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Categoría: Incestos

La beata

Sábado 5 de Agosto de 1972. En la sala de estar de una modesta casa gallega, sentados en un tresillo, mirando una televisión en blanco y negro, estaban Úrsula, una muchacha morena, pecosa, de 1.56 de estatura, gordita, de ojos marrones achinados, grandes tetas y unas ganas locas de follar, y su tío Alfonso, 38 años. 1.66 de estatura, moreno, delgado, con bigote y de profesión pastor. Enfrente de ellos, en otro sillón, estaba Enriqueta. 1.66 de estatura, morena, de pelo rizo castaño y corto, con unas tetazas y un cuerpazo, que Alfonso nunca había visto desnudo, pues Enriqueta era una Beata de misa y confesión diaria, y de las del misionero una vez a la semana, a oscuras, de acaba pronto, los sábados y si no tenía la regla.



Enriqueta estaba con los ojos entornados. Vio como un dedo de su sobrina tocaba el pantalón de su marido a la altura de la polla. Vio como la polla reaccionaba al contacto y hacía un bulto en el pantalón. Luego vio como el dedo la recorría y la polla latía. La Beata sintió que su coño se iba humedeciendo.



Alfonso mirando para su esposa, le dijo a su sobrina:



-Es una pena que sólo traigas una semana de vacaciones, Úrsula.



-Siempre la puedo alargar.



Miraron tío y sobrina para Enriqueta, que los vio mirar y se puso a roncar.



Úrsula le abrió la bragueta a su tío, (Enriqueta era la primera vez que veía la polla de su marido) la metió en la boca, se la meneó, se la lamió y se la chupó. Enriqueta, que no sabía que se hacían esas cosas, sintió como un pequeño río de flujo salía de su coño. Sintió un calor sofocante... Al final vio como del agujero del capullo de su marido salía leche y como Úrsula se la iba tragando. Su humedad ya traspasaba las bragas, el vestido y le daba brillo al tresillo de cuero rojo.



Alfonso, guardando la polla, le dijo a su sobrina:



-Ojalá tu tía me hiciera alguna vez lo que tú me acabas de hacer.



-¡¿Nunca te hizo una mamada?!



-Habla más bajo que te puede oír.



Enriqueta roncó más fuerte.



-¿Nunca te la chupó?



-No. Es muy religiosa.



-¿Y tú nunca le comiste el coño?



-No, ni sabría hacerlo.



-¿La atamos y te enseño?



-La tentación es grande.



-Pues anímate. Cuando se corra...



Alfonso interrumpió a su sobrina.



-Sin mentiras. Las mujeres no os corréis.



-¡Manda carallo!



-¡¿Os corréis?!



-Claro que sí.



-Voy por cordel.



Unos minutos más tarde, Alfonso desabotonaba la blusa de su esposa. Enriqueta hizo que se despertaba.



-¡¿Qué haces Alfonso?!



-Te vamos a atar y a follar.



Enriqueta se persignó y comenzó a rezar.



-Padre nuestro...



Alfonso la desnudó y vio lo cachonda que estaba su mujer. Tenía unas grandes tetas con grandes areolas negras y grandes pezones, y una gran mata de pelo castaño rodeando su coño. Úrsula le dio varias vueltas al cordel alrededor de su cuello y después le dijo:



-Pon las manos detrás de la cabeza.



Enriqueta las puso, se las ató y le dio unas vueltas más al cordel alrededor del cuello.



-Abre las piernas.



Enriqueta las abrió. Le ató sus pies a los pies del sillón. Úrsula vio que el coño abierto de su tía estaba empapado, y le dijo:



-¡Deja de rezar, ostias! Deja de rezar que estás más excitada que yo.



Enriqueta siguió rezando. Úrsula la calló metiéndole la lengua en la boca. Era su primer beso con lengua y además lésbico. Se excitó sobremanera. Alfonso vio como el coño de su esposa echaba un líquido blanquecino y espeso y su polla latió descontrolada. Úrsula dejó de besar a su tía y le preguntó a su tío:



-¿Te gusta comerle las tetas a mi tía?



-En el año que llevamos casados... ¡No me deja, coño! Bueno, y aunque me dejara...



-No sabrías comérselas.



-No.



-¡Ven que te enseño. Tú haz lo que haga yo.



Úrsula cogió una teta con las dos manos y con la punta de la lengua hizo círculos sobre las areolas y los pezones (Alfonso haría lo mismo que su sobrina) succionó, chupó, lamió... Unos minutos más tarde, le dijo Úrsula a su tío:



-Pásale la lengua por el coño y bebe su humedad.



Alfonso le pasó la lengua por el coño. Le gustó el sabor de aquel líquido blanquecino y mucoso y siguió lamiendo. Al tercer lametazo, Enriqueta soltó su primer gemido.



-¡Oooooh!



A Alfonso la polla le quiso romper el pantalón. Úrsula, le dijo:



-Vamos a comerle la boca, tío.



Se besaron con lengua tío y sobrina. Besó la sobrina a la tía... Al rato, Enriqueta ya devolvía los besos. Se acariciaban las tres lenguas...



Úrsula le tocó el paquete al tío, y le dijo:



-Dásela a chupar.



Alfonso sacó la polla empapada de aguadilla y se la quiso meter en la boca a su mujer. Enriqueta apretó los dientes y giró la cabeza. Úrsula le dijo a Alfonso:



-Ella se lo pierde.



Úrsula metió la polla en la boca y la chupó. Al ratito, Enriqueta pasó la lengua por la polla de su marido. Alfonso se la puso en los labios, y ahora sí, abrió los la boca y se la chupó. Se besaron tía y sobrina. Lamieron polla y huevos juntas, por separado, y chuparon por turnos hasta que Alfonso, temblando, se corrió. Parte de su leche la bebió la sobrina y parte la bebió su mujer o le cayó sobre las tetas.



Al acabar de correrse, le dijo Úrsula a su tío:



-Vamos a darle un orgasmo a tu mujer.



Úrsula se agachó delante de Enriqueta y le lamió media docena de veces los labios del chocho abierto y mojado. Se levantó, y dijo



-Te toca, tío.



Alfonso hizo lo mismo que hiciera su sobrina.



-Así... así... Ahora métele la lengua dentro, tío.



Enriqueta al sentir la lengua dentro de su coño comenzó a mover la pelvis de abajo arriba y alrededor...



Úrsula vio que su tía se iba a correr y le dijo a Alfonso:



-Lame de abajo arriba apretando la lengua contra los labios del coño... más rápido... más... más... ¡Ya la tienes!



La tenía, la tenía gimiendo y retorciéndose como si estuviera poseída por un espíritu maligno. Alfonso no sabía que el coño de su mujer pudiera expulsar tanto flujo en una sola corrida, por saber no sabía que las mujeres se corrían y tuvo que verlo para creerlo. Quedó maravillado. Úrsula lo que quedó fue cachonda, pero cachonda cachonda cachonda. Se desnudó y dejó al descubierto unas tetazas con grandes areolas rosadas y grandes pezones de punta, y una mata de pelo negro rodeando su coño, mata que nada tenía que envidiar a la de su tía.



-O me corro o me da algo. Fóllame, tío.



Enriqueta no quería ver eso.



-¡Ni se te ocurra, Alfonso!



Alfonso se desnudó.



-¡Serás desgraciado!



Úrsula le puso una teta en los labios a su tía y le metió dos dedos en el coño... Buscó su punto G, y moviendo su mano de abajo arriba la masturbó. Enriqueta le chupó el pezón. Alfonso se agachó un poquito y se la clavó hasta el fondo a su sobrina, que dijo:



-¡Ossssssstia! ¡¡Qué maravilla de cipote!!



Úrsula folló a su tío con el culo y a su tía con los dedos... Luego, cuando el coño de Enriqueta rompiera aguas, sus dedos hacían este ruido:



-¡¡¡Chof chof chof...!!!



Enriqueta, chilló:



-¡¡¡Me vieeeene!!!



Úrsula movió el culo hacia atrás y hacia delante a toda ostia, y acabo diciendo:



-¡Ya, ya, ya! ¡¡¡Yaaaaah!!!



Se corrió descargando sobre la polla de su tío, que sintió como el coño le apretaba y le soltaba la polla durante aquella larga corrida.



Al acabar, Enriqueta sonriendo, les preguntó:



-¿Me soltáis?



Le respondió Úrsula.



-Si te follas a tu marido y después me folláis los dos a mí.



-El pecado va a ser el mismo. Quítame las ataduras, maestra.



¿Dónde iría la Beata?



Después de desatarla fueron a la habitación de matrimonio. Enriqueta tenía más ganas de coger con su sobrina que con su marido, por eso cuando, echadas en la cama, Úrsula la besó, le dijo:



-¿Por qué no lo hacemos tú y yo y Alfonso mira?



Alfonso estaba encantado.



-Adelante.



La Beata sabía cómo le iba a gustar a su sobrina. Después de comerla a besos, de que la comiera, de que se comieran las tetas y de que se masturbaran la una a la otra, metió la cabeza entre sus piernas y le hizo lo que su marido le hiciera con la lengua a ella. Al rato, Úrsula, exclamó:



-¡Pedazo de corrida viene ahí!



No fue un pedazo, fue un torrente de flujo el que salió de su coño peludo mientras se sacudía y gemía de placer. Enriqueta, cogiendo a su sobrina por las tetas, se hartó de beber.



Al acabar de correrse Úrsula, Alfonso, empalmado como un burro, le dijo a su esposa:



-Ven y móntame.



Enriqueta, caliente como estaba, y con la novedad de verse encima de su marido, metió la polla en su coño, que estaba chorreando, movió media docena de veces el culo y se corrió como una loba, comiendo a besos a su marido mientras gemía y se convulsionaba.



Alfonso se corrió dentro de su mujer. Úrsula sonreía. Lo mejor aún estaba por llegar.



Se agradecen los comentarios buenos y malos.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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