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Categoría: Incestos

AMOR, PASIÓN Y SEXO CON MI SOBRINA FLORENCIA (III)

Mi relación con mi sobrina Florencia comenzó a transformarse en una obsesión. Esa joven  mujer me había cambiado la vida sentimental. Si bien con mi esposa teníamos una buena relación con una vida sexual permanente, la necesidad de sentir a Florencia junto a mí, se volvió una necesidad. Ella complementaba mi vida romántica y sexual con su juventud, frescura y porque no decirlo, su desfachatez para ciertas cosas. A su lado me sentía muy bien, rejuvenecía.

Los encuentros, que como comenté en otras en entregas precedentes, eran de dos o tres veces por mes para evitar las posibilidades de ser descubiertos. Esa frecuencia, aceptada por ambos, tenía la virtud de no caer en la rutina y el aburrimiento. El espacio de tiempo entre un encuentro y otro, acentuaban los deseos recíprocos y daban como resultados sesiones de sexo cada vez más apasionadas.

Todo iba muy bien hasta que por diversas razones, enfermedad mía, viajes de trabajo de ambos, problemas familiares, etcétera, en una ocasión estuvimos casi dos meses y medio sin poder celebrar nuestros encuentros íntimos. Si bien nos veíamos en reuniones familiares en donde buscábamos fugaces momentos para el toqueteo de nuestras partes íntimas, esos escarceos solo servían para aumentar la pasión. Tampoco resultaban suficientes las prolongadas conversaciones telefónicas, que por el  contrario daban más impulso al deseo.

Llegando a los tres meses de abstinencia, pudimos concretar nuestra cita amorosa. Nos encargamos de buscarnos excusas creíbles para poder pasar toda una noche juntos.Llegado el día, una tarde nos fugamos a una ciudad cercana donde nadie nos pudiera reconocer. Florencia llegó vestida muy elegantemente con una falda azul ceñida a su cuerpo que le llegaba unos cuantos centímetros arriba de sus rodillas y una camisa blanca cuyos primeros botones estaban desabrochados dejando ver el nacimiento de sus hermosos senos. Bien peinada y maquillada como una estrella de cine su figura resaltaba como nunca.

Nos alojamos en un hotel cuatro estrellas, discreto y de buen nivel, que ofrecía como gran atracción, camas súper King. Era el ideal para nuestros propósitos. Cuando traspusimos la puerta de entrada  la habitación, nos deshicimos de nuestros bolsos en un santiamén para abrazarnos fuertemente. La apoyé sobre una pared cercana, y mientras seguíamos abrazados, me largué a besarla con una pasión enloquecida. Nuestras bocas se devoraban mutuamente en un juego encendido por el tiempo transcurrido; las lenguas se entrelazaban buscando ambas los recónditos sitios bucales.

Sin dejar de abrazarla, la besé en toda la cara y cuello. Me separé de ella para deslizarme hacia abajo y colocar mi cara en su zona pélvica. Comencé a percibir un perfume que fundía el que normalmente usaba con los olores que empezaban a manar de su vagina. Mi olfato los percibió y me volví loco. Le subí la pollera y comencé a pasar mi lengua por su raja. Lo hice  hasta que Florencia me tomó de la cabeza y apartándome me dijo…

… Calma Nacho, tenemos toda la noche y la mañana para nosotros. Tan excitado estás?

… No tienes una idea de lo que han sido estos días sin ti. Me desesperaba no tenerte, poder abrazarte y besar tus labios. Fue terrible, al menos para mí.

… Mi amor, a mí también me pasó lo mismo, te necesitaba, extrañaba tus caricias y la forma con que me llevas al paraíso del sexo.

… Fue terrible, y más cuando nos veíamos y no podíamos hacer nada por la presencia de la familia.

… Bueno, ya está bien, ahora por fin estamos solos para poder amarnos.

Nos sentamos en un sillón y Florencia se recostó sobre mis piernas mirándome con sus ojos encendidos de pasión. Le acaricié el rostro y sus cabellos y la besé con intensidad  mientras ella se prendía de mi cuello. Luego mis manos desabrocharon su camisa para acariciar sus senos  por encima de su brassier. En seguida comencé a levantar su pollera y subir mi mano por sus piernas hasta llegar a su entrepierna y noté que su cachetero ya estaba húmedo en esa zona vaginal. Estas caricias fueron el prolegómeno de una fuerte erección de mi verga que Florencia sintió y …

… Papito, cómo estás? Siento tu polla dura como queriéndome taladrar.

… Estoy muy cliente Flor, muero por hacerte mía.

… Y qué estamos esperando entonces… al decir esto se levantó y tomándome de la mano me llevo a la cama.

… Quiero que me quites la ropa. Yo sé que te gusta hacer  eso… me dijo

Sin pérdida de tiempo la liberé de la camisa, luego su pollera que cayó a sus pies. Quedó con su cachetero y corpiño. Me detuve para mirarla como si fuera la primera vez. Realmente era hermosa. Veía su cuerpo juvenil como lo más bello del mundo, y lo más importante, sabía que era mío, todo mío. El tiempo transcurrido sin verla la había mejorado a mis ojos. Me parecía que sus tetas eran más grandes y encontraba su culo más respingón.

Con la velocidad del rayo me quité mis prendas y quedé con solo mi bóxer. Abrazados nos tiramos en la cama besándonos con frenesí. Empezamos a acariciarnos en nuestras partes íntimas y saltaron por el aire la ropa que aún llevábamos. Por unos segundos me quedé mirándola desnuda y me pareció la mujer más espectacular de la tierra. Siguiendo mis instintos comencé a acariciar su cuerpo con manos y lengua desde su cuello hasta sus pies en ceremonia pagana de adoración. Le pedí que se diera vuelta y repetí mis caricias haciendo el mismo recorrido.

… Cada día me gustas más Florencia. Estoy enamorado de ti.

… Y yo de ti, tío Nacho. No tienes una idea como me gustan las caricias que me haces en mi cuerpo. Me transportan al cielo.

… Es que tu cuerpo es tan hermoso y tu piel tan suave que tu placer es mi placer.

Tal como estaba, volví con mis juegos, solo que ahora le abrí las piernas para poder tener su culo y chocho a mi disposición. Primero volví a lamer su cola para centrarme en su raja que recorrí de arriba hacia abajo en repetidas oportunidades. Por un rato jugué con mi lengua en su agujerito anal y luego me centré en su vulva. Sorbí con mucho placer los primeros jugos que Florencia comenzaba a derramar. En mi locura, los saboreaba con placer y le pedía que siguiera dándomelos. Miraba el interior rosado de esa vagina amada y me puse a disfrutarla. Perdí la cuenta del tiempo que estuve lamiendo y chupando su interior porque no dejé de rincón sin explorar. Mordí con mis labios su clítoris y Flor me regaló su primer orgasmo. La adoraba cuando veía como respondía con su entrega a mis apasionados juegos, su goce era mi goce.

Interrumpió mis caricias y me pidió que me pusiera de espaldas. Se montó encima mirándome  y tomando mi verga la llevó a su cuca…

… No aguanto más Nacho, quiero que me cojas. Que me llenes con tu leche. Por favor papito.

… Ya mi amor. Tú mandas.

Me coloqué de espalda y ella encima. Acercó mi falo a la entrada de su cueva y muy despacio se dejó caer para comenzar  a cabalgarme lentamente.

… Si, si, que lindo! Es hermoso verte gozar y que me mires a los ojos…me dijo acezante.

… Me estás haciendo gozar como nunca, y ahora a ti…Dije y con una mano empecé a magrear sus tetas y pellizcar los pezones, y con otra busqué su clítoris para sobarlo.

… Qué locura papito! Me gusta. Qué lindo, que lindo, me voy a correr si sigues con eso.

… Corrámonos juntos Flo, por favor avísame cuando estés lista.

… Aguantemos un poco porque esto es genial… Me dijo sin parar de cabalgarme.

… No puedo más mi amor, me estás matando de felicidad, me voy a correr. Acompáñame por favor.

… Sí,sí, ahí voy. Ahí voyyyy.

… Ahhhh,.. Alcancé a exclamar cuando  mi verga explotó derramando mi esperma en el interior de su cueva, al mismo tiempo  sentía que con un apretón en mis brazos y gemidos, ella me indicaba también de su corrida.

Nos abrazamos besándonos. Creo que fue el polvo más hermoso de nuestras vidas. Fue intensísimo y nos dejó desechos.

En ese abrazo nos quedamos unos cuantos minutos como si hubiéramos querido prolongar ese polvo en la eternidad. Nos mirábamos sonriendo con nuestros rostros plenos de felicidad.

Después de la tormenta, la tranquilidad. Después de la pasión, el amor. Nos costó reponernos por la intensidad de lo ocurrido. Sin levantarnos le pregunté si quería salir a cenar y me propuso pedir algo al servicio de habitaciones. Para seguir en la intimidad.

Satisfechas las necesidades materiales con unos sándwiches y un par de gaseosas, nos entretuvimos conversando. Mucho de lo hablado giró sobre qué habíamos hecho en el lapso de tiempo sin intimar, y otras trivialidades. Caímos siempre en lo tremendo que había sido la espera.

Volvimos al lecho a abrazarnos con nuestros cuerpos desnudos y sedientos de sexo. Ya nos entendíamos con la mirada y fue así que con un simple gesto nos acomodamos para deleitarnos con un sesenta y nueve. Ambos gozábamos dándonos placer recíproco.

Antes de empezar con mis juegos bucales adoré con mi vista esa vagina que me volvía loco. Cada vez la encontraba más hermosa con su rosado interior siempre húmedo y expectante de mi lengua. Ésta no se hizo esperar y se dio a la faena, tarea que realizaba incansablemente. Por arriba y por abajo, por derecha e izquierda, hacía la profundidad y luego picando el clítoris. Fue un festín mientras mi cara se llenaba de la mezcla de sus sabrosos jugos y mi saliva. Florencia por su parte, demostrándome que cada día adquiría más experiencia, me hacia una felatio completísima en donde abundaron besos, lamidas, chupones y también algunos mordiscos. La tensión iba en aumento y por eso pregunté…

… Seguimos así hasta acabar o prefieres otra cosa?

… Mi amor, estoy muy bien así y me gustaría acabar en tu boca y que me llenes la boca de tu leche.

… Perfecto, te sigo comiendo tu conchita que cada vez  me gusta más.

… Cuando me esté por venir, te clavo las uñas en tu cola.

… Te espero Flor

Y así ocurrió. Su cuerpo se tensó, dejó salir gemidos profundos y clavándome sus uñas se vino en un orgasmo profundo desde todo su interior. Ese fue el  aviso esperado para darle rienda suelta a mi corrida que mi sobrina recibió en su boca sin derramar gota alguna.

… Me encanta que me acabes en la boca y me gusta tragarme tu leche, así siento que soy más tuya que nunca.

… Y a mí  me gusta que seas mía. Y me gusta comerte tu coñito y que regales tus corridas.

Ya eran las 1 PM cuando teníamos ese diálogo. El sueño venía a nosotros, pero antes pasamos al baño para higienizarnos, para luego dormir lo que restaba de la noche, desnudos y pegados cuerpo con cuerpo.

El despertar fue tarde. El cansancio nos había fundido y nos levantamos asustados por la hora. Eran las 9 AM. Nos dimos el beso de los buenos días y nos miramos sabiendo que debíamos hacer.

Esta vez fue en la posición del misionero. Abrí sus piernas y me introduje en su vagina, mientras nos besábamos con nuestras lenguas acompañando la fusión de nuestros cuerpos. Mientras le decía cuanto la amaba y reconocía su belleza, aceleraba mis embates. De a poco llegamos al clímax. Fui yo quien primero se descargó desagotando mis reservas, seguí pujando hasta que también Florencia se entregó con otra corrida sensacional.

El tiempo, el tirano siempre inoportuno, nos señalaba que ya era hora de empezar a regresar. Nos duchamos juntos para lavarnos y seguir toqueteándonos como dos adolescentes. Luego un rápido desayuno reparador de energías y el regreso a nuestra ciudad jurándonos que nunca más íbamos a dejar tanto tiempo sin nuestros íntimos encuentros.

 

 

 

Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
  • Media: 8
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2 comentarios. Página 1 de 1
José
invitado-José 29-12-2017 02:37:07

Excelente muy excitante puro erótismo y amor.

José
invitado-José 29-12-2017 02:35:27

Excelente muy excitante puro erótismo y amor.

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