nos gustaban los juegos de mesa, señalando un mazo de naipes que estaba a la vista en una repisa. Mi esposo comento: “A veces jugamos al conquiam con mi esposa, pero siempre me gana” “Bueno, yo no soy muy malo para el conquiam–dijo Alejandro—, ¿Qué les parece si jugamos?” --Yo ya estaba bastante alegre por las tres copas, asi que le dije muy valerosa:-- “si quieres que te desplume, vamos a jugar”. “A mi no me ganas” --contesto Alejandro retador—“Si te gano” –le respondi desafiante—“pues yo creo que no me ganas, y te lo puedo demostrar” –volvió a decir Alejandro mas retador aún. “A ver, demuéstramelo” –dije yo cayendo en su trampa. “¿Cuál va a ser la apuesta? –volvió a decir Alejandro—“Nosotros solo jugamos para pasar el rato. –intervino mi esposo conciliador—“Pero es un buen pasatiempo” –dijo nuevamente Alejandro—“¿Qué les parece si jugamos con apuestas simbólicas para no dañar el bolsillo?” “¿Cómo qué?” –pregunte yo añadiendo– “con mi esposo a veces apostamos la ropa y siempre lo dejo encuerado ja ja ja”. –lo dije muy orgullosa, para presumir que soy buena para ese juego. Y mi esposo lo ratificó diciendo: --“Si, de diez juegos me gana ocho”. –Alejandro responde muy emocionado—“¡Eso es excelente!” Yo no me considero tan malo para el conquiam y acepto el reto”.---aunque en ningun momento lo retamos—“Vamos a jugar y apostamos la ropa”. —siguió diciendo--“Nunca dije que quisiera apostar la ropa”--le dije yo sorprendida-- “pero lo dijo tu esposo”, --respondio Alejandro sin dejarme terminar, aunque no era verdad, mi esposo en ningun momento lo dijo—“y me parece excelente, es emocionante y divertido, ¡muchos matrimonios lo juegan y entre tres o cuatro personas es mucho mas divertido aún!. Ahorita estamos tres, les aseguro que nos divertiremos bastante. ¿Qué te parece Alberto?” –le pregunta Alejandro a mi esposo—“No se,.. –dijo mi esposo titubeante, y Alejandro añade de inmediato sin dejarnos pensar—“no se van a arrepentir, es bien divertido, no es algo de lo que haya que asustarse, además somos adultos ¿o no? Y por otra parte, es casi seguro que tu esposa nos gane, los que vamos a hacer el ridículo somos tu y yo”. “Pues si, --vuelve a decir mi esposo muy indeciso—a mi siempre me gana”. “Pues a mi lo dudo” --añade retador Alejandro, y yo. ya muy mareada por la bebida, me defiendo diciendo—“No asegures nada, que si te puedo ganar”. “No me ganas” –me reta Alejandro” “si te gano” –vuelvo a responder y sigo cayendo en su juego—“Demuestramelo pues” -- dice finalmente—“Bueno, vamos a jugar”. –acepté sin consultar a mi esposo. “¡Hecho!” –dijo Alejandro entusiasmado tomando las cartas de la repisa-- ¿estás de acuerdo Alberto”? –le pregunta a mi esposo—“No se...es que eso de apostar la ropa como que no me agrada por mi esposa" --titubea aún él—y luego yo siempre pierdo y voy a hacer el ridículo” “No es cosa del otro mundo, no tengas temor y ademas somos adultos y personas maduras y con criterio. Es mas, permítenos jugar un mano a mano" --añadió Alejandro—solo para demostrarle a tu esposa que no a todos les puede ganar, ¿como ves?”. “ja ja ja ja” –me rio yo burlándome—“mira, que te voy a ganar y te voy a quitar esa risita” –me dice retador Alejandro y yo me vuelvo a reir burlándome—“mira como tiemblo ja ja ja ja” “¿Me dejas quitarle esa risa?” –pregunta Alejandro a mi esposo tambien riendose. Y mi esposo cayo en la trampa y dice—“esta bien, jueguen, pero yo solo los veo”—Para esto ya las copas estaban haciendo su efecto y yo me sentía muy eufórica y alegre, muy segura de mi y nunca pensé en las consecuencias. Mi esposo, como tampoco estaba habituado a la bebida, también manifestaba ya mucho los efectos pues había bebido mas que yo y creo que nunca pensó tampoco en las consecuencias y solo se dejó llevar por la euforia del momento, pues la situación se veía muy divertida y relajada.

Asi que establecimos “las reglas del juego”. Híbamos a jugar mano a mano Alejandro y yo, mi esposo es el que iba a barajar y lanzar las cartas, pero viendo la hora o tal ves arrepintiéndose mi esposo, dijo:-- “Solo que el conquiam es muy largo y ya es tarde y yo mañana tengo una cita a las 8 am, ¿Qué les parece si lo dejamos para después?”. “¿Por que mejor no cambiamos de juego para mas rápido?" –dice Alejandro—"podemos jugar a la carta mayor, tu nos tiras una carta a cada uno y la menor pierde, y asi rápido terminamos. ¿Cómo ven?” --Antes de que respondiéramos nos sirve nuevamente otro trago y sigue hablando para no dejarnos pensar y sigue desafiándome. Total, que seguimos cayendo en su jugada y aceptamos. Y aún añade:-- “Les propongo lo siguiente para que sea mas divertido. Que les parece si el primero que pierda todo, que seguramente seré yo, que siga jugando y si vuelve a perder que se le imponga un castigo, esto para hacerlo mas divertido aún. ¿Cómo ven?” “¿Qué castigos?” – le pregunte—“Pueden ser secretos, --añade Alejandro—podemos escribir dos cada uno en un papelito y los ponemos en un vaso y el que pierda lo toma añ azar y se le aplica el castigo que venga en dicho papelito”. “De acuerdo” –agregue yo ya sin meditar. “Pero explicame mas sobre esos castigos” --Alejandro añade-- “Cosas divertidas, algunas travesuras, incluso hasta algo eróticos ¿no creen? Total, somos adultos los tres y estamos en confianza. ¿Qué te parece?” --Le pregunta a mi esposo nuevamente—“A lo mejor te puedo vengar de las veces que te ha desnudado ¿no crees? ja ja ja”. --Mi esposo ya estaba evidentemente tomado y finalmente estuvo de acuerdo. Así que escribimos dos “castigos” cada uno en pequeños papelitos. Dos mi esposo, dos yo y dos Alejandro. Yo puse algo muy simple como unos pases de baile sexy por parte del perdedor y en el otro puse" darle un besito al vencedor; y dude en este ultimo creyendo que me excedía. No supe que escribio mi esposo ni alejandro, hasta que me toco pagar un castigo escrito por cada uno de ellos, ya les platicaré. Añadimos seis papelitos en blanco, que si los sacaba el que iba a ser castigado haría que se le perdonara el castigo. El acuerdo era que cuando uno de los dos perdiera todo, se jugaría hasta que se sacaran seis de los papelitos. Si salían castigos se aplicarían, pero si salía uno en blanco se perdonaría el castigo. Pero sacando seis papelitos se terminaría el juego aún y cuando el otro no perdiera todo, ese fue el acuerdo. Antes de iniciar y por iniciativa de Alejandro “sellamos el pacto” comprometiéndonos formalmente a no dar marcha atrás y, como adultos que somos, nos comprometimos a respetar y cumplir lo pactado,-- “no somos niños, sino adultos de palabra. ¿verdad?” --dice Alejandro-- “claro que si”. –respondimos los dos muy formales—

Empezamos el juego. Mi esposo baraja las cartas, yo las corto y nos lanza una a cada uno tapada. Yo destapo la mía, enseguida Alejandro abre la suya y resulta ser menor su carta. ¡pierde! –“Ja ja ja ja”. --Me burlo de él muy segura de mi. El se quita el saco y paga su apuesta. Viene la siguiente carta y pierde nuevamente. Sigo riéndome de él, ya principalmente por el efecto de las copas que traía encima. Ahora se quita los zapatos y paga su apuesta. Nunca me puse a pensar en que yo tenia desventaja, pues Alejandro traía siete prendas encima y yo solo cuatro, no estábamos parejos. Esto lo noté ya demasiado tarde. Tira mi esposo las cartas y ahora pierdo yo. Me lamento y reniego en plan de broma, pero pago quitándome los zapatos. Llegan las siguientes cartas y pierde Alejandro. Se quita la camisa y me vuelvo a burlar; en las siguientes pierdo yo y, ¡llego el momento de la verdad! Yo nunca me había desnudado ante ningun otro hombre que no fuera mi esposo, es mas, ni siquiera ante el ginecólogo, porque nunca me había atendido antes. Yo traía solo el vestido, el brasier, mi pantaleta y los zapatos que ya me había quitado. Ahora solo me quedaba sacarme el vestido y Alejandro me presiona diciendo:-- “bueno, pues a pagar señora”. –Yo volteo a ver a mi esposo dudando y como buscando su ayuda. Lo vi pálido, con aspecto de angustia y con el rostro desencajado. Y me dice titubenate también:-- “ese fue el trato” –Asi que me di valor y me saque el vestido por arriba y de inmediato cruce los brazos en mi seno y me hice ovillo cubriendo mi cuerpo muy apenada al sentirme desnuda, pero como note que Alejandro apenas me prestaba un poco de atención, y casi sin mirarme platicaba con mi esposo, cobre confianza poco a poco. Para esto Alejandro hizo una pausa y se puso a hablar con mi esposo de otro tema y nos sirvió otro trago a los dos y nos conto algunas anécdotas divertidas y cosas triviales durante algunos minutos, todo esto deliberadamente, ahora lo entiendo, el caso es que se me paso el rato de turbación y ya estaba frente a ellos como antes, sin mostrar pena alguna, olvidando que solo estaba en ropa interior.

Después de la pausa, lanza mi esposo las siguientes cartas y vuelvo a perder. “¡no puede ser! Me estan haciendo trampa!” --les grité haciendo berrinche, ahora si asustada y, muy nerviosa—“Nadie te hace trampa, solo que esas cartas salieron” –contesta mi esposo bastante perturbado y como disculpandose—“¡No puede ser!” –sigo renegando, pero ya desabrochándome el brasiér. Ahora si Alejandro me miraba con fijeza—“¡no me mires así!” –le dije turbada—“¡Solo me aseguro de que pagues la apuesta, tu dijiste que me ganabas” –dijo burlesco—“¡pues te voy a ganar!” –le digo aún desafiante cubriendome los senos con los brasos—“¡pues vamos a ver! ¡y no vale taparse! --dice Alejandro-- si no, ¿cual es el chiste? ¿verdad Alberto?". --Miro a mi esposo quien solo agacha la mirada aprobando lo dicho por Alejandro; asi que apenada quité los brasos de mis senos y los dejo al aire. Alejandro ahora si, con mirada lujuriosa dice-- "¡Que vengan las otras cartas!” –Lanzó mi esposo las cartas y pierde Alejandro. Ya estaba yo bastante ebria y me burle otra ves ves de él de manera exagerada, porque, Alejandro se saca el pantalón y, al momento de quitárselo, se le sale su miembro por la abertura delantera de la trúza y mas me burlo de él. El, fingiendo pena, trata de guardarlo dentro de la truza, pero como lo tenía bien parado no se quedaba dentro. Me dice riendose—“mira pues como me tienes, por eso no se quiere esconder” –y lo sacude frente a mi presumiendome. Y la verdad, tenia razón para presumir. No es que yo no supiera lo que es un pene, pero la verdad era deseable lo que veía. Un miembro de regular tamaño, y su forma y color me agradaron. Un poco mas grande que el de mi esposo, color canela, grueso y muy cabezón. Se veía apetecible y de verdad me gusto lo que vi—“Dejalo pues afuera, el tambien quiere ver el juego” --le dije divertida, ya bastante eufórica y olvidandome de todo pudor—“Aún no me has ganado, asi que no tienes derecho a verlo” –me contesta tambien muy divertido Alejandro. Ya no miré a mi esposo y no se cual haya sido su sentir, pero como no pudo guardarselo dentro de la truza, Alejandro lo dejo fuera y yo trataba de apartar la mirada pero no podía y Alejandro lo notó. Mi esposo tira las siguientes cartas y pierdo. Vuelvo a hacer otro berrinche ahora si muy desesperada y Alejandro me exige que pague. Miro a mi esposo ahora si buscando ayuda preocupada, pero el solo agacha la mirada. Asi que, con mucha pena me saque la pantaleta tratando de ocultan mi entrepierna cubriéndome con los brazos encogida sobre el borde de la cama. Alejandro no perdía detalle ya sin disimular y me exige que no me cubra—“¿acaso viste que yo me este tapando? Al contrario, debes dar una vueltita en medio de los dos. ¿O no Alberto?” --le pregunta a mi esposo. Yo miro a mi esposo, pero el casi no levantaba el rostro, asi que solo me senté normal, sentía el rostro caliente y seguramente estaba muy ruborizada y deje de cubrirme. Mi esposo tira las cartas y pierdo otra ves. Me voy a saltar todo lo que renegué para abreviar y les dire que, como ya no tenia prendas que perder, saque el papelito del castigo. ¡Salio en blanco!—“La suerte no me ha dejado” –les dije muy efusiva. Vienen las siguientes cartas y pierde Alejandro. Se saca la truza, quedando ahora solo en camiseta y calcetines—“Ahora si tienes derecho a ver” –me dice blandiendo frente a mi su miembro bien parado. Yo lo miro atragantándome y agachando la mirada apenada. Hasta este momento oí hablar a mi esposo quien dijo evidentemente molesto—“Ya, vamos a darnos prisa para terminar ¿si?” –Tira las cartas y vuelvo a perder; ya sin renegar, y con algo de temor por la reacción de mi esposo, saque el papelito y resulto uno que escribió ¡precisamente él, mi esposo! según me dijo después él, lo hizo pensando en ridiculizar a Alejandro, porque desde un principio noto su morbo y deseo de mirarme desnuda y él quiso “castigarlo" dejándolo verme solo un poco confiando en mi habilidad en el conquiam, y creyendo que lo mas que podria ocurrir es que quedara yo en ropa interior, y penso en dejar que Alejandro viera un poco de lo que nunca iba a ser para él. Incluso me confeso que sintió cierta tentacion morbosa y deseos de "presumirme", cosa que nunca habia sentido antes y por eso acepto el "jueguito". El caso es que el castigo me toco a mí; tenia que voltearme de espaldas a ellos, y sobre mis rodillas y manos, inclinarme de frente hasta levantar un lapiz con la boca. Tuve que hacerlo sobre el borde de la cama y, ¿se imaginan el espectáculo que les mostré? ¡Inclinada hasta levantar el lapiz sobre el colchon con la boca! ¡Quedé con el trasero elevado mostrandoles todo! Cuando me coloque bien ya de frente tenía el rostro enrojecido y muy calientes las mejillas. La mirada de Alejandro decía muy claro lo que pensaba y sentía. ¡me devoraba con la mirada! Ahora no disimulaba nada su morbosidad, ya también bastante tomado, pues el había estado tomando antes que nosotros.

Miré con temor a mi esposo, pero el seguía sin mirarme de frente. Tiró las siguientes cartas y pierdo yo otra vez. Saco el papelito y esta en blanco: Suspire aliviada. Vienen las cartas y pierde Alejandro. Saca el papel y resulta ser uno escrito por mi. Uno, según yo, atrevido y erótico. "Darle un beso al ganador". El otro que escribí era muy sano, pero no salió: “dar unos pases de baile exótico”. —“Ni modo” –dice Alejandro—“tengo que pagar” –En ningún momento me fije y creo que tampoco mi esposo, en que Alejandro aún traía prendas que perder ¿Por qué tenía que pagar castigo? Esa fue una colmillada de él que le dio buen resultado. Se acerca, me toma del rostro y yo solo cierro los ojos. Me da un beso, pero no un beso cualquiera. Yo senti que me estaba devorando, así que me le solté asustada buscando de inmediato la reacción de mi esposo con temor. Ahora me preocupe mucho, porque le vi una actitud de enojo, pero cuando volteé a verlo cambió la mirada a otro sitio. Alejandro nos vuelve a servir vino, nos pide brindar y pide las siguientes cartas muy alegre. Llegan las cartas, pierdo y sale en blanco. ¡respiro aliviada! Vienen las otras, pierde Alejandro, saca el papel y es un castigo escrito por él con mucha intención: “¡darle una mamada al vencedor durante 20 segundos!” Un castigo muy ventajoso para él, porque, si pierdo yo el beneficiado es él, y si pierde él, el resultado es el mismo. Yo estaba muy asustada y preocupada a pesar de la embriaguez. Mi esposo ya no me miraba. Alejandro se acerca y dice—“con tu permiso, tengo que pagar” –Yo no sabía que hacer, pero ante el silencio de mi esposo no ver una negativa en él, y al ver que no intervenía, di por sentado que estaba de acuerdo y me quise recostar resignada, pero Alejandro me dice—“mejor como te acomodaste hace un momento” –y me acomoda sobre mis rodillas y manos, se coloca a mis espaldas, me abre el trasero con sus manos; Al sentir que me tocaba yo contengo la respiración muy angustiada y siento su lengua invadir mi vagina. No pude evitar un profundo gemido—“¡HHHHUUUMMM!” –Trate de contenerme pero no pude, pues la sensación era muy intensa y siempre he sido muy ruidosa en la intimidad. Ademas, ¡era el primer hombre que me tocaba ese sitio aparte de mi esposo! ¡Y EN SU PRESENCIA! La adrenalina era mucha como para no sentir una emoción muy intensa y perdí el control de mi misma, me deje llevar por lo que estaba sintiendo y aparte de gemir expresé lo que sentíacon gemidos y palabras—“¡HHHMM, HHHMMM, ASI, ASI, ASI, SI, SI QUE RICO, SI, SI AAHHH, SI, NO PARES SII, SII, ASII!” –De pronto dejo mi vagina y yo, creyendo que ya se habia terminado, dije sin pensar—“¡Noo, no pares, noo!” –pero lo que el hizo fue cambiar el lugar de su atención y dejando mi vagina, se centro en mi oyito trasero y, empezo a darle lengua provocandome una sensacion desconocida por mi hasta ese momento, practicamente estaba metiendo su lengua en mi oyito que no hizo mucha resistencia. El “castigo era por 20 segundos”, pero ya llevaba 5 minutos o mas y yo me olvide de todo y solo me pude concentrar en lo que estaba sintiendo. Dejó mi oyito trasero y volvió a mi vagina trabajando habilmente con su lengua. Debo decirles que yo no soy una mujer que alcance el orgasmo con facilidad. Con mi esposo siempre he tenido que acoplarme a sus movimientos y concentrarme para alcanzar un orgasmo en cada sesion; pero en esta ocasión, y a pesar de la posición incomoda en que estaba, senti que se me venía solito y estaba a punto de estallar en un orgasmo cuando Alejandro me solto. Inconcientemente dije:-- "No, no pares, sigue sigue" --Alejandro solo dijo-- "Aqui voy, aqui voy" -- Pero lo que senti no fue su lengua, sino su miembro. Lo puso a mi entrada y casi de un solo empujón me lo dejo ir. Yo solo gemi.-- "¡AAAAHHHH, AAAH, AAHH!" --Inicio un mete y saca suave y lento. Me pregunta:-- "¿te gusta así?" --Le contesto sintiendome como entre nubes:-- " ¡Ssiii, pero, mas, mas rapido si duro, duro. Si, asi asi!" -- el arrecia las embestidas, y casi al momento siento que se me viene un orgasmo intenso. Senti que todo se me oscurecía y estallé viendo luces de colores y casi me desvanecí; Alejandro sigue con sus embestidas fuertes. Siento como su pelvis golpetea en mis nalgas haciendo: clap, clap, clap, hasta que lo siento ponerse rigido y apretando con fueza su pelvis contra mi trasero se viene dentro de mi; resoplando se derrumba sobre mi espalda y con el peso de el encima, me deje caer sobre mi costado izquierdo con Alejandro abrazado a mi espalda y sin sacarmelo, asi permanecimos varios minutos, 5 o 10, no lo se. Yo me empece a sentir muy relajada y todo se me estaba oscureciendo y creo que me hubiera quedado dormida si no es que de pronto recorde la situacion en que estabamos. Quise separarme de el y levantarme, pero Alejandro me sujeta y me dice:-- "espera" --como aún no lo sacaba, solo empezó a moverse y siento que su miembro vuelve a crecer dentro de mi. ¡Fue una sensación muy rica! y a medida que le fue creciendo, ¡Fue una sensación maravillosa! ¡sentir como crecía en mi interior! el fue arreciando los movimientos y no tarde en volver a explotar en otro orgasmo mientras el bombeaba con fuerza y se venia también en mi interior un par de minutos despues. Otra ves volvi a desvanecerme y solo reaccione cuando Alejandro se separo de mi y senti que lo sacaba ya flojito. Aún en ese momento, fue una sensacion muy placentera, al sentirlo ya flojito saliendo de mi vagina, eso fue lo que me hizo reaccionar y al enderezarme volvi a la realidad y miro a mi esposo como a dos metros de nosotros, sentado con su vaso en la mano y jugueteando con las cartas. Senti que algo me oprimia el pecho y me invadio una fuerte sensaciòn de angustia al darme cuenta de lo que había hecho. No supe que decir ni podia hablar. Fue Alejandro, quien poniendose su truza, se sento al lado de mi esposo y sirviendose un vaso y otro para mi nos invita a bridar diciendo:-- “¡por este gran momento que me han hecho pasar!” "¡No saben cuanto les agradezco el que me hayan elegido para esta nueva experiencia! ¡De verdad: Gracias!” –y agrega dirigiendose a mi esposo—“Te felicito Alberto, tienes una esposa muy linda y muy especial, ¡sinceramente te envidio! Sin embargo, me disculpo porque nunca hablamos de llegar hasta este final y me tome la libertad de hacerlo sin antes haber hablado de ello, pero, creo que tambien entraba contemplado en los planes de ustedes ¿no es así?” “No habiamos hablado con mi esposa de eso” –contesto mi esposo dolido—“pero ya ocurrio y no tiene remedio, asi que ya no tiene caso que se hable de eso”. “Pues les repito que estoy muy agradecido”. –siguio diciendo Alejandro—“En mi tienen un amigo incondicional y discreto. Y aquí estare el dia que ustedes deseen volver a invitarme, porque espero y les ruego que no sea primera y ultima ves”. “Ya platicare con mi esposa de eso y te lo haremos saber” –le contesto mi esposo muy serio. Alejandro se vistio se dispuso a retirarse, lo acompañamos hasta la puerta y yo hiba como entre nubes por la bebida y el impacto emocional de lo ocurrido. Ya en la puerta de la casa Alejandro se despide muy efusivo de mi esposo y dirigiendose a mi se despide con un ligero besito en los labios acariciandome los senos con ambas manos, porque, para esto, por mi perturbacion emocional ni siquiera me había dado cuenta de que seguia totalmente desnuda y en esas condiciones los acompañe hasta la puerta. Afortunadamente a esa hora de la madrugada todo estaba solo. Alejandro me dice cariñoso:-- “¡eres una amor y me hiciste muy feliz! En otra ocasión te enseñare como puedes disfrutar mas de esta cosita hermosa” –me dice palpando mi entrepierna y se retira. Es entonces cuando mi esposo me dice—“Al menos pudiste ponerte una bata para salir ¿no lo crees?” –fue entonces cuando se puede decir que "desperté" y me di cuenta de como andaba. Me senti muy apenada y me disculpe con el. Tambien me di cuenta de que ni siquiera me habia secado mi vagina y estaba empapada de los fluidos de Alejandro y los mios. Le dije temblorosa a mi esposo—“¿Qué hicimos? ¿Cómo fuimos capaces?” “ ¿Hicimos o hiciste? Ya hablaremos de eso. Vamos a dormir” –dijo mi esposo muy serio. El caso es que no hablamos hasta como dos semanas despues y con muchas evasivas de su parte. El me consideraba culpable por haber permitido que Alejandro llegara hasta el final y el se sentia culpable a la ves por no haberlo impedido. Pero dice que se sintio de momento confundido, no supo como reaccionar, porque sentia mucho orgullo de mi al ver el deseo en Alejandro y cuando vio lo que este empezó a hacer ya era tarde para impedirlo y esperaba que yo lo detuviera, cosa que no ocurrio; eso le provoco enojo hacia mi y sentimiento de culpa a la ves en el. Sus reclamos, creo yo, solo eran una forma de eludir su culpa. El caso es que siguio evitando el hablar abiertamente del asunto y dijo que mejor lo olvidaramos. No quiso volver a invitar a Alejandro a pesar de que paso a visitarnos algunas veces y solo conversamos muy superficialmente los tres evadiendo lo ocurrido. Pero Alejandro me busco despues a solas y me convencio de vernos en secreto, cosa que hicimos en varias ocasiones y honestamente les dire que me hizo gozar como loca. Con mi esposo siempre alcance el orgasmo, pero tenia que acoplarme a el y concentrarme mucho para lograrlo; muy diferente con Alejandro con quien de manera expontanea me hizo alcanzar multiples orgasmos sin ningun esfuezo en todas las ocasiones en que nos vimos. Con mi esposo sin embargo, las cosas ya nunca fueron igual. Lo ocurrido al parecer abrió un abismo entre los dos. Hubo desconfianza de su parte y falta de comunicación abierta. Despues de lo ocurrido tardo mas de dos semanas en tocarme y cuando lo hizo ya no fue lo mismo. Senti que su forma de tocarme era como si me viera sucia y tarde bastante tiempo en alcanzar un orgasmo con el. He hecho todo mi esfuerzo por recuperar su confianza pero el no pone mucho de su parte, y es que lo ocurrido como que a el lo a apagado, y en cambio en mi a despertado algo que antes no conocía o no no me daba cuenta que había en mi: ¡Las ganas de vivir! ¡El deso de nuevas experiencias y de disfrutar de mi sexualidad mas ampliamente! Pero no puedo hablar de esto con mi esposo. Es por eso que escribo esto con dos propositos: Uno, el de compartir algo erótico con los lectores y otro, buscando el consejo, sobre todo de mujeres que puedan entender mi situación. ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo puedo lograr que mi esposo digiera lo sucedido y se habra conmigo? Yo se que algo hay en él, alguna fantasia oculta o algo sintio aunque no lo quiera reconocer, de lo contrario no hubiera ni siquiera permitido que aquello iniciara. A Alejandro deje de verlo cuando me di cuenta de que estaba embarazada y siempre me quedó la duda sobre el padre biologico de mi hija. ¿seria mi esposo o seria Alejandro? Nunca lo he querido saber. Ojalá y los lectores tengan algo que aconsejarme pues tengo ganas de vivir cosas como esas y que mejor que fuera al lado de mi esposo. Pero si el nunca se abre, creo que lo haré sola. ¿debo hacerlo a espaldas de mi esposo? O ¿Cómo puedo lograr que se abra y acepte vivir nuestra sexualidad mas abiertamente? 

 

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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