Hola me llamo Alex y me gustaría contar la experiencia con la cual disfruté una tarde calurosa del mes de Julio.
Trabajaba en una gran empresa y allí tenía como compañera a Inés, no estábamos en la misma oficina, pero sí en el mismo departamento, de ahí que todos los días nos viéramos y tratáramos asuntos comunes. Inés era una preciosidad de mujer, tenía treinta y cinco años, era la típica rubia con unos ojos preciosos, de piel clara, guapa y con un cuerpazo en el cual destacaban sus pechos, eran de un tamaño intermedio pero firmes y redondos, con unos pezones pequeños y turgentes. Tenía además un buen culo, ni grande ni pequeño, pero se le veía duro, trabajado en el gimnasio. No era de esas mujeres creídas, que se pavonean sabiendo que están muy buenas y quieren llamar la atención continuamente, al contrario, era una mujer de lo más discreta.
Inés y yo compartíamos aparte de oficina, gimnasio. Solíamos ir todos los días después del trabajo, por la tarde/noche íbamos un rato para tonificar, mantenernos en forma y relajarnos un poco. La mayoría de las veces hacíamos las mismas actividades, se puede decir que teníamos los mismos gustos en cuanto a deporte. Lo cierto es que el rato que estábamos juntos en el gimnasio era el mejor del día. Nos lo pasábamos muy bien, nos contábamos los cotilleos de la oficina, hablábamos de todo y cada día confiábamos más el uno en el otro. Se puede decir que nos fuimos haciendo cada día más amigos.
Los dos estábamos solteros y sin pareja, cosa que por parte de ella me extrañaba, puesto que, como ya he comentado anteriormente Inés era un bombón. Para mí era una amiga y compañera, aunque sinceramente, el verla todos los días tanto en el trabajo como en el gimnasio, sobre todo en este último lugar, hacía despertar en mí el instinto sexual masculino. Verla vestida con culotes de licra, top ajustados, pantalones cortos de deporte, etc… y luego con el bañador para irnos a la sauna, se fue convirtiendo en un suplicio para mí.
Inés era mi amiga y con la confianza que teníamos se fue convirtiendo en mi obsesión, soñaba a todas las horas con ella, siempre quería verla el primero, necesitaba tenerla cerca de mí, quería poder admirar ese cuerpazo , estaba pendiente de la ropa que traía puesta, me imaginaba a Inés en su casa preparándose para venir al trabajo, como se pondría esa ropa interior tan sexy, la cual pude admirar a través de mis miradas furtivas, procuraba que no se diera cuenta , pero, siempre estaba pendiente de sus movimientos, por si podía ver su sujetador a través de los botones de su blusa, o bien, ver su braguita cuando se agachaba a recoger algún papel que se le había caído. Era realmente atractiva y el hecho de que ella no se diera importancia por lo buena que estaba, la hacía más apetecible si cabe.
Una de esas tardes en el gimnasio, haciendo bicicleta estática, me comentó que la apetecería ir a tomar el sol al pantano que había cerca de donde vivíamos, que pensaba decírselo a otras dos compañeras, Laura y Cecilia, para no ir sola y así buscar un sitio apartado para tomar el sol en topless. El hecho de comentármelo hizo que mi mente se pusiera a funcionar y a imaginar escenas realmente eróticas. Iré describiendo a las dos compañeras de Inés para que os hagáis una idea, de la clase de mujeres que iban a protagonizar mis sueños y por qué no, mi sueño hecho realidad.
Laura era la más alta de las tres, era delgada, morena y tenía un cuerpazo, culo pequeño y respingón y unas tetas no demasiado grandes, pero bien puestas, era la más seria y aunque no era excesivamente guapa, sí que era atractiva, tenía un imán para atraer la atención de los hombres. El hecho de que fuera jefa de un departamento y que tuviera autoridad sobre un montón de gente hacía que fuese una mujer respetada. Alguna vez la había visto haciendo deporte y he de decir que era un pedazo de mujer, con un cuerpo atlético y trabajado.
Cecilia trabajaba en otra sección, pero era muy amiga de Laura, eran distintas tanto en el trato como en el físico, era más simpática que Laura, más accesible y extrovertida. Era guapa de cara, rubia, en ella resaltaban sus labios carnosos y su sonrisa siempre perenne. Tenía las tetas más grandes que Laura e Inés y un culo bien formado también, tamaño intermedio, se notaba que hacía deporte, ya que, en conjunto tenía un cuerpo bien proporcionado.
Esa semana empecé a poner en marcha un plan para poder disfrutar de la compañía de esas tres mujeres impresionantes y quién sabe si de algo más……….. Yo desde luego estaba deseándolo.
Le comenté a Inés que esa próxima semana iba a hacer muy buen tiempo y que sería ideal para ir al pantano, que yo conocía un buen lugar, tranquilo, alejado de las vistas, con una pequeña playa de arena, ideal para darse un baño si el calor apretaba. No le dije nada de sus amigas, solamente le dejé caer que si quería podía llevarla.
-Inés, esta semana no tengo nada que hacer por las tardes, si quieres te llevo a conocer el pantano…conozco un buen sitio, tranquilo y lejos de las miradas indiscretas, le comenté yo-
-Ey, estaría bien, ya tengo ganas de ir a conocer sitios nuevos y de paso unificar tono, si tardo mucho voy a presentarme en pleno verano, más blanca que la leche, - dijo Inés-
- Lo único es que me gustaría decírselo a un par de amigas…., llevamos tiempo queriendo ir y me parece feo no decírselo, - dijo ella.
- Vale, lo entiendo, - contesté yo- , lo que pasa es que no sé si querrán que vaya yo, igual queréis estar solas, contándoos vuestras cosas, no quiero estorbar.
- Tú, no estorbas, de todas formas se lo preguntaré, por si no quieren. – dijo Inés.
- En mi defensa diré que os llevo en mi coche y me encargo de la merienda, ya me dirás a ver que dicen, - dije sinceramente.
Inés llamó más tarde a sus amigas y quedó para tomar un café en una terraza.
Cecilia y Laura habían llegado puntuales a la cita y se sentaron en la terraza a disfrutar de un coctel, Inés llegó casi a la vez:
Continuara.........