Hola mi nombre es Bárbara, lo sucedido en este relato fue hace cuatro años, cuando tenía 19 años y estudiaba en la universidad. Me gusta practicar el tenis y mantenerme sana por lo que en la universidad entre a la clase de tenis. El relato que les contare me paso precisamente por este deporte que tanto me gusta. Era una tarde de viernes cualquiera, la universidad poco a poco se estaba quedando vacía ya que la mayoría de las clases ese día se daban por la mañana. Solo algunos que practican algún deporte se quedan hasta tarde para llevar sus clases.
Eran alrededor de las seis de la tarde. Esta hora es la mejor para practicar el tenis ya que no hace tanto calor y esta mas fresco el campo. Muchos de los demás deportistas empiezan una o dos horas antes y por lo tanto terminan mucho antes que yo. Eran alrededor de las 6:30 pm y mi entrenador no llegaba. Estaba apunto de retirarme hasta que por fin llegó. Se disculpo diciéndome que tenía unos “asuntitos” pendientes que arreglar. Sin decir más me fui a los vestidores y me puse mi ropa deportiva, una camiseta blanca que me quedaba un poco holgada, unos mino short negros que me quedaban ajustados al cuerpo y unos tenis blancos.
Después de salir al campo el entrenador me puso a calentar antes de empezar y a dar una vuelta a la milla para evitar algún calambre. Cuando por fin estaba lista tomé mi raqueta y comencé a practicar mis saques. Algunos salían muy flojos y otros más precisos, pero a mi entrenador no le parecían buenos; así que me obligaba a realizar tantos saques como fueran posibles hasta que me comenzaran a salir bien. Últimamente he estado batallando con esto de los saques ya que hace tiempo sufrí un desgarre en el hombro y aun siento resentida esa parte.
Aun así dice mi maestro que poco a poco y con el entrenamiento me iré acostumbrando. Mientras realizaba los saques mi entrenador me observaba detenidamente, cosa que a veces me hace sentir incomoda ya que no me gusta que me observen demasiado. Y mas alguien como mi entrenador, un hombre de 46 años, alto, moreno, con una expresión seria y con un físico contrario a lo que sería de alguien que realiza deporte. Pero a pesar de eso sabe lo que hace y me ayuda mucho con mi entrenamiento. Mientras realizaba mis saques mi entrenador se coloco por detrás de mi y sin que me diera cuenta me tomo de un brazo y me dijo.
-A si como estas, en esta posición es como debes de realizar tus saques. Siempre tomando esta misma postura. Su cercanía fue tanta que su pelvis quedo pegada a mis nalguitas, tanto así que pude sentir su paquete, fue tan de repentino todo eso que no puse atención en lo que me dijo. Nunca me había puesto una mano encima desde que entreno con él y mucho menos de esa forma tan extraña. Un poco confundida le dije: -Está bien –Y seguí con mis saques.
Poco a poco fui haciendo saques precisos y mi entrenador me daba su aprobación moviendo su cabeza. Después de dos horas de realizar puros saques, sentía muy cansados mis brazos y viendo que ya no podía mas mi entrenador me ordeno que parara. – Al fin… dije. Y me acerque a la banca donde había dejado mis cosas y comencé a guardar todo en mi maleta. -Espera pequeña, a donde crees que vas, aun no terminamos. - Es en serio, pero si ya pasaron dos horas. -No importa, hoy no mostraste buen rendimiento, así que tienes que dar 4 vueltas a la milla. -Pero entrenador… -Sin peros Bárbara. Entre mas te apresures mas rápido terminaras. Frustrada y resignada me dirigí a la milla y comencé a recorrerla caminando. Estaba cansada pero aun podía seguir. Al cabo de media hora había recorrido la milla tres veces y ya no aguantaba mis piernas. Mi entrenador estaba platicando con el intendente del gimnasio y de vez en cuando me miraban, como si estuvieran hablando sobre mí. Decidí no ponerles mucha importancia y salí corriendo a todo lo que podían mis piernas para terminar la última vuelta que me faltaba. Cuando la di por completo, llegue a la meta y rápido me senté. Sentía el palpitar de mis piernas de lo cansada que estaba y así me quede por lo menos diez minutos. Cuando por fin dejó de hablar con el intendente, mi entrenador se acercó a mí y me dijo que era todo por hoy, que me fuera a las duchas a refrescarme. Cuando me quise poner de pie mis piernas no me respondían, las sentía entumecidas. Mi entrenador me dio su mano y me ayudo a ponerme de pie
. –Ten Bárbara, toma un poco de agua para que se te refresques un poco. –Me bebí toda la botella de agua de golpe y como pude me recogí mis cosas y me fui caminando al gimnasio de la escuela. Cuando llegué, el gimnasio estaba vacío, ya todos se habían ido. Así que me dirigí a las duchas de las chicas y comencé a quitarme la ropa. Por suerte las regaderas estaban solas así que no me preocupe en que alguien me viera, tenia todo el gimnasio y las duchas para mi solita. Una vez desnuda me mire en uno de los espejos anatómicos que están en la pared de las duchas y pude mirar cada parte de mi cuerpo. Mi físico no es muy despampanante pero aun así me veo bien con todo lo que me pongo. Mis piernas, gracias al entrenamiento, se ven muy firmes, mi abdomen y mis caderas lucen muy bien y me dan un toque sexy cuando uso blusas ombligueras. Mi cabello es largo y de color castaño lo cual me ayuda ya que el color de mi piel es morena clara. Mis pechos nos son muy grandes, son de talla normal y cuando me pongo blusas con escote se ven muy bien. Ya después de mucho mirarme me metí a una de las tantas regaderas y deje que el agua fría me mojara completita.
Era deliciosa, me quede un buen tiempo disfrutando del agua hasta que comencé a enjabonarme mis hombros, mis pechitos, mi abdomen, mis pompis, etc. De repente la luces se apagaron y me di cuenta que ya era tarde y de seguro habían cerrado el gimnasio. Aun así no le tome mucha importancia, ya que no es la primera vez que lo cierran estando yo adentro. Así que seguí disfrutando de mi baño. Como estaba a oscuras, casi no podía ver nada, así que espere a que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad y a la poca luz que entraba por las ventanas del baño. Batalle para agarrar el shampoo y cuando por fin lo agarre, coloque un poco en mi cabello y comencé a masajearlo. De pronto escuche que la puerta del baño se cerró y me quede quieta tratando de escuchar a alguien.
Al no escuchar nada pregunte: -¿Hay alguien ahí? Pero nadie me contesto. De pronto alguien me toma por detrás y me empuja contra la pared. El golpe que recibí fue muy fuerte, tanto así que se escuchó en todo el baño. Caí aturdida en el piso de la bañera y sentía que mi cabeza daba muchas vueltas. Mientras que el agua de la regadera continuaba cayendo sobre mí sentí que me tomaban de los muslos para rápidamente abrirme las piernas. Instantáneamente sentí pequeños piquete en mi sexo y como algo viscoso me penetraba mi conchita. Cuando por fin me recuperé un poco del golpe, trate de quitármelo de encima pero fue inútil, se encontraba aferrado a mi conchita.
Desesperada empecé a gritar por ayuda: -¡Auxilio! ¡Ayúdenme! –Pero de seguro nadie me escuchó. Como último recurso, busqué en la oscuridad la botella de shampoo que estaba en el piso y cuando por fin la encontré le di con todas mis fuerzas a lo que me parecía la cabeza de alguien. De repente me dejó de mamar para dejar escapara un quejido de dolor. Al parecer era un hombre y ya mayor por el sonido de su voz. Como pude, me alejé de él arrastrándome por el piso del baño y cuando traté de ponerme de pie mis piernas no me respondieron, de pronto me sentí débil y más cansada de lo que ya estaba. Después de batallar un poco, logré ponerme de pie y traté de correr hacia la puerta pero desafortunadamente pisé el jabón con el que me estaba bañando y caí de nalgas. El golpe me dolió bastante y para empeorar me lastime.
De pronto sentí que me toman del brazo: -ya te tengo pendeja, ahora si no te me vas. –Arrastrándome hasta el chorro de agua de la regadera como hace unos instantes, me abrió de piernas y continúo mamando mi conchita. -¿Qué hace? ¡Déjeme ir por favor! –Le rogaba al desconocido, pero no me respondía. Desesperada, traté de luchar, pero estaba muy cansada para hacerlo. Sentía como su lengua recorría cada parte de mi sexo y los pequeños piquetes que sentía en mi conchita se debían a la barba del hombre al parecer, de repente escucho que dice: -¡Queb… ricab… conchita tienes… Bárbara! Me quedé quieta al escuchar mi nombre y por el sonido de su voz me di cuenta de que se trataba de alguien a quien conocia. “¡Se trata de mi entrenador!” –Exclame en mi mente. -Entrenador ¡¿es usted?! Le pregunte casi chillando. -Hasta que por fin te das cuenta preciosa. -¿Pero por que entrenador, por que hace esto? -¿Por qué? Porque estas bien rica mi amor. Mira que ser tu entrenador no es fácil teniendo a tremenda alumna rica como tú. –Dicho eso siguió dándole placer a mi entrepierna. -¡NOO! ¡Por favor, deje de hacerme eso! –Le rogaba desesperada. Pero por más que hacia él seguía recorriendo cada parte de mi conchita con su lengua. Al hacerlo sentía unos pequeños espasmos que salían de mi sexo.
Me sentía como la vez en que mi vecino me estaba comiendo mi conchita para sacarme todos mis juguitos. -Que rica tu panochita Bárbara. Es justo como me la imaginaba: suave, delicada, bien formada y sobre todo depiladita. Me encantas. Eres una putita muy sabrosa. De pronto comenzó a darme ligeras mordidas en mis labios vaginales lo que ocasiono que la intensidad de los espasmos aumentaran y cada vez me que mordía dejaba escapar un leve gemido de dolor. A pesar de estar siendo tratada de esa forma mi cuerpo reaccionaba a esos estímulos de forma positiva. No quiere decir que me gustara la forma en que me estaba casi follando pero mi cuerpo no podía evitar el sentir rico y excitarme. Al escuchar mis gemidos mi entrenador dejó de comerme mí conchita y se separó de mí. –Bueno, al parecer ya logre que te excitaras un poco preciosa. Ahora sigue mi parte favorita de ti. ¡Tus tetas! Dicho eso se recostó encima de mí y sentí como sus manos apretaban mis pechos. –¡Ahh! ¡NOO! Que… hacee… -Mmmm, que delicia de tetas tienes Bárbara, redonditas, grandecitas, mmmm… es lo que mas nos encanta de ti.
No solo a mi me agrada verte, también al juez de todos tus partidos de tenis. Nos encanta ver como botan tus tetitas mientras corres de un lado a otro para pegarle a la pelota. Eres nuestra putita mi amor. Y sin decir más, comenzó a pellizcar y a chupar mis tetas. En este punto me di cuenta que si mi conchita es sensible, mis pechos son más sensibles a su legua. Rápidamente comencé a gemir por el placer que ocasionaba su lengua y sus pellizcos en mis pezones. -umm…. ¡Ahh! ¡Mmmm!… ahh... ahh… -inmediatamente comencé a sentirme como nunca me había sentido. Para mi era desagradable estar en esta situación, pero para mi cuerpo era la gloria. -Eso es putita, gime, gime que me encanta escucharte… -Dejó de chuparme uno de mis pechos y ahora con su otra mano empezó a masajearme ambos pechos. Se sentía muy rico, la última vez que había sentido estas sensaciones estaba desnuda encima de una mesa, pagando una deuda y siendo follada por dos trabajadores de mi abuelo. Cerré mis ojos y dejé que todas esas sensaciones me invadieran, trataba de pensar en otra cosa pero era inevitable concentrarme con todo esto. -putita, que rico es sentirte y escucharte. De seguro todos lo que te han cogido te han de haber disfrutado muy bien. O dime ¿Aun eres virgen? Escuche claramente su pregunta, pero me reúse a contestarle. Aun así mi cuerpo ya había sido disfrutado por tres hombres. -¿No me contestas primor? Vamos un gemido para si y dos gemidos para dos ¿Qué te parece? –Pero igual no le conteste. -Bueno, entonces será a mi modo. –Sin decir más dejo de masajear mis pechos y se dirigió hacia mis piernas. Sin batallar me las abrió y me dijo: ¿Cuantos dedos te entraran si no eres virgen? ¿2, 3? O ¿4? si has cogido mucho. De pronto sentí que me tocaba mi conchita y me la aplastaba con sus dedos, como si estuviera calculando que tantos dedos me entrarían.
De Pronto sentí que poco a poco fue introduciendo sus dedos en mi conchita eh instantáneamente deje escapara un gemido de dolor. Nunca pensé que me fuera a doler e instantáneamente comencé a retorcerme en el piso mojado mientras él continuaba introduciendo lentamente sus dedos. -No puede ser preciosa, solo te eh metido tres dedos y ya estas gimiendo. Al parecer ya has sido la puta de otro hombre ¿verdad? afortunadamente esta noche vas a agregar otro hombre a tu lista, pero antes, quiero ponerte bien caliente para no lastimarte con mi polla. Mi entrenador comenzó a chuparme mis tetas de nuevo mientras que con sus dedos tocaba la parte interna de mi conchita. –ummmm… ahhh… ahhh… -me limitaba solo a gemir. No podía pedir ayuda y las palabras no me salían. Únicamente leves gemidos. Comencé a moverme más y más, al parecer mis fuerzas estaban volviendo. -Preciosa. Veo que el efecto de mi sedante esta pasando. Mmmm que ricas tetas mami.
Pero no importa a estas alturas ya eres mía. -¿Que sedante? ¿A que te refieres? Dije por fin. -La botella de agua que te ofrecí hace rato, era agua con sedante que le introduje antes de llegar a la practica. Por eso te sentías tan cansada y débil. Me sentí tan estúpida por haber caído en su trampa que no sabia si enojarme o llorar. Todo este tiempo había confiado en el y resulto ser alguien tan depravado. Con mis manos lo empuje y me lo quite de encima. Cuando ya me encontraba de pie, por la desesperación y el miedo no podía moverme, aparte no sabia hacia donde estaba la salida, sin embargo, cuando por fin estaba a punto de escapar mi entrenador me tomo de las caderas y me empujó hacia la esquina de la pared de la bañera. En eso iba a asestarle una patada cuando de pronto me levantó mi pierna derecha y comencé a sentir los piquetes de su barba y como su lengua se abría paso por mi conchita. Traté de zafarme pero me fue imposible, las sensaciones comenzaron a recorrer todo mi cuerpo de nuevo ocasionando que me entregara poco a poco al placer que me brindaba su lengua. A los pocos minutos dejé de forcejear y mi cuerpo se entregó completamente al placer del momento. Cerré mis ojos, sintiéndome la peor mujer del mundo por permitir que un viejo como mi entrenador me hiciera este tipo de cosas. Su lengua se movía con mayor libertad que antes (quizás por el hecho de que ahora mi conchita estaba mas expuesta) su intensidad y rapidez también aumentaron ocasionando que me excitara a los pocos minutos de haber empezado. –ummmm… uuuummmmm… mmmmmhhhaaaa… -comencé a gemir más fuerte que antes y poco a poco permití que mi entrenador supiera que me estaba excitando. Al escucharme, mi entrenador apretó más sus labios en mi conchita y continúo mamándomela con más intensidad. –AAAHHHHHH!! Uuuumm –solté un gemido que hizo eco en todo el baño.
De pronto, mi entrenador dejó de mamar mi conchita. -Ya estas lista putita, hora de meterte mi verga –se incorporó y se pegó a mi cuerpo, como hace unas horas y tocando con sus dedos la entrada de mi vagina colocó la cabeza de su polla. Lentamente fue introduciéndomela ocasionándome un leve dorlor. -¡AHHHHH! ¡Nooooo! ¡Por favooor! –Comencé a gritar y como respuesta recibo una embestida de mi entrenador haciendo que su verga entre más en mí. -Bárbara que rica conchita tienes, tan apretada, tan deliciosa. Mi polla puede sentir lo caliente que esta por dentro. –Y de pronto siento otra embestida. Sentía que me partía a la mitad, no podía aguantar su paquete dentro de mi, pero aun así el sigue embistiéndome mas y mas. -No te preocupes preciosa, una última embestida y la tendrás toda adentro, te dolerá un poco pero a los pocos minutos comenzaras a disfrutar como una perra. –Y sin decir más me embistió más fuerte que antes. Sentí un dolor desgarrador, pero esta vez no grité fuerte solo dí un grito ahogado. De pronto dentro de mi conchita siento que algo caliente comienza a escurrir por ella hasta salir y seguir su recorrido por mis piernas. -No te asustes perrita, es solo sangre, ahora relájate que viene lo bueno.
De pronto pasa uno de sus brazos por detrás de mi rodilla y después su otro brazo por detrás de mí otra rodilla, me alza un poco y me empuja más contra la pared. -Esta posición me encanta amor, te entrará fácil y disfrutaras bien rico. –A pesar de que hablaba no lograba entender nada de lo que decía, estaba entumecida por el dolor hasta que volvieron las embestidas. Cuando volví en si, me di cuenta que me estaba cargando mientras me penetraba, el dolor poco a poco fue disminuyendo y el placer aumentando. A los pocos minutos ya estaba más excitada que antes. -ummm… ummm… ummm… -con cada embestida que me daba dejaba escapar un gemido. -Eso Barbará, gime preciosa gime, dime que te gusta que te coja de esta forma. Ya sabía yo que una pendeja como tú le encantaría que se la cogieran de esta forma. Me estaba entregando poco a poco al placer y poco a poco deje de resistirme.
Sentía como su verga entraba con cada embestida y con ellos los espasmos en mí aumentaban cada vez más. -Estas increíble Bárbara, es la primera vez que me follo a una de mis alumnas y más a una estudiante de universidad, esto me da tanto morbo. –Me decía mientras me follaba con más ganas. De pronto mi entrenador comenzó a gemir muy fuerte y enseguida sentí que algo caliente me llenaba el interior de mi conchita. -Oh si putita, siii… eso… ummmm… que rico es llenarte tu conchita… toma mi leche amor… ummm… No podía creerlo, se estaba corriendo dentro de mí y no podía hacer nada para evitarlo. Sentía como su verga se ponía muy dura con cada chorro de semen que salía disparado hasta que poco a poco dejo de embestirme y su verga se fue poniendo flácida. Me recostó en el piso y él se dejo caer a aun lado de mí. Podía escuchar su respiración agitada por todo el esfuerzo que tuvo conmigo. –Uff preciosa, hiciste que me cansara… a pesar de que no es tu primera vez me tomó algo de trabajo hacer que te calentaras. Lastima que no te corriste, me hubiera gustado poder sentirte mientras te orgasemeabas de felicidad. Sin embargo yo no le ponía atención, tenia la mirada perdida, me dolía mucho mi conchita y además estaba preocupada por quedar embarazada por un tipo como él.
Al ver mi entrenador que no le contestaba se puso de pie y me dijo. –gracias putita, me hiciste pasar la mejor noche en mucho tiempo, sentir tus tetitas y tu conchita fue lo mejor. Espero que lo hayas disfrutado tanto como yo. Si otro día quieres mas solo avísame y te parto hasta que te corras de placer. –Cuando estaba a punto de irse me dijo. –y recuerda no le digas a nadie lo que paso aquí, seria una lastima que perdieras tu beca de estudios. Y sin decir más salió del baño. Me quedé un rato recostada en el piso mientras el agua de la regadera continuaba mojándome. Cuando por fin me di cuenta que todo había pasado sentía un leve dolor en mi conchita. Me lleve mi mano hasta mi sexo y toque levemente con mis dedos la parte externa de mis labios vaginales. Pude sentir algo viscoso y caliente.
Pensé “de seguro es el esperma de mi entrenador” Frote con mi pulgar la yema de mis dedos que estuvieron en contacto con el semen y rápidamente se formo una bolita viscosa y pegajosa. Me dio tanto asco que rápidamente me lavé la mano con el agua de la regadera. Tenia que hacer algo rápido si no quería quedar embarazada. Así que hice lo que mi entrenador me hizo hace unos momentos. Metí dos de mis dedos en mi conchita y saque un poco de semen que me había quedado dentro. Cuando lo hice sentí un dolor agudo acompañado con un espasmo de placer. Al parecer mi vagina aun se encontraba resentida por la penetración.
Cuando saque mis dedos del interior de mi sexo, pude sentir que estaban cubiertos por más semen. Fue algo desagradable sentir la viscosidad de su semen pero no había otra manera más que esa. Volví a limpiarme los dedos y lentamente fui introduciéndolos en mí. Esta vez sentí mas placer que dolor y los introduje hasta que estuvieron completamente dentro de mí. Podía sentir en ellos el calor y la gran cantidad de semen que descargo dentro de mí. Instintivamente moví mis dedos como si estuviera escarbando y lo que sentí fue un espasmo muy intenso tanto así que perdí la poca fuerza para estar de pie y caí de nuevo al piso mojado. Lentamente fui sacando mis dedos de mi conchita. Cuando lo hice pude notar el olor que queda después del sexo y sentía como el esperma escurría por mis dedos. Acerque un poco mis dedos a mi nariz y efectivamente era el semen el que olía así. De pronto un poco cayó sobre mis labios y pude sentir su viscosidad en ellos.
Rápidamente escupí y me limpie con la otra mano. Cuando estaba apunto de limpiar mis dedos algo dentro de mi cabeza decía –“pruébalo.”- Me quede un momento quieta, recapacitando en lo que acababa de pensar. –“Pruébalo”-. No podía creer lo que estaba pensando y esboce una sonrisa de incrédula. Y de pronto otra vez. –“Vamos tu sabes que lo quieres probar”… “Tienes curiosidad”… “Además nadie se sabrá que lo probaste”.- Lentamente fui acercando mis dedos hasta mi boca y cuando por fin llegaron hasta la entrada, cerré mis ojos y me lo lleve adentro mi boca. Los chupaba lentamente y con mi lengua les quitaba un poco de semen a mis dedos. Podía sentir lo espeso que era en mi lengua y mis dientes, su consistencia era similar a cuando pruebas miel pero su sabor era algo salado. Sin pensarlo dos veces me lo trague y ahí cambio todo, cuando pasaba por mi garganta su sabor cambio a algo mas amargo y podía sentir como se adhería a las paredes de mi garganta. Rápidamente comete a toser y comencé a dar arcadas. Los ojos se me llenaron de lágrimas y lo que hice después fue tomar un poco de agua para que pasara completo. Después de calmarme un poco continúe sacando poco a poco los restos de semen dentro de mí.
Sin embargo las sensaciones que experimente momentos atrás con mi entrenador comenzaron a volver. –uuuummm… uuummmm… aaahhh… -gemía sin reprimirme. De todos modos estaba sola. Mis dedos entraban y salían de mi conchita rápidamente, incluso después de haber retirado todo el semen dentro de mí. La sensación era deliciosa y los espasmos hacían que se me erizara la piel y mis pezones. -uuummm…. Aaaaaaahhhhh…. Uuuuuummmmmm…. Aaaaahhhhh… aaahhh… ah… -Cerré mis ojos y comencé a excitarme mucho mas. Mis dedos me penetraban a gran velocidad y con mi otra mano comencé a tocarme los pezones con la yema de los dedos. –uuuuummmmm…. Uuuuuuummmmmm…. Mmmmmm!!!.... aahh… aaahhh!!!... aaaaaaaahhhhhhh!!! Y de pronto comencé a sentir un orgasmo delicioso.
Sentía como los espasmos hacían que todo mi cuerpo temblara de placer. Mis gemidos resonaban en todo el baño, si hubiera alguien en el gimnasio de seguro me habría escuchado. Era la primera vez que sentía algo tan placentero en mi vida y lo mejor fue que yo misma lo ocasione. Cuando por fin paso todo. Saque mis deditos, que aun se encontraban dentro de mi y pude notar que algo viscoso escurría de ellos. Al principio creí que era semen pero en realidad se trataba de otra sustancia y al parecer era mía. Como pude me puse de pie y me limpie completamente de nuevo.
Aun a oscuras encontré mi toalla y mi ropa y me cambie de inmediato. Cuando mire el reloj eran las diez de la noche. Por suerte a esa hora salían los encargados de la intendencia en la escuela y un camión los recogía para llevarlos a la ciudad. Como pude salí del gimnasio y me dirigí a tomar el camión.