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Categoría: Fantasías

La Iglesia Colonial (version final)

Este relato pretende compartir una experiencia única que viví, es un poco largo voy a reconocer pero los que tengan paciencia y quieran una mezcla de romance y sexo . y no solo sexo, este relato es para ellos.

Hace dos años tuve la oportunidad de vivir una de las experiencias más interesantes de mi vida. Como estudiante de arte, solían enviarnos de tarea de la universidad a dibujar a mano alzada (aunque con las medidas exactas graduadas en miniatura) las columnas, fuentes o pórticos de las iglesias coloniales de mi ciudad.

Me encontraba en una situación emocional difícil al haberme separado de mi novio con quien habíamos cumplido dos años de estar juntos… y bueno aunque sentía apatía y aburrimiento y estaba segura que no lo amaba ya, mi apego y mis sentimientos de soledad eran infinitos.

Aquel inolvidable primer día de esta experiencia, hacía un sol radiante, así que fui a la iglesia colonial que se me asignó con mi vestido beige de flores amarillas y anaranjadas, un mini saquito amarillo con dos flores bordadas de un lado, sandalias blancas, cabello suelto, un riquísimo perfume, mi maquillaje suave; y claro mis instrumentos de trabajo. Cuando llegué un monje mayor me abrió el portón amablemente me hizo pasar, le agradecí y fui directamente al lugar asignado que era una pila antiquísima de mármol de la cual brotaba agua en medio del monacal jardín.

Todo iba muy bien, llevaba una hora entre las hojas, la regla, el lápiz, el borrador y el compás, cuando de repente una imagen angelical turbó mis sentidos… simplemente sentí como una persona se acercaba y cuando regresé a ver, vi la imagen de un hombre de unos 30 años ( yo tenía 29) trigueño de preciosos ojos verdes, hermosas pestañas y una fina barba castaña, el cabello también castaño muy hermoso y con bucles.
Me miró hizo un ademán como que le molestaba decir lo que tenía que decir y al fin habló:
-"Creo que debes irte. Recibiremos la visita del provincial aquí " ( en ese momento cambió el tono a uno más duro y yo diría casi grosero) " y no es correcto… que una muchacha ( acentuo mucho esta palabra) se encuentre aquí para cuando él llegue".
Dió media vuelta y sin dejarme pronunciar palabra se fue.

Claro!, yo estaba aturdida por su varonil presencia pero la forma como me trató me llegó al hígado ( ni siquiera me dejó pronunciar palabra) y creí que lo odiaba.

En fin los días pasaron, fui al convento casi todos los días que subsiguieron al encuentro y no lo vi, terminé mi trabajo de la pila y sin embargo algo dentro de mí no me dejaba en paz: aquellos ojos preciosos, sus labios, su cabello, e incluso su fuerza!! … no estaba segura de si era sacerdote o un estudiante aún, igual todos se visten con esos hábitos color café.

La segunda vez que lo vi, fue de lo más amena en mi experiencia interior. Esta vez el trabajo se trataba de un cuadro de Miguel de Santiago, otro compañero de clases fue designado conmigo para realizar el estudio de otro cuadro del mismo autor, ese cuadro estaba contiguo al mío, así que ambos estudiantes trabajamos cada uno en nuestra tarea pero juntos toda la mañana.

Esta vez yo usaba jeans con una blusita romanticona de encaje color beige, mi cabello suelto y un maquillaje gris oscuro no muy encendido en los ojos; si, debo admitirlo hermoso y llamativo.
Por supuesto a ratos volvía el rostro disimuladamente a ver si en los preciosos patios del convento aparecía él ( ese tonto, pensaba yo) y nada… nada… nada.. Hasta que apareció!

A lo lejos caminaba por el pasillo y se iba acercando a nosotros ( debo admitir que realmente iba a pasar por al lado nuestro y de largo), recuerdo que no sé de donde saqué fuerzas con los nervios que tenía; me levanté de improviso le agarré el brazo a mi compañero y le dije aunque mirando siempre al objeto de mis deseos con un tono de mucha ironía:
- " Uy.. .Vámonos ahoritita! No vaya a ser que lo contamine, no ves que soy una m u c h a c h a algo así como diablo" esto último lo dije con una pequeña sonrisa más irónica aún en los labios.

Sin duda él no se esperó esa reacción de mi parte, mi amigo enmudeció y solo atinaba a coger sus cosas, y el novicio o sacerdote (quien sabe) se quedó de una pieza sin atinar que decir, sin un rastro de ira mas bien me miró un poco preocupado, bajó los ojos y siguió su camino.

Eran cinco obras las que debía completar de aquel monasterio, llevaba apenas una y media; a ratos me preocupaba de que él fuera a reclamar a la directora de pasantías de la universidad y a ratos me sentía tan bien de haberme desquitado y darle su merecido.

Al día siguiente fui para terminar mi tarea, entré con mucha desfatachez muy segura de mi misma, esta vez usaba un pescador color beige, y una primorosa blusita de manga intermedia floreada fucsia y vino con vuelos al frente, zapatillas de balerina que se las llama acá y ( voy a reconocer me considero sensual y vanidosa) como no podía faltar mi cabello olía riquisimo y mi cuerpo también. Estaba trabajando en mi pintura, mi amigo decidió ir en la tarde pues en la mañana rendía un examen atrasado en la universidad así que estaba sola; miles de cosas pasaban por mi cabeza, que tal vez el iba a sacarme de ahí o lo que es peor no lo iba a volver a ver!!

En todo este tiempo, en las noches soñaba con él; que jugábamos, que hacíamos el amor, en cómo serán sus besos, sus labios.. ¿cómo no volver a verlo?! soy mujer de estrategias pero no tenía una sola! y la ansiedad me inundaba a cada paso al convento y dentro de él, fuera también, incluso al ver los escaparates con lencería me imaginaba haciéndole un show de danza árabe con mi vestido árabe azul.

Sentí unas palmadas que me sacaron de mi enmimismamiento… ¡Era él! …
-"No te enojes por favor, solo quiero hablar contigo un momento" me dijo.
Yo me sentía morir.
-"¿Cómo va ese trabajo?" atinó a decir después de quedarse un momento en silencio y sonriendo un poco al final de la frase.
- "Bien"- atiné a decir también yo.
- …" Estoy sacando la probabilidad de la existencia del numero phi en este cuadro" continué.
-"Ah! es San Agustín de Hipona" dijo él
-"Padre y Doctor de la Iglesia, que vivió una vida un tanto loca en su juventud y luego se reformó" agregué con un toque de coquetería al final de la palabra "reformó".

El sonrío de una forma en la que yo sentía al corazón al borde del abismo, una amarga dulzura recorría mi ser y lo quería solo para mí.

-"Bueno quería pedirte que me disculpes por lo de la otra vez…ese día yo estaba muy estresado. Amargado diría yo y … me di cuenta cómo pude hacer daño a alguien con mi actitud tan negativa porque reaccionaste así de enojada días después; me preguntaba como logré que una persona tenga esos sentimientos de resentimiento guardados ese tiempo y por algo casi sin sentido"…"y bueno… el que seas una chica no tiene nada de malo… al menos para mí, aunque sí para otros aquí, pero no tiene nada que ver contigo."

-"Claro, no te preocupes, más bien discúlpame a mí" le dije de forma segura y tierna.

Durante los días que continuaron de las demás obras que debí trabajar, él aparecía para saludarme y ver mi trabajo, yo no podía ser más feliz, puesto que aunque se quedaba poco tiempo, me esforcé por ir con ropa linda, un olor espectacular en el cabello, perfume, uñas perfectas y me mostraba de lo más amistosa, eso duró aproximadamente dos semanas en las cuales a veces le sorprendía con un detallito como unos chocolates, o le regalaba un librito de poemas de los más frescos.

El día que no olvidaré fue cuando me faltaban unos pocos días para no volver al convento más, todo era como siempre yo fui con un primoroso vestido beige claro con flores amarillas y naranjas, él apareció me dio un beso en la mejilla como lo hacía últimamente mientras el fuerte viento casi levantaba el vestido y llevaba a la cara mis cabellos. Él se fue y yo estaba muy feliz de al menos haberle visto ( me conformaba con ese trozo de felicidad) trabajé al menos unas dos horas, cuando comenzó a caer un terrible aguacero; la tormenta era tal que caían rayos y fuertes truenos que me asustaban mucho y me moría de frío pues no había sospechado de la lluvia ni había llevado abrigo. Como el agua comenzó a mojar el pasaje donde yo estaba trabajando, recogí apresuradamente mis cosas y decidí salir a la calle para tomar un taxi que me llevara a mi casa.

Salí y comencé a correr por las calles estrechas mientras trataba de hacer parar un taxi, el viento era muy fuerte como hacía mucho no se daba, a tal punto que las hojas y las ramas de los arboles caían sobre los parabrisas de algunos vehículos. Yo estaba empapada ningún taxi paraba, en esta situación algunas de mis cosas cayeron al piso mientras un taxi al fin se detuvo, es ahí cuando sentí que alguien recogía también mis cosas y cuando lo vi… ¡era él! quien me ayudó a subir al taxi y para mi sorpresa se subió conmigo.
Entre palabras fatigadas y el asombro le dije que la tormenta estaba terrible y que me estaba yendo a mi casa, "entonces vamos" dijo de la manera más natural del mundo. Me sorprendió verlo vestido no con el hábito ( que al parecer se utilizaba solo dentro del monasterio) sino con un pantalón jean y una camisa blanca de algodón con rayas verticales azules. En el camino aún con la emoción de la experiencia íbamos hablando sólo de la tormenta, que nunca habíamos visto algo así, y conversando sobre el asunto también con el taxista.
Como yo temblaba de frío el me abrazó un momento FUE TAN HERMOSO mientras también trataba de escurrirme el cabello con sus fuertes manos.

Al llegar , tenía yo un poco de vergüenza porque yo vivo en un cuartito pequeño que arriendo como estudiante cerca de la universidad y bueno si bien es cierto es sencillo y bonito pero al ser tan pequeño me pareció que tal vez no le iba a gustar o no se iba a sentir cómodo.

Cuando entró dijo "Ah vives aquí" "No te molesta que entré verdad?"
A lo que yo sonreí y solo dije "Que día más loco"
-"Vives sola, no? Como muchas chicas que estudian"
-Sí- le respondí.
Le invité a pasar y le dije:
-"Voy a cambiarme de ropa estoy súper mojada; y te voy a traer una toalla y luego tomamos un café ya?”
-"Bueno Julia. Gracias"- me dijo; lo que me impactó sobremanera porque no sabía que él sabía mi nombre, en todo este tiempo no nos habíamos preguntado nuestros nombres.
Al ver mi cara de sorpresa me dijo- "Yo soy Julián…por cierto"
Me reí. "Soy Julia y tu Julián, casi tenemos el mismo nombre" y reímos.

El departamento donde vivo es tan pequeño que el dormitorio esta súper cerca de la sala y la cocina; de hecho es un mini-departamento para estudiantes, así que traté de no hacer demasiado ruido. Estaba ya casi desnuda cuando él súbitamente abrió la puerta de mi cuarto a lo que reaccioné tomando la ropa mojada sobre la cama para taparme.
Su mirada se fijó en mis ojos y luego en mi cuerpo, y la mía tal vez no salía de su asombro, luego de un rato de silencio casi eterno y como si estuviera convenciéndose a sí mismo que debía hablar dijo:

-"Muchas noches imaginé esto… q..uiero… de…cir …yo… he pensado en ti continuamente….todos los días… a cada momento y pensé que sólo con verte así un momento, ( en este momento se llevó las manos a la cabeza)con cumplir tan sólo uno de estos sueños, sé que no volverán estas ideas a mí"
Puso sus brazos sobre la cama arrimándose en ella para luego levantar la cabeza y mirarme fijamente a los ojos con una fuerte mirada.

Yo sólo lo miraba sentía ansiedad y alegría o felicidad no sé, al mismo tiempo, pero no quería que él se sintiese culpable, tampoco quería hacer algo que le hiciera pensar en irse.

-"Tú… eres un hombre… como todos! y …. hay cosas de la Iglesia que bueno… no sé … tal vez no están bien… y tú… tú… eres… eres…. no sé… tan lindo!- y suspiré.

El se acercó y comenzó a tocar mi cabello mojado con mucha dulzura, como estábamos de pie acercó su cuerpo al mío en un fuerte abrazo mientras me empujaba hacia la ventana de mi cuarto, me arrimó a la cortina y me quitó lentamente la ropa mojada que tenía en las manos y con la que trataba de cubrirme. Acarició nuevamente mi pelo y acercando su cabeza sobre la mía comenzó a soplar muy suavito. Yo le tocaba los brazos sobre su camisa y estuvimos así un bien rato hasta que comenzó a besarme la cara suavemente y después me mordía las orejas y el cuello con más fuerza. Fue ahí cuando nos besamos con pasión, con tanta pasión, mientras afuera el sonido de la fuerte lluvia no dejaba escuchar claramente los murmullos de la gente que pasaba corriendo al lado de la ventana.
Se detuvo, me miró fijamente a los ojos y se quitó la camisa rápidamente, bajó la mirada y comenzó a rozarme los senos tan despacio como si meditara en ellos. Nos besamos nuevamente despacio al principio y luego con mucha pasión y fue deslizando sus manos por mi cuerpo casi totalmente desnudo hasta que suavemente y por un momento me tocó por encima de la ropa interior; luego con un movimiento rápido me dio la vuelta y sagazmente me metió la mano por dentro del panty tocando directamente mi clítoris y mi cueva que empezaba ya a mojarse. Sentía su pecho en mi espalda, una de sus manos en mis senos y la otra moviéndose hábilmente e introduciendo sus dedos en mi vagina. me besaba el cuello mientras tanto y su respiración era rápida mas no hablaba.

Me volteó de nuevo y quedamos frente con frente, me miró fijamente a los ojos de nuevo mientras se abría el pantalón, se me acercó y con fuerza me tomó de la cabeza para besarme con mucha vehemencia, yo cerré los ojos un momento y lo siguiente que sentí fue que haciéndome a un lado el panty su zib duro, mojado, fuerte y grande comenzaba a rozar mi vagina externamente, para luego acariciar con la punta de su jugoso zib mis labios vaginales, y así de pie introducirme lentamente su rico pene mientras se movía de una manera tan deliciosa y me hacía suya por primera vez. Metía y sacaba su verga mientras me agarraba las nalgas, mi boca besaba su cuello y mis brazos abrazaban los suyos velludos, fuertes, cálidos. Estaba a punto de terminar, creo que él también, pero me retiró el pene, me empujó a la cama y me quedé boca abajo, mientras escuchaba que se quitaba el pantalón y el resto de ropa, yo no me voltee hasta que sentí que él se acostó a mi lado y en posición de lado nos tocábamos apasionadamente, al principio solo le tocaba los brazos, el rostro y el pelo; luego bajé la mano hasta sus muslos y sentí con mos manos y tuve el deseo de ver su zib duro, fuerte, mojado. Mirpe de nuevo su cara, él me miraba tan fijamente como queriendo sacar mis impresiones, yo lo miraba pero me cohibía un tanto que me mirara con tanta fijeza. Me puse sobre él, quería verlo pues es tan bello y yo arriba y el abajo lo besaba con pasión mientras él me tocaba fuertemente los senos y bajaba a ratos la cara para besarlos y chuparlos.

Me colocó de nuevo de espaldas a su pecho y estando de lado me metía los dedos en la vagina con la mano por delante, al mismo tiempo soplaba mi cabello de una forma tan deliciosa como nadie nunca lo había hecho.
-"Quiero que seas mía" me dijo jadeante y determinado, y sentí como su verga comenzó a rozar mis labios vaginales con suavidad para luego ir perforando de a poco la entrada y penetrarme hasta el fondo con un movimiento en el que metía duro el pene y lo sacaba hasta la mitad, metia duro nuevamente y lo sacaba de nuevo tantas ricas veces hasta penetrarme completamente y por un lapso de tiempo seguir haciendo esos ricos y fuertes movimientos que me he dejó descansar abrazándome siempre por detrás. Fue la primera vez que tuve un orgasmo con él y no había visto su mirada de placer pues estaba de espaldas y de lado.
-"Sabes que es lo que me gustó más de tí cuando te ví"- me dijo en un susurro después de un rato- "Tu irreverencia cuando me reclamaste que no eras un diablo; fue fuerte, dulce y gracioso"

Entonces me di la vuelta y comencé a besarle la cara preciosa y cada uno de sus ojos varias veces.

-"Te confieso algo…" mencioné… “ desde ese día te deseaba con locura!” “Me gustas tanto que no he podido ni he querido evitar esto".
Él sonrió con esa sonrisa única entre dulce y sexy.
-“Lo que sí quisiera saber- me dijo un poco serio y con un sentido de responsabilidad que hasta hoy me impresiona al recordar- es si se daría la posibilidad de ser padre…”
Me produjo tanta ternura que con todas mis fuerzas quise besarlo primero en el cuello y luego apasionadamente en su divina boca y miré sus ojos verdes preciosos diciéndole-“No te preocupes coincide que mi periodo llega mañana… no pasará nada”

Le acaricié de nuevo, todo su cuerpo, sus pelos en el pecho y los brazos eran tan eróticos para mí, su zib estaba nuevamente inmenso, me escurrí entre las cobijas nos tapé con el cobertor y bajé hasta su pene para besarlo y deleitarme con él un momento; subí bessando su pecho hasta llegar a su cuello y su boca, él me acariciaba fuertemente la cintura, las nalgas, los senos… quería entrar de nuevo así que me puso sobre mis espaldas yo sobre la cama y luego de tocarme con su mano la vagina por un rato, entró bruscamente en mí que casi doy un grito, su rico pene estaba dentro de mi entrando y saliendo, moviéndose en círculos grandes y ahora sí podía ver como entre abría y cerraba los ojos, me metía su rica verga mojada totalmente viril y me la sacaba hasta la mitad, hacia movimientos circulares y con sus manos me tocaba todo el cuerpo, con sus besos me hacía suya una vez más; esta segunda vez vi la expresión del más completo placer que tuvo al final, como cerró los ojos y sus quejidos varoniles me llegaron al alma mientras yo también me fundía en aquel placer cósmico inigualable estando con él. Al final descansamos abrazados en la cama.

A este encuentro siguieron unos tantos o muchos tantos, no tan seguidos eso sí, tal vez una vez por semana, con tantas delicias cada uno que no terminaría nunca de escribir. Me enamoré de él y creo que él de mí, sin embargo su vocación pudo más, necesitaba estar soltero para servir sin duda, era un hombre bueno puedo decirlo y al año y medio de este primer encuentro vino la despedida; se dio cuando lo cambiaron de ciudad a realizar alguna misión.

Lo mejor es que es un sueño precioso que no se borrará de mí, pues si nos casábamos hubiese sido otra cosa el matrimonio no es un amor centelleante sino un amor tranquilo y quien sabe si hubiéramos o no sido felices, aunque el matrimonio es más un contrato en el que se empieza con la vehemencia de la pasión para terminar en la monotonía pero la compañía… ya con otro viviré eso y aquello problemas y compañías. Con mi Julián fue la pasión, el enamoramiento centelleante, la ilusión, las ganas!
UN REGALO DE LA VIDA

Por ti mi bello Julián
Datos del Relato
  • Categoría: Fantasías
  • Media: 4.8
  • Votos: 35
  • Envios: 1
  • Lecturas: 2365
  • Valoración:
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