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Ángeles y Diablos II

Me quedé completamente sola, no sabía que hacer, ..., me levanté, pero me dolían las piernas, me subí el camión y vi algo que me dejó boquiabierta, ..., me habían tatuado las piernas, desde el tobillo hasta muslo ...., la verdad es que era precioso, pero el dolor insoportable.

- ¡Meira! - grité con todas mis fuerzas, pero no obtuve contestación, pensé "Dios mío, sácame de aquí".

Pasaron las horas y por mi habitación no había aparecido nadie, tenía hambre, comencé a dar golpes a la puerta con la estúpida ilusión de que se abriera, pero no pasó y lo único que conseguí es que alguien desde detrás de la puerta me dijera:

- Estate quieta, ¿qué quieres? ¿que nos maten a todas? - era la voz de una mujer, pero no era Meira.

- ¡Eh!, por favor, ..., sácame de aquí, no me dejes sola - le supliqué.

- No grites tanto - dijo - si viene Gunter ...... - no acabó la frase.

- ¿Si viene Gunter qué ...? dime ¿qué pasará? - pero ya no se oía nada.

Me tumbé en la cama con la esperanza de despertar de esta pesadilla, quería dormir y olvidar.

- ¡Levanta, levanta dormilona! - gritos atronadores me despertaron - ¡levántate ya!

Abrí los ojos y vi a Gunter, me levanté de un salto, me puse frente a él, le miré durante 2 segundos y sin darme cuenta una bofetada me cruzaba la cara de lado a lado, me caí al suelo.

- ¿Qué estás haciendo? - me quedé sin aliento - ¿Es que Meira no te lo ha explicado?

- ¿Explicarme el qué? - pregunté incrédula

- ¡Meira! - gritó y ella se presentó en el acto - ¿No se lo has dicho?

- Es que ayer estaba tan mal, que creí que sería mejor dejarla descansar.

- ¿Y desde cuando tienes derecho a creer? recuerda que no eres más que una esclava, ¿tengo que recordártelo? - ella negó con la cabeza - Explícale a hora mismo todo y que esté preparada para esta noche.

Los miraba llena de curiosidad ¿qué tenían que explicarme? ¿qué hacia allí? ¿qué iba a pasar? ¿porqué estaba pasando todo eso?. Gunter salió de la habitación echándole a Meira una mirada llena de desprecio y dijo:

- Después hablaremos.




Meira me miró, se le saltaban las lágrimas, me llevó hacia la cama y se sentó a mi lado.

- Eva, tenía que habértelo dicho ayer, como estabas un poco mal ...., pero ya no importa, escúchame atentamente - me cogió la mano - jamás mires a un hombre de esta casa a los ojos, ni a los invitados, ni a los criados, sólo a las mujeres porque sino te castigarán, sólo puedes hablar con las mujeres y exclusivamente cuando ellos te pregunten sino te castigarán, no puedes salir de la habitación sin su permiso, ..., los castigos son bastante duros, esta noche conocerás al resto de las chicas, hay dos pabellones, tú estás en el segundo, el primero está en el otro ala del edificio y nunca jamás puedes ir allí, ni tan siquiera yo conozco a ninguna y eso que llevo aquí 5 años, sólo ellos pueden cambiarnos de pabellón, las del primero son las más antiguas llevan aquí muchos años, tan sólo podemos coincidir si ellos lo desean, allí hay 5 chicas y aquí hay 4 , 4 habitaciones y un salón donde podemos estar tranquilamente, pero de ahí no podemos pasar ¿entendiste? - asentí con la cabeza - No se puede escapar. Los castigos varían dependiendo de quien los realice, Gunter es el peor, así que no le enfades.

- Quiero irme de aquí, yo no pedí entrar.

- ¿Crees que nosotras sí? - me miró - a nosotras nos pasó lo mismo que a ti, nos trajeron y ya está, no hay contacto exterior, ni familia, ni amigos, ni nada, sólo ellos y tú dentro de esta casa, olvídate de lo que has conocido, aquí todo es muy distinto - se levantó - ven, te presentaré al resto de las chicas.

La seguí por un pasillo inmenso hasta una habitación, allí había una chimenea y 2 chicas en un sofá, una de ellas era muy joven, rubia, con una cara angelical, se llamaba Dorothy, la otra morena era más mayor, se llamaba Alice, hablaban poco, estaba sentadas, medio desnudas ante el fuego. Después Meira me llevó a la habitación que las cuatro debíamos compartir, era una amplia habitación, más que la que tenía antes, 4 camas inmensas, amueblada, un baño gigantesco, amplias ventanas llenas de barrotes, con cristal fijo e insonorizado.

- ¿Meira, qué hacemos ahora?

- Ahora te prepararé para esta noche, será tu primera noche, seguramente mañana duermas todo el día - no lo entendí, pero no pregunté.

Me dejó encima de la cama un vestido, unos zapatos y una nota, en ella decía:

"Ponte esto, no preguntes, a las 10 exactamente (ni un minuto antes ni después) ve al salón, allí nos recogerán y nos llevarán al comedor principal, durante el trayecto no hables, mantén la cabeza agachada y no mires a la cara a nadie, después cenaremos todos en absoluto silencio, recuérdalo, en la cena puedes mirar a las chicas, pero a ellos no, sólo habla si te preguntan directamente, si te piden que hagas cualquier cosa no lo dudes hazlo sin rechistar"

Me quedé igual que antes, sin entender nada, pero me propuse hacer lo que Meira me había dejado escrito.

Me di un baño tranquilamente, aún era pronto, estaba allí de pie en la ducha pensando en todo mientras el agua caliente caía por mi espalda, el vapor inundaba la habitación, los espejos estaban empañados, ..., de pronto sentí una mano en mi espalda, tuve tanto miedo que no me giré para ver quien era, simplemente me dejé hacer.

- Tranquila - dijo - no te voy a hacer nada malo - era un hombre, tenía la piel suave y estaba desnudo pues podía sentirle detrás de mi, clavándome su duro miembro en la espalda.

Cogió el jabón y empezó a frotarme todo el cuerpo, parándose en mis pechos y pellizcando suavemente los pezones, sólo podía cerrar los ojos y sentir, dejar escapar algún gemido de vez en cuando y olvidarme de lo demás. Me apretó contra la fría pared, separó mis piernas y sentí como me penetraba lentamente, muy poquito a poco, sólo pude suspirar y dejarle que hiciera conmigo lo que quisiera, no sabía quien era y me daba igual y aunque había sido mi primera vez no creo que pueda olvidarla jamás.

Me cogía de la cintura y apretaba cada vez más, me daba golpecitos en la espalda con un collar aunque no lo llegué a ver, pero eso me excitaba aún más, terminamos agotados, exhaustos, cayó sobre mi unos segundos y antes de que pudiera verle la cara se fue.
Datos del Relato
  • Autor: LORELAY
  • Código: 8941
  • Fecha: 12-05-2004
  • Categoría: Varios
  • Media: 5.08
  • Votos: 39
  • Envios: 2
  • Lecturas: 2088
  • Valoración:
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