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Categoría: Maduras

El Pueblo II

Yo la obedecí y me fui a la terraza con los platos, los cubiertos y los vasos. Ella entró detrás de mí con la cena y una botella de vino.



- ¿Hoy cenamos con vino? – la pregunté yo



- Si. Hoy es un día especial para los dos y me apetece beber un vasito – me dijo sonriéndome – y tu si quieres uno también, pero no te acostumbres ¿eh?



Nunca había visto a Julia beber otra cosa que no fuera agua y yo tampoco había probado nunca el vino así que si, era una noche especial. Nos sirvió un vaso a cada uno y brindamos.



- Por nosotros, tu madre y tu hermana que lo estarán pasando de pena las pobres tan lejos



- Por ellas y por nosotros que estamos por una vez sin que nadie llame a preguntar si necesitamos algo, ¡Jajaja! – dije yo riendo.



- Si, es verdad que son un poco pesados. A mi me gusta que se preocupen por nosotros pero tampoco hace falta pasarse ni estar todo el rato llamando, pero que le vamos a hacer, mejor eso a que nadie nos hiciese caso…



- Pues si, llevas razón – dije yo.



Cenamos mientras hablábamos de las cosas que tendríamos que hacer a la mañana siguiente. Al terminar me levanté a llevar las cosas al friegaplatos y Julia bebía de su vaso el vino que le quedaba.



Los dos estábamos algo tocados por el vino de la cena y yo me fui golpeando con todo lo que me encontraba. Julia riéndose de mi me miraba como hacía peripecias para que no se me cayeran los platos al suelo.



- Déjalos allí y mañana los friego más tranquilamente.



- Vale pero puedo hacerlo yo ahora – la contesté.



- No, déjalo. Mañana, mañana. Vamos a acabar con la botella y mañana me acerco a la bodega a por mas – me dijo sirviendo los últimos vasos.



Nos volvimos a sentar y seguimos bebiendo, brindando por todo y riéndonos por efecto del vino.



- Creo que me ha picado algo en la teta – me dijo mirándose el pecho izquierdo levantándolo - ¿Puedes mirarme tu si tengo algo? – me preguntó.



- Claro, a ver si tienes algo – y me acerque a mirar. Con un dedo le toqué lo que parecía un granito al lado del pezón.



- Yo creo que es un granito sin más, no parece una picadura.



- Muchas gracias mi niño – y se acercó a mi dándome un beso en la cabeza acercando su pecho contra mi cara aplastándome con su teta.



- ¡Que me aplastas! – la dije yo riéndome.



- ¡Ay perdona mi niño! – Y volvió a apretarme mi cabeza con sus manos contra sus tetas - ¡jajaja!



- ¡Ay! ¡ay! ¡ay! – decía yo que disimuladamente mordisqueaba y con mi lengua rozaba su pezón. Cuando pude librarme de Julia volví a mesa a sentarme de nuevo en la silla cuando la dije a Julia:



- Voy a por la toalla y nos tumbamos mirando al cielo, ¿te apetece?



- Mmm… pues si, venga tráela – me dijo ella con su perpetua sonrisa.



Traje la toalla a la terraza y nos tumbamos uno al lado del otro mirando al cielo. Yo me giré hacia ella mientras apoyaba mi brazo en su tripa y mi mano en su cadera. Julia me acariciaba el brazo y me miraba.



- Me he pasado con el vino – me dijo mientras se llevaba la mano a la cabeza como si se la estuviese sujetando - ¡Ay que melopea llevo! – se quejaba



- Y yo también. Me da vueltas todo – la dije yo poniendo mi cabeza encima de su tripa.



- Tengo que bajar abajo a cerrar la verja y regar. Que al final no lo hemos hecho y se nos van a secar los tomates – me dijo mirándome mientras me levantaba – vente a ayudarme que tal y como estoy no sé si voy a ser capaz



- ¿Ahora? ¿No podemos hacerlo mañana? – la dije esperando que aceptase hacerlo al día siguiente.



- Anda vamos que no tardamos nada y ahora volvemos otra vez aquí perezoso – y me dio un beso en la mejilla.



Bajamos escaleras abajo, salimos al huerto y me puse a regar los tomates mientras ella echaba la cancela de la verja. Cuando volvió no la esperaba, se puso al lado mía y yo me asusté mojándola entera con la manguera, parecía que se había metido en la ducha con la ropa.



- ¡Mira como me has puesto! ¡Te vas a enterar! – me dijo mientras me quitaba la manguera mojándome entero y comenzamos a mojarnos corriendo el uno detrás del otro por la finca. En un rincón me esperaba ella escondida pero no me esperaba llegar por detrás abrazándola y mojándonos los dos con la manguera puesta en nuestras cabezas. Mi polla comenzó a levantarse y se hundía en su culo. Julia no decía nada y entre forcejeos nos rozábamos pegándonos por sujetar el chorro de agua encima del otro. En un momento Julia metió su mano entre los dos rozándose con mi polla que se abultaba debajo del pijama para hacerme cosquillas. Yo metí mi mano entre su pantalón y su tripa dejándola justo por encima de su coño. La apretaba contra mí entre juegos y ella me clavaba su culo. En cuanto pude me separé de ella para no abusar y no delatarme. Salí corriendo delante de ella que me dio caza con la manguera en la mano. Me empotró contra la pared y se colocó delante de mí con sus piernas abiertas dejando que mi bulto se rozase contra su entrepierna:



- ¡Ahora verás! – me decía riéndose maléficamente metiendo su mano tirando de la goma del pijama y metió la manguera. Yo sentía el agua correr por mi polla mientras esta se clavaba en ella y como mojaba su entrepierna también.



- ¡jajaja! ¡Y ahora que? ¡Venga listo haz algo! -  me decía mientras movía su cadera, como acomodándose mi polla aprisionandola con sus piernas



- ¡Está muy fría! ¡Está muy fría! – dije yo y Julia se separó y me dijo:



- Así no vuelves a meterte conmigo, ¡jajaja! Venga anda, dame un abrazo y hacemos las paces – y soltó la manguera dejandola caer al suelo. Cuando mas tranquilo estaba y parecía que se había calmado, metió su mano agarrando tirando del pijama para abajo. Yo me caí y con las piernas levantadas me quitó el mismo dejándome desnudo.



- ¡Píllame! ¡Píllame! – me decía ella alejándose de mi.



- ¡Verás tu como te pille! – la dije yo comenzando a correr.



Rápidamente la alcancé abalanzándome sobre ella cayéndonos al suelo. La dí la vuelta quedándome sobre ella que con sus piernas me bordeaba apretándome el culo mientras volvíamos a pelearnos. Fui directo a su cuello mordiéndolo suavemente, jugando. Yo me dí cuenta que cada que la mordía ella me apretaba y me acercaba con sus piernas volviéndome a soltar. Así una y otra vez mientras mi polla se frotaba contra ella donde la pillase. Unas veces hacia su culo y otras hacia su tripa paseándose por su coño.



Sin querer oímos como su camiseta se rasgaba por un lado por culpa de haberse quedado enganchada con algo. Nos quedamos mirándonos y riendo.  En un descuido con mi mano la terminé de romper dejándola con las tetas al aire colgando hacia los lados.



- ¡Jajaja! – me reía yo y hundí mi cabeza en su tripa haciéndola una pedorreta.



- ¡No no no! ¡Eso no por favor! – Decía Julia entre carcajadas – ¡Cualquier cosa menos esa!



Cuando yo creí que ya era suficiente, me levanté de encima de ella mientras cogía aire. La tendí mis manos para ayudarla a levantarla. Se agarró a ellas y tiré hacia mi levantándola del suelo. Cuando estuvo casi de pie solté una mano y con la misma tire de su pantalón hacia abajo con bragas y todo.



- ¡Ahora te toca quedarte como estoy yo! – la dije volviéndola a tirar al suelo empujándola con mi brazo. Como pude se los logré quitar y me fui huyendo. Julia salió detrás de mí hasta que me tiré al suelo agotado y ella se me echó encima.



- ¡Te pillé! Ahora no te escapas - y se colocó de rodillas encima mio mientras se abanicaba con la mano. Mi polla estaba entre sus nalgas palpitando y yo sentía como ella las apretaba atrapándomela. Agarró cada una de mis manos y las colocó por encima de mi cabeza quedando sus tetas colgando en mi cara.



- Ahora te vas a enterar - me dijo mientras empezó a mover su pecho de un lado a otro y sus tetas golpeaban mi cara. Yo cuando podía mordía o sacaba la lengua para poder chuparlas, pero no quería que se diese cuenta de ello así que disimuladamente levantaba mi cabeza o la giraba huyendo de sus golpes. Intentaba levantar mi cadera para poder sentir algo más pero ella me lo impedía hasta que en una de esas veces se dejó descaradamente. Yo la dije que necesitaba acomodarme un poco mejor en el suelo y aproveché para colocarla mas cerca de su coño. Julia se echó encima mía mordiéndome donde podía y moviendo su culo logró apoyarse mi polla encima de su coño, Julia me abrazó con todas sus fuerzas dejándome casi sin aire mientras sentía como mi polla la rozaba. Levanto su cara me miró y me dijo:



- Tregua, ¿vale? Vamos para arriba,



- Vamos pero necesito que te quites de encima si quieres que vayamos.



- Vale, pero antes dame otro abrazo para sellar la tregua.



- Vale.



La abracé y ella dejó caer todo su peso sobre mi todo aplastando sus tetas contra mi pecho. Me dio un beso en la comisura de los labios y empezó a levantarse sintiendo como mi polla se rozaba por su coño hasta que se quedó tendida sobre mi barriga. Me levantó y nos fuimos de la mano. Yo a mitad de camino la solté y la abracé por detrás quedando mi polla por debajo de su culo. Ella se abrió una nalga con la mano logrando que se metiera y me apretujé a ella con mi mano sobándola las tetas.



- Tengo que hacer pis – la dije parándola.



- Yo también, ¿Estamos sincronizados o que?



Yo me puse allí mismo, me giré sobre mi mismo abriendo un poco mis pernas a intentar mear y Julia se agachó al lado mía. Julia me cogió de la mano y me miraba mientras hacíamos nuestras cosas. Ella terminó antes que yo porque al estar empalmado me costaba más que saliera.



- Vamos termina - me dijo con una mano en su coño frotándoselo sacudiéndose las ultimas gotas.



- Voy – la dije yo – es que estando así me cuesta mas que salga.



- Mira que eres, podrías esperar a que se te bajase y mear mejor.



- Ya claro, ¡que fácil es decirlo!



- Anda, déjame que te ayudo – me dijo y yo me quedé asombrado por su ofrecimiento, no me esperaba que me dijera eso. Se levantó y acercándose a mí comencé a liberar mi orina. Me la agarró, la apuntó hacia abajo y con la otra mano me presionaba la vejiga. Al ver que no salía nada se puso casi delante, yo creo que no se dio cuenta de donde se había colocado. Sin enterarme el chorro comenzó a salir salpicándola el abdomen y las piernas. Yo creí que se enfadaría, me diría algo o me pegaría incluso, pero no, no fue así. Me la agarró mas fuerte y la dirigió hacia su coño apretándosela un poco. Yo no podía parar de soltar pis y poco a poco mi orina fue escurriendo desde su coño y sus piernas hasta llegar al suelo.



- ¡¿Qué haces?! – la dije yo asustado intentando echarme para atrás



- Eso es – dijo ella casi en un susurro – sigue llenándome de ti. Báñame.



Estaba como ida y no me respondía. Dirigió mi chorro hacia el resto de su cuerpo, desde su tripa hasta las tetas mientras ella se restregaba con la otra mano. Por un lado me daba mucho asco pero por otro lado me ponía verla hacer eso. Cuando terminé de mearla me la sacudió y con sus dedos me aprisionó el glande sacando una última gota de pis.



- Ya estás, vamos mi niño – me dijo dándome un beso en la mejilla mientras me la volvía a sacudir. Yo seguía ensimismado y atontado intentando creerme lo que acababa de ver. Seguimos camino a casa pero ahora Julia me llevaba agarrado de la polla sin soltármela y yo la volvía a abrazar tocándola la teta. Me daba asco tocarla mientras ella siguiera llena de orina pero algo en mi me impulsó a hacerlo. Cuando llegamos a la entrada me la soltó y cerró la puerta. Nos quedamos unos minutos aun abajo porque ella volviéndomela a agarrar tiró de mi polla y se pego a mi cuerpo mientras yo la sobaba las tetas. Ella comenzó a masturbarme  muy despacio sin dejar de mirarme mordiéndose el labio y su mano me recorría el pelo. Bajó su mano de mi pelo y agarró mi mano y se la llevó hacia su coño húmedo y caliente haciéndola meter un dedo. Dentro ardiendo y muy húmedo. Cuando se lo sacó se lo llevó a la boca chupándolo. Me volvió a tirar de mi polla y subimos las escaleras. Yo subí delante de ella y a mitad del primer tiro de la escalera me paró en seco, me hizo agacharme con su mano en mi espalda dejándola mi culo abierto y muy despacio lo fue llenado de besos y caricias hasta que llegó a mi ano. Me metió la lengua todo lo que pudo. Dentro de mí su lengua dibujaba círculos y otras veces la metía y la sacaba, como si me penetrase. Cesó de meterme su lengua y comenzó a meterme un dedo, como si estuviera buscando algo. No sé donde me toco mientras buscaba dentro pero me hizo sentirme en la gloria, si no eyaculé fue porque algo o alguien no quiso. Mi polla palpitaba al ritmo que mi corazón, que cada vez latía más deprisa. Me hizo incorporarme y me apoyé sobre ella de espaldas rodeando con mi brazo su cabeza. Yo buscaba darla un beso en la mejilla pero ella me beso en la boca metiéndome la lengua frotándola con la mía. Seguimos subiendo y fuimos otra vez a la terraza a tumbarnos. Julia se tumbó primero y yo me tumbé a su lado dejando mi polla apoyada en su pierna. Ella con una mano me la acariciaba y me miraba fijamente.



- Que cansancio, me tienes muerta con tanta carrera – me dijo riéndose.



- Y tu a mi – la contéstese yo.



- Date la vuelta que te voy a dar un masaje, ponte boca arriba – me dijo levantándose.



Yo me coloqué como ella me dijo y se puso encima mientras con una mano se colocó mi polla contra su coño. Lentamente se fue frotando con mi polla llenándola de fluidos que goteaban por mis piernas hasta llegar a mis huevos comenzando a gotear. Yo manoseaba sus tetas y ella me agarró de la nuca atrayéndome hacia ellas. Me metió una de ellas en la boca, haciéndome chuparlas, morderlas…



Con su otra mano, buscó mi polla y la guió hasta la entrada de su cueva metiéndosela un poco, se levantaba, se la volvía a meter, así hasta que estuvo completamente dentro de ella.



Sus tetas botaban descontroladas y su cadera era una locura moviéndose encima de mi. Se la sacó y me hizo abrirme de piernas elevándolas. Ella se colocó en medio y se la metió todo lo que pudo. Como si de la postura del misionero se tratase, (ella debajo abierta de piernas y el encima), pero en esta ocasión era ella quién me embestía arriba metiéndosela todo lo que podía, subiendo y bajando, de delante a atrás, en círculos mientras yo sentía como mi glande tocaba fondo o techo, como queráis llamarlo tumbado boca arriba. No tardé en irme dentro de ella soltando hasta la última gota de mis testículos. Julia se levantó me hizo incorporarme y llevó mi cabeza hasta su coño que goteaba una mezcla de varios fluidos. Me agarraba con su mano mientras su coño se movía en mi boca hasta que le temblaron las piernas y cayó derrumbada sobre mi. Yo hundí mi lengua en ella todo lo que pude compartiendo nuestros líquidos. Nos tumbamos y ella no dejaba de sobarse el coño y yo de manosearla las tetas sin dejar de besarnos. Mi polla poco a poco se fue recuperando y se volvió a empalmar. Julia con su mano me la agarró y me masturbaba dejándome el glande libre de piel. Ahora fui yo el que se tumbo encima de ella comiéndola las tetas como si no hubiera mañana. Yo la frotaba su coño con mi polla y agarrándomela la daba golpecitos sobre su coño. La besé de nuevo haciendo lo mismo que ella me hizo en las escaleras. Con su mano me empujó hacia atrás, me levantó y me hizo quedarme de pie. Julia se levantó también y me llevó de la mano hasta la cama. Me hizo sentarme y ella se puso de rodillas frente a mi. Me la agarró con la mano y la escupió. Lentamente comenzó a masturbarme mirándome a los ojos sin decirme nada, sus ojos decían todo. Era una compenetración extrema, sin decir ni una sola palabra nos entendíamos a la perfección.



Se la metió en la boca repasándome con su lengua toda ella, no se dejó ni un solo poro sin que su lengua lo hubiera lamido. Aquella mamada duró lo justo y ella sin soltarmela de su mano la echó para atrás y me succionó los testículos de uno en uno. Con su otra mano me sobaba las nalgas. Su dedo me acariciaba el ano, en principio solo alrededor hasta que poco a poco fue metiéndolo dentro hasta que lo tuvo dentro de nuevo volviendo a buscar dentro de mí. Volvió a tocarme donde antes pero esta vez no paró haciendo que mi polla se volviese loca en su mano. Volví a correrme otra vez pero esta vez no fue mucho lo que eché, era más bien un líquido blanquecino casi líquido que se escurría por su mano. No dudó en pasar su lengua y limpiarme de el. Me la soltó y se tumbó a mi lado mientras su mano me recorría todo el cuerpo. Yo intentaba recuperarme de esto último y ella me relajaba con su mano.



- Te quiero mi niño. Mi hombrecito, mi amor prohibido – y me volvió a besar esta vez tiernamente – Esto no puede salir de aquí, nada de lo de esta noche. Espero que esta casa se convierta en nuestro pequeño refugio para nosotros dos y que seamos felices los dos.



- Yo también te quiero Julia. Al principio solo te quería como si fueras mi madre pero ahora te quiero para mí, para sentirte, abrazarte, tocarte, amarte y ser feliz contigo. Yo quiero que lo hagamos cuando tú también quieras y hacerte feliz.



Nos quedamos medio dormidos oyendo nuestras respiraciones aunque yo no tardé en hacerlo al completo. Estaba molido, la verdad. Julia cogió un dedo de mi mano y se lo llevó hasta su coño metiéndoselo quedándose dormida con el dentro de ella y así amanecimos al día siguiente. La desperté, se giró a darme un beso de buenos días, moví mi dedo dentro de ella, se lo saqué de su interior y lo chupé. Me repasé toda la boca con su sabor y cuando me lo saqué la besé. Nos levantamos y Julia se fue a preparar el desayuno mientras yo salí a mear detrás de la casa. Me quedé embobado como el sol amanecía pensando en la noche anterior con Julia. Ella apareció con dos vasos de café recién echo y me preguntó:



- ¿En que piensas?



- En que no quiero pasar ningún día sin ti.



- Ni yo, llevaba toda mi vida esperando esta noche. Desde la primera vez que te tuve en mis brazos quise que fueras mío, en todos los aspectos. Como a un hijo y como mi pareja. Y ya lo he conseguido, eres para mí – y me besó como la noche anterior mientras me sobaba la polla. Mi vejiga me despertó de aquel beso.



- Lo siento pero tengo que mear.



- No te preocupes, cariño. Hazlo aquí, como ayer. Quiero verte como lo haces.



Julia me bajó los calzoncillos y me la sacó, me echó la piel un poco para atrás y comencé a soltar mi pis. Ella me sujetaba la polla mientras bebía del café mirando como liberaba la presión de mi vejiga. Al terminar me la sacudió y me dijo:



- Cuando quieras mear me lo dices, quiero hacer yo ese trabajo, ser quién te la sujete – y me besó dejándome un poco de café en la mejilla que tenía en sus labios.



Continuará...


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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